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El temor a la Covid-19 lleva a muchas compañías a mandar a los empleados a casa, pero ni todas están preparadas ni cuentan con la ciberseguridad necesaria.
Jorge G. García | El País, 2020-03-06
https://elpais.com/tecnologia/2020-03-06/el-coronavirus-fuerza-a-las-empresas-espanolas-a-acelerar-el-teletrabajo.html
La crisis por el coronavirus está impulsando a marchas forzadas el teletrabajo. Vodafone España, a modo de simulacro por si la situación se agrava, ha enviado este viernes a sus 2.200 empleados a casa para que desarrollen la jornada laboral desde allí. Twitter ha comenzado a sacar más partido a herramientas como Slack y Google Hangouts para que las plantillas no acudan a las oficinas –el propio director ejecutivo, Jack Dorsey, ha mantenido reuniones solo telemáticamente desde hace un mes–. Microsoft prefiere que sus trabajadores se queden en sus domicilios durante las próximas semanas. Y estos son solo unos pocos ejemplos. Muchas otras compañías, por temor a la Covid-19, ven con buenos ojos el trabajo a distancia, al margen de su experiencia previa. El problema es que España es más de ir a la oficina.
Dentro de las propias recomendaciones del Ministerio de Trabajo, recogidas en una guía publicada esta semana, el teletrabajo emerge como “una medida que permita el desarrollo de la actividad laboral de forma alternativa”. También aclara que será temporal y extraordinario, que en ningún caso supondrá que los empleados tengan que poner de su bolsillo los medios tecnológicos necesarios. La cuestión es que ni todas las empresas están preparadas ni tampoco forma parte de su cultura. De acuerdo con el último estudio de Eurostat, solo el 3% de los españoles trabaja en remoto. Suecia o Islandia llegan hasta al 25%. “Tiene pinta de que habrá un repunte en los porcentajes, pero algo forzados por la situación que afrontamos”, sostiene Javier Blasco, director del Adecco Group Institute.
La ciberseguridad es un elemento crucial para que este estilo laboral funcione correctamente. Pese a que sea de forma sobrevenida, hay un gran riesgo si las organizaciones adoptan por las bravas el teletrabajo. Como argumenta Alan Abreu, responsable de ciberriesgos de Hiscox, los cibercriminales van a aprovechar que haya más gente conectada para sacarle provecho, sea suplantando identidades o robando información confidencial. Las grandes tecnológicas están muy habituadas al teletrabajo, conocen los protocolos, manejan bien la nube y cifran sus conexiones. Lo peligroso es llegar de nuevas a la moda. “En muchos casos, la propia empresa habilita un acceso y abre el abanico a que existan infinidad de vulnerabilidades. Lo más práctico es activar una doble autenticación, así como aplicar los parches y copias de seguridad necesarios”, explica Abreu.
Pero esto solo es la punta del iceberg. Lograr una conectividad segura requiere de más medidas; y aun así nunca estaremos por completo a salvo. Abreu se fija especialmente en el correo. Los mails fraudulentos y el phishing –hacerse pasar por una persona o empresa de confianza en una aparente comunicación oficial electrónica– son técnicas habituales. Sophos ya ha detectado en Italia un ataque en el que un malware ofrece un documento donde los usuarios clican para conocer una lista de supuestas precauciones para evitar la infección. “La doble autenticación es crítica en estos casos. Tampoco conviene conectarse a redes públicas ni tener los sistemas operativos desactualizados. Las organizaciones deben brindar entornos seguros, como redes VPN”, zanja.
Una negociación previa
Los últimos datos de Infojobs, publicados el año pasado, concluyen que solo un 19% de los españoles puede acogerse algún día a trabajar a distancia. Y en condicional porque el teletrabajo no es una opción que salga de una chistera. Requiere una negociación previa entre la empresa y los empleados. Sectores como el educativo, por ejemplo, llevan desde principios de los 2000 aumentando más y más la formación online gracias al marco que se han dado. “Es una metodología que necesita de una serie de disposiciones que garanticen al trabajador un horario establecido, unas tareas determinadas, derecho a la desconexión... En España las posibilidades del teletrabajo no están suficientemente exploradas”, determina Joaquín Nieto, director de la oficina de la OIT para España.
