Dennis González, pionero en la 'sincro' y estandarte contra la homofobia: "Mientras yo me cuelgo medallas, otros me critican tras la pantalla"
El deportista de Rubí, que participa con el combinado español en el Europeo de Portugal, está rompiendo todas las barreras en la natación artística
Begoña González | El Periódico, 2025-05-31
https://www.elperiodico.com/es/deportes/20250531/dennis-gonzalez-pionero-sincro-estandarte-117846126
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Dennis, 3 medallas de oro en Belgrado // |
Dennis González (Rubí, 2004) se ha convertido en uno de los nombres con mayor proyección en el panorama deportivo nacional actual. Con apenas 20 años, se convirtió en el primer hombre en encabezar el equipo nacional español de natación artística en la Copa del Mundo, de la que España volvió campeona, y un año más tarde, en el Europeo, siendo nuevamente el primer varón en lograrlo dentro del equipo nacional. Desde que decidiera tirarse a la piscina a los 12 años, su trayectoria cobró una relevancia especial no solo por lo deportivo, sino también por romper estereotipos para las generaciones venideras. Entre el 2 y el 5 de junio en Funchal (Portugal) participa con el equipo español en el Campeonato de Europa.
Su figura en el equipo español es muy especial, ¿Cómo empezó esta aventura?
Desde pequeño busqué un deporte que fuera para mí. Tenía claro que tenía que ser de agua porque me encanta, pero también quería que implicara la danza. Siempre tuve la natación sincronizada cerca porque mi madre era entrenadora del Rubí, pero jamás nos planteamos que la probara hasta que supe de Pau Ribes (cuatro veces campeón de Europa). Se convirtió desde muy pronto en un referente para mí y me impulsó a tirarme a la piscina.
¿Le rompió los esquemas?
Imagínate. De golpe vi a un hombre haciendo un deporte que me encantaba, pero que ni me había planteado probar. Automáticamente pensé: ‘Yo también quiero’. Tenía solo 12 años, pero para la disciplina iba tarde. No puedes coger y lanzarte a la piscina sin haber hecho nada antes. Pero al final, aunque mi inicio no fue el habitual, me fue bien. Quizás si hubiera sido de otro modo no estaría hoy aquí.
¿Qué le dijo su madre?
Antes de saber de Pau, durante los entrenamientos de mi madre, yo estaba en la piscina de al lado para no molestarla mientras ella hacía su trabajo. Yo me iba metiendo discretamente por en medio porque me gustaba lo que hacían, pero ella pensaba que solo buscaba llamar su atención. Cuando vi que había un chico que lo hacía le dije convencido que lo quería probar. Nunca se lo había planteado, pero me dio el voto de confianza. Ella fue mi primera entrenadora.
¿Cómo fue tener a su madre de entrenadora?
En su equipo estuve solo un año, luego me fui al Kallípolis, pero creo que ahora es incluso más dura conmigo de lo que lo era entonces. Antes era más pequeño y lo que dijera ella para mí iba a misa. Ella era la que más sabía. Ahora sin duda yo tengo más conocimientos de la 'sincro' actual, porque ha cambiado mucho. Si ahora mismo me entrenara creo que en más de una ocasión tendría que decirle: ‘Mamá, da igual. Déjalo’.
¿Tuvo apoyo de sus amigos?
Cuando empecé en la natación artística no lo conté. Era un extraescolar más y no tenía por qué dar explicaciones a nadie de dónde iba o qué iba a hacer. Preferí evitar las críticas. Empecé a contarlo más cuando entré en la Blume. Al final, allí en la clase, todos éramos deportistas y pensé que se entendería mejor. La novedad causó curiosidad, pero no hubo una reacción negativa como la que yo había esperado que tuvieran mis compañeros del anterior colegio. La respuesta fue como ‘¡hostia! ¿haces sincro?’ más por curiosidad que por otra cosa. Con el paso del tiempo, y supongo que, con la confianza, hubo personas que se mofaron, pero me lo esperaba peor.
¿Se ha tenido que enfrentar a críticas por hacer lo que le gusta?
