viernes, 31 de diciembre de 2004

#libros #antropologia | Antropología del cuerpo : género, itinerarios corporales, identidad y cambio

Antropología del cuerpo : género, itinerarios corporales, identidad y cambio / Mari Luz Esteban
Barcelona : Bellaterra, 2004
263 p. / Bibliogr.: p. 253-263
Colección: SGU · Serie General Universitaria ; 42
ISBN 9788472902701 [2004-12] / 20 €
2ª ed.: 2013

/ ES / ENS
/ Antropología social / Cuerpos / Femisnimo / Género / Identidades / Mujeres
Biblioteca UPV/EHU
https://millennium.ehu.es/record=b1470740~S1*spi

En este libro se defiende que sentirse hombre o mujer no es algo estático o uniforme sino que está en continuo cambio, es decir, que es un proceso abierto, complejo y plural. Pero además se considera que tanto la conformación de la identidad de género como las prácticas sociales e individuales de mujeres y hombres, así como los debates y las luchas feministas, son fenómenos sustancialmente corporales. Este planteamiento teórico-metodológico se inscribe dentro de la antropología del cuerpo, un campo de estudios relacionado con la llamada teoría de la práctica que sostiene que el sistema social moldea la acción humana, pero que ésta es también determinante para comprender la producción y reproducción del propio sistema así como las transformaciones que se producen dentro del mismo. Para mostrar todo esto se analizan doce itinerarios corporales, correspondientes a diez mujeres y dos hombres, poniendo todo el énfasis en las transformaciones producidas y en los factores que están detrás de estos cambios.

Mari Luz Esteban es licenciada en medicina y doctora en antropología social. Trabajó como médica de planificación familiar desde 1984 hasta 1996. Desde 1994 imparte clases de antropología social, primero en la Universidad de León, luego en la Universidad Pública de Navarra (UPNA-NUP), y actualmente en la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Es especialista en antropología feminista y miembro de REDAM-Red Latina de Antropología de la Medicina. Sus temas de investigación se refieren a la salud, el cuerpo y el género.

RESEÑAS
Antropología del cuerpo / Guadalupe Georgina Poot Campos
En: Alteridades, vol. 18, n. 36 (Julio – Diciembre 2008), p. 201-204
TEXTO COMPLETO | Redalyc

http://www.redalyc.org/pdf/747/74716004014.pdf

#articulos #literatura #lesbianismo | Cuentos de ayer y de hoy: de la heterosexualidad obligatoria tradicional a la inscripción del amor lésbico

Cuentos de ayer y de hoy: de la heterosexualidad obligatoria tradicional a la inscripción del amor lésbico / Carolina Fernández Rodríguez · Universidad de Oviedo
En: Bells : Barcelona English Language and Literature Studies, v. 13 (2004)
TEXTO COMPLETO | RACO

http://www.raco.cat/index.php/Bells/article/view/82929

En su calidad de instrumentos de socialización, los cuentos de hadas tradicionales han contribuido en gran modo a la perpetuación de lo que Adrienne Rich ha llamado la “heterosexualidad obligatoria” (1996), la cual ha sido responsable de que, en ocasiones, la experiencia lésbica haya sido percibida como una desviación (en ocasiones aberrante) de la norma y, otras veces, como algo simplemente invisible. En tanto que dicha experiencia no ha sido tradicionalmente inscrita en los relatos maravillosos, y considerando también que la heterosexual, por el contrario, ha aparecido reiteradamente presentada como norma, es posible afirmar que el género del cuento maravilloso ha participado si no directamente en la construcción social del amor lésbico como desviación aberrante, sí al menos en la negación de su existencia.

Con el objeto de paliar esta situación de invisibilidad que ha padecido la experiencia lésbica en la narrativa popular, autoras como la norteamericana Olga Broumas, la india Suniti Namjoshi, la inglesa Jeanette Winterson o la irlandesa Anne Claffey, entre otras, se han propuesto representar dicha experiencia en su propia obra. Así, las re/escrituras poéticas de Broumas de algunos cuentos de hadas clásicos o los cuentos de Namjoshi, por ejemplo, constituyen una inscripción literaria de muchos de los problemas que se ha planteado la crítica literaria lésbica en las últimas décadas, entre los que figuran el de la invisibilidad de la experiencia lésbica, la homofobia, el poderoso mito del lesbianismo como la amenaza de las hegemónicas instituciones patriarcales, la relación madre/hija, el ‘continuo lésbico’ y, ocupando un lugar prominente, el problema del lenguaje, de la carga heterosexual que encierra y de la dificultad de crear lenguajes distintos o dotar de nuevos significados a los signos de siempre.

