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Doctora en Feminismos y Género, Barjola acaba de publicar un libro que analiza el crimen desde la perspectiva feminista. El asesinato de las tres jóvenes (Miriam, Toñi, Desirée) se lee por primera vez no como un suceso, sino como una narración política.
Eslang, 2018-04-17
http://www.eslang.es/identidades/nerea-barjola-alcasser-fue-una-narrativa-politica-que-produjo-terror-sexual-en-toda-una-generacion-de-mujeres_20180417-n.html/
Del crimen de Alcàsser, ocurrido hace ya 26 años, las mujeres aprendimos muchas ‘moralejas’. Que la tragedia es el motor del que viven los programas de la tele por las mañanas. Que hubo dos acusados, uno se fugó y otro cumplió condena, pero todo el mundo sabe que fueron solo cabezas de turco; los verdaderos culpables eran ricos y poderosos aficionados a las ‘snuff movies’. Que las chicas no pueden andar solas, y que hacer autostop es de locas o inconscientes. Que cuando eres asesinada te acaban juzgando a ti.
Las adolescentes o niñas de entonces se hicieron adultas con el miedo y con la angustia, con las enseñanzas impuestas. Quizá si leen ahora ‘Microfísica sexista del Poder. El caso Alcàsser y la construcción del terror sexual’, sientan alivio y encuentren explicación a las cosas que dolían e incomodaban de aquel relato de violencia sexual y de los que han venido después. Nerea Barjola (Santurtzi, 1980, doctora en Feminismos y Género) se enfrentó en su tesis doctoral al terror que ella vivió en su momento, pero esta vez con las herramientas del pensamiento feminista. “A partir de ahí hago la tesis, fue un proceso súper duro. La defiendo y hago un parón. Fue un trabajo muy emocional y en el que habían participado muchas mujeres. Sentí la responsabilidad de que eso no se quedara en un cajón. A partir de ahí es cuando decido volver a sentarme y reescribir todo el texto para hacer todo un libro más liviano”.
Para construir todo este relato, Barjola se sirve de conceptos de los filósofos franceses Michel Foucault y Jean Braudillard, de la historiadora Judith Walkowitz (que en su libro ‘La ciudad de las pasiones terribles’ reinterpreta desde un prisma feminista los asesinatos de Jack el Destripador), de archivos sobre la cobertura periodística y de entrevistas con periodistas, conocidas de las chicas asesinadas y mujeres que eran adolescentes en el momento del crimen. El libro, que acaba de publicar la editorial Virus y que cuenta con un prólogo de Silvia Federici, argumenta cómo Alcàsser se convirtió en un relato de terror sexual que marcó a miles de mujeres en un momento en que el Movimiento Feminista había conseguido varias conquistas, en vez de en la oportunidad para analizar los privilegios que los hombres detentaban -detentan- sobre las mujeres y cuestionar el sistema que produce y perpetúa la violencia contra las mujeres.
P. Dedicas un capítulo a la reapropiación de conceptos desde el feminismo, y en general el lenguaje te parece un campo de batalla muy importante. Con las que se forman cada vez que una política dice algo como miembras o portavoza, parece que es pinchar en hueso esta cuestión. ¿Qué conceptos consideras que es importante que se reapropien el feminismo y las mujeres?
R. Para mí el feminismo en general ya hace un gran trabajo de resignificación de los conceptos en la medida en que pone nombre a la violencia sexual situándolos en el contexto de una sociedad machista y patriarcal. A lo largo de la investigación he articulado varios conceptos que me han servido para resignificar y reconceptualizar el crimen de Alcasser como una narrativa política que produjo terror sexual en toda una generación de mujeres. El concepto de mujer pública me lo sugiere Judith Walkowitz. Ella lo utiliza para designar a las trabajadoras sexuales. Yo habilito en mi texto un interespacio que llamo tierra de nadie. Es ese espacio que las mujeres transitamos y que en ausencia de protección masculina nos convierte en mujeres públicas: somos de nadie y por tanto somos de todos o de cualquiera. Todas esas voces que se levantan en contra del sexismo en el lenguaje probablemente no tengan formación feminista ni les afecte el lenguaje sexista. Para mí el lenguaje, las formas, la intención de lo dicho y de lo no dicho son muy importantes, no solo en mi trabajo sino también en mi vida diaria. Esa ha sido mi lupa para buscar qué conceptos reconceptualizar en este caso.