Sin duda. Pero no solo es duro recibir críticas por hacer ese deporte, que obviamente duele, sino también sufrir las consecuencias que conlleva hacerlo. Para mí lo más fácil era ponerme el bañador y tirarme al agua y que me criticaran, lo duro era llevarlo en el día a día. He sacrificado mucho y comparto mucho más tiempo con chicas que con chicos. No estoy incómodo, pero no tengo casi relación con chicos en mi día a día y se me hace raro relacionarme con ellos después. Ahora es distinto, pero al principio fue muy complicado y fue de lo que más me afectó en ese sentido. Lo peor de todo es que las críticas te vienen de personas cercanas. Gente que te crees que está a tu lado o que te aplaude cuando todo va bien suelen ser los primeros en criticar o darte la espalda. De todos modos, me compensa que me critiquen por lo que yo siento cuando compito. Es como la homofobia. Lamentablemente nunca desaparecerá porque la gente que te dice esas cosas no tiene nada más en su vida que meterse en la tuya. Yo me acabo de colgar una medalla representando a mi país, tú me estás criticando detrás de una pantalla. No tiene sentido.
Su decisión seguramente abrirá puertas a muchos otros como Pau abrió las suyas anteriormente. ¿Siente el peso de la responsabilidad?
Ahora más que nunca. Desde que en 2023 estuve en el Mundial absoluto me di cuenta de que estaba donde una vez soñé estar mientras veía competir a otra persona. Ahora seguramente otros niños me ven a mí de la misma forma. Eso me hizo darme cuenta de que no solo los títulos, sino todo el camino que estoy recorriendo tienen una importancia capital para muchas personas.
¿Usted llegó a hablar con Pau para compartir sus inquietudes en sus comienzos?
Sí. De hecho, agradezco mucho como fue conmigo. Mis ganas de ayudar a otros chicos hoy nacen de cómo me ayudó él. Es algo que me encantaría poderlo hacer con el resto. A mí se me quedó marcado un momento que fue en mi primera exhibición después del año entero trabajando con mi madre. Mi madre habló con Pau y él vino a verme. Era y es mi ídolo. Ese momento me marcó muchísimo y fue el empujón definitivo. Yo quiero poder ser eso para quien lo necesite. Y, de hecho, cada vez hay más chicos. Hay una generación entera que sube.
Renunció usted a París, pero a los Juegos de Los Angeles quiere ir. ¿Por qué?
Mucha gente en ese momento no entendió mi postura. Me decían que estaba desperdiciando la oportunidad de mi vida. Yo soy una persona que necesita disfrutar del proceso, como me enseñó mi madre. Yo creo que todo llega a su debido momento. ¿Que quizás podría haber hecho dos Juegos Olímpicos para entonces? Sí, pero bueno también podría haberme agobiado y haberlo dejado después de París. El esfuerzo que tenía que hacer para llegar a la convocatoria era demasiado grande en un momento en el que yo todavía me estaba construyendo a mí mismo y no se me garantizaba el hecho de estar. Tendría que haber dejado la universidad, la Blume y haberme dedicado al 100% para tener una posibilidad de llegar a París. Quise hacerlo cuando supiera que eso no me iba a desestabilizar. Me dio vértigo. Quizás hubiera salido bien, pero no me arrepiento.
Su figura en el equipo español es muy especial, ¿Cómo empezó esta aventura?
Desde pequeño busqué un deporte que fuera para mí. Tenía claro que tenía que ser de agua porque me encanta, pero también quería que implicara la danza. Siempre tuve la natación sincronizada cerca porque mi madre era entrenadora del Rubí, pero jamás nos planteamos que la probara hasta que supe de Pau Ribes (cuatro veces campeón de Europa). Se convirtió desde muy pronto en un referente para mí y me impulsó a tirarme a la piscina.
¿Le rompió los esquemas?
Imagínate. De golpe vi a un hombre haciendo un deporte que me encantaba, pero que ni me había planteado probar. Automáticamente pensé: ‘Yo también quiero’. Tenía solo 12 años, pero para la disciplina iba tarde. No puedes coger y lanzarte a la piscina sin haber hecho nada antes. Pero al final, aunque mi inicio no fue el habitual, me fue bien. Quizás si hubiera sido de otro modo no estaría hoy aquí.
¿Qué le dijo su madre?
Antes de saber de Pau, durante los entrenamientos de mi madre, yo estaba en la piscina de al lado para no molestarla mientras ella hacía su trabajo. Yo me iba metiendo discretamente por en medio porque me gustaba lo que hacían, pero ella pensaba que solo buscaba llamar su atención. Cuando vi que había un chico que lo hacía le dije convencido que lo quería probar. Nunca se lo había planteado, pero me dio el voto de confianza. Ella fue mi primera entrenadora.
¿Cómo fue tener a su madre de entrenadora?
