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martes, 15 de diciembre de 2015

#hemeroteca #mujeres #trabajo | El mapa de la explotación femenina


Imagen: Google Imágenes
El mapa de la explotación femenina.
Lidia Falcón | Público, 2015-12-15

http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2015/12/15/el-mapa-de-la-explotacion-femenina/

Tras la reciente Marcha del 7-N, he leído un artículo en el que el autor, sin atreverse a manifestarse claramente contra ella, porque mucho sería, se muestra como molesto porque se haya celebrado, argumentando que si bien no se puede negar que las mujeres son asesinadas en una determinada proporción, porque mucho sería, los hombres suman más víctimas en su trabajo explotado y no se les reconoce.

Ciertamente en la actividad laboral remunerada los hombres padecen más accidentes mortales que las mujeres, ya que ejercen, mayoritariamente, profesiones de más alto riesgo físico. Pero, dejando aparte el trabajo doméstico que realizan las mujeres gratuitamente y que ocasiona miles de accidentes, cuyos resultados: hospitalización, invalidez y muerte, no se tienen en cuenta porque nuestro Estado no considera que sea trabajo ni digno de contabilizarse, ni en términos económicos ni humanos, las mujeres también pagan su cuota de bajas en el mercado laboral. Y como veremos, no pequeña.

En este 2015, de enero a septiembre los varones han sufrido 22.048 accidentes y las mujeres 28.405, de los cuales han sido graves para 383 hombres y para 264 mujeres. Aunque de ellos los mortales para los hombres han sido 58 y 17 para las mujeres. Lo que significa —y es de destacar que en el total son más las mujeres que sufren accidentes laborales que los hombres— que a las 97 víctimas de la violencia machista debemos agregar las 17 contabilizadas por el Ministerio de Trabajo en el trabajo asalariado.

Pero es que la Marcha del 7 de noviembre se convocó, y se realizó, ‘contra todas las violencias’ que se ejercen contra las mujeres, que no son exclusivamente el terrorismo machista del que son víctimas, y ni siquiera se completan con el riesgo laboral que he relatado.

Al asesinato y a las diferentes agresiones que padecen las mujeres por algún hombre, hay que añadir la muerte producida tiempo más tarde después de haber sido víctimas de la agresión machista, los suicidios a que induce la desesperación por sufrir el maltrato y las enfermedades mentales y físicas derivadas del mismo.

Otras violencias
Pero es que las mujeres, además, sufren violencias específicas que los hombres no padecen sino que las producen, como el acoso sexual, la violación, los partos mal atendidos, los abortos provocados en condiciones sépticas, el lenguaje sexista y despreciativo, la marginación profesional, la menor retribución por ser mujer, la feminización de la pobreza que aumenta en los casos de divorcio, separación, abandono, maternidad en solitario, y por supuesto la explotación laboral, que al parecer para el autor solo sufren los hombres.

Es proverbial que la cúpula masculina de los sindicatos, la única que tiene relevancia mediática, no hace hincapié en la explotación femenina en el trabajo, no convoca movilizaciones contra la discriminación salarial sexista y desde luego ni siquiera se concentra cuando se produce un asesinato machista.

Pero en el mapa de la actividad laboral asalariada femenina las injusticias, las explotaciones y los abusos se multiplican, sin que tengan ningún protagonismo en las crónicas ni en los programas televisivos.

A raíz de mi malogrado intento de participar en la campaña electoral en Sevilla pude conocer algunas de las situaciones más flagrantes de explotación del trabajo femenino.

Las olivareras del campo andaluz trabajan gratis. Y ello es así, porque el ‘cacique’, así mismo llamado por los jornaleros, contrata al marido por un jornal y le da de alta de la seguridad social, pero la mujer va con él al tajo y hace la faena a la par sin cobrar. No hemos oído la denuncia, indignada, que debían haber formulado los sindicatos.

