El Diario / Trifonia Melibea Obono // |
Ni queer ni africana ni feminista: por una literatura que no necesite apellidos
La escritora guineana Trifonia Melibea Obono defiende que “la literatura es literatura; la escriba alguien queer, heterosexual, negra o mujer. Es un bien de la humanidad”
Laura García Higueras | El Diario, 2023-04-19
https://www.eldiario.es/cultura/libros/queer-africana-feminista-literatura-no-necesite-apellidos_1_10129342.html
“No es lo mismo publicar siendo una mujer blanca que una mujer negra. Ni siendo una persona heterosexual a una que no. Es importante especificarlo para visibilizar la discriminación que sufren ciertas autoras y autores para poder hacerlo”. La escritora, politóloga y periodista Trifonia Melibea Obono explica así a este periódico la importancia de nombrar, o más bien poner apellidos, a literaturas como la ‘queer’ o la africana. Pero lo experimenta de forma contradictoria, ya que afirma que “la literatura es literatura; la escriba alguien ‘queer’, heterosexual, negra o mujer. Es un bien de la humanidad que quienes escriben heredan al mundo”.
Al valorar el largo plazo, indica que espera que la actual coyuntura sea “algo temporal. Si tenemos que seguir especificando esto de aquí a cien años es que no habremos avanzado”. Y defiende: “Las soluciones tienen que ser a largo plazo y sostenibles. Si no, se quedan en nada”.
La también docente e investigadora nacida en Guinea Ecuatorial fue una de las participantes del I Encuentro de Literatura Queer organizado por la Librería Mary Read y el Museo Reina Sofía la semana pasada en Madrid. Unas jornadas en las que se abordaron cuestiones como la erradicación del racismo de las prácticas y teorías feministas, con el objetivo de construir feminismos libres de actitudes colonialistas y supremacistas. Melibea Obono estudió Ciencias Políticas y Periodismo y un máster en Cooperación Internacional y Desarrollo en la Universidad de Murcia. Además, forma parte del equipo del Centro de Estudios Afro-Hispánicos (CEAH) de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Como autora, es artífice de títulos como ‘Herencia de bindendee’ y ‘La bastarda’. El primero supuso su debut en la novela en 2016 y versó sobre la desigualdad de género presente en su tribu de origen, la fang. Para ello tomó como protagonista a una mujer que, tras tener a seis hijas, se queda embarazada de un varón. Ese mismo año salió a la luz el segundo ejemplar citado, en el que relató la historia de Okomo, la hija adolescente de una madre soltera fang. Al estar atrapada en un sistema que no la acepta, decide ir a buscar a su padre, del que nadie le ha hablado. En 2019 publicó ‘Yo no quería ser madre’, en el que 30 mujeres guineanas tomaron la voz para denunciar la situación de personas LGTB en su país, rompiendo tabúes.
En su trayectoria, reconoce que ha tenido problemas por su lugar de procedencia, al “no reproducir los estereotipos que se esperan de una persona negra”. Pero también los tiene en su país: “Allí no se puede hablar de temática LGTBIQ+ porque consideran que eso es algo 'de los blancos'. Y el feminismo también. No es solo una cuestión de una editorial, es algo estructural”. “Imagina que encuentro una editorial de Suecia especializada en temas LGTBI que me acepta una obra. Con ella sí que podría entrar en Madrid, pero no en Uganda. Y eso que se supone que soy negra de un país poblado por personas negras”, advierte.
“No existe ningún espacio sano en el que todo esté hecho”, lamenta. Y por ello, convive con una lucha que es “diaria, incluso por minuto”. “Si soy activista en un país como Guinea Ecuatorial, en el que la diversidad sexual está penalizada, me pueden matar. Puede hacerlo el gobierno, un familiar que crea que su hija es lesbiana porque yo le he transmitido un virus y la policía. Me puede matar cualquier persona. Se está focalizando el tema en un contexto occidental como si en el afro tuviéramos aceptación. Y no. Si eres una mujer negra e inteligente sufres misoginia, porque en el mundo negro solo las blancas pueden ser las inteligentes”, sostiene. Dentro de este poco halagüeño contexto, la politóloga y periodista defiende que “la literatura es una solución para muchas cosas porque es inmortal”. De ahí a que la conciba como una herencia que dejan al mundo.