P. El titulo del libro es ‘Microfísica sexista del poder’, ¿por qué?
R. Microfísica del poder es un concepto de Foucault. Para él, el poder es algo circular, algo que ha de analizarse en cadena. Cuando hablo de ello en el libro me refiero a ese poder difuso, que no se sabe bien quién lo tiene pero todos lo ejercemos. El caso Alcàsser es el resultado de este poder difuso que fue ejercido por toda la sociedad para construir el relato del terror sexual de la década de los 90. El concepto en sí se me quedaba corto para demostrar que todos esos significados y discursos que se construyeron son sexistas. La intención fue introducir dentro del término el concepto sexista, porque ese poder que se ejerce es machista y es sexista.
P. A Anglés se le presentó como un hombre “analfabeto, perverso y primitivo”, afeminado, homosexual, con gustos por el sexo sadomasoquista. A Miguel Ricart, al final, como un ‘cabeza de turco’. Una estrategia del sistema que destacas en todo el relato es señalar que la violencia sexual es propia solo de locos, de inadaptados o psicópatas, y que se hace así por una razón muy concreta. ¿Piensas que es algo que se sigue haciendo hoy día, en casos como el de Diana Quer, por ejemplo?
R. Esas estrategias del patriarcado siguen totalmente operativas. El conjunto de la sociedad va a buscar siempre no responsabilizarse de la violencia sexual, ya sea apelando a eximentes de la responsabilidad, hablando de los agresores como si fueran monstruos o locos, que es una manera de sacar el caramelo envenenado: ‘esto no tiene que ver con la sociedad, es un acto individual’, cuando no es así; o las noticias en que se habla de los agresores a través de esas declaraciones de los vecinos: ‘era muy buena persona, muy educado’. O bien se les trata de sacar de la sociedad o se les intenta representar como personas normales para generar la duda de si son culpables o no. Ese esquema se ve desde Alcàsser hasta nuestros días.
P. Otra estrategia, y seguimos viéndolo día a día, es culpar a la víctima, ya sea desde el ‘ha provocado’ al ‘se ha arriesgado demasiado’. Esto ocurrió con este crimen atroz y sigue pasando. Pero lo peor de todo esto es que esta culpa es algo que casi todas las mujeres hemos interiorizado. ¿Cómo nos la borramos?
R. La disciplina del terror sexual nos afecta a todas. La generación de los 90 tenemos nuestro relato con Alcàsser, pero cada generación tiene el suyo. Como estos relatos se construyen desde la culpabilidad de las mujeres, de ‘esas cosas que hiciste y no deberías haber hecho’, tú vas filtrando en tu cuerpo la forma de limitarte y controlarte. Para borrar eso hay que ponerse de frente, darnos cuenta de que somos un cuerpo construido socialmente. Desde pequeñas nos dicen qué límites tenemos que negarnos, qué actitudes que tenemos que reformular y qué nos puede ocurrir de no hacerlo. Sé que dicho así es muy fácil, pero la manera de borrar esto es el feminismo y la autodefensa feminista, estar rodeada de compañeras.
P. Porque como comentas, no es lo mismo autodefensa feminista que defensa personal.
R. Tú puedes tener recursos físicos para defenderte, pero tenemos ese aprendizaje de miedo y terror sexual que nos puede paralizar. La importancia de juntarse con mujeres en un taller de autodefensa feminista y exponer las agresiones desde el feminismo… Se crea una energía súper potente que nada tiene que ver con la defensa personal. Si se quiere hacer autodefensa tiene que ser feminista.
P. Una de las cosas significativas de las historias de vida que recoges, e incluso de las entrevistas con algunas de las mujeres de Alcàsser que eran conocidas de Miriam, Toñi y Desirée, es que muchas consideraban este suceso como tabú, y que no habían hablado de él ni de lo que había supuesto para ellas. ¿Qué piensas que significa este silencio y por qué ha sido una reacción por lo que parece bastante común en las mujeres?
R. Es una respuesta al dolor. De frente te estaban poniendo una realidad muy cruda, te llegaban detalles muy duros y tú, de inmediato, te identificabas. Ese silencio tiene que ver, en primer lugar, con una incapacidad de dar respuesta a algo que no sabías que te podía ocurrir. Hablar de las agresiones cuesta: una de las mujeres que entrevisté me dijo que este caso lo había vivido como una agresión sexual sobre su propio cuerpo. El crimen fue una agresión directa a todas las mujeres de la época.
