Imagen: El Periódico |
El 17 de mayo de 1990 la OMS eliminó la homosexualidad del listado de dolencias psiquiátricas.
Juan Fernández | El Periódico, 2020-05-16
https://www.elperiodico.com/es/cuaderno/20200516/oms-elimina-1990-homosexualidad-listado-enfermedades-psiquiatricas-7962649
En los años 80, los debates televisivos sobre la homosexualidad solían contar con la presencia de un activista gay que ponía voz y rostro a una realidad por entonces poco visible, un sociólogo que aportaba contexto histórico, un sacerdote que señalaba los límites morales de la iglesia, y un psiquiatra. La participación del experto en salud mental tenía una justificación que en esos años nadie cuestionaba: oficialmente, la homosexualidad se consideraba una enfermedad y abordarla como tal quedaba fuera de toda duda o reproche.
Eugeni Rodríguez recuerda bien aquellos acalorados debates catódicos en los que la realidad LGTBI –acrónimo que en esos años nadie habría sabido identificar– empezaba a salir del armario. «Solían girar sobre dos cuestiones: el pecado y la enfermedad. Así que mi misión consistía en demostrar que no era un pervertido ni un loco. ¡Como para reclamar derechos estábamos nosotros por entonces!», clama el hoy presidente del Observatori contra l’Homofòbia, quien en esos años ya ejercía de aguerrido activista gay en todo tipo de foros y escenarios, incluidos los platós de televisión, y tiene claro cómo era el minuto y resultado de la causa homosexual en aquel momento. «Veníamos de décadas de legislación franquista que nos había identificado como un peligro social, acababa de caernos encima el estigma del sida y el movimiento gay era aún muy precario», rememora.
Fue en este contexto en el que se produjo un hito trascendental en la historia del movimiento LGTBI que en España, sin embargo, pasó sin pena ni gloria: el 17 de mayo de 1990, la asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas, donde había figurado desde la creación de este organismo internacional.
Ningún diario nacional se hizo eco de la noticia, ni hubo celebraciones entre los colectivos gais del momento. «El sida nos tenía muy tocados y no teníamos aún la fuerza ni la visibilidad que alcanzaríamos más adelante. Los efectos de aquel anuncio los empezamos a notar después», reconoce Rodríguez.
La doble discriminación de las lesbianas
El primero y principal fue de carácter simbólico. «Yo nací en 1945. Haciendo cuentas, he pasado más años siendo considerada una persona enferma, aunque sin serlo, que sana», reflexiona Boti G. Rodrigo, directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI. Se convirtió en activista lesbiana a mediados de los años 90, cuando su opción sexual ya no se consideraba una dolencia, pero su memoria está llena de pasajes en los que sentirse diferente implicaba ser señalada como una trastornada. «Las mujeres homosexuales padecíamos un doble rechazo social y crecimos sin referentes. Lo asombroso es que solo llevemos 30 años sin arrastrar ese castigo», destaca.
En la tardía eliminación de la homosexualidad de la lista mundial de enfermedades influyeron factores de geopolítica mundial. «La caída del bloque soviético y la desaparición de varias dictaduras latinoamericanas de perfil homófobo hicieron que cambiara la correlación de fuerzas en la OMS y permitieron que saliera adelante aquella votación», explica Jordi Petit, antiguo secretario general de la Asociación Internacional de Gais y Lesbianas (ILGA, en sus siglas en inglés), el organismo que con más ahínco había reclamado la desaparición de ese estigma después de que la Asociación Americana de Psiquiatría excluyera a la homosexualidad de su manual de trastornos mentales en 1973.
Hormonas y ‘electroshocks’
Atrás quedaban décadas en las que la percepción patológica de las relaciones entre personas del mismo sexo había añadido dolor extra a un colectivo históricamente perseguido. Si la homosexualidad era una enfermedad, significaba que se podía curar.
Desde que el psiquiatra alemán Richard von Krafft Ebing la definiera como «perversión sexual» en su libro 'Psychopathia Sexualis' de 1896, fueron muchas las técnicas que se usaron en todo el mundo para, presuntamente, sanar a gais y lesbianas y librarles de su dolencia, como el psicoanálisis, las terapias hormonales o el empleo de 'electroshock' y de la cirugía cerebral. «Lo nuestro primero fue pecado, luego delito y más tarde enfermedad. Esta última condena fue la que más tardamos en quitarnos de encima», señala Petit, quien recuerda que la homosexualidad sigue siendo hoy ilegal en 69 países, en doce de los cuales está condenado con la pena de muerte.
Día internacional contra la homofobia
Desde el 2004, el día internacional contra la homofobia, la transfobia y la bifobia, que se celebra este domingo, rememora una decisión administrativa que, al menos en España, sirvió para allanar el camino hacia la normalización que alcanzaría el colectivo LGTBI años más tarde.
