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«La Brigada 26 daba tanto asco que tenía que escribir esto»
Piro Subrat | Editorial Imperdibles, 2023-04-26
https://editorialimperdible.com/2023/04/26/la-brigada-26-daba-tanto-asco-que-tenia-que-escribir-esto-piro-subrat/
Hace unos meses me ofrecí a que me entrevistaran para el programa ‘Informe: La Brigada 26’ que se emitió este lunes 24 a la noche en àPunt. Para quien no conozca qué era la Brigada 26, se trataba de una sección especial nocturna de la Policía Local de Valencia que actuó entre 1972 y 1986, y que ha sido objeto de mis trabajos de investigación por la fijación que tenían por maltratar, torturar, acosar, detener y agredir sexualmente a sectores vulnerabilizados de la sociedad; en particular a la comunidad gay y travesti y más en particular aún a las trabajadoras sexuales. Yo acepté pvorque pensé que sería una oportunidad idónea para colaborar en una potencial reparación histórica a las víctimas de esta brigada, y porque no era capaz de concebir un resultado audiovisual que no fuera en una línea absolutamente condenatoria hacia sus prácticas y dinámicas.
A la mañana del martes me desperté con mensajes y llamadas telefónicas de compis maricas indignadas con el documental, en algunos casos habiendo participado en él. Y la indignación siguió por la tarde cuando llegué a l’Espai de Lliure Aprenentatge El Punt –que sale en los agradecimientos del documental, por cierto–, centro documental autogestionado donde milito desde hace años. Allí compis comenzaron a hablar de las atrocidades que vivieron de parte de esta brigada y de lo poco que encajaba el relato del documental a sus propias experiencias.
Es lamentable que un documental sobre uno de los cuerpos policiales más terroristas y criminales de la historia del Reino de España le haya dado tantísimo espacio a los miembros de este cuerpo para expresar lo que sufrían haciendo su trabajo, que ayudaban a señoras a bajar la basura, para que justificasen actos de violencia policial y les sirviera para lavarse la cara bajo el halo de la supuesta “democratización” o de la incorporación de mujeres en la policía. No soy capaz de explicar esto sin tener presente que vivimos en un régimen político continuista con las estructuras de poder del franquismo, donde la policía es una de las menos depuradas y que goza de mayores privilegios. Y por tanto sigue siendo intocable.
Los señores policías han gozado de infinitamente mucho más tiempo que el que se le ha dado a las víctimas de esta gentuza. Puedo entender que no me sacaran diciendo que hay que abolir la policía en àPunt, pero omitir las diversas agresiones que narré durante la entrevista a la vez que se permite a estos especímenes enaltecer crímenes de estado me parece cuanto menos un acto de homofobia institucional. Conté una ocasión en que las activistas Rampova, Greta Guevera y Miquel Alamar ‘La Panocha’ fueron asaltadas por la 26 mientras estaban charlando en la zona de cruising del río Turia. En otra ocasión, Rampova y Greta fueron golpeadas por unos neonazis en pleno centro de Valencia, y cuando apareció en la escena una patrulla de la Brigada 26, les amenazaron con darles sus datos a los nazis y a Greta le dijeron que iban a hacer que se enterara todo Paiporta de que era una maricona de mierda. Conté asaltos y redadas a locales de ambiente y pubs travestis y expresé por qué pienso que a día de hoy las escasas supervivientes con vida tienen reparos a hablar de ello, ya que las detenciones policiales dejan traumas profundos y no todo el mundo tiene una red en la que apoyarse en estas situaciones. Y también consideré que el hecho de que gran parte de las travestis valencianas de los 70 estén muertas, cuando ahora deberían rondar los 65-70 años, tiene que ver entre otras razones con las actuaciones de la Brigada 26 en estos años. Todo esto quedó con el material desechado y no se emitió.
También se han omitido los vínculos de la Brigada 26 con grupos fascistas de la época, que eran reclutados en ambientes ex-legionarios y profranquistas, que algunos trabajaban vigilando mítines y escoltando a miembros del partido ultraderechista Fuerza Nueva… Pero lo que más me ha dolido ha sido que omitieran la descripción que realicé de las estrategias de resistencia y supervivencia que tenían las travestis, en colaboración con las prostitutas cis, en la Avenida del Oeste: cuando veían aparecer a estos criminales de uniforme, se pasaban la voz lo suficientemente rápido como que para cuando se bajaran del coche ya se había enterado de su presencia casi toda la avenida, por lo que se salvaban de acabar detenidas la inmensa mayoría. Y para retrasar la actuación de estos matones, tenían botellas de vidrio, cascotes de obra y piedras enormes listas para lanzárselos y retrasar su repugnante actuación. Estoy hasta las narices de ver cómo las personas LGTBI a menudo aparecemos en los productos culturales sólo como objetos pasivos que recibimos violencia sin que seamos capaces defendernos, lo que nos sitúa en un marco de vulnerabilidad permanente que finalmente asumimos en nuestra cotidianidad y nos hace más proclives a sufrir violencia. Que quede bien claro: las personas LGTBI podemos lanzar piedras a las cabezas de los policías de mierda que nos hacen la vida imposible hoy como hacían nuestras hermanas contra la Brigada 26 en los 70 y 80. Esos mismos policías que asesinaron a Juan Andrés Benítez en Barcelona en 2013, a Zak Kostopoulos en Atenas en 2018, o hace tres meses a Tortuguita en Atlanta. O a cualquiera de esos policías que nos agredieron, nos agreden y nos seguirán agrediendo por muchos documentales que intenten mostrar que la policía de antes era criticable pero la de ahora ya es buena, “democrática” y hasta feminista y progay, aunque para ello se obvien algunos de los testimonios que ofrecí en la entrevista, citando varias agresiones LGTBIfóbicas a manos de la policía y una en concreto que sufrí yo hace 5 años a manos de la Policía Local de Valencia. Y eso sin olvidar el racismo, el clasismo y la ilegalidad de gran parte de sus actuaciones de manera sistemática, que deja muchas de las intervenciones de los señores policías como lo que son: falsedad y mentiras.
