martes, 31 de diciembre de 2002

#articulos #cine | Evolución de la temática en torno a la homosexualidad en los largometrajes españoles

Evolución de la temática en torno a la homosexualidad en los largometrajes españoles / Juan Carlos Alfeo Alvarez · UCM
En: Dossiers feministes (ISNN 1139-1219), n. 6 (2002). Dedicado a: Masculinats : mites, de/construccions i mascarades, p. 143-160
/ ES / Artículos
/ España / Franquismo / Historia - Siglo XX / Homosexualidad en el cine / Transición / Visibilidad 
TEXTO COMPLETO | UJI · Dossiers feministes
http://www.e-revistes.uji.es/index.php/dossiers/article/view/743

Las relaciones que se establecen en España entre cine y homosexualidad, tomando en conjunto la producción de largometrajes, casi nunca han pasado de ser tibias. El cine español de mayor difusión, el denominado cine comercial, aquél que podría tener alguna influencia en la construcción del imaginario colectivo sobre la homosexualidad -si es que tal influencia es apreciable en comparación con, por ejemplo, la televisiva- parece resistirse históricamente, salvo honrosas excepciones que iremos comentando, a apostar por una representación verdaderamente centrada en el alma de la cuestión homosexual. A lo largo de las próximas páginas, trataré de argumentar esta impresión que es compartida por muchas de las voces comprometidas con la «visibilización» social de la cuestión homosexual en nuestro país.

¿Pero cuál ha sido la razón de esta tibieza? Las razones son de índole diversa, y han ido variando con los años, desde las últimas décadas de la dictadura franquista hasta el momento actual.

Durante el tardofranquismo la razón primordial es evidente: el complejo aparato censor del Régimen y el entramado de leyes destinado al control social de sus ciudadanos non gratos, generaban un estado de cosas en el que estaba claro que nada, o casi nada, se podía decir sobre una realidad que chocaba de frente con la estrecha concepción moral del Nacional-Catolicismo franquista, a menos -eso sí- que fuera denigrante para los ciudadanos homosexuales -aún sería inexacto emplear el término «colectivo»- al tiempo que ejemplarizante para el resto de la sociedad.

En 1961, en el cuadrilátero delimitado por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, la ley de Vagos y Maleantes, la figura de “Escándalo Público” -versátil herramienta contemplada en el Código Civil de la época- y la Junta de Clasificación y Censura se produce “Diferente” (Luis María Delgado, 1961), un melodrama que, sin apartarse un ápice de las pautas establecidas, es capaz de subir a la pantalla cinematográfica la expresión, por la vía de la alegoría, de la metáfora o de la alusión a veladas referencias culturales, del espinoso tema del deseo -por supuesto, no correspondido- de un hombre hacia otro hombre.

sábado, 30 de noviembre de 2002

#libros #sodomia | Quemando mariposas : sodomía e imperio en Andalucía y México, siglos XVI-XVII

Quemando mariposas : sodomía e imperio en Andalucía y México, siglos XVI-XVII / Federico Garza Carvajal ; Lluís Salvador Graño (trad.)
Barcelona : Laertes, 2002 [11]
318 p.
Colección: Rey de bastos ; 39
ISBN 9788475844800 / 17,75 €

/ ES / EN* / ENS
/ Andalucía / Historia – Siglo XVI / Historia – Siglo XVII / Inquisición / México / Persecuciones políticas / Sodomía

A principios del siglo XVIl fray Pedro de León denominó "mariposas" a los que practicaban la sodomía. Su argumentación era que los sodomitas son como mariposas porque "las mariposas" tentadas por la atracción de la llama "vuelan adelante y atrás, cada vez acercándose más y más al fuego" hasta que finalmente se queman en su totalidad. Los sodomitas "que no se enmiendan, llevados por el pecado acabarán por fin en el fuego como mariposas", aseguraba De León.

A través de fuentes y manuscritos originales encontrados en diferentes archivos (Archivo General de Indias de Sevilla, Archivo General de la Nación de México, Archivo General de Simancas, Archivo Histórico Nacional de Madrid, Archivo Municipal de Sevilla, Archivo Real Chancillería de Valladolid,...), a través de un metódico y exhaustivo trabajo de campo, el autor desgrana con gran rigor histórico y amenidad la actuación de los temibles tribunales de la Corona en sus juicios, torturas y posterior condena a la hoguera de los acusados de cometer el "pecado nefando".

El estudio se centra en los discursos sobre sodomía que surgieron en Andalucía, centro del colonialismo español y en México, su primer y más grande Virreinato. Los documentos de archivo consultados para este estudio cubren el período entre 1561, el año de los primeros procesos por sodomía en la España moderna y 1699, el año que marcó el fin del reinado de los Habsburgo en España y en la Nueva España.