“Yo cuando escribo sobre temática LGTBIQ+ en Guinea, lo hago para la gente que va a nacer de aquí a cincuenta años. Mi literatura es la construcción del mundo que me gustaría que fuera, pero que no existe todavía. La canalización de problemas y reivindicaciones. La forma de mostrar mi disconformidad con respecto a ciertas estructuras”, explica.
Responsabilidad compartida
Entender y utilizar la literatura como herramienta para lograr avances conlleva una responsabilidad que la periodista y docente incide en describir como colectiva. Ha de estar presente a la hora de decidir sobre qué temas hablar, cuáles publicar y cuáles leer. Respecto a la primera parte, Melibea Obono siente que su manera de enfrentarse a la escritura desde que comenzó su carrera ha cambiado.
“Cuando era más inconsciente sobre lo que es el mundo y la discriminación, escribía de lo que me salía. Me ponía a ello sin tener el principio ni el final. Ahora que sé que si escribo sobre según qué tema me va a resultar difícil, y que recibo más violencia, igual empiezo a autocensurarme. Pero tampoco voy a empezar a hablar sobre qué bonita es Barcelona o la playa de no sé dónde”, comenta con ironía, “escribo sobre temas que creo que son importantes, que afectan a la condición humana, como la conquista de derechos o los grupos marginados”. De ahí a que reconozca que su lugar ideal para escribir sea “el caos”. “No se lo recomiendo a nadie, pero es la única forma que las personas que escribimos tenemos para saltarnos las normas. Al revisar, procuro tocar lo menos posible. Si no lo hago así, pienso: '¿Qué estoy haciendo? ¿Reproducir las ideas hegemónicas?'”, relata.
La autora considera de suma relevancia escoger la materia a la que aproximarse sabiendo la “repercusión que va a tener en tu sociedad y más allá de ella. Ese proceso de enfrentamiento constante hace que muchas mujeres no se atrevan a publicar y a escribir”.
El siguiente eslabón de la cadena le corresponde a las editoriales, ya que sostiene que “tienen que regirse por normas más inclusivas en el momento de publicar”. En esta línea, declara que una firma que lance 50 obras, tiene margen como para visibilizar a personas de diferentes partes del mundo. “Es un trabajo colectivo que implica a editoriales, sociedad, organizaciones, subvenciones, etc.”, opina. Sí que dentro de las compañías pone en alza la labor de los consejos editoriales, por “el poder que ejercen a la hora de decidir qué libros o no lanzar. Trabajar para no terminar reproduciendo los mismos esquemas y estereotipos”.
Yendo un paso más allá, Melibea Obono pone igualmente el foco en los lectores, ya que las editoriales, en última instancia: “Se erigen por ideologías hegemónicas. Lo que les demandamos. Si queremos que cambien sus políticas, tenemos que cambiar la sociedad”. Por ello, insta a tomar conciencia de la relevancia de aquello que se pida: “Si preguntamos por un título, estamos condicionando su labor inclusiva. Las editoriales son empresas, no van a imprimir o apoyar libros si no encuentran ningún tipo de demanda”.
La autora defiende que tiene que haber “curiosidad” por saber qué ocurre más allá de las fronteras de cada individuo: “Se tiene que inculcar la educación en la diversidad”. Y considera que se trata de un problema global, no solo de España: “La gente en Guinea puede pedir que se abra una editorial de libros guineanos. Y yo me pregunto: '¿Sólo vas a querer leer a gente de Guinea? ¿Qué pasa con Japón, por ejemplo?'”. Con ello Melibea Obono cierra el círculo de implicaciones, apelando a una responsabilidad colectiva con potencial para sumar cotas de libertad e inclusión en todas las estanterías.
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