También en Canarias a donde me llevó la campaña, supe que las plataneras que trabajan hundidas en el bosque de plátanos en el fondo de los barrancos donde se cultivan, viven la misma situación laboral esclava, agravada porque los abusos sexuales y las violaciones de los capataces se producen cotidianamente.

En toda España, las camareras de habitación de hotel tienen jornadas de catorce horas diarias, eliminados muchos puestos de trabajo por la crisis. Cuando antes tenían que limpiar y hacer camas de 10 habitaciones ahora son 25. Las lumbalgias, las lesiones musculares y las depresiones se producen con una mayor incidencia en los últimos años, según informan los servicios médicos.

Las limpiadoras, tanto de oficinas como a domicilio, no tienen seguridad social ni vacaciones ni subsidio de paro ni jubilación. Como una buena parte son migrantes, y la mayoría de ellas, clandestinas, porque nuestra legislación separa a los seres humanos según sean legales o ilegales, no pueden atreverse a denunciar ninguna de las explotaciones y abusos que padecen.

Acoso sexual en todas las profesiones

Y en todas las profesiones el acoso sexual lo sufren las mujeres en un 75%, según reporta cada año la Sección de la Mujer de UGT.

Que estas cifras no conmueven a los gobiernos es evidente, cuando se repiten sistemáticamente cada año y apenas se presentan reclamaciones judiciales que merezcan publicarse en los medios de comunicación. Pero lo que es más lamentable es que los sindicatos sigan mostrando la misma indiferencia, o incluso desdén, hacia las desgracias femeninas que hace un siglo. Y de la misma manera, la mayoría de los hombres, los buenos, los que no violan ni matan, tampoco se sienten concernidos por ese mapa de la explotación femenina que se extiende por toda la geografía española.

Son los que no van a las manifestaciones del 8 de marzo ni del 25 de noviembre, y que tampoco acudieron a la última Marcha contra la Violencia Machista. A alguno, incluso, le ha parecido una exageración que la realizáramos, una vez en ¡cuarenta años! y como consecuencia de que contamos más de mil asesinadas solo en los 11 años que cumple la aprobación de la Ley de Violencia de Género.

Mil, a las que hay que sumar las producidas por los suicidios, las enfermedades, las secuelas de las agresiones y los accidentes laborales, que también los sufren las mujeres que trabajan asalariadamente.

Los accidentes y muertes resultantes del trabajo doméstico ni se los conoce ni se les espera en las estadísticas.

Y lo que es peor, las protagonistas del mapa de la explotación tampoco pueden esperar a los políticos que aspiran a gobernarnos dentro de ocho días, a los que no les oigo nunca referirse a ellas.


Respuesta a “El mapa de la explotacxión femenina” de Lidia Falcón.
Ana Herranz, 2015-12-15


Querida Lidia,

Soy Ana Herranz, Secretaria Confederal de Mujer e Igualdad de CCOO y me dirijo a ti desde la admiración y el reconocimiento que siempre he tenido hacia tu lucha imparable por situar la igualdad real entre mujeres y hombres en el centro de la agenda política que no dudo ha servido para que miles de mujeres (entre las que me incluyo) vivamos y trabajemos en la seguridad que otro mundo sin
discriminación hacia las mujeres es posible y en ello estamos y estaremos.

Por ello, me gustaría hacerte algunas consideraciones desde mi doble militancia como sindicalista y como feminista en relación al artículo “El mapa de la explotación femenina” que me gustaría poder compartir contigo.

Las Secretarías de Mujer e Igualdad de CCOO han realizado desde prácticamente la constitución del sindicato un trabajo permanente de denuncia de la doble discriminación que padecen las mujeres, de género y de clase, y que se ha traducido en unas peores condiciones laborales que los varones. Fruto de la continua denuncia y movilización que hemos realizado, junto con la aplicación de la transversalidad en las políticas de acción sindical y las acciones positivas, hemos conseguido logros importantísimos que creo vale la pena mencionar:

- Situar la Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres en todas y cada una de las políticas de acción sindical de la organización desde el Diálogo Social y la negociación colectiva que ha posibilitado la mejora de las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras a través de acciones positivas en los convenios colectivos y ello pasa también por la salud laboral exigiendo la aplicación de la perspectiva de género en la prevención de riesgos laborales.

