Imagen: El País / Luis Argüello |
Luis Argüello pide disculpas si la expresión ha molestado: la "frase poco afortunada" solo quería decir que la Iglesia pide que los sacerdotes sean varones y heterosexuales.
Juan G. Bedoya | El País, 2018-11-23
https://elpais.com/sociedad/2018/11/23/actualidad/1542979825_701825.html
No ha tardado en rectificar y pedir disculpas el nuevo portavoz de los obispos por una "frase poco afortunada" pronunciada esta mañana en rueda de prensa en la que se decía que la Iglesia quiere sacerdotes, enteramente varones, por tanto, heterosexuales". El recién elegido portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha dicho después: "Pido disculpas si la respuesta ha podido molestar a alguna persona: yo, por supuesto, no puedo ni quiero decir que los varones homosexuales no sean perfectamente varones, lo que quiero decir con esta frase poco afortunada era algo más amplio".
Ha explicado en un audio colgado en la página web de la Conferencia Episcopal que la Iglesia, a la hora de elegir a los candidatos al sacerdocio pide "que sean varones: de sexo varón, de género varón y de orientación sexual que no sea la atracción por el mismo sexo". "De sexo, varón, y por supuesto que las personas de condición homosexual así lo son", ha repetido, pero no encajan, dicen en el significado esponsal que el ministerio tiene. Finalmente ha corregido: "He dicho enteramente varones, queriendo expresar que todo [para ser sacerdotes] tenía que ser varón, pero al saltar esto a la prensa... Lamento esa expresión, no es lo que he querido decir, sino lo que acabo de expresar ahora".
La frase, efectivamente, sonó a latigazo, sobre todo oída o leída sin el contexto. De hecho, hubo miradas de complicidad entre los asistentes a la conferencia, en torno a medio centenar de personas, no todos periodistas, además de varios funcionarios de la Casa de la Iglesia. La realidad es que el portavoz había ofrecido antes de esa frase, y lo hizo después de pronunciarla, como si creyera que tenía que quitarle hierro, una lección de antropología de la personalidad y de la sexualidad, más propia de una cátedra que de una rueda de prensa, todo ello después de subrayar “el respeto a la situación personal" de cada cual.
En todo caso, la frase, dicha así, obedece a lo que piensa la inmensa mayoría de los eclesiásticos, pese a contar también entre ellos con homosexuales. Todos ellos, homosexuales o heterosexuales tienen en la Iglesia católica la obligación de la castidad asumida voluntariamente. En el debate que ocupa estos días a los prelados, el problema no está en los pecados que se produzcan en la Iglesia romana, sino en los delitos penados por la legislación.
Lo cierto es que las teorías del portavoz Argüello sobre el sexo y el género; sobre la diferencia “entre lo que el cuerpo dice y lo que dicen los sentimientos; sobre la complicidad de quienes han de tomar “la decisión de ir al registro civil y decir: 'ahora no me llamo Antonio y me llamo Mari Pili, o Antonia”; sobre que "la categoría es el sentimiento", o sobre lo necesario de que en el diálogo y el logos "haya razones, no solo sentimientos", terminaron con su conclusión, ahora rectificada, de que el hombre no es enteramente varón si no es heterosexual.
Argüello, que es además obispo auxiliar de Valladolid, apenas se extendió sobre el tema de la pederastia, que finalmente ha ocupado más tiempo del previsto en esta asamblea, dado que no llevaban en el orden del día la crisis que les está acosando por las denuncias de abusos sexuales a menores por eclesiásticos de toda condición, incluidos prelados del más alto rango.
Ha explicado en un audio colgado en la página web de la Conferencia Episcopal que la Iglesia, a la hora de elegir a los candidatos al sacerdocio pide "que sean varones: de sexo varón, de género varón y de orientación sexual que no sea la atracción por el mismo sexo". "De sexo, varón, y por supuesto que las personas de condición homosexual así lo son", ha repetido, pero no encajan, dicen en el significado esponsal que el ministerio tiene. Finalmente ha corregido: "He dicho enteramente varones, queriendo expresar que todo [para ser sacerdotes] tenía que ser varón, pero al saltar esto a la prensa... Lamento esa expresión, no es lo que he querido decir, sino lo que acabo de expresar ahora".
La frase, efectivamente, sonó a latigazo, sobre todo oída o leída sin el contexto. De hecho, hubo miradas de complicidad entre los asistentes a la conferencia, en torno a medio centenar de personas, no todos periodistas, además de varios funcionarios de la Casa de la Iglesia. La realidad es que el portavoz había ofrecido antes de esa frase, y lo hizo después de pronunciarla, como si creyera que tenía que quitarle hierro, una lección de antropología de la personalidad y de la sexualidad, más propia de una cátedra que de una rueda de prensa, todo ello después de subrayar “el respeto a la situación personal" de cada cual.
En todo caso, la frase, dicha así, obedece a lo que piensa la inmensa mayoría de los eclesiásticos, pese a contar también entre ellos con homosexuales. Todos ellos, homosexuales o heterosexuales tienen en la Iglesia católica la obligación de la castidad asumida voluntariamente. En el debate que ocupa estos días a los prelados, el problema no está en los pecados que se produzcan en la Iglesia romana, sino en los delitos penados por la legislación.
Lo cierto es que las teorías del portavoz Argüello sobre el sexo y el género; sobre la diferencia “entre lo que el cuerpo dice y lo que dicen los sentimientos; sobre la complicidad de quienes han de tomar “la decisión de ir al registro civil y decir: 'ahora no me llamo Antonio y me llamo Mari Pili, o Antonia”; sobre que "la categoría es el sentimiento", o sobre lo necesario de que en el diálogo y el logos "haya razones, no solo sentimientos", terminaron con su conclusión, ahora rectificada, de que el hombre no es enteramente varón si no es heterosexual.
Argüello, que es además obispo auxiliar de Valladolid, apenas se extendió sobre el tema de la pederastia, que finalmente ha ocupado más tiempo del previsto en esta asamblea, dado que no llevaban en el orden del día la crisis que les está acosando por las denuncias de abusos sexuales a menores por eclesiásticos de toda condición, incluidos prelados del más alto rango.
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