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sábado, 9 de julio de 2022

#hemeroteca #lgtbi #orgullo | Para no matar el Orgullo, MADO debe morir

El Salto / Orgullo Vallekano, 2022-06-28 //

Para no matar el Orgullo, MADO debe morir.

El Orgullo estatal se ha convertido en una máquina devoradora de dinero que expulsa la lucha LGTBIAQ+ y añade la letra €. Las fiestas dejan más de 150 millones de euros a la ciudad de Madrid en unos eventos donde los empresarios tienen todo el control.
Lidia Cuadrón / Dimas Fernández / Jandro Ángeles · Orgullo Vallekano | El Salto, 2022-07-09
https://www.elsaltodiario.com/tribuna/para-no-matar-orgullo-mado-debe-morir 

En Orgullo Vallekano llevamos seis años denunciando la falta de transparencia en la gestión del Orgullo estatal. Las cuentas no nos salen por ninguna parte, y no se trata solo de dinero. Desde el Europride de 2007 y especialmente desde el WorldPride de 2017 —año en el que nacimos como colectivo a modo de protesta— el Orgullo estatal se ha convertido en una máquina devoradora de dinero que expulsa la lucha LGTBIAQ+ y añade la letra €. Roban el foco de las demandas de los colectivos que luchan por nuestros derechos y llenan los medios de comunicación con cifras que abruman a cualquiera. “Nos tienes que querer porque generamos millones de euros”, viene a ser su mensaje capitalista.

Esa máquina expulsa del Orgullo lo que “no le sirve para vender”: los cuerpos que no se pueden comercializar, las edades que considera no atractivas, las disidencias que molestan... si no se puede hacer dinero con ello, no les interesa. La muestra está en sus programas de actuaciones, ¿a quiénes van dirigidos? ¿Quiénes se suben a esos escenarios? ¿Qué mensajes lanzan desde arriba? La crítica al sistema opresor ha desaparecido, la protesta ha sido tapada con purpurina y pluma.

Pregones suaves y bonitos como el de Chanel, que no señalan a nadie directamente, teniendo motivos de sobra para señalar —las tránsfobas declaraciones de Ayuso o las trabas de Almeida para la celebración del propio MADO, por ejemplo—. Sin embargo, sus palabras se pierden en su mensaje para no molestar o simplemente son inexistentes como el pregón de Mónica Naranjo en 2019 “el más cortito de la historia”, como ella misma decía, y que consistía en cantar una de sus canciones. Todo se ha vuelto un poco insulso y en búsqueda del aplauso facilón, vacío, pero con muchos colorines, como las bolsas “arcoiris” del Ikea.

Durante nuestros años de existencia, han sido muchos les artistes que han participado en los conciertos de MADO y que después se han acercado a nuestro colectivo para contarnos que nunca han cobrado esos bolos, cuando sabemos de sobra que hay partidas reservadas para esas actuaciones. Escenarios llenos a rebosar de patrocinadores y logotipos de empresas de dudosa implicación con el colectivo LGTBIAQ+, como El Corte Inglés, o en el top 10 mundial de empresas altamente contaminantes, como Coca Cola o Danone, que, sin embargo, a golpe de talón, limpian su imagen con la lavadora rosa del ‘pinkwashing’. Pero ese dinero no va a la gente que actúa, o al menos no a toda, ¿dónde se queda?

Los comercios que durante todo el año trabajan con y para el colectivo LGTBI+ se ven sometidos a unas reglas impuestas desde la organización, desde la imposición de marcas a vender, precios que cobrar o mobiliario que usar para tener una barra en la plaza. Eso suena a... ¿mafia rosa?

AEGAL (Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas de Madrid y su Comunidad) tiene el monopolio de estas decisiones y, por tanto, elige los comercios que se van a ver beneficiados del Orgullo. Ellos reciben la subvención y gestionan los beneficios. En 2022, AEGAL ha recibido 500.000 euros por parte del Ayuntamiento de Madrid. Las asociaciones que en años anteriores también recibían una aportación por su participación en el Orgullo, COGAM y la FELGTBI+, este año no han recibido ayudas del consistorio.

Hablamos de unas cifras que marean. Según los promotores, las fiestas del Orgullo dejan más de 150 millones de euros a la ciudad de Madrid. Y ellos tienen bajo su control la organización de escenarios y conciertos, traslados de artistas, pagos de cachés y la comercialización de las barras en las plazas públicas, además del cobro de cuotas a empresarios y artistas que participan del Orgullo. Las autorizaciones para explotar esas barras pueden ir de menos de 1.000 euros para asociados hasta por encima de los 3.400 para no asociados, dependiendo del lugar donde sea instalada la barra. En esas barras, desde la organización se imponen las marcas a vender y los precios de venta por lo que no hay libre mercado ni competencia posible. Todo esto, siendo una “asociación sin ánimo de lucro”. ¡Claro que sí, guapi!

Este modelo se centra además, en el consumo de marcas y estilos de vida de anuncio, promueve con su publicidad la competitividad. ¡Tienes que comprar las entradas de esta fiesta para ser lo más! ¡Tienes que vestir esta marca para petarlo! Consume, consume, consume y cuando no puedas pagarlo, aparta.

La fiesta es un reflejo del capitalismo feroz: chavalada de barrio haciendo botellón en el suelo de las plazas, sin poder entrar en los locales donde les cobran diez euros por una copa. Y, desde dentro y con el aire acondicionado a tope, las élites del colectivo y sus miles de turistas adinerados, con ganas de gastar su dinero en este decorado multicolor llamado “Chueca”, en el que apenas vive nadie ya, porque han sido expulsados por la gentrificación y turistificación. Lo pudimos ver durante los meses de confinamiento en casa: aquello era un desierto.