Por si no ha quedado claro, de saber que iba a servir de lacito rosa para un documental que en último término sirve a los intereses de la policía hubiera rechazado la propuesta, pero con medios de comunicación como àPunt las cosas son siempre así: están en manos de poderes que tienen intereses bastante horribles normalmente, así que de normal la balanza está en tu contra, pero a veces tienes suerte y les puedes meter un gol, como cuando hace poco más de un año àPunt habló de una “ruta transmaricabibollo por el cementerio de Valencia” y conseguí que le dedicaran un espacio en el reportaje a un activista tan olvidado como merecedor de reconocimiento como fue Miquel Alamar ‘La Panocha’. Además, muchas veces hay buena gente trabajando en estos medios, pero sometida a una jerarquía y unas decisiones superiores que exceden su control. Y a esta gente le debemos que en ocasiones estos medios ofrezcan contenido de calidad y, sobre todo, verídico y acorde a la realidad.
En cualquier caso, lo que me gustaría dejar claro es que, por mucha rabia que nos dé que pasen estas cosas, aquí tenemos un ejemplo del tipo de “memoria histórica” o “memoria democrática” que hacen las instituciones del Reino de España. La memoria histórica la debemos preservar las personas de la base, disidentes sexuales y no, y difundirla mediante nuestros propios medios. Un trabajo que puede ser arduo y estresante, pero que deja unos resultados excelentes y muy valiosos. Las instituciones de un régimen político heredero del franquismo nunca podrán explicar de manera veraz cómo fueron el Franquismo y la Transición: esta tarea nos corresponde a les activistas, militantes, investigadoras, afinidades y a las personas que vivieron estos hechos que nos los trasmiten a quienes somos más jóvenes. Y las editoriales, las distribuidoras, las librerías, los locales de los colectivos, los archivos autogestionados, los ateneos, los centros sociales okupados, las radios libres y las publicaciones en papel son los mejores medios donde poder difundir nuestra memoria histórica. Porque, parafraseando a Machado, “hagamos memoria histórica, porque si no la hacemos, alguien la hará por nosotres, y probablemente contra nosotres”.
A la mañana del martes me desperté con mensajes y llamadas telefónicas de compis maricas indignadas con el documental, en algunos casos habiendo participado en él. Y la indignación siguió por la tarde cuando llegué a l’Espai de Lliure Aprenentatge El Punt –que sale en los agradecimientos del documental, por cierto–, centro documental autogestionado donde milito desde hace años. Allí compis comenzaron a hablar de las atrocidades que vivieron de parte de esta brigada y de lo poco que encajaba el relato del documental a sus propias experiencias.
Es lamentable que un documental sobre uno de los cuerpos policiales más terroristas y criminales de la historia del Reino de España le haya dado tantísimo espacio a los miembros de este cuerpo para expresar lo que sufrían haciendo su trabajo, que ayudaban a señoras a bajar la basura, para que justificasen actos de violencia policial y les sirviera para lavarse la cara bajo el halo de la supuesta “democratización” o de la incorporación de mujeres en la policía. No soy capaz de explicar esto sin tener presente que vivimos en un régimen político continuista con las estructuras de poder del franquismo, donde la policía es una de las menos depuradas y que goza de mayores privilegios. Y por tanto sigue siendo intocable.
Los señores policías han gozado de infinitamente mucho más tiempo que el que se le ha dado a las víctimas de esta gentuza. Puedo entender que no me sacaran diciendo que hay que abolir la policía en àPunt, pero omitir las diversas agresiones que narré durante la entrevista a la vez que se permite a estos especímenes enaltecer crímenes de estado me parece cuanto menos un acto de homofobia institucional. Conté una ocasión en que las activistas Rampova, Greta Guevera y Miquel Alamar ‘La Panocha’ fueron asaltadas por la 26 mientras estaban charlando en la zona de cruising del río Turia. En otra ocasión, Rampova y Greta fueron golpeadas por unos neonazis en pleno centro de Valencia, y cuando apareció en la escena una patrulla de la Brigada 26, les amenazaron con darles sus datos a los nazis y a Greta le dijeron que iban a hacer que se enterara todo Paiporta de que era una maricona de mierda. Conté asaltos y redadas a locales de ambiente y pubs travestis y expresé por qué pienso que a día de hoy las escasas supervivientes con vida tienen reparos a hablar de ello, ya que las detenciones policiales dejan traumas profundos y no todo el mundo tiene una red en la que apoyarse en estas situaciones. Y también consideré que el hecho de que gran parte de las travestis valencianas de los 70 estén muertas, cuando ahora deberían rondar los 65-70 años, tiene que ver entre otras razones con las actuaciones de la Brigada 26 en estos años. Todo esto quedó con el material desechado y no se emitió.
