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Esto supone que el total de personas que reciben terapia frente al VIH en el mundo es de 17 millones.
Miguel Vázquez | gTt-VIH · Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH, 2016-06-13
http://gtt-vih.org/actualizate/la_noticia_del_dia/13-06-16
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) ha hecho público recientemente su informe “Global AIDS” de 2016, en el que se estima que, a lo largo de 2015, aproximadamente 2 millones de personas con el VIH empezaron a tomar su tratamiento antirretroviral y que, a finales de ese año, había unos 17 millones de pacientes tomando dicho tratamiento (de un total de 36,7 millones que se estima viven con la infección en el mundo). Este aumento del número de personas tratadas ha traído consigo un descenso en el número de muertes relacionadas con sida (desde 1,5 millones en 2010 a 1,1 millones en 2015). El informe fue presentado en la capital de Kenia (Nairobi), país que muestra uno de los progresos más notables en la ampliación del acceso a los antirretrovirales y en la reducción del número de nuevas infecciones.
Estos datos se anunciaron con antelación la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas para poner fin al Sida, que se celebró recientemente en Nueva York (EE UU). Este encuentro tenía como fin conseguir el compromiso de alcanzar para 2020 el denominado objetivo 90-90-90: que el 90% de las personas con VIH estén diagnosticadas, que el 90% de las personas diagnosticadas tomen tratamiento y que el 90% de las personas en tratamiento tenga una carga viral indetectable. Esto supone que, en ese año, el 73% del total de las personas con VIH (incluyendo las no diagnosticadas) tengan una carga viral indetectable. Alcanzar este objetivo permitirá que el mundo esté en posición de poner fin a la epidemia de sida para el año 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
No obstante, para alcanzar este objetivo será necesario contar con un compromiso económico que supondría llegar a 26.000 millones de dólares anuales en 2020 (frente a los 19.000 millones actuales)
El informe señala que, desde 2010, el número de personas que reciben tratamiento se ha más que duplicado en todas las regiones mundiales a excepción de Europa Occidental y Norteamérica (donde los índices de cobertura iniciales ya eran más elevados). En el caso de la región más afectada (la zona sur y oriental de África), el número de personas en tratamiento ha llegado a 10,3 millones.
La proporción de personas que necesitan tratamiento y lo reciben ha pasado del 24% en el África meridional y oriental en 2010 a un 54% en 2015. En esa misma fecha, se estima que la cobertura alcanzó el 55% en la región de América Latina y Caribe y el 41% en la región de Asia-Pacífico. No obstante, sigue siendo extremadamente baja en Europa del Este y Asia Central (apenas un 21% en 2015).
El número de nuevas infecciones fue de 1,9 millones en 2015 y la cifra de nuevos casos se ha mantenido estable en la mayoría de las regiones mundiales, aunque descendió un 4% en la región más castigada del África meridional y oriental. Mención aparte merece de nuevo el caso de la región de Europa del Este y Asia Central, que ha visto cómo el número de infecciones se ha incrementado en más del doble en los últimos cinco años.
Para alcanzar los objetivos establecidos en el borrador de declaración, el número de infecciones que se producen en Europa del Este deberían reducirse de las 200.000 anuales registradas en 2015 a 44.000 en 2020. En cuanto al África meridional y oriental, a pesar del gran progreso realizado, deberían pasar de las aproximadamente 950.000 registradas en 2015 a unas 210.000 en 2020.
En el informe, ONUSIDA insta a los países a continuar aumentando sus esfuerzos preventivos, junto con el acceso al tratamiento. Los jóvenes y adolescentes, especialmente de sexo femenino, siguen recibiendo menos atención en la respuesta contra el VIH. Las mujeres de entre 15 y 24 años suponen el 20% de los nuevos casos mundiales de infección por el VIH en adultos, a pesar de que solo suponen el 11% de la población. Esto es aún más grave en el África subsahariana, donde suponen el 25% de las nuevas infecciones en adultos. Las desigualdades de género, los obstáculos para acceder a la educación y los servicios de salud sexual y reproductiva, la pobreza, la inseguridad alimentaria y la violencia son factores que impulsan su mayor vulnerabilidad.
