lunes, 25 de agosto de 2014

#hemeroteca #garcialorca | El hombre que no desapareció tras Lorca

Imagen: MiZonaTV
El hombre que no desapareció tras Lorca
Rafael Rodríguez Rapún fue mucho más que el último novio de Federico García Lorca. Una obra firmada por Alberto Conejero, y un ensayo que aún busca editorial, reivindican la figura de un joven que encarna los temblores de una era que marcó a España para siempre.
Esther Alvarado | El Mundo, 2014-08-25
http://www.elmundo.es/cultura/2014/08/25/53fa03e5ca4741cd6c8b4579.html

"Nadie puede desaparecer del todo", desea Rafael Rodríguez Rapún en la obra 'La piedra oscura' (Antígona), firmada por Alberto Conejero, que se estrenará en enero de 2015 en el Centro Dramático Nacional. "Nadie puede desaparecer del todo"... y nadie es sólo una cosa en la vida. El mismo Rafael, por ejemplo, no fue sólo el último novio de Federico García Lorca, aunque la historia, tozuda, se esfuerce en recordarle de este modo.

No hay contribuciones con su firma a la literatura universal, es cierto, pero es muy probable (de hecho, algunos estudiosos así lo consideran) que 'Los sonetos del amor oscuro' de Lorca estuvieran dedicados a él. Su relación tormentosa con Federico los marcó a ambos y quién sabe si fue su última discusión lo que decidió fatalmente sus destinos.

Eso es lo que investiga el dramaturgo y filólogo Alberto Conejero en el archivo de la familia de Rafael. Tomás, el hermano pequeño de Rafael colaboró hasta su muerte (en 2012) a unir las piezas de este rompecabezas que Conejero se empeñó en desentrañar hace algunos años. "Esta pieza y el ensayo que le prometí a Tomás que escribiría nacen de mi amor por la obra de Lorca. Yo escribo teatro por Lorca. Cuando era joven escribía poemas y mi referencia era él", confiesa este joven autor que tiene entre sus títulos 'Cliff', 'Sweet Home' o 'Sicalipsis Now!'

El detonante fue la convocatoria de las becas de Dramaturgias Emergentes del INAEM hace tres años. "Pensé escribir este texto porque el momento político me llevaba a ello. 'La piedra oscura' [prologada nada menos que por Ian Gibson] sucede en el 37 y lanza preguntas sobre los cimientos de la democracia que me interesaba mucho hablar en este momento", comenta.

Para ello fabuló sobre un final distinto a la vida de Rafael Rodríguez Rapún, que en realidad murió justo un año después que Lorca, en un hospital de Santander a consecuencia de unas heridas producidas por el bombardeo de un avión italiano. "Sólo la ocasión es distinta. Todo lo que dice el personaje es real", aclara.

En 'La piedra oscura', Rafael es hecho prisionero y encarcelado por los sublevados. Le vigila Sebastián, un personaje inventado que le da a Conejero la oportunidad de poner en valor la mirada inocente del conflicto. Ambos se enzarzan en una conversación a tumba abierta que termina con ese dubitativo "nadie puede desaparecer del todo, ¿verdad?", pregunta que al autor le vale para la memoria de Rapún y para "los cadáveres que hay sin identificar en las cunetas de este país, incluido el de Lorca. No concibo que dar sepultura a estas personas sea un problema".

Aunque aún falta tiempo para que se estrene en el escenario del María Guerrero (Madrid), ya se sabe que el actor Daniel Grao será Rafael Rodríguez Rapún (a quien llamaban 'Tres Erres') bajo la dirección del argentino Pablo Messiez. "Si la obra puede conseguir algo es que, al ser nombrado en el teatro, Rafael por un momento viva en nosotros... Para mí eso es suficiente", señala el autor.

"No he hecho una hagiografía, porque no quería mostrar a Rafael como un santo. Y por eso aparece Sebastián: un muchacho que vive en un pueblo de Santander, que toca en la banda municipal, cuya madre ha muerto... Me da mucho miedo el teatro que se hace desde una supuesta superioridad intelectual y una supuesta certeza. Ése no es el lugar del teatro. El teatro debe lanzar preguntas para las que uno no tiene respuestas", reflexiona el autor.

La figura de Rafael no ocupa un lugar subsidiario en 'La piedra oscura' respecto de Federico; todo lo contrario. "No le he escogido para hablar de Federico, su figura merece atención autónoma por sí mismo", añade el autor y empieza a desgranar los pocos retazos que se saben públicamente de la vida de su protagonista y los que ha encontrado después de dos años de investigación.

