Imagen: El País / Miguel Poveda |
Después de 30 años desde su primera actuación se siente más libre que nunca para defender su arte, su sexualidad y a su hijo, a quien tuvo hace tres años por gestación subrogada.
Maite Nieto | El País, 2018-11-27
https://elpais.com/elpais/2018/11/27/gente/1543338274_712380.html
Miguel Poveda contesta pausado, con tono sereno y sin desprenderse de una sonrisa que hace brillar sus ojos tanto como humaniza su boca. El camino hasta la llegada de ‘El tiempo pasa volando’, el nuevo disco que estrena el próximo viernes, ha conocido las luces del éxito y las sombras de la incomprensión. “Me quedo con que todo es un camino por el que he transitado, con momentos buenos y momentos de lucha que al final han desembocado en la persona y el artista que soy hoy día”, reflexiona el cantaor de Badalona echando la vista a sus 30 años de carrera.
Se acuerda perfectamente de la fecha, fue el 19 de noviembre de 1988. Ese día, con 15 años, se subió por primera vez al escenario de la peña flamenca Nuestra Señora de la Esperanza de Badalona y sus sueños de signo acuario –nació el 13 de febrero de 1973– comenzaron a andar el camino que le ha llevado a ser una de las figuras del flamenco. “Está bien que con 20 años tengamos banalidades, sueños, épocas tontas, fiestas eternas... Ahora hay que darle valor al tiempo, aprovechar al máximo en cuanto a aprendizaje y dejar espacio para cultivarse personalmente, para tu familia, tus amigos, para la gente y las cosas que realmente importan”, afirma Poveda durante la entrevista con motivo de la presentación de su nuevo trabajo.
Recibir premios, actuar en el Liceo de Barcelona o el Teatro Real de Madrid, colaborar con grandes músicos de todos los estilos y que le reclamen de los festivales con más prestigio está en su currículo. Él se confiesa ambicioso a nivel artístico y un trabajador nada perezoso, pero hace cinco años le estallaron las costuras. Se sintió roto. “Cuando esto va en serio, ves la dureza de la profesión”, dice hoy recuperado de alma y espíritu. “Cuando estás en el escenario sientes que tocas el cielo con las manos porque has tenido sensaciones inexplicables, pero si eres sensible y todo lo has idealizado al máximo..., a veces lo que rodea a un artista no te agrada. Falta verdad a tu alrededor, porque yo soy Miguel Ángel Poveda León y pensaba: 'No conocen a Miguel Ángel, no soy Miguel Poveda todo el rato'. Llegó un momento en que no encontraba sentido a mi vida”.
Pese al dolor que le causó, prescindió de todo y todos los que le restaban. Hizo limpieza y a pesar de ser un tímido capaz de olvidarse de ello en el escenario, ahora se atreve a describirse como persona: “Soy un cachondo mental, me encanta reírme, la gente ocurrente y graciosa, me gusta la tranquilidad, la paz, la calma, el silencio. Me gusta lo normal”, afirma. Y le gusta la música: “En mi vida ha sido un refugio, mi psicólogo y mi arma para confiar en mí mismo porque ahí me sentía realizado y poderoso, me hacía sentir que yo tenía un valor y nadie me iba a parar ni a callar por otras cuestiones. Me ha salvado de muchas cosas y me ha convertido en el ser humano que soy”.
La soledad de su habitación de niño, la incomprensión de su flamenco de Badalona, el temor al rechazo por su homosexualidad expresada ahora con libertad, los insultos directos por haber recurrido a la maternidad subrogada para ser padre... Todo está ahí, en su esencia, en su persona y en su arte y todo ha hecho que la palabra prejuicio no forme parte de su vocabulario. “Hace 25 años faltaba información y un homosexual era raro en un barrio con un entorno muy de ‘guetto’. Lo que no es de recibo es que se siga castigando hoy con la información que se tiene y con la naturalidad con la que se muestra mucha gente. A mí afortunadamente me han respetado y yo también he tratado de entender al de enfrente porque yo en mi casa he tenido que educar a mis padres en ese aspecto”.
