Imagen: El País / Xabier Andonegi |
El nombramiento del conservador José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián irritó a los párrocos guipuzcoanos.
José Luis Barbería | El País, 2010-08-03
http://elpais.com/diario/2010/08/03/ultima/1280786401_850215.html
"Su nombramiento fue un tremendo golpe psicológico porque nuestro obispo Uriarte había vuelto del Vaticano convencido de que su sucesor no sería en ningún caso José Ignacio Munilla. Pensábamos que el nuevo sería español y tendría que aprender euskera, pero andábamos tranquilos, seguros de que Munilla estaba descartado", recuerda Xabier Andonegi, párroco de Lasarte-Oria, uno de los 101 cargos pastorales de la diócesis guipuzcoana que se alzaron contra su jerarquía. El nombramiento de José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián abrió un cráter de irritación y desafectos que no ha sido rellenado aunque han pasado ocho meses desde la difusión de aquella carta suscrita por el 77% de los párrocos. Muchos de ellos practican ahora la obediencia debida. En los templos y sacristías de la diócesis hoy sigue crepitando aquella frase incendiaria: "Hemos recibido con dolor y profunda inquietud la designación", que produjo entonces estupor, agitar de púrpuras cardenalicias y reprobación en los ámbitos de la Iglesia oficial.
"Esas ‘txapelas’ ensoberbecidas que quieren otorgarse la potestad de nombrar a sus obispos" (...) "Han cambiado la cruz por el ‘lauburu’ (esvástica curvilínea utilizada como símbolo por el nacionalismo)" (...) "¿Pero no querían un pastor euskaldún?", reprochaban voces acompasadas con el frufrú de las sotanas. Para escándalo de quienes esperaban del clero actitudes más piadosas y menos beligerantes, el escrito desautorizaba con crudeza al nuevo prelado. "Conocemos de cerca la trayectoria personal de D. José Ignacio Munilla como presbítero, profundamente marcada por la desafección y falta de comunión con las líneas diocesanas. Consideramos que en modo alguno es la persona idónea para desempeñar el cargo", se afirmaba en la carta del 14 de diciembre de 2009.
"Es que le conocíamos, y demasiado, desde que fue párroco de Zumárraga (Guipúzcoa)", subraya Xabier Andonegi. "Sabíamos de sus virtudes: cariñoso, servicial con dotes de comunicador, pero también que produjo una ruptura entre los jóvenes católicos porque les exigía que rezaran, fueran a Lourdes y a las procesiones y que nunca quiso participar en las asambleas del Consejo Episcopal, ni aplicar sus decisiones". Opuesto como era a la línea de "pacificación y reconciliación" del obispo Uriarte que incluía el rechazo a la ley de partidos que ha dejado fuera del tablero democrático a Batasuna, José Ignacio Munilla tampoco distribuía entre los feligreses los textos que a ese propósito preparaba el Obispado.
¿La carta fue una reacción nacionalista apoyada por los sacerdotes contrarios al viento integrista que sopla desde el Vaticano? "La cuestión nacionalistas-no nacionalistas estuvo presente, pero sobre todo fue un asunto de modelo y línea eclesial. El Papa apuesta por el catecismo y el culto, quiere volver al rezo del rosario y apoyarse en grupos anti intelectuales de obediencia ciega a la jerarquía como los ‘Kikos’, los carismáticos, el Opus... No quieren cristianos formados, quieren devotos". Dice el párroco de Lasarte que la calma que se respira hoy en la diócesis es más aparente que real y que aunque la catedral del Buen Pastor de San Sebastián está mas llena que nunca, hay miles de catequistas y de grupos de liturgia tentados por la idea de ignorar la actual línea eclesial.