#revistas #historia | Hispania | 218 | La sexualidad en la España contemporánea (1800-1950)


La sexualidad en la España contemporánea (1800-1950) / Jean-Louis Guereña (coord.)
En: Hispania : revista española de historia, v. 64, n. 218 (Septiembre – Diciembre 2004)
/ ES / Revistas / REC / MON
/ España / Franquismo / Historia – Siglo XIX / Historia – Siglo XX / Prostitución / Sexualidad / Vida sexual
TEXTO COMPLETO | CSIC
http://hispania.revistas.csic.es/index.php/hispania/issue/view/17
Biblioteca UPV/EHU. Revista
https://millennium.ehu.es/record=b1651555~S1*spi
El contenido se publica posteriormente como libro:
La sexualidad en la España contemporánea (1800-1950) / Jean-Louis Guereña, ed.
Universidad de Cádiz, Cádiz : 2011. ISBN 9788498283495 [2011-10]
Biblioteca UPV/EHU

https://millennium.ehu.es/record=b1756182~S1*spi

Con la presente publicación se intenta ofrecer al lector una panorámica lo más amplia y diversificada posible de algunas direcciones de trabajo actualmente cultivadas en el marco de la historia de la sexualidad en la España de los siglos XIX y XX. 

SUMARIO
825-834/ La sexualidad en la España contemporánea: Introducción / Jean-Louis Guereña
835-868 / España y la cruzada médica contra la masturbación (1800-1900). Elementos para una genealogía / Francisco Vázquez García, José Benito Seoane Cegarra
869-896 / Elementos para una historia del preservativo masculino en la España contemporánea / Jean-Louis Guereña
897-922 / La reglamentación de la prostitución en la Barcelona de la Restauración (1870-1890) / Rafael Alcaide González
923-946 / Las estrategias preventivas individuales en la lucha antivenérea: sexualidad y enfermedades venéreas en la España del primer tercio del siglo XX / Ramón Castejón Bolea
947-960/ Publicaciones sobre sexualidad en la España del primer tercio del siglo XX: entre medicina y pornografía / Raquel Alvarez Peláez
961-986 / El libro “Homosexualidad” del Dr. Martín de Lucenay: entre el conocimiento científico y la recepción popular de la ciencia sexológica en España a principios del siglo XX / Richard Cleminson
987-1002/ Medicina y sexualidad infantil en la España de los años treinta: la aportación del psicoanálisis a la pedagogía sexual / Mercedes del Cura González, Rafael Huertas García-Alejo
1003-1026 / Maternidad, feminidad, sexualidad: Las Primeras Jornadas eugénicas españolas (Madrid, 1928 - Madrid, 1933) / Marie Aline Barrachina
1027-1042 / Norma sexual y comportamientos cotidianos en los diez primeros años del franquismo (1939-1949): noviazgo y sexualidad / Anne-Gaelle Regueillet

DOCUMENTACIÓN
Jean-Louis Guereña: "La pornografía del XIX muestra los mismos tópicos que la actual"

La Universidad de Cádiz edita “La sexualidad en la España contemporánea”
Daniel Arjona | El Cultural, El Mundo, 2012-03-05
http://www.elcultural.es/noticias/letras/Jean-Louis-Guerena-La-pornografia-del-XIX-muestra-los-mismos-topicos-que-la-actual/2878

domingo, 12 de diciembre de 2004

#hemeroteca #cine #mayodel68 | Del cine como una enfermedad transmisible: ‘Los soñadores’, de Bernardo Bertolucci

