Imagen: El Confidencial |
Tras la decisión del ayuntamiento de Rincón de la Victoria, Málaga, de oficiar comuniones laicas, me queda claro que no era el miedo, sino la cursilería, lo que ha cambiado de bando.
Juan Soto Ivars | El Confidencial, 2015-10-30
http://blogs.elconfidencial.com/sociedad/espana-is-not-spain/2015-10-30/la-cursileria-cambia-de-bando-habra-comuniones-laicas-en-malaga_1076213/
¡Tres hurras por el ayuntamiento de Rincón de la Victoria, Málaga, que va a oficiar comuniones laicas! Así podrán celebrar el paso de la infancia a la adolescencia los hijos de los ateos. ¿Cómo habíamos podido vivir sin este rito? Andábamos muchos, además de descreídos, descarriados y desorientados toda la vida. Sin recibir el cuerpo místico nos convertíamos en adultos confusos, a medio camino entre el niño y el hombre: eternos adolescentes mezclando el deseo con la realidad.
Por eso es una suerte que los próceres socialistas del Rincón de la Victoria hayan puesto una solución efectiva para este mal. Ahora podremos disfrutar en la vida pública de muchos Felipes, Alfonsos y Pablos con la seguridad que da tener una foto de marinerito sobre la cómoda del dormitorio de la casa de su madre. Foto de marinerito, eso sí, sin crucifijo y sin la pequeña biblia con pastas de nácar en las manos. Tal vez en lugar de marinerito vayan vestidos de fogoneros, con el mono tiznado de carbón dulce, y con un viejo ejemplar del Manifiesto Comunista editado por Ruedo Ibérico, con los bordes desgastados.
Para mí ser agnóstico tiene más desventajas que fortunas. Yo envidio a los creyentes, que piensan que sus buenos actos serán recompensados al trasponer la salida de emergencia y creen que se reencontrarán en el paraíso con todos sus amigos muertos. Alguna vez intenté creer. La primera, cuando iba a la escuela y nos separaban a los alumnos a la hora de religión. A los descreídos nos mandaban a ética, que en la práctica era estar solos en un aula mientras doña Carlota hacía crucigramas. Contaban que Religión era una maría, y que la profesora era tan blanda que allí cundía el gamberrismo. Nos comunicaban que para aprobar el examen de Religión bastaba con decir que Dios era muy bueno y nos quería.
La segunda vez que envidié a los creyentes fue cuando empezaron, precisamente, las comuniones. Los que habían asistido a catequesis después de clase aparecían de pronto engalanados. Sus familiares los colmaban de regalos. Podías reconocer a un comulgado por el reloj calculadora que aparecía en su muñeca, por los videojuegos nuevos de los que hablaba, lleno de orgullo, y por la resaca de cocacolas, fantas y ganchitos que arrastraba el lunes siguiente a la comunión.
Los ateos rabiábamos al ver todos esos productos y nos recluíamos en las esquinas para hablar de injusticia social. Con nueve y diez años ya habíamos conocido la desigualdad. Ya estábamos dispuestos a convertirnos en anticlericales, y soltábamos todo el día bromas ácidas sobre Dios para consolarnos y tapar la envidia verdosa que nos corrompía.
Una ventaja sí tenemos los laicos cuando llegamos a adultos: la excusa para no asistir a bautizos ni comuniones. Poder mirar con expresión de Malcom X a mis parientes cuando me informan de que un primito va a comulgar, y soltarles cualquier excusa con la confianza de que ellos me dan por alma perdida y rezan por mí.
Pero parece que en el socialismo hay una corriente tan traumatizada por las comuniones ajenas, tan comprometida con alcanzar la igualdad en todos los aspectos de la sociedad, que ahora reclama la parte de banquete y horterada que nos ha arrebatado siempre la derecha y el clero. Esta desamortización la capitanea Encarnación Anaya, alcaldesa del cambio y del Rincón. Ya sabíamos que la revolución también era esto.
A pequeña escala, la transferencia de gasas y pamplinas desde el clero a lo civil me recuerda al paso de los fastos imperiales rusos al funcionariado soviético. Recuérdese que la Revolución Rusa empezó con austeridad y líneas rectas de cartelería vanguardista, pero terminó recluida en los palacios vetustos, más empalagosa y grandilocuente todavía de lo que había sido el zarismo.
