El Salto / La cabecera de la manifestación llega a la plaza de La Remonta // |
Una marea multicolor inunda Tetuán contra las crisis del sistema y la reacción anti LGBTIQ
30.000 personas marchan por Bravo Murillo este 28J en la manifestación de Orgullo Crítico para alertar de la reacción anti LGBTIQ global.
Deva Mar Escobedo | El Salto, 2023-06-28
https://www.elsaltodiario.com/lgtbiq/marea-lgbt-tetuan-crisis-sistema-lgbtifobia-anticapitalismo-psiquiatrizacion-madrid
Un grupo joven se sube al Metro. Es la línea 1 y faltan pocas paradas para el destino de muchas de las personas ocupantes del tren. “Próxima estación: Cuatro Caminos. Correspondencia con líneas 2 y 6”. El grupo se baja y se une a la marabunta de banderas y pinturas de colores. Porque hoy, este andén tiene correspondencia con la manifestación del Orgullo Crítico.
Como cada 28 de junio, en recuerdo de aquel día de 1969, la comunidad LGBTIQ+ marcha por sus derechos. Purpurinas y pancartas se agolpan para salir al vestíbulo del Metro. Son tantas que el personal tiene que habilitar tornos extra.
La gente sale a borbotones por la boca del metro, en riadas controladas por un semáforo cercano y sus cambios de colores. Son unas pocas de las 30.000 asistentes que contabiliza la organización.
No es casualidad que el inicio de la protesta sea en esta estación. Es accesible para personas con movilidad reducida, y la plataforma que organiza el Orgullo Crítico sabe que las personas cuir son diversas más allá de lo sexogenérico.
Hacen honor al “mujeres con pene, mujeres con vagina, hay muchas más mujeres de las que te imaginas” y tienen en cuenta que quienes marchan hoy por Bravo Murillo son no solo cuir, sino personas gordas, racializadas, precarias, locas.
A diferencia del Orgullo oficial, el MADO, aquí saben que lo LGBTIQ intersecciona con muchas otras luchas, y todas tienen cabida. El año pasado, Delegación del Gobierno prohibió el recorrido habitual en el centro por la cumbre de la OTAN. En esta edición, eligen Tetúan conscientemente.
Desde la organización lo explican así: “El año pasado nos gustó haber sacado el Orgullo del centro. Ir a los barrios obreros porque somos clase obrera y decir 'estamos aquí'. Tetúan, más concretamente, por los últimos desalojos y acoso al centro social del barrio”.
Además de las reivindicaciones de cada colectivo, la edición de este año pone el foco en las crisis del sistema. Ya lo expone la pancarta: “Contra las crisis, orgullo e insurrección”. Y se explayan en el manifiesto leído al final del recorrido, en la Plaza de la Remonta: “Cuando se habla de escenario policrisis, nosotres ya sabemos sobre qué cuerpos acostumbran a impactar”.
Continúan: “Lo supimos en 2009 cuando nos vimos desahuciadas. Lo supimos en 2020 cuando fuimos las esenciales que continuaban haciendo las labores imprescindibles para sostener la vida de todes. Lo sabemos siempre, porque la mayoría de nosotras venimos huyendo de las violencias generadas por las diversas crisis que crea el capital”.
Pero no se quedan en lo negativo. Porque saben de crisis, pero también conocen las resistencias y el apoyo comunitario: “Lo supimos cuando las migrantes activamos los movimientos de afectadas por las hipotecas. Cuando nos organizamos en los barrios con cajas de resistencia. Desde la alegría y la comunidad construimos otros mundos posibles”, exclaman ante las personas reunidas.
El Orgullo de este año ha tenido muy presente la sombra de la reacción anti LGBTIQ global. Desde la organización señalan los retrocesos legislativos en Estados Unidos, la inacción de la Unión Europea ante la violación de derechos en Hungría o Polonia, la persecución de la disidencia sexogenérica en Uganda o la reciente ofensiva contra las familias homoparentales en Italia.
También señalan a España, Estado que no consideran exento de esta corriente reaccionaria: “Si bien hay limitados avances en la adquisición de derechos, no compensan el resto de la deriva social. Pese a cuatro años de un Gobierno supuestamente afín, no ha habido consecuencias por la masacre de Melilla, no se ha derogado la Ley Mordaza y seguimos precarizadas”, denuncian en el manifiesto.
Familias heterodisidentes contra el fascismo
Una mujer mayor se asoma a su balcón en la calle de Bravo Murillo según avanza la manifestación. Varias personas, al verla, corean “detrás de esas ventanas también hay lesbianas”. La cabecera de la marcha está cerca. Ve los seis carriles de la calle llenos de gente. Algunos abanicos. Alguien que ofrece agua a una persona del cordón de seguridad. Dos personas que se encuentran, sonríen y se funden en un abrazo.
El primer grupo es el de Euforia, asociación de progenitores de peques trans. Gritan: “¡Arriba los helados, abajo el patriarcado!” y “¡Viva la pizza, abajo los fascistas!”. En fusión con este bloque está Familias Heterodisidentes (HD), que pasadas las nueve empiezan a extender una gran sábana blanca para después colocarse debajo.
Las integrantes del bloque HD quedan ocultas por la sábana. Con esta performance, buscan poner de manifiesto “cómo el fascismo está pretendiendo borrar a las familias heterodisidentes”, explican desde la asociación. “Pero vamos a poder combatir el fascismo y garantizar derechos para nosotres y nuestres hijes”, sentencian.
Voces LGBTIQ por la memoria cuir
Dentro de la mezcolanza de personas al principio de la manifestación se ven camisetas de colores. Por ejemplo, las fucsia, que señalan al colectivo de Docentes LGTBI+. Otras, rojas y azules, llevan el logo y nombre de Voces LGTB de Madrid.
Este coro se funda en 2015 y no es la primera vez que cantan en el Orgullo Crítico, pero sí es su debut pospandémico. En su repertorio cuentan con mezclas de canciones populares, temas eurovisivos, baladas de Raffaella Carrà... “Con nuestras canciones tratamos de lanzar mensajes liberadores para nuestro colectivo”, resume Víctor Viruta, vicepresidente de la asociación.
Así, unen celebración con reivindicación, algo en lo que el Orgullo Crítico es experto. No por nada las primeras líneas del manifiesto hablan del “bullicio y la pluma”, y las últimas, de fuego y purpurina.
Vicious Gata, artista cuir que marcha dentro del bloque racializado, responde así ante la pregunta de por qué ha venido: “Tenemos que unirnos para visibilizar que dentro de esta disidencia somos muches. Que se sepa no pediremos permiso para existir y que tenemos fuerza para pelear”. También habla de otras personas racializadas que, por culpa de trabajos precarios, no pueden acudir: “Ni siquiera podemos celebrar nuestro día”.
No mucho más atrás, otra asistente a la manifestación, Emma, también se siente obligada de estar por aquellas personas que no pueden. “Si no tengo un trabajo o unas condiciones que me lo impidan, tengo el deber de venir. De representar a la gente que no puede reivindicar en su propia comunidad y gritar contra los problemas a los que nos enfrentamos”.
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