Imagen: Tiempo de Cine / Fotograma de 'Los soñadores', de Bernardo Bertolucci
Del cine como una enfermedad transmisible: ‘Los soñadores’, de Bernardo Bertolucci.
Juan Carlos González A. | Revista Universidad de Antioquia, 278 (2004-10/12) 133-136.
Recogido por: Tiempo de Cine, 2004-12-12
http://www.tiempodecine.co/web/del-cine-como-enfermedad-transmisible-los-sonadores-de-bernardo-bertolucci/

A diferencia del resto de su filmografía, para los créditos iniciales de ‘Besos robados’ (‘Baisers volés’, 1968) François Truffaut introdujo una dedicatoria y una referencia visual que se relacionan directamente con los hechos que se vivían en París durante el rodaje de su filme. La dedicatoria, escrita de su puño y letra, se ofrece a Henri Langlois, fundador y director de la Cinemateca francesa, mientras la referencia visual es al portón de la misma entidad en el palacio de Chaillot, donde se lee en un aviso que se encuentra cerrada hasta futuras noticias.

En esa misma época y a ese mismo portón parece estar encadenada Isabelle, una de las protagonistas de ‘Los soñadores’ (‘The Dreamers’, 2003), del maestro italiano Bernardo Bertolucci. Ella, su hermano mellizo Theo y un joven norteamericano que conocen allí, Matthew, hacen parte del enorme grupo de cinéfilos que en febrero de 1968 se agolpó alrededor de la cinemateca para protestar por la destitución de Langlois, desencadenada por una lucha de poderes en la que estaban involucrados Pierre Moinot, presidente de la cinemateca, André Holleaux, cabeza del Centro Nacional de la Cinematografía y el propio ministro de cultura, André Malraux.

Truffaut interrumpió el rodaje de ‘Besos robados’ para participar activamente en las protestas, que llegaron a un punto culminante el 14 de febrero, cuando la policía se enfrentó a los cerca de tres mil manifestantes agrupados alrededor del palacio de Chaillot. Mayo del 68 se había anticipado unos meses para la comunidad del cine, que, por medio de presiones, cartas de solidaridad de directores y de actores alrededor del mundo, y las virulentas denuncias del grupo de ‘Cahiers du Cinéma’ en otros medios periodísticos, logró que se restituyera a Langlois en su cargo a finales de abril. El inicio de las protestas y huelgas sindicales en mayo coincidió con la apertura del Festival de Cannes, obligado a cancelarse en solidaridad con el movimiento gestado en París.

Bertolucci ha querido capturar esa época en su filme con una combinación de elementos: ser joven, ser cinéfilo, estar en París y vivir en 1968. Pero ‘Los soñadores’ no es una película histórica. El asunto Langlois subyace sólo como telón de fondo, como motivo que da inicio a la relación entre Isa (Eva Green, en su debut en el cine), Theo (Louis Garrel, precisamente el hijo del director Philippe Garrel) y Matthew (Michael Pitt), que es el verdadero tema del filme. El director hace, sin duda, un homenaje a la época y a la intoxicación de cine en la que muchos vivían. Como si de un alucinógeno se tratara, las imágenes de la gran pantalla los excitan, los hacen volar, los transportan. Isa afirma que nació en 1959 y que sus primeras palabras fueron “New York Herald Tribune”, las mismas que Jean Seberg vocifera en los Campos Elíseos en ‘Sin aliento’ (‘A bout de souffle’, 1960) de Godard. Le creemos. Muchas mujeres nacieron a la vida con esa imagen libérrima y misteriosa de la Seberg, que proponía para ellas un nuevo modelo de vida.

Un modelo. Eso era el cine para ellos, que en su cinefilia no veían otra representación válida. Buscaban transgredir lo establecido por la realidad dominada por sus mayores, querían ser como los actores y estrellas que admiraban, recrear las escenas de sus películas favoritas, discutir de cine, pensar en el cine, comer cine, emborracharse de celuloide. No eran personas, eran personajes de un filme interpretando un rol. Víctimas del contagio de una enfermedad transmisible por contacto ocular, los tres no tienen remedio. Bertolucci se solaza en mostrarnos ese frenesí en que deambulan, intercalando al trío protagonista con clips de las películas que evocan, en un bello montaje donde alcanzamos a vislumbrar que tanto tenían tatuado el cine en la piel. Son gente rara, freaks como el filme homónimo de Tod Browning que se cita en la película.

