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El actor, activista del colectivo Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales y colaborador de ‘Público’, Shangay Lily, celebra 20 años de ‘artivismo’ y presenta nuevo espectáculo
C.C / J.G | Público, 2014-11-29
Veinte son los años que el actor, activista y colaborador de Público Shangay Lily lleva luchando y denunciando las injusticias que sufre la comunidad LGT. Veinte años en los que asegura que ha ido viendo cómo el activismo se iba conviertiendo “en un producto interesado para promocionarse políticamente”, alejado de su genuino próposito.
Shangay Lily celebra y corona su veintena con su nuevo espectáculo, Palabra de Artivista que se estrena este sábado a las 22.30 horas en el Teatro del Barrio de Madrid.
Tu nuevo espectáculo resume 20 años de artivismo, en los que has intentado reivindicar los derechos de la comunidad LGTB y denunciar injusticias políticas. ¿Con cuál de todas tus iniciativas te quedarías? ¿Cuál crees que ha tenido una mayor repercusión?
En un primer momento me planteé explicar lo que es el artivismo, un término que proviene del movimiento feminista que utilizó el arte para hacer activismo burlando el rígido sistema patriarcal y lo que en este se considera “serio” y “político”; una estrategia que yo adopté para poder aunar mi vertiente artística y activista, ambas negadas o presentadas como excluyentes en cada periodo: el primero de fama en televisión y el segundo de activismo exclusivamente político.
Una estrategia que niega a Gramsci y su revelación de que la hegemonía política se combate en lo cultural. Involuntariamente, mi espectáculo se ha convertido en un fascinante análisis de cómo ha ido cambiando el activismo en España en los últimos 20 años.
Desde los inocentes 90 hasta el sofisticadamente represivo principio de milenio. Aunque la protesta ante Rajoy denunciando la homofobia del PP o romper la foto de Espe Aguirre en Telemadrid, incluso el montaje criminalizador en las JMJ por ondear una bandera gay durante la Marcha Atea, son muy celebradas, no daría más importancia a una acción que a otra porque creo que cada acción cumplió su cometido histórico: en los 90 era vital la visibilidad y eso es lo que conseguí con la televisión y la fama, poner un modelo positivo, un referente que muchos y muchas jóvenes de entonces me han agradecido.
La creación de mi revista Shangay Express entonces fue vital, aunque degeneró tras su robo por mis socios junto a Zerolo en un panfleto capitalista homófobo.
Cuando me di cuenta de que la televisión me/nos estaba utilizando para reforzar los mismos mensajes que combatíamos y la visibilidad se había convertido en marca, en producto comercial, la abandoné y me centré en lo político, en internet, en mi blog de Público que me ha dado a conocer a toda una nueva generación o grupo de izquierdas.
¿Crees que en estos 20 años España ha avanzado lo suficiente en el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGTB? Y en cuanto al apoyo de la ciudadanía, ¿crees que hay una normalización social suficiente?
Creo que ha avanzado muchísimo desde que a finales de los 80 me insultaban y agredían por declararme orgullosamente homosexual y plumífero en las calles y las primeras marchas del Orgullo. Pero también creo que hacer parecer que ya no hay nada que conseguir, incluso que los gays somos privilegiados por el sistema, y negar la creciente homofobia, es una trampa mortal que el régimen ha impuesto con sus modelos endohomófobos (gays que sufren homofobia internalizada) como Jorge Javier Vázquez, Fernando Tejero o Sandra Barneda, personajes que atacan al activismo y proclaman que no hay que hablar de la sexualidad de uno porque ofende a los “pobres heterosexuales”.
Creo que la homofobia ahora es más sofisticada y perversa, es lo que llamo homofobia sigilosa, que se esconde o niega pero es más virulenta. El clásico: “yo no soy homófobo, pero…” o el ridículo “yo no soy homófobo porque tengo amigos gays”. Ahora la lucha es otra, más perversa, pero más necesaria que nunca.
Acuñaste el concepto de “cristofascismo”. ¿Puedes explicar brevemente en qué consiste y dónde se puede encontrar en la sociedad de hoy?
El cristofascismo es utilizar un mito o leyenda de un ser imaginario como Cristo, supuestamente perfecto y revolucionario, para imponer el modelo fascista o lo que yo llamo la industria del odio. No es más que otra forma del nacional-catolicismo franquista. La Iglesia siempre ha declarado no hacer política cuando es el peor agente político del planeta.