En aquella época en que el discurso de la "hombría" española se sustentaba en textualizar la sodomía como un pecado y un crimen contra natura, una especie de plaga pestilente contagiosa a menudo importada del exterior, se desencadenó una auténtica caza contra el sodomita. Si era necesario se torturaba hasta límites insospechados para corroborar una denuncia que conduciría, casi siempre, a la muerte. Aunque el condenado fuera inocente la tortura se encargaba de que él mismo, si era necesario, se autoinculpara. Había que alimentar el fuego para que siguiera creciendo el horror.
Un libro de historia fascinante donde el autor nos descubre que la sodomía percibida como un crimen y un pecado contra natura no fue dada sino que fue fabricada activamente. Argumentos ficticios, procedimientos jerarquizantes, selectivos y artificiales, estaban subordinados a varios poderes e intereses políticos.

Federico Garza. Educado en la Universidad St. Mary’s (San Antonio, Tejas), la Universidad de Navarra, la Universidad de Texas/Austin y la Universidad de Ámsterdam, ha sido profesor adjunto de Historia en el Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos (CEDLA) en la Universidad de Ámsterdam. Anteriormente ejerció de profesor de Historia estadounidense en Austin Community College y dio clases en la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Texas/Austin y en el Centro de Estudios Mexicoamericanos de la misma universidad.

Y TAMBIÉN...
University of Texas Press | Butterflies Will Burn : Prosecuting Sodomites in Early Modern Spain and Mexico / Federico Garza Carvajal
http://utpress.utexas.edu/index.php/books/garbut

domingo, 10 de noviembre de 2002

#hemeroteca #politica | La homosexualidad entra en política

La homosexualidad entra en política
Los partidos se abren a las demandas de 'gays' y lesbianas para captar votos de un colectivo cada vez más influyente
Soledad Alcaide | El País, 2002-11-10
http://elpais.com/diario/2002/11/10/espana/1036882813_850215.html

'La homosexualidad ya es política', afirma Jordi Petit, ex secretario general de ILGA, la organización internacional de gays y lesbianas, y ahora secretario de honor de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya. Y lo sostiene en la misma semana en que en la prensa se ha debatido si abrir la posibilidad de que en las casas cuartel de la Guardia Civil convivan parejas homosexuales fue maniobra electoral o de oportunidad política por parte del Gobierno. En una semana en la que PSOE e IU han vuelto a presentar en el Congreso dos proposiciones de ley para cambiar el Código Civil, de forma que se permita el matrimonio a las parejas del mismo sexo. Y en la que el viernes el Gobierno ha mostrado su rotunda oposición a la adopción y al matrimonio entre homosexuales, reflejada en una respuesta a una pregunta parlamentaria. A favor o en contra de sus derechos, el hecho es que la homosexualidad ha entrado en el debate político.

'Creo que éste es nuestro momento. Y tenemos que aprovecharlo'. El momento que menciona Pedro Zerolo, presidente de la Federación Estatal de Gays y Lesbianas, es el que llevan esperando desde el inicio de la democracia los cuatro millones de homosexuales que esa organización estima que hay en España: que sus reivindicaciones, encabezadas por la equiparación del matrimonio, se acepten socialmente hasta el punto de que en un futuro próximo lleguen a estar en los textos legales. Y, mientras ocurre, empiezan a sentirse objeto de las miradas de los partidos políticos, que parecen acabar de descubrir que ese 10% de la población también acude a las urnas.

'Los políticos se están fijando en nosotros', sostiene Mili Hernández, dueña de la librería Berkana, en el barrio madrileño de Chueca, el primero manifiestamente homosexual de España. 'No es que antes no lo hicieran, pero pensaban que éramos una minoría'. Ese cambio ha sido el resultado de 25 años de lucha -no hay que olvidar que todavía en 1975 se juzgaba a las personas por homosexualidad; 152 personas pasaron ese año por los Tribunales de Orden Público de Madrid, según el libro “La sociedad gay”-, pero , como han señalado todas las personas consultadas para este reportaje, ha sido sobre todo la manifestación del pasado 29 de junio, la segunda convocatoria más numerosa que se ha celebrado en la capital (con una asistencia, según los organizadores, de medio millón de personas), la que ha dado la prueba de fuerza del colectivo de gays, lesbianas y transexuales. Desde ese día se han convertido en rostros y, por tanto, en votos.

