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¿De dónde vienen palabras como 'cagar','follar' o 'coño'? 'Palabrotalogía' te lo explica
Natxo Medina | PlayGround, 2015-02-13
http://www.playgroundmag.net/noticias/actualidad/puta-palabrota-palabrotalogia_0_1480651931.html
Virgilio Ortega es un apasionado de las palabras que en 2014 publicó Palabrología, un viaje al centro mismo del origen y evolución del lenguaje. A pesar del éxito, se ve que su tarea quedó inconclusa porque algunos vocablos se le habían quedado en el tintero. Los más soeces. Esos que los académicos no suelen tratar a pesar de que forman parte de nuestra cultura tanto o más que muchos otros.
Los tacos llevan entre nosotros miles de años, y muchos de los que usamos hoy datan del mundo clásico de Grecia y Roma. Por eso Virgilio tuvo que coger de nuevo las alforjas y marcharse nada menos que a la Pompeya del año 79. Allí descubrió un mundo en el que las divisiones entre lo más bajo y lo más alto apenas existían, en el que los hombres hacían sus necesidades en letrinas colectivas mientras charlaban de sus cosas y donde a la gente le daba por escribir por las paredes cosas como "aquí me follaron".
Este mundo queda ahora reflejado en Palabrotalogía, un título que contiene información tan jugosa como la que sigue:
1. Esas letrinas en las que se juntaban los romanos toman su nombre del verbo lavare, lavar, que dará lugar a lavatrina, y de ahí a la contracción.
2. Caca es probablemente una palabra de origen infantil, que tiene equivalencias en muchos idiomas. De ahí vendría el latín cacare, y el cacator, el cagón. Séneca cuenta que las últimas palabras del emperador Claudio fueron “Ay de mí, creo que me he cagado.” Y no es que Claudio fuera un guarro, es que le habían envenenado.
3. Guarro y otros derivados como gorrino o guarrada vienen de la voz del cerdo, gorr-gorr o guarr-guarr. De ese sonido procede hasta la palabra gorrón.
4. Los guarros se tiran pedos, o flatulencias, que vienen de flatum, flato, soplo o ventosidad. El mismo Claudio que se cagaba proyectó un edicto en el que se permitiría por ley tirarse pedos durante los banquetes. Gente muy legal estos romanos.
5. Y muy de practicar sexo a lo bestia, o de joder. Una expresión que viene del latín futuere. El gran poeta Catulo hablaba de una puella defututa, o sea “una muchacha agotada de tanto joder”. También usaban la palabra follar, que viene de follis, fuelle. Se le acabó llamando así a la actividad por los soplidos y bufidos del momento.
6. Debía gustarles mucho la jodienda, de hecho, ya que en la Antigua Roma tenían hasta 50 palabras para referirse a las prostitutas. Las más frecuentes eran meretrix, que venía del verbo merere (cobrar, ganar, merecer), y scortum, que primero significaba piel, cuero, pero que acabó designando a la dueña de esa piel.
7. Las prostitutas ejercían su trabajo en el lupanar, una palabra que viene de lupa, loba. Cada cubículo del lupanar mostraba la postura específica en la que trabajaba la meretriz. Por ejemplo la culiola era la que tenía por especialidad el sexo anal. Parecido pero no igual a la culibonia (culus+bonis), una mujer que tenía buen culo.
8. Estos sitios estarían llenos de cachondos, una expresión que viene de catula, en latín perrita o cachorra. Por eso se decía que Catulo era un cachondo.
9. A las putas no las manejaba ningún proxeneta, sobre todo porque en su origen griego, esa palabra no tenía para nada el significado que tiene ahora. Designaba a una figura similar a un cónsul, un ciudadano que vivía en una polis ajena y se encargaba de defender a los extranjeros, de ahí lo de pro-xenos. Lo contrario a un xenófobo, vamos.
10. Y con tanto fornicio en el ambiente no nos olvidamos de los órganos sexuales. Por ejemplo, pene viene de penis, que en principio se utilizaba para hablar de la cola de los perros. No es de extrañar que entre otras muchas maneras lo hayamos acabado llamando rabo.
11. Otras formas de llamar al miembro: carajo, que viene del latín characulum, que significa palo o verga grande, o minga, que viene de mentula, la palabra más usada por los romanos para referirse al pene, pero que también significa mentón.
11. En cuanto a los cojones vienen de coleus (bolsa, cuero), que cambia en latin vulgar a coleonis. De ahí se formará la palabra cojón que hasta en esperanto se dice kojonok.
12. Y si tienes pene, quizás acabes con fimosis. Esta palabra viene del griego phimosis, que a su vez deriva del verbo phimoun, amordazar, poner un bozal. Solo que el que lleva el bozal es el pene. A no ser que te hayan circuncidado, de circum, alrededor, y cedere, cortar.
3. Esos problemas no los tendrán quienes tengan coño, palabra que viene del latín cunnus, de donde también procede el cunnilingus (coño+lengua). El poeta Horacio tenía claro que la causa de la Guerra de Troya fue el coño de Helena. Los romanos también llamaban al cunnus "conejo" o cuniculus, así que esa expresión viene de lejos.
14. La palabra vagina tampoco ha cambiado con los siglos. Y es una de las más machistas de nuestro lenguaje, ya que su equivalente latino es exactamente el mismo, vagina, pero significa vaina, estuche, y por tanto viene a decir que el órgano femenino es sólo la funda del pene.