Aunque muchos expertos mantienen que aumenta la productividad, la conciliación se ve beneficiada y la eficiencia mejora, no existe un consenso evidente, salvo en el caso de compaginar vida personal con vida laboral. Surgen datos contradictorios porque, como resalta Blasco, las empresas no tienen parámetros para cuantificar estas variables. “Muchas compañías no miden este tipo de cuestiones porque no disponen de métricas y solo generan desconfianza. ¿Y cuál es la solución? El presentismo por no saber valorar si alguien trabaja bien a distancia. Recursos humanos ha de poner todos sus esfuerzos aquí”, expone.
La falta de una legislación también sitúa a España en un amante de las sillas y los despachos. En 2012, el Gobierno presidido por Mariano Rajoy buscó impulsar en la reforma laboral este mecanismo de trabajo, pero la crisis llenó más las oficinas en vez de vaciarlas. El Ejecutivo actual, liderado por Pedro Sánchez, ha mostrado su predisposición a tomarse en serio este asunto, aunque sin concretar ninguna medida específica. España, por ejemplo, todavía no ha ratificado el convenio C177 de la OIT sobre el trabajo a domicilio. “Lo que no va a funcionar, ni en términos de condiciones laborales ni tampoco de productividad, es que se adopten soluciones unilaterales”, puntualiza Nieto.
El impulso de las redes 5G
Las nuevas tecnologías han situado al teletrabajo en una posición inmejorable para que gane adeptos. La estandarización de Internet, el aumento de soluciones digitales como la nube y la evolución de los propios dispositivos sirven de ejemplo de que el cambio no se debe a factores técnicos. Por si no fuera suficiente, la llegada de las redes 5G implican un avance más para dinamizar los entornos laborales. “Nos ayuda a que cada vez más sectores se incorporen a esta metodología. Habilitará muchas cosas, como manejar máquinas desde casa. Cada vez deberíamos ir a más en España, porque tenemos las infraestructuras para conseguirlo”, añade Blasco.
Las cifras evidencian que España parte de uno de los vagones de cola. De un día para otro es muy difícil trabajar a distancia, aunque los medios técnicos no son un obstáculo. Cada sector debe plantearse si es una posibilidad real, por mucho que la crisis del coronavirus esté forzando su implantación. El cambio de mentalidad es uno de los mayores talones de Aquiles de un sistema más que asentado en los países escandinavos desde los setenta. Sin embargo, Blasco alberga cierta esperanza en que no se quede en una anécdota del Covid-19. “España está en un momento idóneo. Empresarios, sindicatos, trabajadores y Gobierno están predispuestos a hablar de esto. Cada vez hay más gente formada en esta metodología, que tiene mucho que aportar”, concluye.
Una década de convivencia con el trabajo a distancia
La multinacional Repsol lleva una década apostando por el teletrabajo. Pese a que en España suponga una tendencia minoritaria, casi desde el principio la organización vio las ventajas. Como explica Pilar Rojas, gerente senior de cultura corporativa de Repsol, surgió casi de forma instintiva tras poner el foco en los resultados y la eficiencia. “La presencia física al 100%, según qué circunstancias, no tenía sentido. Afortunadamente la tecnología ha evolucionado como para eliminar estas barreras físicas y temporales”, asegura. Tal ha sido la evolución en la flexibilidad, la conciliación y situar al empleado en el centro de la actividad empresarial que hasta ha publicado un libro blanco sobre teletrabajo. La traducción laboral de estos últimos 10 años subidos al remoto ha llevado a que toda la compañía se implique con esta cultura, incluida la alta dirección –el 63% de los potenciales teletrabajadores se ha acogido a esta fórmula en 2019, según datos de Repsol–.
Este enfoque cuenta con todas las voces posibles, desde responsables de salud hasta sindicatos y personal de riesgos laborales. Precisamente, este último departamento visita los domicilios para establecer entornos laborales seguros y dedicados al mejor desempeño posible. “Hay que prestar atención a muchos detalles que van más allá de darte un teléfono y un portátil. El empleado ha de obtener la mejor experiencia posible”, sostiene Rojas.
