El Correo / Fotograma de 'Ignasi M.' // |
Padre, gay, seropositivo y arruinado
Ventura Pons retrata en un documental la azarosa vida del museólogo Ignasi Millet
Oskar Belategui | Gran Cinema, El Correo, 2014-01-30
https://blogs.elcorreo.com/gran-cinema/2014/01/30/padre-gay-seropositivo-y-arruinado/
Las primeras escenas de “Ignasi M.” muestran a su protagonista preparando su dieta diaria: 29 pastillas de retrovirales, ansiolíticos, antidepresivos, protectores de estómago y hasta Cialis para conseguir una erección. Ignasi Millet es seropositivo y hace de conejillo de indias en una terapia experimental en el hospital barcelonés de Can Ruti. Sin embargo, el nuevo largometraje de Ventura Pons no es (solo) el retrato de un portador del virus del sida. «Te quieres inventar un personaje así y no te sale», reconoce el director catalán, amigo del protagonista desde hace 28 años.
Restaurador de arte y eminente museólogo, Millet pertenece a la burguesía ilustrada barcelonesa. Pronto conoceremos a su padre, el influyente pintor Ramón Millet, que lleva dos intentos de suicidio en la residencia donde vive, algo que no parece sorprender a la madre, de quien se separó hace tiempo. Ignasi es un gay cincuentón que ha vivido con promiscuidad su condición. También es padre de dos hijos que tuvo con su exmujer, que ya hace treinta años estaba condenada a una silla de ruedas. Hoy ella ha asumido su lesbianismo y convive con otra mujer, también en silla de ruedas.
Millet adora a sus dos hijos, artistas y emigrantes desde jóvenes en Londres, aunque al pequeño le ha dado últimamente por la Iglesia evangélica. Locuaz y extrovertido, ataviado siempre con ropa de colores chillones, el vecino más carismático del barrio de La Floresta es querido por su familia y sus amigos. No deja entrever el pánico que adopta la forma de sobres con facturas y órdenes de embargo. Porque Ignasi Millet está arruinado, con su empresa quebrada y la casa a punto de pasar a manos de los bancos.
«Hace 28 años que conozco a Ignasi, pero hasta el año pasado, cuando me enteré de lo que le había pasado, no reconocí una película en él», cuenta Ventura Pons, que ha compartido con su amigo mil paellas veraniegas, fiestas de fin de año y “calçotadas”, esas bacanales con cebolletas a la brasa untadas en salsa romesco. «Ignasi siempre ha sido la alegría de la huerta con su sentido del humor. Un cachondo con la capacidad de conseguir que la gente a su lado sea igual de sincera que él».
“Ignasi M.”, presentada en el Festival de Cine Gay de Bilbao y en los cines desde este viernes, nace así como un acto de amor del realizador a su amigo, pero también como una película «contra el miedo». «En estos tiempos de crisis trata del deseo de la paternidad, la homosexualidad, el sida, el mundillo artístico… Nosotros hablamos todo el día pero no decimos lo que pensamos. Justo lo contrario que Ignasi».
Al conocer a los Millet resulta inevitable recordar a otra familia memorablemente disfuncional: los Panero. A semejanza de los protagonistas de “El desencanto”, este clan culto y sin pudor a la hora de verbalizar sus miserias ha fracasado como familia. Ventura Pons admite que le sacan las semejanzas con el mítico filme de Jaime Chávarri, pero jamás lo tuvo en la cabeza. «Aquí también se muestra a una familia pintoresca desde el punto de vista judeocristiano. Hay muchos bichos raros por el mundo, y pocos se atreven a soltar prenda».
Pons arrancó su filmografía en 1978 con otro documental, “Ocaña, un retrato intermitente”, sobre el pintor y travesti que marcó en su época la vida en la Rambla y la Plaza Real de Barcelona. «Fue un precursor a la hora de vivir su homosexualidad con libertad. Al igual que el loco de Ignasi, que hace 30 años quiso tener hijos», alaba el director. La cinta aborda asimismo a través de su personaje principal la debacle que padecen los oficios artísticos, incluido el cine, como demuestra el que Pons haya rodado su vigesimoquinto largometraje con técnicas de guerrilla.
«Ignasi está arruinado, como tantos en el mundo del cine que se creyeron las vacas gordas. No paro de recibir llamadas de gente que hace tres años no podías contratar y ahora no tienen trabajo. Yo no me creí la historia oficial y no tiré el dinero, por eso he podido aguantar». Ventura Pons comparte el sentimiento independentista de Millet, que llega a colgar una estelada en el jardín de su casa. «Cataluña, por tradición, más que un país independentista es un país democrático. Yo deseo que la gente vote y se respete su voto. Y mientras la España imperial de siempre siga diciendo que no, más claro está que habrá referéndum».
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