15. Y otra cosa que no ha cambiado con el tiempo son los placebos. La medicina que no te cura pero te da la sensación de que sí. Eso es porque placebo es el futuro del verbo placere, dar placer. Significa literalmente “me gustará”.
Como a nosotros nos ha gustado un libro que además de estos esconde muchos más secretos desternillantes.
Los tacos llevan entre nosotros miles de años, y muchos de los que usamos hoy datan del mundo clásico de Grecia y Roma. Por eso Virgilio tuvo que coger de nuevo las alforjas y marcharse nada menos que a la Pompeya del año 79. Allí descubrió un mundo en el que las divisiones entre lo más bajo y lo más alto apenas existían, en el que los hombres hacían sus necesidades en letrinas colectivas mientras charlaban de sus cosas y donde a la gente le daba por escribir por las paredes cosas como "aquí me follaron".
Este mundo queda ahora reflejado en Palabrotalogía, un título que contiene información tan jugosa como la que sigue:
1. Esas letrinas en las que se juntaban los romanos toman su nombre del verbo lavare, lavar, que dará lugar a lavatrina, y de ahí a la contracción.
2. Caca es probablemente una palabra de origen infantil, que tiene equivalencias en muchos idiomas. De ahí vendría el latín cacare, y el cacator, el cagón. Séneca cuenta que las últimas palabras del emperador Claudio fueron “Ay de mí, creo que me he cagado.” Y no es que Claudio fuera un guarro, es que le habían envenenado.
3. Guarro y otros derivados como gorrino o guarrada vienen de la voz del cerdo, gorr-gorr o guarr-guarr. De ese sonido procede hasta la palabra gorrón.
4. Los guarros se tiran pedos, o flatulencias, que vienen de flatum, flato, soplo o ventosidad. El mismo Claudio que se cagaba proyectó un edicto en el que se permitiría por ley tirarse pedos durante los banquetes. Gente muy legal estos romanos.
5. Y muy de practicar sexo a lo bestia, o de joder. Una expresión que viene del latín futuere. El gran poeta Catulo hablaba de una puella defututa, o sea “una muchacha agotada de tanto joder”. También usaban la palabra follar, que viene de follis, fuelle. Se le acabó llamando así a la actividad por los soplidos y bufidos del momento.
6. Debía gustarles mucho la jodienda, de hecho, ya que en la Antigua Roma tenían hasta 50 palabras para referirse a las prostitutas. Las más frecuentes eran meretrix, que venía del verbo merere (cobrar, ganar, merecer), y scortum, que primero significaba piel, cuero, pero que acabó designando a la dueña de esa piel.
7. Las prostitutas ejercían su trabajo en el lupanar, una palabra que viene de lupa, loba. Cada cubículo del lupanar mostraba la postura específica en la que trabajaba la meretriz. Por ejemplo la culiola era la que tenía por especialidad el sexo anal. Parecido pero no igual a la culibonia (culus+bonis), una mujer que tenía buen culo.
8. Estos sitios estarían llenos de cachondos, una expresión que viene de catula, en latín perrita o cachorra. Por eso se decía que Catulo era un cachondo.
9. A las putas no las manejaba ningún proxeneta, sobre todo porque en su origen griego, esa palabra no tenía para nada el significado que tiene ahora. Designaba a una figura similar a un cónsul, un ciudadano que vivía en una polis ajena y se encargaba de defender a los extranjeros, de ahí lo de pro-xenos. Lo contrario a un xenófobo, vamos.
10. Y con tanto fornicio en el ambiente no nos olvidamos de los órganos sexuales. Por ejemplo, pene viene de penis, que en principio se utilizaba para hablar de la cola de los perros. No es de extrañar que entre otras muchas maneras lo hayamos acabado llamando rabo.
11. Otras formas de llamar al miembro: carajo, que viene del latín characulum, que significa palo o verga grande, o minga, que viene de mentula, la palabra más usada por los romanos para referirse al pene, pero que también significa mentón.
11. En cuanto a los cojones vienen de coleus (bolsa, cuero), que cambia en latin vulgar a coleonis. De ahí se formará la palabra cojón que hasta en esperanto se dice kojonok.
12. Y si tienes pene, quizás acabes con fimosis. Esta palabra viene del griego phimosis, que a su vez deriva del verbo phimoun, amordazar, poner un bozal. Solo que el que lleva el bozal es el pene. A no ser que te hayan circuncidado, de circum, alrededor, y cedere, cortar.
3. Esos problemas no los tendrán quienes tengan coño, palabra que viene del latín cunnus, de donde también procede el cunnilingus (coño+lengua). El poeta Horacio tenía claro que la causa de la Guerra de Troya fue el coño de Helena. Los romanos también llamaban al cunnus "conejo" o cuniculus, así que esa expresión viene de lejos.
14. La palabra vagina tampoco ha cambiado con los siglos. Y es una de las más machistas de nuestro lenguaje, ya que su equivalente latino es exactamente el mismo, vagina, pero significa vaina, estuche, y por tanto viene a decir que el órgano femenino es sólo la funda del pene.
15. Y otra cosa que no ha cambiado con el tiempo son los placebos. La medicina que no te cura pero te da la sensación de que sí. Eso es porque placebo es el futuro del verbo placere, dar placer. Significa literalmente “me gustará”.
Como a nosotros nos ha gustado un libro que además de estos esconde muchos más secretos desternillantes.
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