- Fruto del dialogo social es la actual Ley de Igualdad con la que hemos logrado introducir los Planes de Igualdad en las empresas que han favorecido la promoción, la formación y avanzar hacia la corresponsabilidad en las empresas, lugar dónde como bien conocerás se produce el 50% de los factores que inciden en la brecha salarial.

- La inversión en formación en Igualdad de Oportunidades para miles de delegadas y delegados ha sido un factor clave para situar la transversalidad en el trabajo diario de los mismos redundando en la mejor laboral de las trabajadoras.

Cada avance sindical repercute en avances para toda la sociedad en su conjunto. Pero aún hay más, ha sido el trabajo de las Secretarias de Mujer e Igualdad junto con los compañeros que nos han acompañado en estas luchas que hoy podemos afirmar que nuestras estructuras de dirección o sea nuestras ejecutivas elegidas democráticamente en los congresos son paritarias y podemos afirmar que tenemos mujeres responsables de alto nivel en finanzas, empleo, acción sindical organización y Secretarias Generales de federaciones y territorios por lo que el avance y el empoderamiento de las sindicalistas es imparable y arrastra al conjunto de la sociedad.

Aunque con toda sinceridad, nos gustaría ir más rápido, pero ojalá que el resto de partidos y sociedad organizada tuviera cuanto menos nuestro mapa de género.

Respecto al ámbito de la violencia contra las mujeres, CCOO ha desarrollado una amplia trayectoria de denuncia, actuación y claro posicionamiento frente a la violencia contra las mujeres, como así lo ha manifestado, desde la creación de las Secretarias de la Mujer en 1978, en sus estatutos, resoluciones, asambleas, manifestaciones y con actuaciones y campañas de sensibilización, tanto externas como internas, a través de sus áreas de formación, mujer, acción sindical, institucional, asesorías y gabinetes jurídicos, etc. actuando transversamente y abarcando todo tipo de violencia que se produce contra las mujeres. Acciones y movilizaciones defendidas por compañeras y compañeros, que también acuden a las convocatorias y movilizaciones ( incluidos las Secretarias y Secretarios generales).

En el ámbito concreto de la violencia que se produce en el ámbito laboral, el acoso sexual y el acoso por razón de sexo, CCOO ha sido clave en el conocimiento del fenómeno con distintos estudios que supusieron un avance en la detección y actuación frente al acoso sexual, la elaboración de guías y protocolos de actuación que han conseguido incorporar el tratamiento del acoso sexual a la negociación colectiva en una época donde el tema era ignorado, invisibilizado cuando no trivializado en una cultura todavía muy masculinizada.

Respecto a la violencia de género y en el ámbito de sus competencias CCOO ha realizado una lucha permanente por conseguir y garantizar derechos laborales a las trabajadoras víctimas de violencia de género, con aportaciones de gran calado en la Ley 1/2004 de medidas de protección integral contra la violencia de género y en la mejora de los derechos recogidos en el marco de la negociación colectiva, favoreciendo la formación y la sensibilización de negociadores para garantizar y mejoras en los derechos adquiridos.

Una postura que ha sido manifestada y defendida en ámbitos nacionales e internacionales favoreciendo la realización de programas específicos, planes de actuación, promoción de Directivas, etc, en los distintos ámbitos y organismos institucionales, en los que CCOO tiene presencia.

Otro cuestión de vital importancia es la imperiosa necesidad de seguir avanzando, combatiendo la discriminación y la desigualdad persistente, la necesidad de tener presencia paritaria en todos los órganos de representación y decisión, cuestión que todavía adolece en el conjunto de estructuras sociales y económicas de la sociedad española, producto de una cultura patriarcal que sigue promoviendo la desigualdad en el acceso al poder de mujer y hombres.

