El Mundo / Orgullo LGTBI en Valencia //
'Por una escuela sin armarios'
Miles de personas participaron
ayer en la manifestación del Orgullo lésbico, gay, transexual y
bisexual de Valencia, organizada por el colectivo Lambda. La marcha
recorrió las calles de la ciudad bajo el lema ‘Por una escuela sin
armarios’. El objetivo: reivindicar la visibilidad de las minorías
sexuales, especialmente en las aulas.
«No todo lo gay es guay»
Los homosexuales hacen autocrítica en el 40º aniversario de Stonewall. Colectivos disidentes piden un Orgullo más solidario.
Olga R. Sanmartín | El Mundo, 2009-06-28 [MyNews]
El ‘modelo Chueca’ se cae. Este oasis dorado de cuerpos depilados, lofts y locales de moda cada año atrae a más gente a sus fiestas, pero, al mismo tiempo, están cobrando fuerza los colectivos que denuncian el «momento de decadencia» que atraviesa el movimiento y arremeten contra la «mercantilización» y la «banalización» que, en su opinión, envuelven el Día del Orgullo Gay.
Son las corrientes disidentes, grupos de homosexuales de izquierdas, por un lado, y de derechas, por otro, con un denominador común: su animadversión hacia el secretario de Movimientos Sociales del PSOE, Pedro Zerolo, y hacia la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), a la que ven como una tendencia ‘zerolista’ de «pensamiento único que es sierva del Gobierno y del poder».
El triángulo asociativo ‘rosa’ tiene, pues, tres vértices: el mayoritario de la FELGTB (más de 50 asociaciones); el ácrata-utópico que encarna la veintena de colectivos unidos bajo la denominación de Transmaribolleras, y el posibilista de Colegas, 30 entidades agrupadas en una confederación que rompe tabúes al manifestarse contra Fidel Castro y contra Hamas o indignarse porque «se haya convertido en un insulto que te llamen de derechas».
Transmaribolleras y Colegas no tienen mucho que ver, pero ambos reivindican una celebración «menos frívola» y «más solidaria» y se han desvinculado de la marcha que se celebra en Madrid el próximo 4 de julio, organizada por los empresarios y respaldada por la FELGTB bajo el lema ‘Escuelas sin armarios’.
«Tenemos una opinión contraria al concepto actual del Día del Orgullo, que es un carnaval. Nosotros lo hemos llamado Día Internacional de Derechos de Gays y Lesbianas», señala Rafael Salazar, presidente de Colegas.
«Nosotros nos manifestamos la víspera del día oficial, que es el 28 de junio, a favor de los inmigrantes homosexuales y contra la Ley de Extranjería del Gobierno», explica David Molina, del colectivo madrileño Acera del Frente, integrado dentro de Transmaribolleras. «Hemos hecho un Orgullo de los olvidados en vez de exaltar las clases privilegiadas gays: los cachitas, los guapitos y los que tienen dinero».
«No todo lo gay es guay», apostilla Salazar. «Por cada uno que va en la carroza hay 1.000 que viven en el pueblo amedrentados porque les llaman maricones. También hay gays en Arganda o en Móstoles».
Los ‘gays que no son cool’ dicen que son «independientes», «alternativos» y «antipartidistas». «A mí la FELGTB no me representa, en Cataluña es una desconocida», apunta Lluís Parera, del Collectiu Gai de Barcelona, ‘transmaribollerista’ que define esta corriente como «un movimiento rompedor». «El nombre se compone de todo lo que nos llaman. Si ser ‘marica’, ‘bollera’ y ‘travolo’ es un insulto, nosotros decimos: 'Venga, adelante, insúltanos'. Nos distinguimos de los LGTB, que son lesbianas, gays, transexuales y bisexuales políticamente correctos, bienpensantes con un piso pagado por mamá».
Algunos de los colectivos ‘transmaribolleros’ tienen nombres tan combativos como Guerrilla Travolaka, Euskal Herriko Gay (EHGAM), Queer Ekintza, D-Generadas, Panteras Rosas, FEAS (Feministas y Anticapitalistas), Maribolheras Precarias, Les Putes, Ex Dones, TNT-Trastornados... Estos grupos están asentados en Cataluña, País Vasco, Galicia o Aragón, simpatizan con el soberanismo territorial e identifican la FELGTB con el «centralismo de Madrid».
Antonio Poveda, presidente de la FELGTB, no comparte esta idea: «Estamos presentes en todas las CCAA, excepto Navarra. Nuestra línea política y de organización se decide por consenso. Somos críticos con el Gobierno cuando es necesario, y lo seguiremos siendo, como en la demora de su promesa de incluir el tratamiento transexualizador en la Seguridad Social o en su falta de voluntad para concretar compromisos con la diversidad afectivo-sexual en la educación. Pero existen movimientos totalmente respetables que no comparten estrategias como la nuestra y, aunque nunca les hemos criticado, sí hemos sido objeto de sus críticas».
Cuando se cumplen 40 años desde los disturbios en el bar neoyorquino de Stonewall que dieron lugar a la ‘revolución gay’, los colectivos disidentes admiten que el movimiento ha caído en pecados como las mencionadas falta de acción social, la desmesurada «comercialización» de su imagen y la excesiva dependencia de los partidos políticos, pero también denuncian el olvido y la marginación que sufren, por ejemplo, los transexuales; la imitación de estructuras heterosexuales y tradicionales (como el matrimonio); la falta de consenso en cuestiones cruciales (como la Ley contra la Violencia de Género), o el «aburguesamiento» en el que se ha sumido la lucha en los últimos años.
«El movimiento está falto de combatividad y de autocrítica», reconoce Mikel Martín, de Euskal Herriko Gay (EHGAM), también integrante de Transmaribolleras. «Nosotros tenemos un discurso que no se acerca a la gente y el resto sólo piensa en la pela», se queja Lluís Parera.
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