Sufres insultos habitualmente por parte de un sector de la sociedad española. ¿Por qué crees que levantas tantas pasiones en la ultraderecha?
Pasiones en contra. Como dicen algunos seguidores “sólo por la habilidad que tienes de poner de los nervios a los fachas, eres fundamental”. Siempre he dicho que es como ponerle un espejo delante a la gente. No lo llevan nada bien.
¿Quién es “el verdadero enemigo”?
El egoísta, el vendido, el traidor… la mayoría de las veces el peor enemigo es el que está en casa.
¿Cómo calificarías la acción de la izquierda española en la lucha por los derechos de la comunidad LGTB? ¿Qué esperas en este sentido de Podemos?
“La izquierda ha sido la única que ha luchado por los derechos LGTB”La izquierda ha sido la única que ha luchado por los derechos LGTB, ahora la derecha intenta apropiarse de esa lucha y avances y hacerlos pasar por suyos distorsionándolos para recuperar la homofobia.
En concreto la apropiación de los Orgullos Gay por parte de varios ayuntamientos peperos para pagar jugosas sumas a “artistas” homófobos es lamentable. Pero esa lucha la ha hecho innegable la izquierda a pesar de la derecha. En concreto Izquierda Unida. El PSOE tardó bastante más de lo que la gente cree en aceptar la lucha LGTB como suya y cuando lo hizo se apropió de ella a cambio de jugosos beneficios electoralistas.
De Podemos no espero nada, porque han traicionado una y otra vez la causa LGTB ya antes de acceder al poder. Lo último fue ver a Pablo Iglesias aplaudiendo a un Papa homófobo y misógino por sus mentiras. Creo que la estrategia desesperada de Podemos de ganar a cualquier precio conlleva repudiar todo lo que no sea mayoritario o disguste al amo patriarcal. Es asimilarse al sistema y expulsar a sus minorías molestas, las aristas incómodas; ya lo vivimos en la comunidad gay con lo que yo llamo el gaypitalismo.
La comunidad LGTB, la real, no ese producto gay asimilado que tanto vende, siempre vamos a molestar a los poderosos, los patriarcas.
En ocasiones has recibido críticas de la comunidad LGTB por intentar representarla. ¿Cómo encajas estas críticas?
Nunca he recibido críticas de la comunidad LGTB, sino de algún individuo desconocido que no representa a nadie ni ha hecho nada. Nadie puede negar mi recorrido y activismo. Le moleste a quien le moleste, sólo hay que tirar de hemeroteca para saber que uno de los pilares de la construcción de Chueca y la nueva identidad “gay” fui yo.
Lamentablemente degeneró en un modelo aberrante en manos de una oligayrquia que boicoteó a las disidencias del modelo patriarcal y lo convirtió en un modelo clasista, machista y homófobo. De hecho, los que más intentan cuestionar que yo represente a la comunidad LGTB son los homófobos cristofascistas haciéndose pasar por aliados de la comunidad o incluso representantes de esta.
Shangay Lily celebra y corona su veintena con su nuevo espectáculo, Palabra de Artivista que se estrena este sábado a las 22.30 horas en el Teatro del Barrio de Madrid.
Tu nuevo espectáculo resume 20 años de artivismo, en los que has intentado reivindicar los derechos de la comunidad LGTB y denunciar injusticias políticas. ¿Con cuál de todas tus iniciativas te quedarías? ¿Cuál crees que ha tenido una mayor repercusión?
En un primer momento me planteé explicar lo que es el artivismo, un término que proviene del movimiento feminista que utilizó el arte para hacer activismo burlando el rígido sistema patriarcal y lo que en este se considera “serio” y “político”; una estrategia que yo adopté para poder aunar mi vertiente artística y activista, ambas negadas o presentadas como excluyentes en cada periodo: el primero de fama en televisión y el segundo de activismo exclusivamente político.
Una estrategia que niega a Gramsci y su revelación de que la hegemonía política se combate en lo cultural. Involuntariamente, mi espectáculo se ha convertido en un fascinante análisis de cómo ha ido cambiando el activismo en España en los últimos 20 años.
