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Estuvieron presentes en las barricadas y en los afiches, pero no en la toma de decisiones. Aunque la revuelta parisina no fue el origen del feminismo, lograron avances en la libertad sexual y, pocos años después, llegó la legalización del aborto.
Miriam Lewin | TodoNoticias, 2018-05-17
https://tn.com.ar/sociedad/mayo-del-68-mujeres-en-las-fotos-pero-sin-poder_866987
Muchas veces se ha planteado la pregunta sobre el rol de las mujeres en el Mayo Francés. ¿Fue revuelta realmente la cuna del feminismo? No se trató- de una rebelión en la que estuvieran ausentes las estudiantes primero y las obreras después. Hubo incluso reivindicaciones que las involucraban, como el aborto o la libertad sexual. Sin embargo, la historia indica que recién en 1970 se creó en Francia el Movimiento de Liberación de las Mujeres.
¿Se puede decir que por primera vez fueron verdaderamente escuchadas sus voces en las calles del Barrio Latino?
Hacía menos de seis meses que, en Francia, se podía acceder legalmente a la píldora anticonceptiva. El impulsor de la medida, el político Lucien Neuwirth, que fue calificado como "asesino de niños" , logró -después de explicarle la necesidad de la legalización- que el presidente De Gaulle le diera luz verde y afirmara: "Tiene usted razón. Transmitir vida es importante. Hace falta que sea un acto lúcido".
En 1965, en el país considerado cuna de los derechos humanos todavía se requería la firma del marido para que una mujer abriera una cuenta de banco, dispusiera de bienes propios y ejerciera una actividad profesional.
El feminismo como tal, ya había nacido mucho antes, en el siglo XIX y en la primera mitad del XX. En este sentido la filósofa Diana Maffia es categórica: ‘El Segundo Sexo’, de Simone de Beauvoir es de 1949, y al año siguiente ya estaba traducido en nuestro país. Muchas mujeres lo leyeron y ya había feministas argentinas (además de las primeras, que yo ubicaría a fin del siglo XIX, sobre todo las anarquistas y socialistas). Y esto sucedió mucho antes del Mayo Francés". Maffia dobla la apuesta:"Si vamos a referirnos a los reclamos por una nueva universidad, la reforma Universitaria de 1918 se adelantó medio siglo a las revueltas universitarias de París y de Tlatetolco".
Solo para la foto
¿Por qué tenemos la idea de que la gesta de París que unió a obreros y estudiantes e hizo tambalear el poder de Charles De Gaulle fue protagonizada por mujeres que impusieron sus demandas?
Para Dora Barrancos, socióloga, el Mayo Francés no significó un ariete fundamental con relación al feminismo. "Se impone sin embargo recordar la masiva participación de muchachas en ese ciclo, una exhibición de mediados de los '60 con el notable aumento de la participación de las mujeres en la vida universitaria. Basta volver sobre las fotografías del acontecimiento para observar el fenómeno que probablemente reverberó en el surgimiento de nuevas subjetividades femeninas", señala.
En efecto, el imaginario colectivo se construye a través de las imágenes, de modo que las fotos de las mujeres participando en la misma medida y número que sus compañeros en las manifestaciones, incidieron en la idea de que no se trataba de un movimiento de hombres. Pero lo real es que las chicas, las bellas francesas de minifalda y puño en alto, solo actuaron como portaestandartes de sus camaradas.
Nadie nunca pensó, ni por un momento, que una de ellas pudiera participar en la conducción del proceso. "Eran solo iconografía", dijo uno de los líderes indiscutidos de mayo, Daniel Cohn Bendit. La paridad no existía en realidad. Era únicamente -podría decirse- una construcción artística. Pocas veces tomaron las mujeres los micrófonos en las asambleas o en los medios de comunicación, aunque pusieran el pecho en las barricadas. Eran atrayentes la belleza y la fragilidad supuesta de los cuerpos femeninos como contraste de los uniformes policiales o como contribución a la construcción del mito de que la revuelta parisina era solamente una cuestión poética y no el surgimiento de un sujeto social nuevo.