Mi querido Teodoro León Gross ya nos adelantó este movimiento de clericalización de la izquierda andaluza hace dos años en su artículo ¡A por el Civilcatolicismo!, donde contaba que Izquierda Unida iba a promover los bautismos civiles “para dar la bienvenida a los niños a la sociedad democrática”.
Ahora van a por las comuniones y supongo que estarán al caer extremaunciones con música de Sabina en los tanatorios municipales del sur, y no tardarán en sacar imágenes de Murillo de Pablo Iglesias crucificado en las procesiones de la futura Semana Santa laica sevillana.
No era el miedo, sino la cursilería, lo que ha cambiado de bando. Para mí queda sólo confirmar qué tomarán los niños en las comuniones socialistas. ¿Unas rodajas de mojama de Lenin? ¿Fue para hacer hostias que guardaron en conserva al padre de la Revolución?
Una comunión civil por 67 euros.
Un pueblo de Málaga regula ceremonias laicas para el paso de la infancia a la adolescencia. Por eso es una suerte que los próceres socialistas del Rincón de la Victoria hayan puesto una solución efectiva para este mal. Ahora podremos disfrutar en la vida pública de muchos Felipes, Alfonsos y Pablos con la seguridad que da tener una foto de marinerito sobre la cómoda del dormitorio de la casa de su madre. Foto de marinerito, eso sí, sin crucifijo y sin la pequeña biblia con pastas de nácar en las manos. Tal vez en lugar de marinerito vayan vestidos de fogoneros, con el mono tiznado de carbón dulce, y con un viejo ejemplar del Manifiesto Comunista editado por Ruedo Ibérico, con los bordes desgastados.
Para mí ser agnóstico tiene más desventajas que fortunas. Yo envidio a los creyentes, que piensan que sus buenos actos serán recompensados al trasponer la salida de emergencia y creen que se reencontrarán en el paraíso con todos sus amigos muertos. Alguna vez intenté creer. La primera, cuando iba a la escuela y nos separaban a los alumnos a la hora de religión. A los descreídos nos mandaban a ética, que en la práctica era estar solos en un aula mientras doña Carlota hacía crucigramas. Contaban que Religión era una maría, y que la profesora era tan blanda que allí cundía el gamberrismo. Nos comunicaban que para aprobar el examen de Religión bastaba con decir que Dios era muy bueno y nos quería.
La segunda vez que envidié a los creyentes fue cuando empezaron, precisamente, las comuniones. Los que habían asistido a catequesis después de clase aparecían de pronto engalanados. Sus familiares los colmaban de regalos. Podías reconocer a un comulgado por el reloj calculadora que aparecía en su muñeca, por los videojuegos nuevos de los que hablaba, lleno de orgullo, y por la resaca de cocacolas, fantas y ganchitos que arrastraba el lunes siguiente a la comunión.
Los ateos rabiábamos al ver todos esos productos y nos recluíamos en las esquinas para hablar de injusticia social. Con nueve y diez años ya habíamos conocido la desigualdad. Ya estábamos dispuestos a convertirnos en anticlericales, y soltábamos todo el día bromas ácidas sobre Dios para consolarnos y tapar la envidia verdosa que nos corrompía.
Una ventaja sí tenemos los laicos cuando llegamos a adultos: la excusa para no asistir a bautizos ni comuniones. Poder mirar con expresión de Malcom X a mis parientes cuando me informan de que un primito va a comulgar, y soltarles cualquier excusa con la confianza de que ellos me dan por alma perdida y rezan por mí.
Pero parece que en el socialismo hay una corriente tan traumatizada por las comuniones ajenas, tan comprometida con alcanzar la igualdad en todos los aspectos de la sociedad, que ahora reclama la parte de banquete y horterada que nos ha arrebatado siempre la derecha y el clero. Esta desamortización la capitanea Encarnación Anaya, alcaldesa del cambio y del Rincón. Ya sabíamos que la revolución también era esto.
A pequeña escala, la transferencia de gasas y pamplinas desde el clero a lo civil me recuerda al paso de los fastos imperiales rusos al funcionariado soviético. Recuérdese que la Revolución Rusa empezó con austeridad y líneas rectas de cartelería vanguardista, pero terminó recluida en los palacios vetustos, más empalagosa y grandilocuente todavía de lo que había sido el zarismo.
Mi querido Teodoro León Gross ya nos adelantó este movimiento de clericalización de la izquierda andaluza hace dos años en su artículo ¡A por el Civilcatolicismo!, donde contaba que Izquierda Unida iba a promover los bautismos civiles “para dar la bienvenida a los niños a la sociedad democrática”.