El IE University representa otro ejemplo de cómo es posible abandonar las oficinas. Desde 2000 han ido acumulando experiencia con sus programas formativos a distancia. Afectados recientemente por el coronavirus, con tres alumnos infectados, han dado un salto cualitativo más. Con la ayuda de la tecnología, ya ofrecen exámenes 'on line' gracias al reconocimiento facial y la posibilidad de compaginar clases presenciales y en remoto. “No ha sido una improvisación. Teníamos la experiencia previa como para implantar estas medidas. Cerca de 7.000 estudiantes pueden seguir las clases sin pisar un aula y el 70% del profesorado imparte las sesiones a distancia”, asegura Gonzalo Garland, vicepresidente de relaciones externas.
Dentro de las propias recomendaciones del Ministerio de Trabajo, recogidas en una guía publicada esta semana, el teletrabajo emerge como “una medida que permita el desarrollo de la actividad laboral de forma alternativa”. También aclara que será temporal y extraordinario, que en ningún caso supondrá que los empleados tengan que poner de su bolsillo los medios tecnológicos necesarios. La cuestión es que ni todas las empresas están preparadas ni tampoco forma parte de su cultura. De acuerdo con el último estudio de Eurostat, solo el 3% de los españoles trabaja en remoto. Suecia o Islandia llegan hasta al 25%. “Tiene pinta de que habrá un repunte en los porcentajes, pero algo forzados por la situación que afrontamos”, sostiene Javier Blasco, director del Adecco Group Institute.
La ciberseguridad es un elemento crucial para que este estilo laboral funcione correctamente. Pese a que sea de forma sobrevenida, hay un gran riesgo si las organizaciones adoptan por las bravas el teletrabajo. Como argumenta Alan Abreu, responsable de ciberriesgos de Hiscox, los cibercriminales van a aprovechar que haya más gente conectada para sacarle provecho, sea suplantando identidades o robando información confidencial. Las grandes tecnológicas están muy habituadas al teletrabajo, conocen los protocolos, manejan bien la nube y cifran sus conexiones. Lo peligroso es llegar de nuevas a la moda. “En muchos casos, la propia empresa habilita un acceso y abre el abanico a que existan infinidad de vulnerabilidades. Lo más práctico es activar una doble autenticación, así como aplicar los parches y copias de seguridad necesarios”, explica Abreu.
Pero esto solo es la punta del iceberg. Lograr una conectividad segura requiere de más medidas; y aun así nunca estaremos por completo a salvo. Abreu se fija especialmente en el correo. Los mails fraudulentos y el phishing –hacerse pasar por una persona o empresa de confianza en una aparente comunicación oficial electrónica– son técnicas habituales. Sophos ya ha detectado en Italia un ataque en el que un malware ofrece un documento donde los usuarios clican para conocer una lista de supuestas precauciones para evitar la infección. “La doble autenticación es crítica en estos casos. Tampoco conviene conectarse a redes públicas ni tener los sistemas operativos desactualizados. Las organizaciones deben brindar entornos seguros, como redes VPN”, zanja.
Una negociación previa
Los últimos datos de Infojobs, publicados el año pasado, concluyen que solo un 19% de los españoles puede acogerse algún día a trabajar a distancia. Y en condicional porque el teletrabajo no es una opción que salga de una chistera. Requiere una negociación previa entre la empresa y los empleados. Sectores como el educativo, por ejemplo, llevan desde principios de los 2000 aumentando más y más la formación online gracias al marco que se han dado. “Es una metodología que necesita de una serie de disposiciones que garanticen al trabajador un horario establecido, unas tareas determinadas, derecho a la desconexión... En España las posibilidades del teletrabajo no están suficientemente exploradas”, determina Joaquín Nieto, director de la oficina de la OIT para España.
Aunque muchos expertos mantienen que aumenta la productividad, la conciliación se ve beneficiada y la eficiencia mejora, no existe un consenso evidente, salvo en el caso de compaginar vida personal con vida laboral. Surgen datos contradictorios porque, como resalta Blasco, las empresas no tienen parámetros para cuantificar estas variables. “Muchas compañías no miden este tipo de cuestiones porque no disponen de métricas y solo generan desconfianza. ¿Y cuál es la solución? El presentismo por no saber valorar si alguien trabaja bien a distancia. Recursos humanos ha de poner todos sus esfuerzos aquí”, expone.