Finalmente me gustaría que tuvieras información de primera mano sobre nuestra defensa permanente de las mujeres trabajadoras, de denuncia de la brecha salarial, de la temporalidad del trabajo a tiempo parcial, déficits en corresponsabilidad de todas las trabajadoras sea cual sea su ocupación y sector dónde se ubica, incluidas las camareras de piso y las temporales en lo campos olivareros andaluces y como no puede ser de otra manera de las empleadas de hogar. 


Las demandas sindicales respecto a las mujeres.
Lidia Falcón | Público, 2015-12-18


Ana Herranz, la Secretaria Confederal de Mujer e Igualdad de CCOO me escribe a raíz de la publicación de mi anterior artículo “El mapa de la explotación femenina”, y quiero agradecerle aquí, sinceramente, sus palabras de solidaridad y elogio. No pongo en duda, ni nunca lo he hecho, que hay mujeres que batallan duramente en el seno de las organizaciones sindicales por defender a las trabajadoras. Y transcribo textualmente lo que afirma: “Las Secretarías de Mujer e Igualdad de CCOO han realizado desde prácticamente la constitución del sindicato un trabajo permanente de denuncia de la doble discriminación que padecen las mujeres”.

Yo comprendo la lealtad que muestra la Secretaria a su organización, pero tanto como afirmar que desde la constitución del sindicato existían las Secretarías de Mujer e Igualdad, es una exageración. Como ya es sabido, CCOO se crea en el año 1964 en la clandestinidad y entonces, y soy testigo de ello, ni los sindicalistas ni los comunistas creían, ni aceptaban, que los temas de las mujeres tuvieran que tener un tratamiento específico y mucho menos reivindicativo, tantas veces en contra de la conducta de sus compañeros varones. Fue preciso que a partir de 1975 surgiera un Movimiento Feminista organizado para que hubiera mujeres en los sindicatos que se enfrentaran al desafío de ocuparse, y no inmediatamente, de las demandas femeninas. La revista Vindicación Feminista fue publicando, mes tras mes, desde 1976 a 1979, la mayoría de las luchas de las trabajadoras en diferentes ciudades de España, y denunciando el abandono en que los sindicatos, todos, las tenían. Habría que consultar la hemeroteca para precisar las fechas en que se crean las Secretarías de la Mujer.

“Ha sido fruto –añade Ana- de la continua denuncia y movilización que hemos realizado como hemos conseguido situar la Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres en todas y cada una de las políticas de acción sindical de la organización, desde el Diálogo Social y la negociación colectiva, que ha posibilitado la mejora de las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras, a través de acciones positivas en los convenios colectivos y ello pasa también por la salud laboral exigiendo la aplicación de la perspectiva de género en la prevención de riesgos laborales.”

Cierto que las compañeras de CCOO habrán luchado bravamente por conseguir que los empresarios entiendan la discriminación femenina, pero creo que deberían reconocer que el avance en las políticas laborales también se lo deben a las continuas luchas del Movimiento Feminista, sin el que la esforzada labor de las sindicalistas habría sido mucho menos efectiva.

No transcribiré todo el mensaje de Ana Herranz, por mor de la brevedad, pero si quiero comentar, respecto a los logros obtenidos por las sindicalistas en la aprobación de la Ley de Igualdad y la Ley de Violencia de Género, que ninguna de estas dos leyes están cumpliendo el cometido para el que fueron aprobadas. Al ser la de Igualdad un texto legal no impositivo ni sancionador, y dejar fuera de sus disposiciones a las pequeñas empresas, la mayoría de estas –sino la totalidad- la incumplen, sin consecuencias para ellas. Yo no tengo noticia de que se haya presentado alguna reclamación judicial por parte de trabajadoras en reclamación del cumplimiento de dicha Ley, y ningún empresario ha sido condenado por su incumplimiento.