«Al poco de la declaración de la OMS, me invitaron a una tertulia en la tele y volví a encontrarme a un psiquiatra en la mesa, pero esta vez decidí levantarme y marcharme. Fue la última vez que me pasó. Desde entonces he debatido muchas veces en público sobre derechos de los homosexuales, pero nunca más sobre si lo nuestro es una enfermedad», advierte Eugeni Rodríguez.
Eugeni Rodríguez recuerda bien aquellos acalorados debates catódicos en los que la realidad LGTBI –acrónimo que en esos años nadie habría sabido identificar– empezaba a salir del armario. «Solían girar sobre dos cuestiones: el pecado y la enfermedad. Así que mi misión consistía en demostrar que no era un pervertido ni un loco. ¡Como para reclamar derechos estábamos nosotros por entonces!», clama el hoy presidente del Observatori contra l’Homofòbia, quien en esos años ya ejercía de aguerrido activista gay en todo tipo de foros y escenarios, incluidos los platós de televisión, y tiene claro cómo era el minuto y resultado de la causa homosexual en aquel momento. «Veníamos de décadas de legislación franquista que nos había identificado como un peligro social, acababa de caernos encima el estigma del sida y el movimiento gay era aún muy precario», rememora.
Fue en este contexto en el que se produjo un hito trascendental en la historia del movimiento LGTBI que en España, sin embargo, pasó sin pena ni gloria: el 17 de mayo de 1990, la asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas, donde había figurado desde la creación de este organismo internacional.
Ningún diario nacional se hizo eco de la noticia, ni hubo celebraciones entre los colectivos gais del momento. «El sida nos tenía muy tocados y no teníamos aún la fuerza ni la visibilidad que alcanzaríamos más adelante. Los efectos de aquel anuncio los empezamos a notar después», reconoce Rodríguez.
La doble discriminación de las lesbianas
El primero y principal fue de carácter simbólico. «Yo nací en 1945. Haciendo cuentas, he pasado más años siendo considerada una persona enferma, aunque sin serlo, que sana», reflexiona Boti G. Rodrigo, directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI. Se convirtió en activista lesbiana a mediados de los años 90, cuando su opción sexual ya no se consideraba una dolencia, pero su memoria está llena de pasajes en los que sentirse diferente implicaba ser señalada como una trastornada. «Las mujeres homosexuales padecíamos un doble rechazo social y crecimos sin referentes. Lo asombroso es que solo llevemos 30 años sin arrastrar ese castigo», destaca.
En la tardía eliminación de la homosexualidad de la lista mundial de enfermedades influyeron factores de geopolítica mundial. «La caída del bloque soviético y la desaparición de varias dictaduras latinoamericanas de perfil homófobo hicieron que cambiara la correlación de fuerzas en la OMS y permitieron que saliera adelante aquella votación», explica Jordi Petit, antiguo secretario general de la Asociación Internacional de Gais y Lesbianas (ILGA, en sus siglas en inglés), el organismo que con más ahínco había reclamado la desaparición de ese estigma después de que la Asociación Americana de Psiquiatría excluyera a la homosexualidad de su manual de trastornos mentales en 1973.
Hormonas y ‘electroshocks’
Atrás quedaban décadas en las que la percepción patológica de las relaciones entre personas del mismo sexo había añadido dolor extra a un colectivo históricamente perseguido. Si la homosexualidad era una enfermedad, significaba que se podía curar.
Desde que el psiquiatra alemán Richard von Krafft Ebing la definiera como «perversión sexual» en su libro 'Psychopathia Sexualis' de 1896, fueron muchas las técnicas que se usaron en todo el mundo para, presuntamente, sanar a gais y lesbianas y librarles de su dolencia, como el psicoanálisis, las terapias hormonales o el empleo de 'electroshock' y de la cirugía cerebral. «Lo nuestro primero fue pecado, luego delito y más tarde enfermedad. Esta última condena fue la que más tardamos en quitarnos de encima», señala Petit, quien recuerda que la homosexualidad sigue siendo hoy ilegal en 69 países, en doce de los cuales está condenado con la pena de muerte.
Día internacional contra la homofobia
Desde el 2004, el día internacional contra la homofobia, la transfobia y la bifobia, que se celebra este domingo, rememora una decisión administrativa que, al menos en España, sirvió para allanar el camino hacia la normalización que alcanzaría el colectivo LGTBI años más tarde.
«Al poco de la declaración de la OMS, me invitaron a una tertulia en la tele y volví a encontrarme a un psiquiatra en la mesa, pero esta vez decidí levantarme y marcharme. Fue la última vez que me pasó. Desde entonces he debatido muchas veces en público sobre derechos de los homosexuales, pero nunca más sobre si lo nuestro es una enfermedad», advierte Eugeni Rodríguez.
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