Uno de los afiches más conocidos muestra una joven lanzando un adoquín, con la leyenda "La belleza está en la calle". La tapa de una publicación sindical sobre el paro general llevaba la inscripción: "Qué bello rostro tiene nuestra huelga", sobre la cara de una chica.
Martine Storti, intelectual francesa recuerda que en las manifestaciones, las mujeres eran las encargadas de pasar los adoquines, repartir panfletos y servir el café. "Me resistí a aprender a escribir a máquina porque significaba condenarme a transcribir las reflexiones de los grandes señores", recuerda. Las demandas de las mujeres estaba prácticamente ausentes, confirma.
Cohn Bendit sostuvo que, a pesar de todo, hubo cuestionamientos por parte de las mujeres al machismo de sus compañeros. A la idea de que la revolución se ocuparía una vez que ganara de los derechos de las mujeres le opusieron poco después la de que serían las mujeres las que liberarían al mundo entero.
En el libro de Gustavo Sierra, ‘El 68’ dos estudiantes de la Sorbona cuentan, asombradas: "Hacía días que la revolución había comenzado y todavía nadie había dicho nada sobre los derechos de las mujeres". En las escaleras de la facultad, pensaron en hacer algo. Entonces, consiguieron papel y empezaron a pegar carteles sobre las paredes con textos sobre las mujeres. La acción logró que se organizaran charlas sobre la temática dentro de la universidad.
La mayoría de las pensadoras francesas coinciden en que el feminismo era en el 68 solamente un río subterráneo, una metáfora geológica acuñada por la historiadora Michelle Zancarini Fournel. "La revuelta generó una toma de conciencia, de cuya onda expansiva surgieron otros cuestionamientos. El yugo machista empezó a resquebrajarse", señala.
Hubo sí, una explosión de la libertad sexual. Fue de hecho, la chispa que inició las protestas en marzo en la universidad de Nanterre. Los estudiantes varones tenía prohibido visitar los edificios dormitorios de las mujeres, aunque ellas si podían entrar a los masculinos, en una asimetría que revelaba el profundo conservadurismo y la moralina reinantes.
Las herederas inmediatas del '68, aprovechando la marea, siguieron activas en los años siguientes.
En agosto de 1970, por ejemplo, llevaron flores a la Tumba del Soldado Desconocido. El mensaje era: "Hay alguien aún más desconocido que el soldado: su mujer". Luego se encadenaron en la cárcel de mujeres con la consigna "todas nosotras somos prisioneras" .
En abril de 1971, vio la luz el "Manifiesto de las 343". Allí, 343 mujeres -entre ellas Simone de Beauvoir, Marguerite Duras y Catherine Deneuve- declararon haber abortado, exponiéndose a penas de cárcel. La respuesta de la ministra Simone Veil, mujer y sobreviviente de Auschwitz llegó en 1974: el aborto fue legalizado.
También llegó el momento del revisionismo más incómodo.
En su libro "La otra herencia del '68", la verdadera cara de la liberación sexual la abolicionista Malka Marcovich sostiene que muchas de las estudiantes que participaron en la insurrección eran forzadas a iniciarse sexualmente sin estar maduras. Asegura que hubo una ola de abortos clandestinos y de violaciones disfrazadas de sexo consentido. "Si eres libre, ¿por qué no te acuestas conmigo?", era el argumento de los varones frente a las dudas de sus compañeras. Según la autora, el deseo femenino no era tenido en cuenta.
La reticencia y desconfianza del Partido Comunista, la heterogeneidad de la suma de los reclamos de los obreros, el romanticismo de los estudiantes y el utopismo de los anarquistas fueron tal vez la clave de que, poco tiempo después, la esperanza de cambio que albergaban algunos se diluyera a pesar de la renuncia de De Gaulle en 1969, después de un referendum que perdió por pocos puntos.