Ahora van a por las comuniones y supongo que estarán al caer extremaunciones con música de Sabina en los tanatorios municipales del sur, y no tardarán en sacar imágenes de Murillo de Pablo Iglesias crucificado en las procesiones de la futura Semana Santa laica sevillana.
No era el miedo, sino la cursilería, lo que ha cambiado de bando. Para mí queda sólo confirmar qué tomarán los niños en las comuniones socialistas. ¿Unas rodajas de mojama de Lenin? ¿Fue para hacer hostias que guardaron en conserva al padre de la Revolución?
Una comunión civil por 67 euros.
Esperanza Codina | El País, 2015-10-29
http://politica.elpais.com/politica/2015/10/29/actualidad/1446134953_695938.html
Dolores Díez, vecina de Rincón de la Victoria (Málaga), se declara atea y da a su hija, de 8 años, una educación laica. La niña ha asistido en dos ocasiones a la celebración de una Primera Comunión y cuando su madre le ha preguntado si ella quería hacerla, le ha confesado que lo que le atrae es la fiesta. La pequeña, ahora, podrá vestirse de princesa si lo desea y disfrutar de un día especial sin asistir a catequesis ni a una ceremonia religiosa, tras la iniciativa del Ayuntamiento de este municipio de incluir entre sus competencias la celebración de bautizos y comuniones civiles.
Díez ya ha cursado la solicitud para que en 2016 se festeje la comunión civil de su hija. De momento, es la única. Rincón de la Victoria está gobernado desde las últimas elecciones municipales por una alcaldesa del PSOE, Encarnación Anaya, que incluye en su equipo de gobierno a concejales de Ahora Rincón (marca blanca de Podemos), IU y PA. Los cuatro grupos votaron a favor este miércoles en pleno de la nueva ordenanza fiscal que incluye el pago de una tasa para estas ceremonias. El PP se posicionó en contra.
“Lo que se pretende festejar es el paso de la infancia a la adolescencia, entendemos que es importante que exista la posibilidad civil y laica de hacerlo”, defiende el concejal de Economía y Hacienda, Antonio Moreno, de Ahora Rincón. En la ordenanza se distingue entre bodas civiles y “otras” celebraciones, sin precisarlas ni nominarlas, aunque se han previsto bautizos, comuniones y bodas de plata y oro. Las ceremonias laicas con recién nacidos se celebran en España desde hace siete años y la novedad ahora es la previsión de hacer lo mismo con las comuniones. En cuanto a las localizaciones para estos festejos, son las mismas que se eligen normalmente para un matrimonio.
El precio de una boda es de 120 euros y el de las otras celebraciones, que no conllevan un expediente administrativo, de 45. En el primer caso hay que añadir 45 euros por la reserva y en el resto, 22. Los empadronados en el municipio tienen que abonar solo la cantidad consignada para la ceremonia. Es decir, una comunión civil saldrá a un vecino censado por 22 euros y a uno que no lo esté, por 67.
Moreno, ante el rechazo que ha percibido en algunos comentarios que ha visto en las redes sociales por el uso de la expresión “comuniones civiles”, aclara que no existe un ánimo de ofensa y que, posiblemente, se optará por cambiar oficialmente la denominación. “Ya veremos si se regula, seguramente sí, para evitar dañar a nadie”, argumenta. “Se trata de celebrar el rito de pasar de la infancia a la adolescencia”, insiste, para zanjar debates.
Otro municipio malagueño, El Borge (963 habitantes), fue pionero en Andalucía en 2008 al anunciar la celebración de bautizos civiles. Moreno recuerda que estas ceremonias laicas se han extendido a otros puntos de España, como Rivas, en Madrid, y varios municipios catalanes. Lo mismo hace ahora Rincón de la Victoria (Málaga), pero no se limita a las ceremonias con recién nacidos, sino que extiende la costumbre a los niños que quieren disfrutar de un día especial sin recibir la Primera Comunión.
DOCUMENTACIÓN
Podemos cobra una tasa municipal de 82 euros para «comuniones» civiles en Rincón de la Victoria.
El Ayuntamiento malagueño continúa la senda iniciada por municipios vecinos, como El Borge, con las celebraciones civiles.
P. D. Almoguera | ABC, 2015-10- 28
http://www.abc.es/sociedad/abci-podemos-cobra-tasa-municipal-82-euros-para-comuniones-civiles-rincon-victoria-201510272204_noticia.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.