A eso se añade que el escenario político ha cambiado en los últimos meses: con encuestas que muestran la igualdad entre PP y PSOE, el reforzamiento del líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, tras el debate de Presupuestos, y unas elecciones a la vuelta de la esquina. El acercamiento ha consistido en guiños electorales de algunas personalidades políticas, más que en compromisos concretos. Como cuando el candidato del PP a la alcaldía de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, aseguró en una emisora de radio que una pareja del mismo sexo es una familia y que por lo tanto no se le puede negar el derecho de adopción, siempre que haya informes científicos favorables.

'Que los partidos integren en sus programas las reivindicaciones de homosexuales y lesbianas es un elemento de normalización que supone que recibamos un trato de ciudadanos. Ojalá hagan electoralismo con ello', añade Jordi Petit.

Pero la idea de captar el denominado “voto rosa” no es nueva ni específica de España. De hecho, el electorado homosexual -junto con el voto femenino y el de color- fue decisivo en la primera elección de Bill Clinton como presidente de Estados Unidos. Por eso, las asociaciones de gays y lesbianas españolas están apuntando ya que su voto unido puede ser determinante en muchos casos. Como en Madrid, donde calculan que viven unos 400.000 homosexuales. Sólo con la mitad de esos votos se decidió la alcaldía de la capital en las últimas elecciones municipales, en las que José María Álvarez del Manzano, por el PP, venció al socialista Fernando Morán. Y ahora los candidatos que se enfrentan, Ruiz Gallardón y Trinidad Jiménez, deberán arañar hasta la última posibilidad.

'No sé si haremos una campaña por el voto rosa, pero en el congreso que la federación celebrará a primeros de diciembre se hablará de ello. Es una de las propuestas de la ponencia política', asegura Beatriz Gimeno, la secretaria general de la federación. Aunque también hay bastantes opiniones en contra del voto rosa como voto organizado.

'Acercarnos a los políticos porque nos nombran en época de elecciones es ser gilipollas', dice Carlos Alberto Biendicho, militante del PP y presidente de la Plataforma Popular Gay (PPG), quien opina que el interés político hacia los homosexuales es la manera de captar todo un arco político que se define progresista, aunque no comparta su orientación sexual. 'Ahora, lo políticamente correcto es estar con los homosexuales, y mañana con los de Sintel o con las mujeres maltratadas. Somos otro grupo de transacción'.

'Los gays no sólo votan pensando en su condición y en si van a tener o no el matrimonio. Hay superconservadores, progres e incluso los hay que pasan... son ciudadanos como los demás', asegura Miguel Ángel Sánchez, de la Fundación Triángulo.

'Yo no creo en el voto rosa', señala también la diputada Marisa Castro, de Izquierda Unida, el único partido que ha llevado las reivindicaciones homosexuales en todos sus programas. 'Porque también si se unieran todos los pobres, los ricos tendrían que echar a correr. Pero no es de recibo que en pleno siglo XXI se cuestionen determinados derechos'.

Ésa es la batalla de los homosexuales, sea cual sea su tendencia política. Como lo asegura Carla Antonelli, de Transexualia, la asociación que representa a los transexuales españoles, que se sienten muy abandonados por los políticos: 'Nuestras reivindicaciones no son una cuestión de ideas políticas, sino de derechos humanos. Hasta ahora las hemos ido ganando a golpe de sentencia y según el criterio de cada juez'.

Muchos opinan que el partido del Gobierno debería fijarse en otras agrupaciones de centro-derecha de Europa. 'En Holanda, por ejemplo, los partidos discrepan en otras cuestiones, pero jamás en cuanto a los derechos sociales', dice Sánchez.

'Es una cuestión de tiempo', sostiene Javier Gómez, militante del PP y miembro de la directiva de la federación de gays y lesbianas. 'Siempre habrá gente que no quiera avanzar, por ideas religiosas o por cerrazón, pero ahí están las encuestas, que hablan de una mayoría de españoles que acepta el matrimonio entre homosexuales. En mi partido hay una parte que se opone, para qué lo vamos a negar, pero la sociedad está ya claramente por delante'.

jueves, 31 de octubre de 2002

#libros #mujeres #franquismo | El silencio roto : mujeres contra el franquismo

El silencio roto : mujeres contra el franquismo / Fernanda Romeu Alfaro.
Vilassar de Dalt, Barcelona : El Viejo Topo, 2002 [10]
340 p.
ISBN 9788495776402 / 17,50 €