Los tres corren por el Louvre tratando de romper el récord establecido por el trío de ‘Bande à part’ (1964), pelean por la preeminencia entre Chaplin y Keaton en el reinado de la comedia muda o se trenzan en adivinanzas imposibles que involucran a ‘Top Hat’ (1935), ‘Queen Christina’ (1933), ‘Blonde Venus’ (1932) y ‘Scarface’ (1932). Más que vivir, imitan, representan, sueñan. Lo decía Eric Rohmer recordando su época como escritor de cine: “No vivíamos. La vida era la pantalla, eran las películas, era discutirlas y escribir sobre ellas”.

Pero toda filia tiene su lado perverso y Bertolucci lo sabe. Desde su nombre, ‘Los soñadores’ es una obra escapista y por eso los personajes deciden huir de la realidad en que viven y entregarse a unos juegos privados y perversos a los que el cine acaso los ha llevado, o a los que -por lo menos- ha convocado. Con la cinemateca cerrada parecen haber perdido el cable que los ha unido al mundo y se encierran en sí mismos, dentro del enorme apartamento que los padres de Isa y Theo dejan al cuidado de estos. Bertolucci suelta las amarras y el lastre, y el globo en el que los tres viajan empieza a elevarse hasta el infinito. Como mencionábamos, el episodio de las protestas alrededor de la cinemateca era sólo una disculpa (pero no por eso menos lograda; incluso Bertolucci consiguió que los actores Jean Pierre Léaud y Jean Pierre Kalfon recrearan la activa figuración que tuvieron en esos días). El director quiere mirar de cerca sus personajes, estudiarlos, saber hasta dónde son capaces de llegar en ese juego sexual perverso en el que van descendiendo en una espiral peligrosa.

Muchos han criticado a Bertolucci por haber perdido la oportunidad de mostrarnos su versión de lo ocurrido en esa primavera del 68, pero igual ocurrió con Truffaut: ‘Besos robados’ no es una obra políticamente comprometida. Antoine, su protagonista, es enamoradizo e indeciso y trabaja como portero de un hotel y luego como detective. Nada de declaraciones políticas, nada de toma de conciencia, ni de manifiestos filosóficos. El cine refleja el mundo de su director, no necesariamente el mundo real. Bertolucci no desea hacer una crónica sobre Langlois, quiere hacerla sobre tres personas que vivían allí y que compartían un nexo tan especial como complejo.

Como en ‘El último tango en París’ (1972), el aislamiento de los personajes es el detonante que los lleva a explorarse, en un juego perverso que conduce a Isa y a Theo hasta los límites del incesto, iniciando a Matthew en un obligado despertar sexual que al principio lo embriaga, pero que después rechaza, cuando las cosas van tomando rumbos menos diáfanos. Sin embargo -a diferencia del filme con Marlon Brando y María Schneider- la actitud del director hacia la conducta de los personajes de ‘Los soñadores’ es muy compasiva, por completo idealizada, sin juzgarlos o criticarlos. Y esa misma actitud es la de su mirada: la cámara de Fabio Cianchetti, con su paleta sensual, embellece sus actos a un grado en el que hay más una complacencia estética que un acercamiento fiel a lo real, despojando a las imágenes de todo lo que indique qué tan bajo van cayendo en su degradación personal. Lo que en realidad ocurre sólo lo vemos cuando los padres de los mellizos vuelven a casa y los encuentran a los tres dormidos, entrelazados en medio del caos en que han convertido al apartamento y que sólo ahora parecemos percibir, despertados todos del ensueño hipnótico en que estábamos.

A eso nos condujo Bertolucci: a imaginar que todo era posible, que las utopías eran viables y que la revolución estaba cruzando la calle. Que sexo, política y cine eran una combinación precisa. Cuando en realidad andábamos desnudos y no lo sabíamos: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”, nos recuerda el texto bíblico. El director nos despierta del sueño juvenil que teníamos. Ahora somos adultos, ahora las calles están llenas de manifestantes. Nos unimos a ellos sabiendo que ya nada volverá a ser igual, que lo que soñábamos terminó. La película llegó a su fin. El proyector se apagó, alguien prendió las luces del teatro. Es hora de irnos: la vida nos aguarda.