Desde los inocentes 90 hasta el sofisticadamente represivo principio de milenio. Aunque la protesta ante Rajoy denunciando la homofobia del PP o romper la foto de Espe Aguirre en Telemadrid, incluso el montaje criminalizador en las JMJ por ondear una bandera gay durante la Marcha Atea, son muy celebradas, no daría más importancia a una acción que a otra porque creo que cada acción cumplió su cometido histórico: en los 90 era vital la visibilidad y eso es lo que conseguí con la televisión y la fama, poner un modelo positivo, un referente que muchos y muchas jóvenes de entonces me han agradecido.
La creación de mi revista Shangay Express entonces fue vital, aunque degeneró tras su robo por mis socios junto a Zerolo en un panfleto capitalista homófobo.
Cuando me di cuenta de que la televisión me/nos estaba utilizando para reforzar los mismos mensajes que combatíamos y la visibilidad se había convertido en marca, en producto comercial, la abandoné y me centré en lo político, en internet, en mi blog de Público que me ha dado a conocer a toda una nueva generación o grupo de izquierdas.
¿Crees que en estos 20 años España ha avanzado lo suficiente en el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGTB? Y en cuanto al apoyo de la ciudadanía, ¿crees que hay una normalización social suficiente?
Creo que ha avanzado muchísimo desde que a finales de los 80 me insultaban y agredían por declararme orgullosamente homosexual y plumífero en las calles y las primeras marchas del Orgullo. Pero también creo que hacer parecer que ya no hay nada que conseguir, incluso que los gays somos privilegiados por el sistema, y negar la creciente homofobia, es una trampa mortal que el régimen ha impuesto con sus modelos endohomófobos (gays que sufren homofobia internalizada) como Jorge Javier Vázquez, Fernando Tejero o Sandra Barneda, personajes que atacan al activismo y proclaman que no hay que hablar de la sexualidad de uno porque ofende a los “pobres heterosexuales”.
Creo que la homofobia ahora es más sofisticada y perversa, es lo que llamo homofobia sigilosa, que se esconde o niega pero es más virulenta. El clásico: “yo no soy homófobo, pero…” o el ridículo “yo no soy homófobo porque tengo amigos gays”. Ahora la lucha es otra, más perversa, pero más necesaria que nunca.
Acuñaste el concepto de “cristofascismo”. ¿Puedes explicar brevemente en qué consiste y dónde se puede encontrar en la sociedad de hoy?
El cristofascismo es utilizar un mito o leyenda de un ser imaginario como Cristo, supuestamente perfecto y revolucionario, para imponer el modelo fascista o lo que yo llamo la industria del odio. No es más que otra forma del nacional-catolicismo franquista. La Iglesia siempre ha declarado no hacer política cuando es el peor agente político del planeta.
Sufres insultos habitualmente por parte de un sector de la sociedad española. ¿Por qué crees que levantas tantas pasiones en la ultraderecha?
Pasiones en contra. Como dicen algunos seguidores “sólo por la habilidad que tienes de poner de los nervios a los fachas, eres fundamental”. Siempre he dicho que es como ponerle un espejo delante a la gente. No lo llevan nada bien.
¿Quién es “el verdadero enemigo”?
El egoísta, el vendido, el traidor… la mayoría de las veces el peor enemigo es el que está en casa.
¿Cómo calificarías la acción de la izquierda española en la lucha por los derechos de la comunidad LGTB? ¿Qué esperas en este sentido de Podemos?
“La izquierda ha sido la única que ha luchado por los derechos LGTB”La izquierda ha sido la única que ha luchado por los derechos LGTB, ahora la derecha intenta apropiarse de esa lucha y avances y hacerlos pasar por suyos distorsionándolos para recuperar la homofobia.
En concreto la apropiación de los Orgullos Gay por parte de varios ayuntamientos peperos para pagar jugosas sumas a “artistas” homófobos es lamentable. Pero esa lucha la ha hecho innegable la izquierda a pesar de la derecha. En concreto Izquierda Unida. El PSOE tardó bastante más de lo que la gente cree en aceptar la lucha LGTB como suya y cuando lo hizo se apropió de ella a cambio de jugosos beneficios electoralistas.