En su equipo estuve solo un año, luego me fui al Kallípolis, pero creo que ahora es incluso más dura conmigo de lo que lo era entonces. Antes era más pequeño y lo que dijera ella para mí iba a misa. Ella era la que más sabía. Ahora sin duda yo tengo más conocimientos de la 'sincro' actual, porque ha cambiado mucho. Si ahora mismo me entrenara creo que en más de una ocasión tendría que decirle: ‘Mamá, da igual. Déjalo’.
¿Tuvo apoyo de sus amigos?
Cuando empecé en la natación artística no lo conté. Era un extraescolar más y no tenía por qué dar explicaciones a nadie de dónde iba o qué iba a hacer. Preferí evitar las críticas. Empecé a contarlo más cuando entré en la Blume. Al final, allí en la clase, todos éramos deportistas y pensé que se entendería mejor. La novedad causó curiosidad, pero no hubo una reacción negativa como la que yo había esperado que tuvieran mis compañeros del anterior colegio. La respuesta fue como ‘¡hostia! ¿haces sincro?’ más por curiosidad que por otra cosa. Con el paso del tiempo, y supongo que, con la confianza, hubo personas que se mofaron, pero me lo esperaba peor.
¿Se ha tenido que enfrentar a críticas por hacer lo que le gusta?
Sin duda. Pero no solo es duro recibir críticas por hacer ese deporte, que obviamente duele, sino también sufrir las consecuencias que conlleva hacerlo. Para mí lo más fácil era ponerme el bañador y tirarme al agua y que me criticaran, lo duro era llevarlo en el día a día. He sacrificado mucho y comparto mucho más tiempo con chicas que con chicos. No estoy incómodo, pero no tengo casi relación con chicos en mi día a día y se me hace raro relacionarme con ellos después. Ahora es distinto, pero al principio fue muy complicado y fue de lo que más me afectó en ese sentido. Lo peor de todo es que las críticas te vienen de personas cercanas. Gente que te crees que está a tu lado o que te aplaude cuando todo va bien suelen ser los primeros en criticar o darte la espalda. De todos modos, me compensa que me critiquen por lo que yo siento cuando compito. Es como la homofobia. Lamentablemente nunca desaparecerá porque la gente que te dice esas cosas no tiene nada más en su vida que meterse en la tuya. Yo me acabo de colgar una medalla representando a mi país, tú me estás criticando detrás de una pantalla. No tiene sentido.
Su decisión seguramente abrirá puertas a muchos otros como Pau abrió las suyas anteriormente. ¿Siente el peso de la responsabilidad?
Ahora más que nunca. Desde que en 2023 estuve en el Mundial absoluto me di cuenta de que estaba donde una vez soñé estar mientras veía competir a otra persona. Ahora seguramente otros niños me ven a mí de la misma forma. Eso me hizo darme cuenta de que no solo los títulos, sino todo el camino que estoy recorriendo tienen una importancia capital para muchas personas.
¿Usted llegó a hablar con Pau para compartir sus inquietudes en sus comienzos?
Sí. De hecho, agradezco mucho como fue conmigo. Mis ganas de ayudar a otros chicos hoy nacen de cómo me ayudó él. Es algo que me encantaría poderlo hacer con el resto. A mí se me quedó marcado un momento que fue en mi primera exhibición después del año entero trabajando con mi madre. Mi madre habló con Pau y él vino a verme. Era y es mi ídolo. Ese momento me marcó muchísimo y fue el empujón definitivo. Yo quiero poder ser eso para quien lo necesite. Y, de hecho, cada vez hay más chicos. Hay una generación entera que sube.
Renunció usted a París, pero a los Juegos de Los Angeles quiere ir. ¿Por qué?
Mucha gente en ese momento no entendió mi postura. Me decían que estaba desperdiciando la oportunidad de mi vida. Yo soy una persona que necesita disfrutar del proceso, como me enseñó mi madre. Yo creo que todo llega a su debido momento. ¿Que quizás podría haber hecho dos Juegos Olímpicos para entonces? Sí, pero bueno también podría haberme agobiado y haberlo dejado después de París. El esfuerzo que tenía que hacer para llegar a la convocatoria era demasiado grande en un momento en el que yo todavía me estaba construyendo a mí mismo y no se me garantizaba el hecho de estar. Tendría que haber dejado la universidad, la Blume y haberme dedicado al 100% para tener una posibilidad de llegar a París. Quise hacerlo cuando supiera que eso no me iba a desestabilizar. Me dio vértigo. Quizás hubiera salido bien, pero no me arrepiento.