'Remembering Jose Sarria', obra de R. Mike Nichols |
José Ángel González | Distrito Latino, RTVE, 2013-08-30
http://blog.rtve.es/distritolatino/2013/08/muere-jose-sarria.html
El soldado y la Emperatriz I de San Francisco son la misma persona: José Julio Sarria, que acaba de morir, a los 90 años, por las complicaciones de un cáncer.
‘Drag queen’, pionero del activismo prohomosexual y primera persona abiertamente gay en postularse para un cargo público en los EE UU, Sarria, de orígenes hispano-colombianos, era un personaje muy estimado en la ciudad en la que nació, fue detenido y humillado, calentó las noches, peleó contra disposiciones administrativas abusivas y se enfrentó a la Policía de los años duros de la homofobia.
En 1961, más de una década y media antes del tiempo de libertad social y tolerancia de Harvey Milk —del que fue gran amigo—, Sarria decidió presentarse al cargo de concejal del Ayuntamiento de San Francisco. Concurrió a una votación para cubrir nueve escaños a la que se presentaron 34 candidatos y quedó en la novena posición, con casi seis mil votos.
El buen resultado tiene una dimensión totalmente distinta y se convierte en una victoria al considerar que el candidato se mostró durante la campaña, bajo un eslogan corto pero claro: "Igualdad", como abiertamente homosexual y prometió defender desde la sede municipal los derechos del colectivo gay. Desde aquel día, como afirmaba Sarria, "ningún político de San Francisco se ha atrevido a desdeñar a la comunidad gay".
Fue el primer estadounidense —y seguramente una de las primeras personas del mundo— en atreverse a salir del armario y optar a un cargo público sin esconder la homosexualidad que había elegido como opción personal. Lo hizo en un momento especialmente duro, con las consecuencias del 'macarthismo' todavía vigentes y leyes locales durísimas contra los ‘viciosos’.
Sarria fue víctima del fanatismo intolerante: lo detuvieron en numerosas ocasiones por "indecencia" y "atentados contra la moral" por mantener encuentros clandestinos con otros hombres. Los antecedentes policiales le cerraron el camino para terminar los estudios que había iniciado para hacerse maestro. Un fichado por "desviación sexual" no podía entrar en un aula y dar clases en aquellos años.
Obligado por las circunstancias, el inquieto Sarria, que había terminado la II Guerra Mundial como sargento, se ganó la vida como ‘drag queen’ estelar del Black Cat, un local del barrio de North Beach, donde realizó parodias de escenas operísticas hasta 1963. Combinaba las lentejuelas con el activismo y participó en la fundación de dos grupos embrionarios de la defensa de los derechos de los homosexuales, la League for Civil Education y la Society for Individual Rights.
Más tarde fue el impulsor del International Court System, una organización de ‘reinonas’ que promulgó el nombramiento de ‘emperatrices’ para los EE UU, Canadá y México. Sarria fue la Emperatriz I y se presentaba como "viuda" del Emperador Norton, un excéntrico personaje del siglo XIX venerado en la ciudad de San Francisco, donde le daban de comer en los mejores restaurantes, le reservaban sitio en los plenos municipales y le consideraban el mejor juez para resolver conflictos.
Nacido en San Francisco el 12 de diciembre de 1922, el activista gay era hijo de la colombiana María Dolores Maldonado, nacida en Bogotá y de clase alta, obligada a escapar de su país por motivos políticos, y de Julio Sarria, un español que también se había ido a EE UU en busca de asilo y fortuna. El niño fue criado por varias familias de acogida porque sus padres no tuvieron
De corta estatura (1,55 metros, tuvo que ponerse alzas para ser admitido en el ejército) y gran sentido del humor, Sarria promovió inteligentes campañas contra la discriminación de los gay cuando casi nadie se atrevía. A finales de la década de los años cincuenta, para evitar las redadas indiscriminadas de la policía contra los travestis y las ‘drag queens’, acusados del delito de "engaño" que contemplaba una caduca normativa municipal, repartió una sencilla silueta de gato con la leyenda "soy un chico" para que sus colegas la llevasen prendida a la ropa y no pudiesen ser imputados de ningún tipo de "engaño" o equívoco. La argucia triunfó cuando varios detenidos demandaron a los agentes y ganaron los casos.
"No quiero ser recordado como el pequeño hispano que salía al escenario a cantar ‘God Save the Nelly Queens’ [himno de las ‘drag queens’, con la música del británico ‘God Save the Queen’]. Hice algo más que eso con mi vida... Quiero ser recordado por lo bueno que he logrado. Fui el primero. El primero en organizar grupos sin ánimo de lucro de defensa de los gay", declaró hace unos años Sarria.