/ ES / ENS
/ España / Feminismo / Franquismo / Historia – Siglo XX / Mujeres en el franquismo / Mujeres – Historia / Patriarcado
Biblioteca UPV/EHU
http://millennium.ehu.es/record=b1406680~S1*spi
Otra ed.: Autora, 1994
Biblioteca UPV/EHU

http://millennium.ehu.es/record=b1070917~S1*spi

Fernanda Romeu, junto a otros historiadores, reivindica una Historia en la que además de los métodos clásicos de investigación histórica se incorporen elementos coyunturales y vivos. A través de entrevistas, cartas, conversaciones e imágenes este libro da cuenta de la presencia de las mujeres comprometidas en la lucha política contra la dictadura franquista. Obligadas a vivir en una sociedad rígidamente patriarcal, recaían sin embargo sobre ellas las tareas más importantes para la supervivencia. Eran las cabezas visibles de familia cuando sus maridos o compañeros estaban presos o muertos. Los fusilamientos, encarcelamientos, exilios y huida a los montes de los hombres que lucharon por la República hicieron de España una nación de mujeres que sacaban adelante la familia y ayudaban al hombre en su caída. En este libro resuenan sus voces.

#libros #nazismo | Los hombres del triángulo rosa : memorias de un homosexual en los campos de concentración nazis


Los hombres del triángulo rosa : memorias de un homosexual en los campos de concentración nazis / Heger Heinz ; trad. Eduardo Knörr Argote
Amaranto, Pozuelo de Alarcón, Madrid : 2002
164 p.
ISBN 9788493145729 [2002-10] / 14,42 €
ES / DE / BIO
/ Alemania / Genocidio / Historia – Siglo XX / Nazismo / Persecuciones políticas / Testimonios

Este libro trata de un aspecto poco conocido de la barbarie nazi: la persecución de los homosexuales. A diferencia de los numerosos relatos existentes de judíos que sobrevivieron a los campos de exterminio, no hay casi testimonio de homosexuales encarcelados durante esta época. El motivo es muy sencillo: al finalizar la gue rra la homosexualidad seguía estando mal vista en Europa, e incluso castigada en muchos países, por lo que los ex prisioneros del triángulo rosa no se atrevían a publicar sus experiencias, temerosos de avergonzar a sus familiares y de sufrir nuevas penalidades.

DOCUMENTACIÓN
Recomendando libros: “Los hombres del Triángulo Rosa”. Memoria de la barbarie
Ideas, culturas, sensaciones, 2009-01-05
http://ideasculturasensaciones.blogspot.com.es/2009/01/recomendando-libros-los-hombres-del.html
Los hombres del triángulo rosa
Heinz Heger | El País, 2002-10-06
http://elpais.com/diario/2002/10/06/domingo/1033876360_850215.html

ENLACES
Wikipedia | Heinz Heger
http://es.wikipedia.org/wiki/Heinz_Heger
Wikipedia | Triángulo rosa
http://es.wikipedia.org/wiki/Tri%C3%A1ngulo_rosa
Fundación UNED | Los grandes olvidados de los crímenes contra la humanidad. Nazismo / homosexualidad. Los hombres del triángulo rosa.
http://www.fundacion.uned.es/actividad/idactividad/6145

LECTURAS
Triángulo rosa: la persecución de los homosexuales bajo el nazismo
Biblioteca de la Deportación, 2014-01-01
http://bibliotecadeladeportacion.blogspot.com.es/2014/01/triangulo-rosa.html
El triángulo rosa invertido: otro símbolo de la represión nazi / Félix Tubío Pérez
La Historia al Descubierto, 2010-06-27
http://felixtubio.blogspot.com.es/2010/06/el-triangulo-rosa-invertido-otro.html

domingo, 6 de octubre de 2002

#hemeroteca #nazismo | Los hombres del triángulo rosa



Los hombres del triángulo rosa
Memorias de un homosexual en los campos de concentración nazis. Heinz Heger
'Los hombres del triángulo rosa. Memorias de un homosexual en los campos de concentración nazis'. Editorial Amaranto. Heinz Heger, seudónimo del escritor austriaco Hans Neumann (1914-1979), conoció en los años sesenta a Joseph K., un superviviente de la represión nazi con los homosexuales. Le animó a que le contara sus experiencias y así se publicó este libro en alemán en 1972, que ahora ve la luz en la edición española. El protagonista, que falleció en 1994, no quiso dar su nombre 'por respeto a su propia familia'.
Heinz Heger | El País, 2002-10-06
http://elpais.com/diario/2002/10/06/domingo/1033876360_850215.html

Durante el camino, los guardias de las SS que nos custodiaban nos dijeron que se nos trasladaba al campo de concentración de Flossenbürg. En Sachsenhausen ya había oído hablar de ese lugar a algunos prisioneros. Contaban que en ese campo las condiciones de vida eran tan malas como en el nuestro, por lo que no debíamos abrigar esperanzas de tiempos mejores. En este aspecto, todos los campos de concentración eran igual de brutales.