La Ley de Violencia padece defectos estructurales tan graves que la hacen inoperante, y a pesar de lo mucho que yo he escrito y debatido y propuesto y planteado a los partidos políticos, para su reforma, desde la Plataforma Feminista del Ateneo de Madrid, primero, desde el Pacto Feminista por las Mujeres, después y desde el Partido Feminista, finalmente, no he obtenido ninguna respuesta satisfactoria ni se han modificado los artículos que pedíamos. Y en esta larga batalla, que dura ya diez años, ni CCOO ni UGT ni las Secretarías de la Mujer de los sindicatos me ha dicho una palabra. Nunca he visto a Fernández Toxo ni a Figo en las manifestaciones del 8 de marzo ni del 25 de noviembre, ni jamás les oigo a los dirigentes sindicales en sus comparecencias públicas denunciar el acoso sexual, las diferencias salariales, los trabajos a tiempos parcial, etc. como discriminaciones femeninas.

Y no dudo del trabajo responsable y continuado de las compañeras de la Secretaria de la Mujer, pero me pregunto, si tanto han luchado y dicen que tanta influencia tienen en las resoluciones de los comités, las secretarías y los congresos de CCOO, como afirma Ana Herranz, ¿Cómo es posible que las dirigentes mujeres nunca aparezcan en las comparecencias públicas, que apenas logren hablar unos segundos en la televisión, y siempre en las fechas claves que nos concede el patriarcado, el 8 de marzo y el 25 de noviembre? Fechas arrancadas con dolor a los gobiernos por las feministas del mundo entero, en esta larga lucha del último medio siglo.

Asegura Herranz que las mujeres de CCOO han mantenido una continua “denuncia de la brecha salarial, de la temporalidad del trabajo a tiempo parcial, déficits en corresponsabilidad de todas las trabajadoras sea cual sea su ocupación y sector dónde se ubica, incluidas las camareras de piso y las temporales en lo campos olivareros andaluces y como no puede ser de otra manera de las empleadas de hogar.” Y, ¿cómo es posible que las olivareras y las del garbanzo y las plataneras, sigan trabajando como esclavas, sometidas al derecho de pernada del cortijero, manijero, cacique, capataz, de cada hacienda y latifundio? Y, ¿cómo es posible que las camareras de hoteles y las limpiadoras de hospitales sigan soportando jornadas de 14 horas, multiplicadas sus tareas por 4 y nunca se haya declarado una huelga para exigir un trato mejor? Solo las limpiadoras del Parlamento griego estuvieron acampadas un año frente al Congreso, sin hombres que las acompañaran para exigir que readmitieran a las despedidas. Y desde luego los sindicatos españoles ni se solidarizaron con ellas ni aún nos informaron de esta larga lucha.

Y si los sindicatos se han preocupado tanto por defender los derechos de las trabajadoras, en este medio siglo de tantas luchas, ¿cómo es posible que ellas sigan ganando el 30% menos que los hombres, en todas las categorías profesionales y especialidades productivas, y a veces menos? ¿Cómo es posible que en este año 2015 se publique que el 75% de las trabajadoras sufre acoso sexual por parte de capataces, empresarios y compañeros? ¿Cómo es posible que se pueda despedir a empleadas cuando están embarazadas, cuando la legislación franquista lo prohibía expresamente? ¿Cómo se consiente que se hayan anulado las protecciones a las trabajadoras y ahora estén siendo víctimas de la más extrema explotación en el interior de las minas, en el trabajo nocturno, con el uso de materiales tóxicos? ¿Se han denunciado y publicado las condiciones laborales de las que trabajan en los talleres textiles, en los de confección, en las industrias conserveras, en las fábricas de tabaco, de pólvora, de materiales químicos?

El mapa de las explotaciones femeninas no acaba aquí, pero esta polémica habremos de proseguirla cuando el resultado de las elecciones nos digan qué partidos nos van a gobernar y a legislar. Y hasta ahora ninguno se ha mostrado suficientemente ni informado ni preocupado por las desgracias de las mujeres. Cierto que tampoco vemos en los estrados de la campaña electoral figuras femeninas destacadas en la defensa del feminismo, porque las cúpulas masculinas de los partidos no les han dado la oportunidad de ser protagonistas en estas elecciones.

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