P. Otra idea fuerte es cómo impactó este relato del crimen en la libertad de las mujeres. El autostop, sin ir más lejos, pasó a ser visto como una práctica de riesgo. También sobre cómo los hombres se reafirmaron como figura protectora. Hoy en día, cuando se habla de violencias que les han ocurrido a mujeres, se pregunta ¿pero es que iban SOLAS? Porque ir con otra mujer no se considera ir acompañada, y eso es algo que tenemos todos y todas inscrito en la cabeza. ¿Cómo crees que se podría revertir esta especie de ‘indefensión aprendida’ que tenemos las mujeres?
R. Para explicar esto me remito al concepto de mujer pública. La sociedad construye los espacios en función de que las mujeres estemos solas si no nos acompaña un hombre. Esta indefensión aprendida que me comentas, la única manera de contrarrestarla y de deconstruirla es el feminismo. El feminismo te explica el por qué de la violencia sexual. No nos sentimos indefensas porque sí, es que se nos está construyendo como cuerpo público. El feminismo te da herramientas y te empodera de manera individual y colectiva.
P. Algunas de las mujeres del pueblo de las tres chicas asesinadas te contaban que, pese a todo, habían seguido haciendo autostop y que en varias ocasiones, subidas al coche de un desconocido, este les había dicho algo así como ‘Y ahora si no paro, ¿qué?’. Una especie de ‘no te hago daño, pero porque yo no quiero’.
R. Lo importante es eso: no lo hacen porque no quieren, pero podrían hacerlo. Es asombroso la cantidad de veces que en las entrevistas ha salido esto del ‘¿y si no paro?’ Eso también es violencia sexual en el momento en que se ejerce un poder muy concreto. La frase no es exclusivamente un correctivo, significa la posibilidad que tiene él de ejercer violencia sobre tu cuerpo. Esto es muy grave, porque ellos están reproduciendo una amenaza.
P. Es muy revelador cuando en el libro repasas todas las iniciativas que el movimiento feminista llevó a cabo en los 80 y los 90 y que tú relacionas con el crimen y su relato, que funcionan como escarmiento para meter en vereda a las mujeres que pretendían alterar el statu quo. Muchas jóvenes hoy en día desconocen cómo actuó o se organizó el feminismo entonces para conseguir cosas como la despenalización parcial del aborto o que en el Código Penal la violación figurara como delito contra la libertad sexual y no contra el honor. ¿Algún día se estudiará Historia del movimiento feminista en las escuelas?
R. El feminismo en los colegios como asignatura es fundamental, pero la tienen que dar personas que estén formadas en feminismo. Hay una carencia de memoria histórica: se estudia la Transición pero no los logros del movimiento feminista en los 80. Hay un vacío y una invisibilización de la lucha de las mujeres como sujeto político. Te diría que hay muchas jóvenes hoy que no saben qué mujer fue la que consiguió el derecho al voto en el Estado Español. Mujeres como Nuria Varela o Begoña Zabala aquí en Euskal Herria están recogiendo ese testigo. Para que el feminismo llegue a los colegios vamos por buen camino. Para mí las nuevas generaciones vienen muy potentes y cada vez empiezan antes. No sé, yo tengo esperanza.
P. En el libro también abordas el tratamiento sensacionalista y poco ético que los medios le aplicaron al caso, pero tu punto de vista es algo diferente al discurso general. No crees que esto fuera necesariamente el nacimiento de la telebasura, sino que fue el poder social el que se sirvió de los medios para afianzar el statu quo, ¿por qué piensas esto?
R. Desde la perspectiva periodística, se considera que con la emisión del programa ‘De tú a tú’ de Nieves Herrero el 28 de enero de 1993 [cuando se hallaron los cadáveres de las tres jóvenes] la tele entra en otra era y va a nacer la telebasura. Yo discrepo: ese antes y después no creo que se diera, o no del todo, en los medios. Los medios forman parte del aparato social machista que va a utilizarlos para divulgar a gran escala terror sexual, para tratarlo como un suceso. Esto va a impedir repensar el crimen en términos políticos, no se va a hablar de los derechos que los hombres detentan sobre las mujeres y sus cuerpos, sino que se va a montar un reality alrededor.
P. Además, señalas que Nieves Herrero, sin eximirla de toda la responsabilidad respecto a cómo cubrió el caso, se llevó la peor parte de las críticas, y ahí detectas misoginia.