Las banderas del '68 fueron arriadas incluso por los propios líderes rebeldes que se sumaron al juego democrático que antes calificaban de burgués.
Quizá, la triste lápida de las reivindicaciones de tono feminista de esos años haya sido, medio siglo más tarde, la carta que la emblemática Catherine Deneuve firmó con otras intelectuales. Allí, tildaron de puritana a la campaña #Metoo que desenmascaró abusadores sexuales y reivindicó el "derecho de los hombres a la seducción".
¿Se puede decir que por primera vez fueron verdaderamente escuchadas sus voces en las calles del Barrio Latino?
Hacía menos de seis meses que, en Francia, se podía acceder legalmente a la píldora anticonceptiva. El impulsor de la medida, el político Lucien Neuwirth, que fue calificado como "asesino de niños" , logró -después de explicarle la necesidad de la legalización- que el presidente De Gaulle le diera luz verde y afirmara: "Tiene usted razón. Transmitir vida es importante. Hace falta que sea un acto lúcido".
En 1965, en el país considerado cuna de los derechos humanos todavía se requería la firma del marido para que una mujer abriera una cuenta de banco, dispusiera de bienes propios y ejerciera una actividad profesional.
El feminismo como tal, ya había nacido mucho antes, en el siglo XIX y en la primera mitad del XX. En este sentido la filósofa Diana Maffia es categórica: ‘El Segundo Sexo’, de Simone de Beauvoir es de 1949, y al año siguiente ya estaba traducido en nuestro país. Muchas mujeres lo leyeron y ya había feministas argentinas (además de las primeras, que yo ubicaría a fin del siglo XIX, sobre todo las anarquistas y socialistas). Y esto sucedió mucho antes del Mayo Francés". Maffia dobla la apuesta:"Si vamos a referirnos a los reclamos por una nueva universidad, la reforma Universitaria de 1918 se adelantó medio siglo a las revueltas universitarias de París y de Tlatetolco".
Solo para la foto
¿Por qué tenemos la idea de que la gesta de París que unió a obreros y estudiantes e hizo tambalear el poder de Charles De Gaulle fue protagonizada por mujeres que impusieron sus demandas?
Para Dora Barrancos, socióloga, el Mayo Francés no significó un ariete fundamental con relación al feminismo. "Se impone sin embargo recordar la masiva participación de muchachas en ese ciclo, una exhibición de mediados de los '60 con el notable aumento de la participación de las mujeres en la vida universitaria. Basta volver sobre las fotografías del acontecimiento para observar el fenómeno que probablemente reverberó en el surgimiento de nuevas subjetividades femeninas", señala.
En efecto, el imaginario colectivo se construye a través de las imágenes, de modo que las fotos de las mujeres participando en la misma medida y número que sus compañeros en las manifestaciones, incidieron en la idea de que no se trataba de un movimiento de hombres. Pero lo real es que las chicas, las bellas francesas de minifalda y puño en alto, solo actuaron como portaestandartes de sus camaradas.
Nadie nunca pensó, ni por un momento, que una de ellas pudiera participar en la conducción del proceso. "Eran solo iconografía", dijo uno de los líderes indiscutidos de mayo, Daniel Cohn Bendit. La paridad no existía en realidad. Era únicamente -podría decirse- una construcción artística. Pocas veces tomaron las mujeres los micrófonos en las asambleas o en los medios de comunicación, aunque pusieran el pecho en las barricadas. Eran atrayentes la belleza y la fragilidad supuesta de los cuerpos femeninos como contraste de los uniformes policiales o como contribución a la construcción del mito de que la revuelta parisina era solamente una cuestión poética y no el surgimiento de un sujeto social nuevo.
Uno de los afiches más conocidos muestra una joven lanzando un adoquín, con la leyenda "La belleza está en la calle". La tapa de una publicación sindical sobre el paro general llevaba la inscripción: "Qué bello rostro tiene nuestra huelga", sobre la cara de una chica.