La censura del libro del anterior vicario José Antonio Pagola y los ataques al teólogo franciscano José Arregui no han contribuido precisamente a pacificar los espíritus, ni tampoco la acusación, negada por el ahora obispo, de que cuando oficiaba en Zumárraga elaboró un fichero que bajo el título "Mafia" catalogaba doctrinal e ideológicamente a sus hermanos en Cristo. El diablo anda suelto en la diócesis y no se sabe a qué juega y de qué se disfraza. Munilla ha nombrado vicarios a dos curas nacionalistas y a decir de quienes le tratan habla con todos y se maneja delicadamente, con afecto e inteligencia. Pese a eso, Xabier Andonegi cree que las aguas terminarán desbordándose. "Va a ocurrir, ya está ocurriendo, que habrá dos Iglesias paralelas", asegura. Unos y otros necesitarán ese aliento del Espíritu Santo al que invocaba la carta del pasado año.
"Esas ‘txapelas’ ensoberbecidas que quieren otorgarse la potestad de nombrar a sus obispos" (...) "Han cambiado la cruz por el ‘lauburu’ (esvástica curvilínea utilizada como símbolo por el nacionalismo)" (...) "¿Pero no querían un pastor euskaldún?", reprochaban voces acompasadas con el frufrú de las sotanas. Para escándalo de quienes esperaban del clero actitudes más piadosas y menos beligerantes, el escrito desautorizaba con crudeza al nuevo prelado. "Conocemos de cerca la trayectoria personal de D. José Ignacio Munilla como presbítero, profundamente marcada por la desafección y falta de comunión con las líneas diocesanas. Consideramos que en modo alguno es la persona idónea para desempeñar el cargo", se afirmaba en la carta del 14 de diciembre de 2009.
"Es que le conocíamos, y demasiado, desde que fue párroco de Zumárraga (Guipúzcoa)", subraya Xabier Andonegi. "Sabíamos de sus virtudes: cariñoso, servicial con dotes de comunicador, pero también que produjo una ruptura entre los jóvenes católicos porque les exigía que rezaran, fueran a Lourdes y a las procesiones y que nunca quiso participar en las asambleas del Consejo Episcopal, ni aplicar sus decisiones". Opuesto como era a la línea de "pacificación y reconciliación" del obispo Uriarte que incluía el rechazo a la ley de partidos que ha dejado fuera del tablero democrático a Batasuna, José Ignacio Munilla tampoco distribuía entre los feligreses los textos que a ese propósito preparaba el Obispado.
¿La carta fue una reacción nacionalista apoyada por los sacerdotes contrarios al viento integrista que sopla desde el Vaticano? "La cuestión nacionalistas-no nacionalistas estuvo presente, pero sobre todo fue un asunto de modelo y línea eclesial. El Papa apuesta por el catecismo y el culto, quiere volver al rezo del rosario y apoyarse en grupos anti intelectuales de obediencia ciega a la jerarquía como los ‘Kikos’, los carismáticos, el Opus... No quieren cristianos formados, quieren devotos". Dice el párroco de Lasarte que la calma que se respira hoy en la diócesis es más aparente que real y que aunque la catedral del Buen Pastor de San Sebastián está mas llena que nunca, hay miles de catequistas y de grupos de liturgia tentados por la idea de ignorar la actual línea eclesial.
La censura del libro del anterior vicario José Antonio Pagola y los ataques al teólogo franciscano José Arregui no han contribuido precisamente a pacificar los espíritus, ni tampoco la acusación, negada por el ahora obispo, de que cuando oficiaba en Zumárraga elaboró un fichero que bajo el título "Mafia" catalogaba doctrinal e ideológicamente a sus hermanos en Cristo. El diablo anda suelto en la diócesis y no se sabe a qué juega y de qué se disfraza. Munilla ha nombrado vicarios a dos curas nacionalistas y a decir de quienes le tratan habla con todos y se maneja delicadamente, con afecto e inteligencia. Pese a eso, Xabier Andonegi cree que las aguas terminarán desbordándose. "Va a ocurrir, ya está ocurriendo, que habrá dos Iglesias paralelas", asegura. Unos y otros necesitarán ese aliento del Espíritu Santo al que invocaba la carta del pasado año.
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