El campo de Flossenbürg estaba en Steinpfalz, en el norte de Baviera, cerca de la frontera checa, a unos setecientos metros sobre el nivel del mar. La ciudad más cercana era Weiden. Había sido construido sobre una suave ladera, no muy alejado del pueblo de Flossenbürg. A pesar de la hermosura del paisaje, con un antiguo castillo en ruinas del siglo XIV que se erguía pintoresco en el horizonte, Flossenbürg no deja de ser un sitio de infausta memoria para decenas de miles de personas: el dolor y tormento que en él sufrieron lo maldecirán para siempre.

Cuando nuestro convoy, formado por tres camiones, llegó a Flossenbürg y nos descargaron en la explanada, nos sorprendió ver que no estábamos ante el mismo circo que se acostumbraba a montar en Sachsenhausen para los recién llegados; esto es, gritos, insultos y golpes. Nuestra llegada al campo nos pareció, por lo menos, más civilizada, y no la percibimos como una experiencia desagradable.

De los más de cien presos de Sachsenhausen transferidos a Flossenbürg, sólo cinco llevábamos el triángulo rosa: un cantante checo, de Praga, de 35 años; un funcionario austriaco de Graz, de 42 años; un joven de 24 años de Salzburgo, de quien se decía que había sido oficial de las juventudes hitlerianas; otro vienés y yo, ambos de 22 años. Al igual que en Sachsenhausen, nos destinaron al bloque de los maricas, que en Flossenbürg solamente ocupaba el ala A, esto es, solamente había un dormitorio para homosexuales.

En esa época, el ala albergaba ya a más de doscientos prisioneros y, como en Sachsenhausen, era obligatorio que la luz estuviera encendida durante toda la noche, si bien no en todo el bloque, sólo en el ala de los maricas. También allí había que dejar las manos sobre la manta mientras dormíamos. Al parecer, esta regla estaba vigente en todos los campos de concentración que tuvieran barracas para homosexuales. La regla no dejó de aplicarse hasta un año más tarde, cuando disolvieron el ala y nos separaron en grupos más pequeños, que distribuyeron entre los demás bloques.

Un guardia nos condujo a nuestra barraca y, una vez allí, nos entregó al jefe de bloque de las SS. Éste hizo que permaneciéramos de pie durante un buen rato, mientras un grupo de ocho o diez capos se juntaba a nuestro alrededor y nos examinaba con detenimiento. Yo ya no era tan ingenuo como para no saber el motivo por el cual un grupo de notables -que incluía a los capos- nos observaba de esta manera: buscaban nuevos amantes entre los recién llegados. Como yo no tenía aún mucha barba, aunque estuviera cerca de cumplir los 23, y aparentara ser más joven de lo que en realidad era, y como me había repuesto un poco gracias a las raciones adicionales que me conseguía mi capo de Sachsenhausen, estaba en el punto de mira de los capos, que revoloteaban a nuestro alrededor. Me di cuenta de su especial interés en mí por los abiertos comentarios que hacían. Parecía que los cinco recién llegados hubiéramos aterrizado en el mercado de esclavos de la antigua Roma.
Fin de la inspección

De pronto, el sargento de las SS y el decano del bloque salieron del dormitorio y pusieron fin a la inspección de los capos. El sargento de las SS nos leyó las normas especiales que regían para el bloque de homosexuales, y, mientras lo hacía, el decano de bloque permaneció en pie detrás de él, mirándonos bien y con la misma idea en la cabeza que la que antes habían tenido los capos. Sus ojos me miraron fijamente durante un buen rato, y noté que una sonrisa de satisfacción surgía en su rostro. Cuando el sargento se marchó, el decano del bloque, que tenía que asignarnos las camas, inmediatamente se me acercó y me dijo:

-¡Eh, tú!, muchacho, ¿quieres venir conmigo?

-Sí, claro -respondí de inmediato, sabiendo muy bien a qué se refería. Mi pronta aceptación le impresionó un poco.

-Eres un chico listo, y eso me gusta -me dijo, dándome unas palmadas en el hombro.

Como Sachsenhausen, el campo de Flossenbürg estaba dirigido por los verdes. En otras palabras, la gran mayoría de los decanos y capos provenía de las filas de los criminales comunes, y, como es natural, también el decano del campo y el obercapo.