Donde no admite fisuras es al hablar de su hijo, Ángel, a quien tuvo hace tres años por gestación subrogada. “Sé que hay controversias con este tema y hay formas que condeno, pero no entiendo el insulto continúo. Lo he experimentado de forma muy bestia, muy cruel..., pero yo di con una familia maravillosa con la que tengo un impresionante vínculo de amor y lo viví con mucha naturalidad”, explica sin perder la calma pero con contundencia. “Mi hijo me ha pegado a la tierra y me ha activado un vínculo de amor que no había experimentado tan fuerte en mi vida, y eso que he estado enamorado de tirarme por los suelos”, afirma riendo. “Y lo que me importa es que sea un chico con valores que respete al de enfrente sin importarle su religión, su raza, su sexualidad, que respete la convivencia, la justicia y la libertad..., lo que a mí me enseñaron en mi casa”.
A nivel profesional ambiciona la conquista, llegar a gente nueva y tocar el corazón de quienes no le han escuchado antes. En lo personal cree haber conseguido llegar a ser el Miguel que ha estado buscando durante años. “Han pasado los años de búsqueda y lucha conmigo mismo”, afirma Poveda. “Ahora mismo tengo un sentido de la libertad muy fuerte, un sentido de la familia conseguido con mi pareja y mi hijo. No necesito más. Tengo la sensación de haber llegado al sitio perfecto”.
Abrir una ventana a los recuerdos
‘La vida pasa volando’, el nuevo disco de Miguel Poveda, es una ventana abierta a sus recuerdos cuando cumple 30 años desde la primera vez que se subió a un escenario a cantar cuando tenía 15. “Este disco significa volver al punto cero”, explica el cantante, “abrir esa puerta de mi habitación donde trasteaba con mis casetes y mis discos de vinilo y recordar esas canciones que ya tenía olvidadas y que me han vuelto a traer el olor de mi piso de Barcelona y la bata roja de mi madre cuando andaba por el salón. Recopilar las fotografías para hacer el libreto ha sido un viaje al pasado tan bonito que es maravilloso saber de dónde vienes para ver a dónde vas”. El nuevo trabajo del cantante se compone de un disco de cante flamenco tradicional, otro con versiones de temas de Bambino, El Pescaílla, Manzanita o Lole y Manuel, y se completa con su anterior disco, 'Enlorquecido', dedicado a Federico García Lorca. La presentación oficial pondrá a Miguel Poveda de nuevo sobre el escenario del Teatro Real de Madrid el próximo 7 de diciembre.
Se acuerda perfectamente de la fecha, fue el 19 de noviembre de 1988. Ese día, con 15 años, se subió por primera vez al escenario de la peña flamenca Nuestra Señora de la Esperanza de Badalona y sus sueños de signo acuario –nació el 13 de febrero de 1973– comenzaron a andar el camino que le ha llevado a ser una de las figuras del flamenco. “Está bien que con 20 años tengamos banalidades, sueños, épocas tontas, fiestas eternas... Ahora hay que darle valor al tiempo, aprovechar al máximo en cuanto a aprendizaje y dejar espacio para cultivarse personalmente, para tu familia, tus amigos, para la gente y las cosas que realmente importan”, afirma Poveda durante la entrevista con motivo de la presentación de su nuevo trabajo.
Recibir premios, actuar en el Liceo de Barcelona o el Teatro Real de Madrid, colaborar con grandes músicos de todos los estilos y que le reclamen de los festivales con más prestigio está en su currículo. Él se confiesa ambicioso a nivel artístico y un trabajador nada perezoso, pero hace cinco años le estallaron las costuras. Se sintió roto. “Cuando esto va en serio, ves la dureza de la profesión”, dice hoy recuperado de alma y espíritu. “Cuando estás en el escenario sientes que tocas el cielo con las manos porque has tenido sensaciones inexplicables, pero si eres sensible y todo lo has idealizado al máximo..., a veces lo que rodea a un artista no te agrada. Falta verdad a tu alrededor, porque yo soy Miguel Ángel Poveda León y pensaba: 'No conocen a Miguel Ángel, no soy Miguel Poveda todo el rato'. Llegó un momento en que no encontraba sentido a mi vida”.