"Federico y Rafael pasaron juntos los cinco últimos años de la vida de ambos". Cuando se conocieron, Rafael era un muchacho de 20 años que estudiaba Minas y Derecho y tenía el carné de socio del Atlético de Madrid. Federico, de 32, era ya un poeta y autor teatral consagrado. Según la obra de Alberto Conejero, Rafael se sintió fascinado por Federico. Iba y venía a él presa de una atracción irresistible entre tormentosas discusiones a causa de la penumbra en la que se desarrollaban sus relaciones.

"De hecho, 'Los sonetos del amor oscuro' están escritos en 1935 y hablan de una gran crisis entre Federico y Rafael, una de las muchas, por la clandestinidad a la que estaban condenados", asegura el filólogo.

Era la batalla, como recogió en un verso Federico, del "número y la rosa", que sirve igualmente en referencia al científico y el amante del teatro que Rafael llevaba dentro de sí. "Rafael entra en el teatro a través de la UGT, a la que él estaba afiliado, y llegó a ser secretario de La Barraca". De esa época, en el archivo familiar de los Rodríguez Bernís se conservan libros de gira, la agenda de La Barraca y otros documentos que revelan que "la salida de Federico no fue nada amable", fotografías inéditas, postales y primeras ediciones de las obras de Lorca dedicadas con letra picuda y dibujos infantiles a su "entrañable y leal camarada".

Para llegar a este "tesoro", Alberto Conejero tuvo que buscar a los familiares de Rafael y encontró que su hermano Tomás aún vivía. "Cuando le llamé por teléfono me preguntó qué quería contar de su hermano y le dije que quería rescatarlo del papel de "el amante de" que es algo peor que el olvido. Me dijo: 'Muchacho, coja un taxi', y me fui a verle". Fueron unas cinco o seis entrevistas, 10 horas de grabación en las que Tomás le contó al investigador detalles importantes y nimios y, junto con sus hijas Margarita y Sofía puso en sus manos el legado familiar.

"Tomás murió unos meses después de que yo terminase el texto teatral y a él va dedicado. También le prometí que escribiría un ensayo sobre todo lo que he encontrado en su archivo, y en ello estoy. Ya lo tengo empezado, pero todavía no tengo editorial", lamenta Conejero, que considera muchas de las imágenes que ha encontrado como históricas.

El ensayo mostrará a Rafael como lo que fue: "Un testigo inesperado e inopinado tanto de la vida artística de España (Generación del 27, nuestra historia teatral) como de la guerra. Su vida es un hilo conductor que, desde lugares no transitados, va a arrojar luz sobre algunos aspectos, como la propia muerte de Federico". "Yo no voy a hacer una biografía que no sea literaria. No quiero hacer un ensayo que no transmita el temblor de la vida de este hombre", añade Conejero.

El temblor de Rafael cuando, después de volver del norte, donde el estallido de la guerra le sorprendió, entró en su casa y su padre le recibió con un estoico: "Que sepas que han matado a tu amigo, el poeta". "Le han matado por mi culpa", se lamentó 1.000 veces ante su hermana María, que más tarde le contó a Toña, una modistilla de la familia con una memoria privilegiada, toda la historia de su hermano. Cuando está a punto de estallar la guerra Federico y Rafael discuten por lo mismo de siempre. Ha terminado sus exámenes y Rafael marcha al norte mientras Federico, que no se había exiliado para no irse de España sin él, se marcha a Granada "donde puede que se sintiera más seguro".

La muerte de Lorca no fue culpa de Rafael, sino de quien dio la orden y quien apretó el gatillo, pero durante mucho tiempo él "tuvo que vivir con esos fantasmas, aunque no es cierto que se dejase matar por eso", aclara el filólogo. "Fue a la guerra a luchar por la República, en la que creía, y murió desangrado porque un avión italiano le llenó de metralla".

Lo último que se sabe de él son las postales que mandó a la familia desde el frente, con los renglones bien firmes y la letra afilada. La última la envió desde Oviedo. Después está su tumba en el cementerio de Ciriego (Santander) y una anotación en el libro de registro justo antes que la de "un muchacho desconocido", triste metáfora del significado de la función, según su autor. "Es una obra que habla de la memoria como un espacio de Justicia. No puede ser malo enterrar a nadie. 'La piedra oscura' no es un acto de venganza; es un acto de reivindicación del dolor de los otros".

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