Mi nuevo amante resultó ser un delincuente profesional de Hamburgo, muy estimado en su medio como forzador de cajas fuertes. Los prisioneros le temían por su brutalidad, e incluso sus colegas capos le tenían miedo, pero conmigo fue bondadoso y considerado. Medio año más tarde fue nombrado decano del campo, puesto en el que permaneció hasta que los estadounidenses liberaron el campo de concentración. Incluso tiempo después, cuando yo ya no era su amante, pues se había escogido un joven polaco, siguió protegiéndome. Me salvó la vida en más de diez ocasiones, y aún hoy, más de veinticinco años después, todavía le estoy muy agradecido. Ahora vive de nuevo en Hamburgo, aunque no he tenido contacto con él desde el mes de abril de 1945.

Mis nuevos compañeros de prisión me contaron que el sargento de las SS de nuestro bloque era muy perspicaz, que estaba siempre preparado para imponer castigos, que no sonreía nunca ni mostraba sentimiento alguno, pero que tampoco le ponía nunca la mano encima a ningún prisionero. Después de que los cinco recién llegados hicimos nuestras camas en el modo prescrito y colocamos nuestras escasas pertenencias en el casillero asignado tuvimos que formar de nuevo para que nos tomaran los datos personales. El jefe de bloque de las SS pasó revista a la fila de los cinco acompañado por un prisionero que hacía de secretario, y nos hizo más preguntas de lo que uno se pudiera imaginar.

Cuando llegó mi turno me miró a los ojos, y fue como si una chispa de entendimiento hubiera saltado de su mirada a la mía. No consigo encontrar las palabras adecuadas para describirlo, pero sentí una especie de descarga eléctrica en los pocos segundos que duró el intercambio de miradas. Nunca me dirigió demasiadas palabras mientras estuve en su bloque, pero a menudo pude notar que se me quedaba mirando.

En una ocasión, un sargento de las SS me golpeó por no haberme quitado a tiempo el gorro en su presencia. Él salió corriendo de su despacho y le gritó:

-¡Deja en paz a ese hombre!

El sargento me soltó de inmediato y se largó con viento fresco mascullando: 'Ya veremos, ya veremos'. El jefe de bloque se quedó mirándome fijamente con expresión grave y después volvió a su despacho. Varias veces le sorprendí mirando hacia donde yo estaba, mientras él se sentía inobservado. Nunca hablé de esto con los demás prisioneros, ni siquiera con mi amigo, el decano del bloque, pero tenía la sensación instintiva de que yo no le resultaba indiferente, de que era uno de los nuestros, con la misma tendencia sexual de los prisioneros que llevábamos el triángulo rosa.

Él ocultaba sus sentimientos rechazando todo contacto personal con los prisioneros y manteniendo un comportamiento rígido e intransigente. Por la más mínima contravención de las normas del campo, y eso quería decir algo tan nimio como un golpe de tos en un momento inoportuno o la falta de un botón, ordenaba que se dieran al prisionero de cinco a diez bastonazos en el potro, la pena habitual. Pero nunca se quedaba a ver en persona el castigo, y en una ocasión en la que se vio obligado a estar presente giró la cara hacia atrás para no mirar. A mediados de 1941 se presentó como voluntario para ir al frente ruso y desapareció de nuestras vidas para siempre. (...)

Por orden expresa del reichquique [Himmler], en el verano de 1943 se instaló en el campo de Flossenbürg un burdel al que se llamaba eufemísticamente bloque especial. Se dividió el espacio central de lo que hasta entonces había sido la sala de proyección cinematográfica en varios apartamentos, en los que vivirían y trabajarían las prostitutas. El bloque especial dependería de la enfermería, para poder controlar así la salud de las damiselas y los clientes. Como es natural, el acontecimiento fue objeto de amplia discusión entre los prisioneros, a quienes se nos había notificado su apertura con varias semanas de antelación. Los verdes y los gitanos saludaron con gran entusiasmo la instauración del burdel, mientras que los presos políticos estaban en contra y opinaban que se trataba de una maniobra de distracción de los nazis para enmascarar lo mal que iba la guerra. Los testigos de Jehová declararon que no visitarían el burdel, por motivos de conciencia.

Entre otras ideas, Himmler pensaba que los hombres del triángulo rosa nos curaríamos de nuestra tendencia homosexual mediante visitas regulares y obligatorias al burdel. Debíamos presentarnos en el nuevo bloque una vez por semana para aprender a disfrutar de las delicias del sexo opuesto. La orden misma era un ejemplo de lo poco que sabían los líderes de las SS y sus asesores científicos acerca de la homosexualidad, y de la estrechez de miras que demostraban al tildar de mera perversión enfermiza una orientación sexual y prescribir las visitas obligatorias al burdel como remedio y cura para la misma. Una torpeza mental que se puede observar igualmente hoy día, tras veinticinco años de supuesto progreso científico, en casi todas las instancias oficiales.