También se han omitido los vínculos de la Brigada 26 con grupos fascistas de la época, que eran reclutados en ambientes ex-legionarios y profranquistas, que algunos trabajaban vigilando mítines y escoltando a miembros del partido ultraderechista Fuerza Nueva… Pero lo que más me ha dolido ha sido que omitieran la descripción que realicé de las estrategias de resistencia y supervivencia que tenían las travestis, en colaboración con las prostitutas cis, en la Avenida del Oeste: cuando veían aparecer a estos criminales de uniforme, se pasaban la voz lo suficientemente rápido como que para cuando se bajaran del coche ya se había enterado de su presencia casi toda la avenida, por lo que se salvaban de acabar detenidas la inmensa mayoría. Y para retrasar la actuación de estos matones, tenían botellas de vidrio, cascotes de obra y piedras enormes listas para lanzárselos y retrasar su repugnante actuación. Estoy hasta las narices de ver cómo las personas LGTBI a menudo aparecemos en los productos culturales sólo como objetos pasivos que recibimos violencia sin que seamos capaces defendernos, lo que nos sitúa en un marco de vulnerabilidad permanente que finalmente asumimos en nuestra cotidianidad y nos hace más proclives a sufrir violencia. Que quede bien claro: las personas LGTBI podemos lanzar piedras a las cabezas de los policías de mierda que nos hacen la vida imposible hoy como hacían nuestras hermanas contra la Brigada 26 en los 70 y 80. Esos mismos policías que asesinaron a Juan Andrés Benítez en Barcelona en 2013, a Zak Kostopoulos en Atenas en 2018, o hace tres meses a Tortuguita en Atlanta. O a cualquiera de esos policías que nos agredieron, nos agreden y nos seguirán agrediendo por muchos documentales que intenten mostrar que la policía de antes era criticable pero la de ahora ya es buena, “democrática” y hasta feminista y progay, aunque para ello se obvien algunos de los testimonios que ofrecí en la entrevista, citando varias agresiones LGTBIfóbicas a manos de la policía y una en concreto que sufrí yo hace 5 años a manos de la Policía Local de Valencia. Y eso sin olvidar el racismo, el clasismo y la ilegalidad de gran parte de sus actuaciones de manera sistemática, que deja muchas de las intervenciones de los señores policías como lo que son: falsedad y mentiras.
Por si no ha quedado claro, de saber que iba a servir de lacito rosa para un documental que en último término sirve a los intereses de la policía hubiera rechazado la propuesta, pero con medios de comunicación como àPunt las cosas son siempre así: están en manos de poderes que tienen intereses bastante horribles normalmente, así que de normal la balanza está en tu contra, pero a veces tienes suerte y les puedes meter un gol, como cuando hace poco más de un año àPunt habló de una “ruta transmaricabibollo por el cementerio de Valencia” y conseguí que le dedicaran un espacio en el reportaje a un activista tan olvidado como merecedor de reconocimiento como fue Miquel Alamar ‘La Panocha’. Además, muchas veces hay buena gente trabajando en estos medios, pero sometida a una jerarquía y unas decisiones superiores que exceden su control. Y a esta gente le debemos que en ocasiones estos medios ofrezcan contenido de calidad y, sobre todo, verídico y acorde a la realidad.
En cualquier caso, lo que me gustaría dejar claro es que, por mucha rabia que nos dé que pasen estas cosas, aquí tenemos un ejemplo del tipo de “memoria histórica” o “memoria democrática” que hacen las instituciones del Reino de España. La memoria histórica la debemos preservar las personas de la base, disidentes sexuales y no, y difundirla mediante nuestros propios medios. Un trabajo que puede ser arduo y estresante, pero que deja unos resultados excelentes y muy valiosos. Las instituciones de un régimen político heredero del franquismo nunca podrán explicar de manera veraz cómo fueron el Franquismo y la Transición: esta tarea nos corresponde a les activistas, militantes, investigadoras, afinidades y a las personas que vivieron estos hechos que nos los trasmiten a quienes somos más jóvenes. Y las editoriales, las distribuidoras, las librerías, los locales de los colectivos, los archivos autogestionados, los ateneos, los centros sociales okupados, las radios libres y las publicaciones en papel son los mejores medios donde poder difundir nuestra memoria histórica. Porque, parafraseando a Machado, “hagamos memoria histórica, porque si no la hacemos, alguien la hará por nosotres, y probablemente contra nosotres”.
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