La falta de una legislación también sitúa a España en un amante de las sillas y los despachos. En 2012, el Gobierno presidido por Mariano Rajoy buscó impulsar en la reforma laboral este mecanismo de trabajo, pero la crisis llenó más las oficinas en vez de vaciarlas. El Ejecutivo actual, liderado por Pedro Sánchez, ha mostrado su predisposición a tomarse en serio este asunto, aunque sin concretar ninguna medida específica. España, por ejemplo, todavía no ha ratificado el convenio C177 de la OIT sobre el trabajo a domicilio. “Lo que no va a funcionar, ni en términos de condiciones laborales ni tampoco de productividad, es que se adopten soluciones unilaterales”, puntualiza Nieto.
El impulso de las redes 5G
Las nuevas tecnologías han situado al teletrabajo en una posición inmejorable para que gane adeptos. La estandarización de Internet, el aumento de soluciones digitales como la nube y la evolución de los propios dispositivos sirven de ejemplo de que el cambio no se debe a factores técnicos. Por si no fuera suficiente, la llegada de las redes 5G implican un avance más para dinamizar los entornos laborales. “Nos ayuda a que cada vez más sectores se incorporen a esta metodología. Habilitará muchas cosas, como manejar máquinas desde casa. Cada vez deberíamos ir a más en España, porque tenemos las infraestructuras para conseguirlo”, añade Blasco.
Las cifras evidencian que España parte de uno de los vagones de cola. De un día para otro es muy difícil trabajar a distancia, aunque los medios técnicos no son un obstáculo. Cada sector debe plantearse si es una posibilidad real, por mucho que la crisis del coronavirus esté forzando su implantación. El cambio de mentalidad es uno de los mayores talones de Aquiles de un sistema más que asentado en los países escandinavos desde los setenta. Sin embargo, Blasco alberga cierta esperanza en que no se quede en una anécdota del Covid-19. “España está en un momento idóneo. Empresarios, sindicatos, trabajadores y Gobierno están predispuestos a hablar de esto. Cada vez hay más gente formada en esta metodología, que tiene mucho que aportar”, concluye.
Una década de convivencia con el trabajo a distancia
La multinacional Repsol lleva una década apostando por el teletrabajo. Pese a que en España suponga una tendencia minoritaria, casi desde el principio la organización vio las ventajas. Como explica Pilar Rojas, gerente senior de cultura corporativa de Repsol, surgió casi de forma instintiva tras poner el foco en los resultados y la eficiencia. “La presencia física al 100%, según qué circunstancias, no tenía sentido. Afortunadamente la tecnología ha evolucionado como para eliminar estas barreras físicas y temporales”, asegura. Tal ha sido la evolución en la flexibilidad, la conciliación y situar al empleado en el centro de la actividad empresarial que hasta ha publicado un libro blanco sobre teletrabajo. La traducción laboral de estos últimos 10 años subidos al remoto ha llevado a que toda la compañía se implique con esta cultura, incluida la alta dirección –el 63% de los potenciales teletrabajadores se ha acogido a esta fórmula en 2019, según datos de Repsol–.
Este enfoque cuenta con todas las voces posibles, desde responsables de salud hasta sindicatos y personal de riesgos laborales. Precisamente, este último departamento visita los domicilios para establecer entornos laborales seguros y dedicados al mejor desempeño posible. “Hay que prestar atención a muchos detalles que van más allá de darte un teléfono y un portátil. El empleado ha de obtener la mejor experiencia posible”, sostiene Rojas.
El IE University representa otro ejemplo de cómo es posible abandonar las oficinas. Desde 2000 han ido acumulando experiencia con sus programas formativos a distancia. Afectados recientemente por el coronavirus, con tres alumnos infectados, han dado un salto cualitativo más. Con la ayuda de la tecnología, ya ofrecen exámenes 'on line' gracias al reconocimiento facial y la posibilidad de compaginar clases presenciales y en remoto. “No ha sido una improvisación. Teníamos la experiencia previa como para implantar estas medidas. Cerca de 7.000 estudiantes pueden seguir las clases sin pisar un aula y el 70% del profesorado imparte las sesiones a distancia”, asegura Gonzalo Garland, vicepresidente de relaciones externas.
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