De Podemos no espero nada, porque han traicionado una y otra vez la causa LGTB ya antes de acceder al poder. Lo último fue ver a Pablo Iglesias aplaudiendo a un Papa homófobo y misógino por sus mentiras. Creo que la estrategia desesperada de Podemos de ganar a cualquier precio conlleva repudiar todo lo que no sea mayoritario o disguste al amo patriarcal. Es asimilarse al sistema y expulsar a sus minorías molestas, las aristas incómodas; ya lo vivimos en la comunidad gay con lo que yo llamo el gaypitalismo.
La comunidad LGTB, la real, no ese producto gay asimilado que tanto vende, siempre vamos a molestar a los poderosos, los patriarcas.
En ocasiones has recibido críticas de la comunidad LGTB por intentar representarla. ¿Cómo encajas estas críticas?
Nunca he recibido críticas de la comunidad LGTB, sino de algún individuo desconocido que no representa a nadie ni ha hecho nada. Nadie puede negar mi recorrido y activismo. Le moleste a quien le moleste, sólo hay que tirar de hemeroteca para saber que uno de los pilares de la construcción de Chueca y la nueva identidad “gay” fui yo.
Lamentablemente degeneró en un modelo aberrante en manos de una oligayrquia que boicoteó a las disidencias del modelo patriarcal y lo convirtió en un modelo clasista, machista y homófobo. De hecho, los que más intentan cuestionar que yo represente a la comunidad LGTB son los homófobos cristofascistas haciéndose pasar por aliados de la comunidad o incluso representantes de esta.
Tú también has arremetido contra un sector de la comunidad gay por “aburguesarse”. ¿Podrías explicarlo?
Los llamé burgayses en un primer momento, aunque ahora creo que les define mejor el término absurdigays, tiran piedras contra su propio tejado con tal de complacer al amo patriarcal homófobo y recibir beneficios económicos por su traición.
He escrito extensamente sobre el tema en mi blog de Público. Esa traición devino en lo que he llamado gaypitalismo como explico en mi venidero ensayo Adiós, Chueca (Memorias del gaypitalismo: creando la marca gay). De ellos hablaré en mi espectáculo.
¿Echas de menos más artivistas en España? ¿Crees que debería haber más artistas que se involucraran más a fondo en la vida política, como has hecho tú recientemente con Alfon?
Echo de menos a personas que luchen desinteresadamente, no por sacar crédito o una carrera, personas que, como el gran Willy Toledo por ejemplo, sacrifiquen su cómoda carrera para denunciar injusticias y apoyar a los desfavorecidos, a las causas menos populares.
En estos 20 años he ido viendo cómo el activismo genuino se iba convirtiendo en un producto interesado para promocionarse en el ámbito político, dentro del partido; o el académico, abrazando las causas más aparentemente estrambóticas para quedar como el más vanguardista y moderno. Es lo que yo llamo des-activismo queer.
Los llamé burgayses en un primer momento, aunque ahora creo que les define mejor el término absurdigays, tiran piedras contra su propio tejado con tal de complacer al amo patriarcal homófobo y recibir beneficios económicos por su traición.
He escrito extensamente sobre el tema en mi blog de Público. Esa traición devino en lo que he llamado gaypitalismo como explico en mi venidero ensayo Adiós, Chueca (Memorias del gaypitalismo: creando la marca gay). De ellos hablaré en mi espectáculo.
¿Echas de menos más artivistas en España? ¿Crees que debería haber más artistas que se involucraran más a fondo en la vida política, como has hecho tú recientemente con Alfon?
Echo de menos a personas que luchen desinteresadamente, no por sacar crédito o una carrera, personas que, como el gran Willy Toledo por ejemplo, sacrifiquen su cómoda carrera para denunciar injusticias y apoyar a los desfavorecidos, a las causas menos populares.
En estos 20 años he ido viendo cómo el activismo genuino se iba convirtiendo en un producto interesado para promocionarse en el ámbito político, dentro del partido; o el académico, abrazando las causas más aparentemente estrambóticas para quedar como el más vanguardista y moderno. Es lo que yo llamo des-activismo queer.
El criterio es muy sencillo: ¿Si tú le quitases ese componente activista o político a una persona, su carrera mejoraría o seguiría estando ahí… o por el contrario desaparecería porque es la base de su popularidad? Es como el político que vive de la política o el que ha sacrificado beneficios más fáciles para hacer política.
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