R. Para nada descargo la responsabilidad que tuvo, pero Paco Lobatón [que ese mismo 28 de enero emitió un especial de ‘Quién sabe dónde’] usó los mismos recursos que ella y quedó como un periodista serio y de rigor. Comentarios de columnas de opinión o editoriales del día después hablaban de ella en términos machistas. Uno decía que no debería volver a presentar un programa de televisión y que se tendía que volver a su casa a fregar.
P. En una entrevista en ‘Pikara Magazine’ hace poco comentabas: “Entre contar qué está sucediendo y promover el terror sexual la línea es muy fina. Yo tenía ese miedo al escribir el libro: producir lo que estaba tratando de denunciar”. Creo que es un miedo compartido por muchas compañeras periodistas a la hora de informar sobre violencia machista. ¿Cómo crees que podemos evitar esto de caer en lo que queremos evitar?
R. En mi caso, el crimen me afectó directamente, y tuve miedo de enfrentarme a lo que me generó tanto terror. Hay muchas mujeres que tienen los detalles muy corporizados. Me he dado cuenta de que no hay manera de deconstruir el relato del terror sexual si no lo miramos de frente. Sin embargo, yo tenía herramientas teóricas y empiezo y cierro la historia, pero cuando hay que hacer el seguimiento de una noticia surgen dificultades. Imagino que a unos más que otros: hay una diferencia clara entre las periodistas con formación feminista y los que no la tienen. Es esencial tratar de nutrirnos de las herramientas que otras compañeras utilizan para contar la noticia desde otro lugar, es fundamental compartir conocimiento. Todo lo que tenga que ver con detalles morbosos o con la vida de la mujer agredida y todo lo que impida repensar el crimen en términos políticos sobra.
P. Para terminar, concluyes con lo necesario que es producir contrarrepresentaciones del terror sexual. Por ejemplo, ‘Teoría King Kong’, un ensayo en el que Virginie Despentes habla sobre su propia violación y que cuentas que te influyó al escribir este libro, es una de estas contrarrepresentaciones. ¿Qué otras conoces y piensas que otras mujeres deberíamos empezar a conocer?
R. Empezar a nutrirse de literatura feminista es súper importante, el feminismo crea contrarrepresentaciones constantemente. Muchas mujeres lo están haciendo, ya sea desde el humor, el teatro, la música. En general, cualquier grupo feminista, desde el más pequeño hasta el más numeroso, está creando. Un buen artículo o una buena reseña de un libro feminista es una contrarrepresentación. Tú puedes producir contrarrepresentaciones.
Las adolescentes o niñas de entonces se hicieron adultas con el miedo y con la angustia, con las enseñanzas impuestas. Quizá si leen ahora ‘Microfísica sexista del Poder. El caso Alcàsser y la construcción del terror sexual’, sientan alivio y encuentren explicación a las cosas que dolían e incomodaban de aquel relato de violencia sexual y de los que han venido después. Nerea Barjola (Santurtzi, 1980, doctora en Feminismos y Género) se enfrentó en su tesis doctoral al terror que ella vivió en su momento, pero esta vez con las herramientas del pensamiento feminista. “A partir de ahí hago la tesis, fue un proceso súper duro. La defiendo y hago un parón. Fue un trabajo muy emocional y en el que habían participado muchas mujeres. Sentí la responsabilidad de que eso no se quedara en un cajón. A partir de ahí es cuando decido volver a sentarme y reescribir todo el texto para hacer todo un libro más liviano”.
Para construir todo este relato, Barjola se sirve de conceptos de los filósofos franceses Michel Foucault y Jean Braudillard, de la historiadora Judith Walkowitz (que en su libro ‘La ciudad de las pasiones terribles’ reinterpreta desde un prisma feminista los asesinatos de Jack el Destripador), de archivos sobre la cobertura periodística y de entrevistas con periodistas, conocidas de las chicas asesinadas y mujeres que eran adolescentes en el momento del crimen. El libro, que acaba de publicar la editorial Virus y que cuenta con un prólogo de Silvia Federici, argumenta cómo Alcàsser se convirtió en un relato de terror sexual que marcó a miles de mujeres en un momento en que el Movimiento Feminista había conseguido varias conquistas, en vez de en la oportunidad para analizar los privilegios que los hombres detentaban -detentan- sobre las mujeres y cuestionar el sistema que produce y perpetúa la violencia contra las mujeres.