Por otro lado, las pieles representadas en el MADO son en su mayoría blancas, a pesar de no corresponder ya con la realidad actual de este país. Las pieles migrantes, en el mejor de los casos, son utilizadas desde el fetiche y la exotización, sin realmente darles voz a sus demandas que reclaman la regularización y los papeles para todes. Y aunque la aparición de Gadyola en uno de los escenarios fue un acierto al ser una de las pocas voces disidentes del orgullo institucional, siguen silenciadas la mayoría de las voces críticas y las demandas de los colectivos. Les migrantes sirven las copas del MADO desde el silencio, la explotación y la marginación.

Por eso decimos que MADO tiene que morir, porque de otro modo será el Orgullo el que muera o lo acabarán matando. Muchos colectivos no queremos participar de este circo, hemos abandonado desde hace años este modelo y nos hemos centrado en crear alternativas que creemos mucho más justas para todes. Los orgullos críticos crecen por todas partes.

En Orgullo Vallekano estamos centrades en lo importante: la lucha por nuestras conquistas sociales, la defensa de nuestros derechos y la ampliación de los mismos. Damos voz a quienes representan estos principios, nuestros pregones siempre van cargados de realidad y protesta, nuestros manifiestos señalan, no lo pasan por alto, nuestras arengas y proclamas sonrojan por su claridad. Recordamos las afiladas palabras de Bob Pop en 2019, las de Vampirella en 2018 o las recientes de Sobria y Serena en 2022, llenas de ironía y señalando claramente al enemigo de nuestras luchas.

Nuestro modelo se fortalece tejiendo fuerzas con otros colectivos, vecinales, de clase, y de diferentes luchas que consideramos interseccionales, vivienda, ecologismo, empleo, transfeminismo, trabajo sexual, racialización y en contra de la explotación. Estas demandas son muy amplias y revisamos constantemente nuestros privilegios, sumando luchas que consideramos necesarias para hacer crecer ese “+” del acrónimo de LGTBIAQ+.

Organizamos con mucho esfuerzo y con el apoyo de cientos de activistas nuestro festival LGTBIAQ+ y la manifestación que recorre nuestras calles y hace bajar a la vecindad a unirse a nuestras demandas. Cada año somos más y nos gusta ver crecer las manifestaciones en las que participamos: en 2022, el Orgullo Vallekano congregó a más de 5.000 asistentes y el Orgullo Crítico más de 20.000. Pero no tenemos la necesidad de competir con nadie. Sabemos que lo que nos hace diferentes es que esas manifestaciones están llenas de activistas que conocen la realidad del colectivo, son militantes de sus vidas y tienen un carácter crítico frente a modelos mercantilizados. La gente que viene a los orgullos críticos no viene simplemente a lucir modelitos, quiere molestar con su presencia, cuestionar la heteronorma, señalar la riqueza de las diferencias, gritar sus opresiones y mostrar las salidas de este sistema en el que no cabemos todes.

Estamos en un momento en el que es de obligación pensar en los privilegios que tenemos la mayoría frente a las personas que somos discas, o con una salud mental limitante y que tenemos muchos más problemas para poder participar de los orgullos, por eso nos hacemos corresponsables de estas demandas para hacer más accesibles nuestros espacios, con manifestaciones más cortas y cuidadosas y manifiestos adaptados para poder ser entendidos por la mayoría. No queremos lucirnos con textos que estén escritos para sentar cátedra y que duren horas, queremos que nuestras vecinas sepan de que hablamos y no tengan miedo en nombrarlo. Nuestros mensajes son claros y concretos, economía hasta en el lenguaje.

En muchas ocasiones usamos de ejemplo la lucha transfeminista del 8M. No nos podemos imaginar una federación estatal de feminismos organizando y tutelando a los grupos feministas de toda España, diciendo como deben organizarse en su protesta y que pancartas pueden llevar. No podemos imaginarnos al feminismo subido a carrozas de marcas ‘purplewashing’ siendo patrocinadas por expertos en marketing y vendiendo todo tipo de bebidas y productos morados para lograr sus derechos... ¡Tampax te permite saltar en las manis! ¡Dove repara los daños producidos por el activismo en tu piel y tranquila! ¡Ariel le devuelve a tu ropa ese morado tan bonito después de la lucha! Absurdo ¿no? Pues es lo que pasa con el arcoíris.

Hablando de arcoíris, recientemente los medios se han centrado (de nuevo) en la importancia de mostrar (o no) la bandera en el Ayuntamiento de Madrid y agitándonos esa tela y como toros hemos entrado al “trapo” sobre la importancia de los símbolos, que son muy importantes, sí, pero son símbolos. Pero lo real, lo que cambia la vida de las personas, son las leyes y los recursos dotacionales para poder aplicarlas, lo otro es un ejercicio de provocación que nos distrae de lo importante, si queremos banderas, llenaremos la ciudad con ellas, poner banderas en instituciones que no cuidan nuestros derechos es un acto de hipocresía, no una batalla ganada, postureo de toda la vida.

Reforcemos nuestros lazos como estamos haciendo desde las disidencias autogestionadas y realmente libres, sin ataduras políticas para cuestionarlo todo, para incluir miradas más amplias a nuestras luchas, este es el modelo que tenemos que enfrentar para demostrar que otros orgullos ya son posibles, que todes podemos ser protagonistas de su creación, que no necesitamos tutelas para organizarnos y somos suficientemente creatives para reinventarlo todo, si queremos acabar con el “RaCisHeteroSistema” y construir una sociedad nueva y más justa para todes no podemos permitir la perpetuación del modelo vertical y opaco de MADO.

Por eso, MADO debe morir.

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