Imagen: El Periódico / Recuerdo a las trabajadoras de la fábrica Benet Campabadal |
La nueva biblioteca de distrito, dedicada a la escritora Montserrat Abelló, se inaugurará el viernes 26 de enero.
Ernest Alós | El Periódico, 2018-01-23
http://www.elperiodico.com/es/barcelona/20180123/nueva-biblioteca-montserrat-abello-les-corts-6572808
El modelo de la biblioteca pública no deja de evolucionar. ¿Luz natural en lugar de lámparas de mesa? ¿Rincones para reunirse -y hablar sin miedo de un ‘chist’ autoritario- en plena sala de lectura? ¿Un taller mecánico a la vista, separado solo por una cristalera de la mesa de préstamo? Todo esto sucede en la Biblioteca Montserrat Abelló, la nueva biblioteca de distrito de Les Corts que se inaugura este viernes. En la nave, rehabilitada bajo la dirección de los arquitectos Ricard Mercadé y Aurora Fernández, de la antigua fábrica Benet Campabadal, que ha pasado de los telares que tejían cintas de seda y blondas de seda a las impresoras 3D del Ateneu de Fabricació anexo y los 45.000 documentos de la nueva biblioteca.
La Montserrat Abelló sustituye a la biblioteca de Can Rosés, cerrada el año pasado, y completa la red de diez grandes bibliotecas de distrito de la red de Biblioteques de Barcelona. Les Corts, el distrito con menos población de la ciudad (y con más salas de lectura universitarias) completa su red solo con una biblioteca local más, la Miquel Llongueras.
Una de las peculiaridades de la Biblioteca Montserrat Abelló es su conexión con el Ateneu de Fabricació, incubadora del movimiento ‘maker’, la evolución en el marco de las nuevas tecnologías de aquellos manitas de la imagen y sonido analógicos, con el que comparte espacio. Y no solo espacio sino actividades. Las estanterías estarán bien equipadas de bibliografía sobre el ‘do it yourself’, las salas multimedia trabajarán en conexión con el taller de los ‘makers’ y los dos centros realizarán actividades conjuntas, como talleres escolares.
Edificio sostenible
Pero el edificio de la nueva biblioteca, que se puede considerar como el edificio público más sostenible de la ciudad al ser el primero que obtiene el certificado BREEAM, también tiene mucho que contar. Lo primero que sorprende es el baño de luz natural que entra por las claraboyas y por el muro acristalado que se ha abierto en la calle Novell. “Está orientado al norte, es la mejor luz, constante y matizada”, explica Mercadé. Luz del norte que junto con la madera del mobiliario, casi todo móvil para poder celebrar todo tipo de actos en la misma sala de lectura, le da un aire escandinavo, admite Fernández. El certificado se lo han ganado también con las placas eléctricas, un patio abierto con plantas que se riegan con el agua de lluvia...
La acústica también es peculiar. “La biblioteca ya no es un espacio de silencio, sino un espacio de convivencia. Hay zonas de trabajo y reunión”, explica la directora de la biblioteca, Neus Montserrat. No en despachos cerrados, sino en cubículos distribuidos por la planta. Con todo, el techo dentado, y no plano, y el material de todos los rincones de reunión, pensado para absorber el sonido, hará que una gran nave de techos altos que podría ser una olla de grillos sea, esperan los arquitectos, un lugar acústicamente acogedor.
Las trabajadoras del textil
Un espacio de la biblioteca está dedicado a recordar el pasado fabril del espacio, y el papel de las mujeres en ese engranaje laboral: las oficinas eran coto masculino, y los telares, ocho horas de trabajo físico de pie, espacio para las mujeres. Cuyo nivel de ingresos relativo se redujo al 23% desde 1936 hasta la posguerra, por cierto. La fábrica Benet Campabadal fue diseñada en 1924 por el arquitecto Antoni Pons, aprovechando una nave preexistente en la calle Comtes de Bell-Lloc.