P. Dedicas un capítulo a la reapropiación de conceptos desde el feminismo, y en general el lenguaje te parece un campo de batalla muy importante. Con las que se forman cada vez que una política dice algo como miembras o portavoza, parece que es pinchar en hueso esta cuestión. ¿Qué conceptos consideras que es importante que se reapropien el feminismo y las mujeres?
R. Para mí el feminismo en general ya hace un gran trabajo de resignificación de los conceptos en la medida en que pone nombre a la violencia sexual situándolos en el contexto de una sociedad machista y patriarcal. A lo largo de la investigación he articulado varios conceptos que me han servido para resignificar y reconceptualizar el crimen de Alcasser como una narrativa política que produjo terror sexual en toda una generación de mujeres. El concepto de mujer pública me lo sugiere Judith Walkowitz. Ella lo utiliza para designar a las trabajadoras sexuales. Yo habilito en mi texto un interespacio que llamo tierra de nadie. Es ese espacio que las mujeres transitamos y que en ausencia de protección masculina nos convierte en mujeres públicas: somos de nadie y por tanto somos de todos o de cualquiera. Todas esas voces que se levantan en contra del sexismo en el lenguaje probablemente no tengan formación feminista ni les afecte el lenguaje sexista. Para mí el lenguaje, las formas, la intención de lo dicho y de lo no dicho son muy importantes, no solo en mi trabajo sino también en mi vida diaria. Esa ha sido mi lupa para buscar qué conceptos reconceptualizar en este caso.
P. El titulo del libro es ‘Microfísica sexista del poder’, ¿por qué?
R. Microfísica del poder es un concepto de Foucault. Para él, el poder es algo circular, algo que ha de analizarse en cadena. Cuando hablo de ello en el libro me refiero a ese poder difuso, que no se sabe bien quién lo tiene pero todos lo ejercemos. El caso Alcàsser es el resultado de este poder difuso que fue ejercido por toda la sociedad para construir el relato del terror sexual de la década de los 90. El concepto en sí se me quedaba corto para demostrar que todos esos significados y discursos que se construyeron son sexistas. La intención fue introducir dentro del término el concepto sexista, porque ese poder que se ejerce es machista y es sexista.
P. A Anglés se le presentó como un hombre “analfabeto, perverso y primitivo”, afeminado, homosexual, con gustos por el sexo sadomasoquista. A Miguel Ricart, al final, como un ‘cabeza de turco’. Una estrategia del sistema que destacas en todo el relato es señalar que la violencia sexual es propia solo de locos, de inadaptados o psicópatas, y que se hace así por una razón muy concreta. ¿Piensas que es algo que se sigue haciendo hoy día, en casos como el de Diana Quer, por ejemplo?
R. Esas estrategias del patriarcado siguen totalmente operativas. El conjunto de la sociedad va a buscar siempre no responsabilizarse de la violencia sexual, ya sea apelando a eximentes de la responsabilidad, hablando de los agresores como si fueran monstruos o locos, que es una manera de sacar el caramelo envenenado: ‘esto no tiene que ver con la sociedad, es un acto individual’, cuando no es así; o las noticias en que se habla de los agresores a través de esas declaraciones de los vecinos: ‘era muy buena persona, muy educado’. O bien se les trata de sacar de la sociedad o se les intenta representar como personas normales para generar la duda de si son culpables o no. Ese esquema se ve desde Alcàsser hasta nuestros días.
P. Otra estrategia, y seguimos viéndolo día a día, es culpar a la víctima, ya sea desde el ‘ha provocado’ al ‘se ha arriesgado demasiado’. Esto ocurrió con este crimen atroz y sigue pasando. Pero lo peor de todo esto es que esta culpa es algo que casi todas las mujeres hemos interiorizado. ¿Cómo nos la borramos?
R. La disciplina del terror sexual nos afecta a todas. La generación de los 90 tenemos nuestro relato con Alcàsser, pero cada generación tiene el suyo. Como estos relatos se construyen desde la culpabilidad de las mujeres, de ‘esas cosas que hiciste y no deberías haber hecho’, tú vas filtrando en tu cuerpo la forma de limitarte y controlarte. Para borrar eso hay que ponerse de frente, darnos cuenta de que somos un cuerpo construido socialmente. Desde pequeñas nos dicen qué límites tenemos que negarnos, qué actitudes que tenemos que reformular y qué nos puede ocurrir de no hacerlo. Sé que dicho así es muy fácil, pero la manera de borrar esto es el feminismo y la autodefensa feminista, estar rodeada de compañeras.