‘Drag queen’, pionero del activismo prohomosexual y primera persona abiertamente gay en postularse para un cargo público en los EE UU, Sarria, de orígenes hispano-colombianos, era un personaje muy estimado en la ciudad en la que nació, fue detenido y humillado, calentó las noches, peleó contra disposiciones administrativas abusivas y se enfrentó a la Policía de los años duros de la homofobia.
En 1961, más de una década y media antes del tiempo de libertad social y tolerancia de Harvey Milk —del que fue gran amigo—, Sarria decidió presentarse al cargo de concejal del Ayuntamiento de San Francisco. Concurrió a una votación para cubrir nueve escaños a la que se presentaron 34 candidatos y quedó en la novena posición, con casi seis mil votos.
El buen resultado tiene una dimensión totalmente distinta y se convierte en una victoria al considerar que el candidato se mostró durante la campaña, bajo un eslogan corto pero claro: "Igualdad", como abiertamente homosexual y prometió defender desde la sede municipal los derechos del colectivo gay. Desde aquel día, como afirmaba Sarria, "ningún político de San Francisco se ha atrevido a desdeñar a la comunidad gay".
Fue el primer estadounidense —y seguramente una de las primeras personas del mundo— en atreverse a salir del armario y optar a un cargo público sin esconder la homosexualidad que había elegido como opción personal. Lo hizo en un momento especialmente duro, con las consecuencias del 'macarthismo' todavía vigentes y leyes locales durísimas contra los ‘viciosos’.
Sarria fue víctima del fanatismo intolerante: lo detuvieron en numerosas ocasiones por "indecencia" y "atentados contra la moral" por mantener encuentros clandestinos con otros hombres. Los antecedentes policiales le cerraron el camino para terminar los estudios que había iniciado para hacerse maestro. Un fichado por "desviación sexual" no podía entrar en un aula y dar clases en aquellos años.
Obligado por las circunstancias, el inquieto Sarria, que había terminado la II Guerra Mundial como sargento, se ganó la vida como ‘drag queen’ estelar del Black Cat, un local del barrio de North Beach, donde realizó parodias de escenas operísticas hasta 1963. Combinaba las lentejuelas con el activismo y participó en la fundación de dos grupos embrionarios de la defensa de los derechos de los homosexuales, la League for Civil Education y la Society for Individual Rights.
Más tarde fue el impulsor del International Court System, una organización de ‘reinonas’ que promulgó el nombramiento de ‘emperatrices’ para los EE UU, Canadá y México. Sarria fue la Emperatriz I y se presentaba como "viuda" del Emperador Norton, un excéntrico personaje del siglo XIX venerado en la ciudad de San Francisco, donde le daban de comer en los mejores restaurantes, le reservaban sitio en los plenos municipales y le consideraban el mejor juez para resolver conflictos.
Nacido en San Francisco el 12 de diciembre de 1922, el activista gay era hijo de la colombiana María Dolores Maldonado, nacida en Bogotá y de clase alta, obligada a escapar de su país por motivos políticos, y de Julio Sarria, un español que también se había ido a EE UU en busca de asilo y fortuna. El niño fue criado por varias familias de acogida porque sus padres no tuvieron
De corta estatura (1,55 metros, tuvo que ponerse alzas para ser admitido en el ejército) y gran sentido del humor, Sarria promovió inteligentes campañas contra la discriminación de los gay cuando casi nadie se atrevía. A finales de la década de los años cincuenta, para evitar las redadas indiscriminadas de la policía contra los travestis y las ‘drag queens’, acusados del delito de "engaño" que contemplaba una caduca normativa municipal, repartió una sencilla silueta de gato con la leyenda "soy un chico" para que sus colegas la llevasen prendida a la ropa y no pudiesen ser imputados de ningún tipo de "engaño" o equívoco. La argucia triunfó cuando varios detenidos demandaron a los agentes y ganaron los casos.
"No quiero ser recordado como el pequeño hispano que salía al escenario a cantar ‘God Save the Nelly Queens’ [himno de las ‘drag queens’, con la música del británico ‘God Save the Queen’]. Hice algo más que eso con mi vida... Quiero ser recordado por lo bueno que he logrado. Fui el primero. El primero en organizar grupos sin ánimo de lucro de defensa de los gay", declaró hace unos años Sarria.
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