La estructura de la nave es una muestra de la arquitectura racionalista industrial, aunque en su exterior mostrase una ornamentación vagamente noucentista. Incautada durante la guerra civil, con dos centenares de trabajadores, tras la guerra volvió la gestión paternalista del conservador empresario Gabriel Benet Campabadal, hasta su cierre en 1984. Pasaban así a la historia marcas habituales en las mercerías como Cintas Helena, Bufandas Winter, Cintas Fanny Benet, Cintas Juventud o Betina Poliester. Abandonada, fue utilizada por el Ayuntamiento de Basrcelona como almacén y, de 1990 al 2010, como sede del Centre del Vidre. En el 2013 se inauguró en parte del espacio el Ateneu de Fabricació de Les Corts, el primero de la red Fab Lab.
La Montserrat Abelló sustituye a la biblioteca de Can Rosés, cerrada el año pasado, y completa la red de diez grandes bibliotecas de distrito de la red de Biblioteques de Barcelona. Les Corts, el distrito con menos población de la ciudad (y con más salas de lectura universitarias) completa su red solo con una biblioteca local más, la Miquel Llongueras.
Una de las peculiaridades de la Biblioteca Montserrat Abelló es su conexión con el Ateneu de Fabricació, incubadora del movimiento ‘maker’, la evolución en el marco de las nuevas tecnologías de aquellos manitas de la imagen y sonido analógicos, con el que comparte espacio. Y no solo espacio sino actividades. Las estanterías estarán bien equipadas de bibliografía sobre el ‘do it yourself’, las salas multimedia trabajarán en conexión con el taller de los ‘makers’ y los dos centros realizarán actividades conjuntas, como talleres escolares.
Edificio sostenible
Pero el edificio de la nueva biblioteca, que se puede considerar como el edificio público más sostenible de la ciudad al ser el primero que obtiene el certificado BREEAM, también tiene mucho que contar. Lo primero que sorprende es el baño de luz natural que entra por las claraboyas y por el muro acristalado que se ha abierto en la calle Novell. “Está orientado al norte, es la mejor luz, constante y matizada”, explica Mercadé. Luz del norte que junto con la madera del mobiliario, casi todo móvil para poder celebrar todo tipo de actos en la misma sala de lectura, le da un aire escandinavo, admite Fernández. El certificado se lo han ganado también con las placas eléctricas, un patio abierto con plantas que se riegan con el agua de lluvia...
La acústica también es peculiar. “La biblioteca ya no es un espacio de silencio, sino un espacio de convivencia. Hay zonas de trabajo y reunión”, explica la directora de la biblioteca, Neus Montserrat. No en despachos cerrados, sino en cubículos distribuidos por la planta. Con todo, el techo dentado, y no plano, y el material de todos los rincones de reunión, pensado para absorber el sonido, hará que una gran nave de techos altos que podría ser una olla de grillos sea, esperan los arquitectos, un lugar acústicamente acogedor.
Las trabajadoras del textil
Un espacio de la biblioteca está dedicado a recordar el pasado fabril del espacio, y el papel de las mujeres en ese engranaje laboral: las oficinas eran coto masculino, y los telares, ocho horas de trabajo físico de pie, espacio para las mujeres. Cuyo nivel de ingresos relativo se redujo al 23% desde 1936 hasta la posguerra, por cierto. La fábrica Benet Campabadal fue diseñada en 1924 por el arquitecto Antoni Pons, aprovechando una nave preexistente en la calle Comtes de Bell-Lloc.
La estructura de la nave es una muestra de la arquitectura racionalista industrial, aunque en su exterior mostrase una ornamentación vagamente noucentista. Incautada durante la guerra civil, con dos centenares de trabajadores, tras la guerra volvió la gestión paternalista del conservador empresario Gabriel Benet Campabadal, hasta su cierre en 1984. Pasaban así a la historia marcas habituales en las mercerías como Cintas Helena, Bufandas Winter, Cintas Fanny Benet, Cintas Juventud o Betina Poliester. Abandonada, fue utilizada por el Ayuntamiento de Basrcelona como almacén y, de 1990 al 2010, como sede del Centre del Vidre. En el 2013 se inauguró en parte del espacio el Ateneu de Fabricació de Les Corts, el primero de la red Fab Lab.
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