P. Porque como comentas, no es lo mismo autodefensa feminista que defensa personal.
R. Tú puedes tener recursos físicos para defenderte, pero tenemos ese aprendizaje de miedo y terror sexual que nos puede paralizar. La importancia de juntarse con mujeres en un taller de autodefensa feminista y exponer las agresiones desde el feminismo… Se crea una energía súper potente que nada tiene que ver con la defensa personal. Si se quiere hacer autodefensa tiene que ser feminista.
P. Una de las cosas significativas de las historias de vida que recoges, e incluso de las entrevistas con algunas de las mujeres de Alcàsser que eran conocidas de Miriam, Toñi y Desirée, es que muchas consideraban este suceso como tabú, y que no habían hablado de él ni de lo que había supuesto para ellas. ¿Qué piensas que significa este silencio y por qué ha sido una reacción por lo que parece bastante común en las mujeres?
R. Es una respuesta al dolor. De frente te estaban poniendo una realidad muy cruda, te llegaban detalles muy duros y tú, de inmediato, te identificabas. Ese silencio tiene que ver, en primer lugar, con una incapacidad de dar respuesta a algo que no sabías que te podía ocurrir. Hablar de las agresiones cuesta: una de las mujeres que entrevisté me dijo que este caso lo había vivido como una agresión sexual sobre su propio cuerpo. El crimen fue una agresión directa a todas las mujeres de la época.
P. Otra idea fuerte es cómo impactó este relato del crimen en la libertad de las mujeres. El autostop, sin ir más lejos, pasó a ser visto como una práctica de riesgo. También sobre cómo los hombres se reafirmaron como figura protectora. Hoy en día, cuando se habla de violencias que les han ocurrido a mujeres, se pregunta ¿pero es que iban SOLAS? Porque ir con otra mujer no se considera ir acompañada, y eso es algo que tenemos todos y todas inscrito en la cabeza. ¿Cómo crees que se podría revertir esta especie de ‘indefensión aprendida’ que tenemos las mujeres?
R. Para explicar esto me remito al concepto de mujer pública. La sociedad construye los espacios en función de que las mujeres estemos solas si no nos acompaña un hombre. Esta indefensión aprendida que me comentas, la única manera de contrarrestarla y de deconstruirla es el feminismo. El feminismo te explica el por qué de la violencia sexual. No nos sentimos indefensas porque sí, es que se nos está construyendo como cuerpo público. El feminismo te da herramientas y te empodera de manera individual y colectiva.
P. Algunas de las mujeres del pueblo de las tres chicas asesinadas te contaban que, pese a todo, habían seguido haciendo autostop y que en varias ocasiones, subidas al coche de un desconocido, este les había dicho algo así como ‘Y ahora si no paro, ¿qué?’. Una especie de ‘no te hago daño, pero porque yo no quiero’.
R. Lo importante es eso: no lo hacen porque no quieren, pero podrían hacerlo. Es asombroso la cantidad de veces que en las entrevistas ha salido esto del ‘¿y si no paro?’ Eso también es violencia sexual en el momento en que se ejerce un poder muy concreto. La frase no es exclusivamente un correctivo, significa la posibilidad que tiene él de ejercer violencia sobre tu cuerpo. Esto es muy grave, porque ellos están reproduciendo una amenaza.
P. Es muy revelador cuando en el libro repasas todas las iniciativas que el movimiento feminista llevó a cabo en los 80 y los 90 y que tú relacionas con el crimen y su relato, que funcionan como escarmiento para meter en vereda a las mujeres que pretendían alterar el statu quo. Muchas jóvenes hoy en día desconocen cómo actuó o se organizó el feminismo entonces para conseguir cosas como la despenalización parcial del aborto o que en el Código Penal la violación figurara como delito contra la libertad sexual y no contra el honor. ¿Algún día se estudiará Historia del movimiento feminista en las escuelas?
R. El feminismo en los colegios como asignatura es fundamental, pero la tienen que dar personas que estén formadas en feminismo. Hay una carencia de memoria histórica: se estudia la Transición pero no los logros del movimiento feminista en los 80. Hay un vacío y una invisibilización de la lucha de las mujeres como sujeto político. Te diría que hay muchas jóvenes hoy que no saben qué mujer fue la que consiguió el derecho al voto en el Estado Español. Mujeres como Nuria Varela o Begoña Zabala aquí en Euskal Herria están recogiendo ese testigo. Para que el feminismo llegue a los colegios vamos por buen camino. Para mí las nuevas generaciones vienen muy potentes y cada vez empiezan antes. No sé, yo tengo esperanza.