Un camión con damiselas

Un día el camión que transportaba a las damiselas apareció por el portón del campo y vació su cargamento en el bloque especial, en donde ya esperaban impacientes muchos hombres. Diez muchachas jóvenes descendieron y fueron conducidas a sus aposentos. Venían del campo de mujeres de Ravensbrück y casi todas eran judías o gitanas. Las SS las habían traído a Flossenbürg con la falsa promesa de que, tras seis meses de servicio a los clientes, serían liberadas del campo de concentración si durante ese tiempo se prestaban voluntariamente a ser chicas de burdel. Las torturas y vejaciones en los campos de mujeres no debían de ser menos terribles que en Flossenbürg, pues de otra manera sería incomprensible que estas prisioneras se hubieran ofrecido como voluntarias para trabajar en el lupanar. La promesa de liberarlas debió de seducirlas tanto como la perspectiva de que se acabarían las torturas y brutalidades, y que no tendrían que soportar más la penuria del hambre.

Creyendo en las promesas de sus carceleros, se ofrecieron como víctimas en vano y sacrificaron durante seis meses su dignidad humana. Sí fue cierto que sólo tuvieron que cumplir seis meses de servicio en el burdel, y que, transcurridos éstos, fueron reemplazadas por un cargamento de nuevas voluntarias de Ravensbrück. Pero no alcanzaron la libertad: en su lugar fueron enviadas al campo de exterminio de Auschwitz, totalmente exhaustas tras haber cumplido con los casi dos mil actos sexuales que estuvieron obligadas a realizar.

El mismo día de la inauguración del burdel, más de cien prisioneros desfilaron por el bloque especial desde las cinco de la tarde hasta las nueve de la noche, horario en el que permanecía abierto para los prisioneros. Ese número de visitantes no decreció prácticamente ningún día. No es que todos estos prisioneros, que bromeaban y reían mientras hacían cola fuera del burdel, rebosaran precisamente de salud -los que estaban pletóricos eran casi siempre capos o capataces-: el grupo incluía también a un buen número de lastimosas figuras, despojos humanos hambrientos y escuchimizados que flotaban entre la vida y la muerte, y que parecían estar al borde del colapso. Aun así querían su rato de placer con las mujeres, clara muestra de que la sexualidad es la más fuerte de las pulsiones humanas.

El comandante Rascapolvo hizo taladrar agujeros en las diez puertas de las llamadas habitaciones del placer, orificios que él y sus subordinados utilizaban para regodearse observando de cerca la vida sexual de sus prisioneros; así, al día siguiente podían contar a otros presos las posturas que utilizaba cada uno de ellos. Con frecuencia yo me preguntaba si esta muestra furtiva de sexualidad inhibida, que a buen seguro iba acompañada de un complejo de inferioridad, no era más degenerada de lo que supuestamente era mi homosexualidad.

También yo tuve que visitar el burdel en tres ocasiones, siguiendo órdenes precisas del comandante Rascapolvo, visitas que además de resultarme penosas me supusieron un auténtico tormento. No comprendo qué alivio ni qué placer esperaban que pudiera experimentar al ver a la pobre y esmirriada muchacha alzar las piernas tumbada sobre la cama y decir: 'Vamos, apúrate'. Ella, tanto como yo, quería que terminara lo antes posible una situación que a ambos nos resultaba dolorosa, además a sabiendas de que algún guardia estaría observándonos por el agujero de la puerta. La verdad es que no se podía esperar ninguna curación mediante esta forma de disfrutar del sexo opuesto. Por el contrario, quedé tan intimidado por esas visitas que nunca más volví a intentar hacer el amor con una mujer, con lo que mis preferencias sexuales se vieron incluso reforzadas.

Por fortuna, el burdel tenía tanta concurrencia que no se me volvió a ordenar que acudiera a él otra vez, aunque, para guardar las apariencias, cada semana me inscribía en la lista, pagaba los dos marcos de rigor y mandaba a otro prisionero a que diera rienda suelta a sus apetitos en mi lugar.

Los notables del campo asistían al burdel con frecuencia y regularidad, y a menudo llevaban regalos a las muchachas, regalos que podían ir desde una salchicha a unas braguitas de seda de encaje. Como es comprensible, los notables se encontraban a sus anchas con las prostitutas. Muchos de ellos iban siempre con la misma muchacha y empezaban a hablar de relaciones estables, lo cual era muy optimista, pues a veces más de diez o quince prisioneros consideraban a una sola muchacha como su novia futura y le llevaban regalos. Fue casi un milagro que no hubiera asesinatos entre los presos.
Peluches

A pesar de que visitaban regularmente el burdel, los decanos de bloque y los capos conservaban a sus peluches, de los que evidentemente no querían separarse. No los culpaba, pues aunque nunca tuve una relación íntima con ninguno de ellos, los muchachos rusos y polacos me parecían más limpios y sobre todo más humanos que las pobres chicas del burdel, de cuerpos ajados e hinchados. Pero claro, eso es sólo un punto de vista.