Martine Storti, intelectual francesa recuerda que en las manifestaciones, las mujeres eran las encargadas de pasar los adoquines, repartir panfletos y servir el café. "Me resistí a aprender a escribir a máquina porque significaba condenarme a transcribir las reflexiones de los grandes señores", recuerda. Las demandas de las mujeres estaba prácticamente ausentes, confirma.
Cohn Bendit sostuvo que, a pesar de todo, hubo cuestionamientos por parte de las mujeres al machismo de sus compañeros. A la idea de que la revolución se ocuparía una vez que ganara de los derechos de las mujeres le opusieron poco después la de que serían las mujeres las que liberarían al mundo entero.
En el libro de Gustavo Sierra, ‘El 68’ dos estudiantes de la Sorbona cuentan, asombradas: "Hacía días que la revolución había comenzado y todavía nadie había dicho nada sobre los derechos de las mujeres". En las escaleras de la facultad, pensaron en hacer algo. Entonces, consiguieron papel y empezaron a pegar carteles sobre las paredes con textos sobre las mujeres. La acción logró que se organizaran charlas sobre la temática dentro de la universidad.
La mayoría de las pensadoras francesas coinciden en que el feminismo era en el 68 solamente un río subterráneo, una metáfora geológica acuñada por la historiadora Michelle Zancarini Fournel. "La revuelta generó una toma de conciencia, de cuya onda expansiva surgieron otros cuestionamientos. El yugo machista empezó a resquebrajarse", señala.
Hubo sí, una explosión de la libertad sexual. Fue de hecho, la chispa que inició las protestas en marzo en la universidad de Nanterre. Los estudiantes varones tenía prohibido visitar los edificios dormitorios de las mujeres, aunque ellas si podían entrar a los masculinos, en una asimetría que revelaba el profundo conservadurismo y la moralina reinantes.
Las herederas inmediatas del '68, aprovechando la marea, siguieron activas en los años siguientes.
En agosto de 1970, por ejemplo, llevaron flores a la Tumba del Soldado Desconocido. El mensaje era: "Hay alguien aún más desconocido que el soldado: su mujer". Luego se encadenaron en la cárcel de mujeres con la consigna "todas nosotras somos prisioneras" .
En abril de 1971, vio la luz el "Manifiesto de las 343". Allí, 343 mujeres -entre ellas Simone de Beauvoir, Marguerite Duras y Catherine Deneuve- declararon haber abortado, exponiéndose a penas de cárcel. La respuesta de la ministra Simone Veil, mujer y sobreviviente de Auschwitz llegó en 1974: el aborto fue legalizado.
También llegó el momento del revisionismo más incómodo.
En su libro "La otra herencia del '68", la verdadera cara de la liberación sexual la abolicionista Malka Marcovich sostiene que muchas de las estudiantes que participaron en la insurrección eran forzadas a iniciarse sexualmente sin estar maduras. Asegura que hubo una ola de abortos clandestinos y de violaciones disfrazadas de sexo consentido. "Si eres libre, ¿por qué no te acuestas conmigo?", era el argumento de los varones frente a las dudas de sus compañeras. Según la autora, el deseo femenino no era tenido en cuenta.
La reticencia y desconfianza del Partido Comunista, la heterogeneidad de la suma de los reclamos de los obreros, el romanticismo de los estudiantes y el utopismo de los anarquistas fueron tal vez la clave de que, poco tiempo después, la esperanza de cambio que albergaban algunos se diluyera a pesar de la renuncia de De Gaulle en 1969, después de un referendum que perdió por pocos puntos.
Las banderas del '68 fueron arriadas incluso por los propios líderes rebeldes que se sumaron al juego democrático que antes calificaban de burgués.
Quizá, la triste lápida de las reivindicaciones de tono feminista de esos años haya sido, medio siglo más tarde, la carta que la emblemática Catherine Deneuve firmó con otras intelectuales. Allí, tildaron de puritana a la campaña #Metoo que desenmascaró abusadores sexuales y reivindicó el "derecho de los hombres a la seducción".
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