P. En el libro también abordas el tratamiento sensacionalista y poco ético que los medios le aplicaron al caso, pero tu punto de vista es algo diferente al discurso general. No crees que esto fuera necesariamente el nacimiento de la telebasura, sino que fue el poder social el que se sirvió de los medios para afianzar el statu quo, ¿por qué piensas esto?
R. Desde la perspectiva periodística, se considera que con la emisión del programa ‘De tú a tú’ de Nieves Herrero el 28 de enero de 1993 [cuando se hallaron los cadáveres de las tres jóvenes] la tele entra en otra era y va a nacer la telebasura. Yo discrepo: ese antes y después no creo que se diera, o no del todo, en los medios. Los medios forman parte del aparato social machista que va a utilizarlos para divulgar a gran escala terror sexual, para tratarlo como un suceso. Esto va a impedir repensar el crimen en términos políticos, no se va a hablar de los derechos que los hombres detentan sobre las mujeres y sus cuerpos, sino que se va a montar un reality alrededor.
P. Además, señalas que Nieves Herrero, sin eximirla de toda la responsabilidad respecto a cómo cubrió el caso, se llevó la peor parte de las críticas, y ahí detectas misoginia.
R. Para nada descargo la responsabilidad que tuvo, pero Paco Lobatón [que ese mismo 28 de enero emitió un especial de ‘Quién sabe dónde’] usó los mismos recursos que ella y quedó como un periodista serio y de rigor. Comentarios de columnas de opinión o editoriales del día después hablaban de ella en términos machistas. Uno decía que no debería volver a presentar un programa de televisión y que se tendía que volver a su casa a fregar.
P. En una entrevista en ‘Pikara Magazine’ hace poco comentabas: “Entre contar qué está sucediendo y promover el terror sexual la línea es muy fina. Yo tenía ese miedo al escribir el libro: producir lo que estaba tratando de denunciar”. Creo que es un miedo compartido por muchas compañeras periodistas a la hora de informar sobre violencia machista. ¿Cómo crees que podemos evitar esto de caer en lo que queremos evitar?
R. En mi caso, el crimen me afectó directamente, y tuve miedo de enfrentarme a lo que me generó tanto terror. Hay muchas mujeres que tienen los detalles muy corporizados. Me he dado cuenta de que no hay manera de deconstruir el relato del terror sexual si no lo miramos de frente. Sin embargo, yo tenía herramientas teóricas y empiezo y cierro la historia, pero cuando hay que hacer el seguimiento de una noticia surgen dificultades. Imagino que a unos más que otros: hay una diferencia clara entre las periodistas con formación feminista y los que no la tienen. Es esencial tratar de nutrirnos de las herramientas que otras compañeras utilizan para contar la noticia desde otro lugar, es fundamental compartir conocimiento. Todo lo que tenga que ver con detalles morbosos o con la vida de la mujer agredida y todo lo que impida repensar el crimen en términos políticos sobra.
P. Para terminar, concluyes con lo necesario que es producir contrarrepresentaciones del terror sexual. Por ejemplo, ‘Teoría King Kong’, un ensayo en el que Virginie Despentes habla sobre su propia violación y que cuentas que te influyó al escribir este libro, es una de estas contrarrepresentaciones. ¿Qué otras conoces y piensas que otras mujeres deberíamos empezar a conocer?
R. Empezar a nutrirse de literatura feminista es súper importante, el feminismo crea contrarrepresentaciones constantemente. Muchas mujeres lo están haciendo, ya sea desde el humor, el teatro, la música. En general, cualquier grupo feminista, desde el más pequeño hasta el más numeroso, está creando. Un buen artículo o una buena reseña de un libro feminista es una contrarrepresentación. Tú puedes producir contrarrepresentaciones.
Y TAMBIÉN…
El caserón de Alcàsser 25 años después: aquí asesinaron a las niñas.
El asesinato de las tres niñas desaparecidas a finales de 1992 conmocionó a la sociedad española. Un periodista de El Español reconstruye el dramático episodio a través de los protagonistas vivos.
David López Frías | El Español, 2017-11-13
https://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20171112/261474386_0.html
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