Hacia finales de 1943, Himmler dictó una nueva orden de expurgación de los degenerados sexuales; esto es, de los homosexuales. La orden indicaba que todo homosexual que aceptara ser castrado y que hubiera tenido una buena conducta sería liberado en poco tiempo. Algunos prisioneros de triángulo rosa creyeron en las promesas de Himmler y consintieron en dejarse castrar como forma de escapar al mortal abrazo que suponía el campo de concentración. Pero, a pesar de observar una buena conducta -la evaluación de la misma quedaba a merced del humor que tuvieran el decano de bloque y el jefe de bloque de las SS-, sólo se les liberó del campo de concentración para enviarlos a la división de castigo Dirlewanger en el frente ruso, para ser masacrados en la guerra contra los partisanos y morir como héroes en nombre de Hitler y Himmler.

ENLACES
Pete Delicatessen | Auschwitz Triángulos Rosas

https://sites.google.com/site/petedelicatessen/auschwitz-triangulos-rosas-noviembre
>
DOCUMENTACIÓN
Último Sobrevivente entre os Homossexuais Deportados pelos Nazistas – Ele uso o Triângulo Rosa
Andre Luiz! | Ecos da Segunda Guerra Mundial, 2012-05-05

http://segundaguerra.net/ultimo-sobrevivente-entre-os-homossexuais-deportados-pelos-nazistas-ele-uso-o-triangulo-rosa/
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RESEÑAS
Heger, Heinz: Los hombres del triángulo rosa / Cristina Holgado
En: Revista de filología alemana, v. 20 (2012), p. 332-336
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UCM · Revistas Científicas Complutenses
http://revistas.ucm.es/index.php/RFAL/article/view/39782

martes, 30 de abril de 2002

#libros #queer | Sexualidades transgresoras : una antología de estudios queer


Sexualidades transgresoras : una antología de estudios queer / Rafael M. Mérida Jiménez (ed.)
Barcelona : Icaria, 2002
262 p.
Colección: Mujeres y Culturas ; 11
ISBN 8474265622 [2002-04] / 16,23 €
/ ENS / REC
/ Feminismo / Identidad colectiva / Sexualidad / Teoría Queer
Biblioteca UPV/EHU
http://millennium.ehu.es/record=b1389447~S1*spi

Los estudios queer ofrecen una profunda revisión de las prácticas asociadas a la sexualidad y al erotismo, a la normalidad y a la perversión, de las nociones de producción cultural y de reproducción social, del activismo político y del compromiso intelectual, de las identidades individuales y de las mitologías colectivas, de las retóricas de lo explícito y de lo implícito. Gestados durante la década de los ochenta ha alumbrado en los noventa un conjunto plural de trabajos que pretenden desestabilizar los cánones artísticos, transgredir los patrones unívocos y subvertir de forma sistemática sus propios límites y los códigos dualistas que definen los comportamientos heteronormativos.

Esta antología recoge artículos de nueve de los teóricos queer norteamericanos más relevantes en el ámbito de los estudios históricos y literarios, la sociología, la filosofía, el psicoanálisis, los medios de comunicación y la pedagogía: Eve Kosofsky Sedgwick, Judith Butler, Diana Fuss, Donald Morton, Joshua Gamson, Robyn Wiegman, Deborah P. Britzman, Lauren Berlant y Michael Warner.

SUMARIO
7 / Prólogo / Rafael M. Mérida Jiménez
29 / I. A (queer) y ahora / Eve Kosofsky Sedgwick 
55 / II. Críticamente subversiva / Judith Butler  
81 / III. Las mujeres caídas  de Freud: identificación, deseo y «Un caso de homosexualidad en una mujer» / Diana Fuss 
111 / IV. El nacimiento de lo ciberqueer / Donald Morton 
141 / V. ¿Deben autodestruirse los movimientos identitarios? Un extraño dilema / Joshua Gamson 
173 / VI. Desestabilizar la academia / Robyn Wiegman 
197 / VII. La pedagogía transgresora y sus extrañas técnicas / Deborah P. Britzman 
229 / VIII. Sexo en público / Lauren Berlant y Michael Warner 

ENLACES
Icaria | Sexualidades transgresoras
http://www.icariaeditorial.com/libros.php?id=714
Centre Dona i Literatura | Sexualidades transgresoras
http://www.ub.edu/cdona/es/publicacions/sexualidades-transgresoras-una-antolo