Pese al dolor que le causó, prescindió de todo y todos los que le restaban. Hizo limpieza y a pesar de ser un tímido capaz de olvidarse de ello en el escenario, ahora se atreve a describirse como persona: “Soy un cachondo mental, me encanta reírme, la gente ocurrente y graciosa, me gusta la tranquilidad, la paz, la calma, el silencio. Me gusta lo normal”, afirma. Y le gusta la música: “En mi vida ha sido un refugio, mi psicólogo y mi arma para confiar en mí mismo porque ahí me sentía realizado y poderoso, me hacía sentir que yo tenía un valor y nadie me iba a parar ni a callar por otras cuestiones. Me ha salvado de muchas cosas y me ha convertido en el ser humano que soy”.
La soledad de su habitación de niño, la incomprensión de su flamenco de Badalona, el temor al rechazo por su homosexualidad expresada ahora con libertad, los insultos directos por haber recurrido a la maternidad subrogada para ser padre... Todo está ahí, en su esencia, en su persona y en su arte y todo ha hecho que la palabra prejuicio no forme parte de su vocabulario. “Hace 25 años faltaba información y un homosexual era raro en un barrio con un entorno muy de ‘guetto’. Lo que no es de recibo es que se siga castigando hoy con la información que se tiene y con la naturalidad con la que se muestra mucha gente. A mí afortunadamente me han respetado y yo también he tratado de entender al de enfrente porque yo en mi casa he tenido que educar a mis padres en ese aspecto”.
Donde no admite fisuras es al hablar de su hijo, Ángel, a quien tuvo hace tres años por gestación subrogada. “Sé que hay controversias con este tema y hay formas que condeno, pero no entiendo el insulto continúo. Lo he experimentado de forma muy bestia, muy cruel..., pero yo di con una familia maravillosa con la que tengo un impresionante vínculo de amor y lo viví con mucha naturalidad”, explica sin perder la calma pero con contundencia. “Mi hijo me ha pegado a la tierra y me ha activado un vínculo de amor que no había experimentado tan fuerte en mi vida, y eso que he estado enamorado de tirarme por los suelos”, afirma riendo. “Y lo que me importa es que sea un chico con valores que respete al de enfrente sin importarle su religión, su raza, su sexualidad, que respete la convivencia, la justicia y la libertad..., lo que a mí me enseñaron en mi casa”.
A nivel profesional ambiciona la conquista, llegar a gente nueva y tocar el corazón de quienes no le han escuchado antes. En lo personal cree haber conseguido llegar a ser el Miguel que ha estado buscando durante años. “Han pasado los años de búsqueda y lucha conmigo mismo”, afirma Poveda. “Ahora mismo tengo un sentido de la libertad muy fuerte, un sentido de la familia conseguido con mi pareja y mi hijo. No necesito más. Tengo la sensación de haber llegado al sitio perfecto”.
Abrir una ventana a los recuerdos
‘La vida pasa volando’, el nuevo disco de Miguel Poveda, es una ventana abierta a sus recuerdos cuando cumple 30 años desde la primera vez que se subió a un escenario a cantar cuando tenía 15. “Este disco significa volver al punto cero”, explica el cantante, “abrir esa puerta de mi habitación donde trasteaba con mis casetes y mis discos de vinilo y recordar esas canciones que ya tenía olvidadas y que me han vuelto a traer el olor de mi piso de Barcelona y la bata roja de mi madre cuando andaba por el salón. Recopilar las fotografías para hacer el libreto ha sido un viaje al pasado tan bonito que es maravilloso saber de dónde vienes para ver a dónde vas”. El nuevo trabajo del cantante se compone de un disco de cante flamenco tradicional, otro con versiones de temas de Bambino, El Pescaílla, Manzanita o Lole y Manuel, y se completa con su anterior disco, 'Enlorquecido', dedicado a Federico García Lorca. La presentación oficial pondrá a Miguel Poveda de nuevo sobre el escenario del Teatro Real de Madrid el próximo 7 de diciembre.
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