La organización ONUSIDA ha declarado que si no se concentran las inversiones para reducir las nuevas infecciones y aumentar el número de personas que toman tratamiento en los próximos cinco años, se corre el riesgo de que se produzca un rebote de la epidemia en varios países de rentas bajas y medias, por lo que el mundo no podrá cumplir el objetivo 90-90-90.
Por último, hay que señalar que el informe pone de relieve que los avances y las evidencias científicas, junto con las estrategias políticas han conseguido abrir una oportunidad única para poner fin a la epidemia de sida para el año 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En este sentido, se afirma que la comunidad mundial debería aglutinarse en torno a este objetivo común.
Estos datos se anunciaron con antelación la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas para poner fin al Sida, que se celebró recientemente en Nueva York (EE UU). Este encuentro tenía como fin conseguir el compromiso de alcanzar para 2020 el denominado objetivo 90-90-90: que el 90% de las personas con VIH estén diagnosticadas, que el 90% de las personas diagnosticadas tomen tratamiento y que el 90% de las personas en tratamiento tenga una carga viral indetectable. Esto supone que, en ese año, el 73% del total de las personas con VIH (incluyendo las no diagnosticadas) tengan una carga viral indetectable. Alcanzar este objetivo permitirá que el mundo esté en posición de poner fin a la epidemia de sida para el año 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
No obstante, para alcanzar este objetivo será necesario contar con un compromiso económico que supondría llegar a 26.000 millones de dólares anuales en 2020 (frente a los 19.000 millones actuales)
El informe señala que, desde 2010, el número de personas que reciben tratamiento se ha más que duplicado en todas las regiones mundiales a excepción de Europa Occidental y Norteamérica (donde los índices de cobertura iniciales ya eran más elevados). En el caso de la región más afectada (la zona sur y oriental de África), el número de personas en tratamiento ha llegado a 10,3 millones.
La proporción de personas que necesitan tratamiento y lo reciben ha pasado del 24% en el África meridional y oriental en 2010 a un 54% en 2015. En esa misma fecha, se estima que la cobertura alcanzó el 55% en la región de América Latina y Caribe y el 41% en la región de Asia-Pacífico. No obstante, sigue siendo extremadamente baja en Europa del Este y Asia Central (apenas un 21% en 2015).
El número de nuevas infecciones fue de 1,9 millones en 2015 y la cifra de nuevos casos se ha mantenido estable en la mayoría de las regiones mundiales, aunque descendió un 4% en la región más castigada del África meridional y oriental. Mención aparte merece de nuevo el caso de la región de Europa del Este y Asia Central, que ha visto cómo el número de infecciones se ha incrementado en más del doble en los últimos cinco años.
Para alcanzar los objetivos establecidos en el borrador de declaración, el número de infecciones que se producen en Europa del Este deberían reducirse de las 200.000 anuales registradas en 2015 a 44.000 en 2020. En cuanto al África meridional y oriental, a pesar del gran progreso realizado, deberían pasar de las aproximadamente 950.000 registradas en 2015 a unas 210.000 en 2020.
En el informe, ONUSIDA insta a los países a continuar aumentando sus esfuerzos preventivos, junto con el acceso al tratamiento. Los jóvenes y adolescentes, especialmente de sexo femenino, siguen recibiendo menos atención en la respuesta contra el VIH. Las mujeres de entre 15 y 24 años suponen el 20% de los nuevos casos mundiales de infección por el VIH en adultos, a pesar de que solo suponen el 11% de la población. Esto es aún más grave en el África subsahariana, donde suponen el 25% de las nuevas infecciones en adultos. Las desigualdades de género, los obstáculos para acceder a la educación y los servicios de salud sexual y reproductiva, la pobreza, la inseguridad alimentaria y la violencia son factores que impulsan su mayor vulnerabilidad.
La organización ONUSIDA ha declarado que si no se concentran las inversiones para reducir las nuevas infecciones y aumentar el número de personas que toman tratamiento en los próximos cinco años, se corre el riesgo de que se produzca un rebote de la epidemia en varios países de rentas bajas y medias, por lo que el mundo no podrá cumplir el objetivo 90-90-90.
Por último, hay que señalar que el informe pone de relieve que los avances y las evidencias científicas, junto con las estrategias políticas han conseguido abrir una oportunidad única para poner fin a la epidemia de sida para el año 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En este sentido, se afirma que la comunidad mundial debería aglutinarse en torno a este objetivo común.
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