“En la prostitución la gran diferencia es “el estigma”. Porque todos los trabajos tienen su grado de explotación. Absolutamente todos.”
Eduardo Nabal Aragón | Diario Progresista, 2014-11-07
http://www.diarioprogresista.es/entrevista-a-montse-neira-trabajadora-sexual-y-autora-del-libro-una-57750.htm
Entrevista a Montse Neira (Barcelona, 1960) Licenciada en Ciencias Políticas y Administración por la Universidad Complutense de Madrid. Trabajadora sexual y autora del libro "Una mala mujer" (Editorial Plataforma, 2012), donde destierra mitos sobre la prostitución en nuestra sociedad.
Diario Progresista: Hace poco entrevistando a un escritor cubano me dijo que estaba harto que siempre le preguntaran por Cuba o Fidel. Al margen de la labor social o pedagógica que supone. ¿No estás harta de que siempre te pregunten por tu trabajo?
Montse Neira: Efectivamente siempre preguntáis por nuestro trabajo y es una forma de visibilizarlo pero a veces las preguntas se repiten hasta la saciedad o se enfoca mal el asunto.
D. P.: Desde tiempo inmemorial el movimiento feminista ha discutido hasta la saciedad sobre el tema de la prostitución, como algo abstracto. En el estado español surgió Hetaira, que por fin daba voz a ese colectivo al margen de posturas encontradas. ¿Cómo has visto y ves este colectivo?
M.N.: Hetaira, que ya tiene por lo menos veinte años, ha sido el primer grupo feminista que ha recogido los derechos de las prostitutas. Un gesto valiente en su momento Y no ya no hablo solamente de los derechos laborales sino primero los derechos básicos y fundamentales ante los abusos. Lucharon contra el estigma dando voz a las propias prostitutas Las guerras en el feminismo pro-prostitución o anti-prostitución (como decía Beatriz Gimeno) son ya legendarias y no parecen tener fin. Pero si se nos presenta como mujeres explotadas por el capitalismo creo que todos (y yo he trabajado en más cosas) estamos en alguna forma explotados por el capitalismo. Yo tengo una vagina sana y, a lo mejor alguien que trabaja con una máquina corre mas peligro. Las razones que llevan a las mujeres a la prostitución son muy variadas y es importante la elección personal. No siempre es consecuencia de la pobreza. La generalización es peligrosa.
D.P.: Ha habido fenómenos como el Sida o la inmigración que han cambiado la percepción que la sociedad tiene sobre el trabajo sexual ¿Cómo lo has notado?
M.N.: La inmigración ha cambiado mucho el panorama pero tanto en la calle como en burdeles o pisos donde de ser una mayoría de mujeres blancas o nacidas aquí se ha invertido proporcionalmente el número y ahora son las inmigrantes de diferentes lugares la mayoría de las mujeres que están en un piso o en el oficio.
Diario Progresista: Hace poco entrevistando a un escritor cubano me dijo que estaba harto que siempre le preguntaran por Cuba o Fidel. Al margen de la labor social o pedagógica que supone. ¿No estás harta de que siempre te pregunten por tu trabajo?
Montse Neira: Efectivamente siempre preguntáis por nuestro trabajo y es una forma de visibilizarlo pero a veces las preguntas se repiten hasta la saciedad o se enfoca mal el asunto.
D. P.: Desde tiempo inmemorial el movimiento feminista ha discutido hasta la saciedad sobre el tema de la prostitución, como algo abstracto. En el estado español surgió Hetaira, que por fin daba voz a ese colectivo al margen de posturas encontradas. ¿Cómo has visto y ves este colectivo?
M.N.: Hetaira, que ya tiene por lo menos veinte años, ha sido el primer grupo feminista que ha recogido los derechos de las prostitutas. Un gesto valiente en su momento Y no ya no hablo solamente de los derechos laborales sino primero los derechos básicos y fundamentales ante los abusos. Lucharon contra el estigma dando voz a las propias prostitutas Las guerras en el feminismo pro-prostitución o anti-prostitución (como decía Beatriz Gimeno) son ya legendarias y no parecen tener fin. Pero si se nos presenta como mujeres explotadas por el capitalismo creo que todos (y yo he trabajado en más cosas) estamos en alguna forma explotados por el capitalismo. Yo tengo una vagina sana y, a lo mejor alguien que trabaja con una máquina corre mas peligro. Las razones que llevan a las mujeres a la prostitución son muy variadas y es importante la elección personal. No siempre es consecuencia de la pobreza. La generalización es peligrosa.
D.P.: Ha habido fenómenos como el Sida o la inmigración que han cambiado la percepción que la sociedad tiene sobre el trabajo sexual ¿Cómo lo has notado?
M.N.: La inmigración ha cambiado mucho el panorama pero tanto en la calle como en burdeles o pisos donde de ser una mayoría de mujeres blancas o nacidas aquí se ha invertido proporcionalmente el número y ahora son las inmigrantes de diferentes lugares la mayoría de las mujeres que están en un piso o en el oficio.
En cuanto al VIH creíamos que nos iba a dejar sin trabajo, que los clientes ya no vendrían, pero eso no sucedió. Si sucedió que hubo que luchar mucho por que los hombres se pusieran el preservativo. Que antepusieran la seguridad a la efusividad. Las estrategias de ponerlo con la boca, etc. no son ningún mito.
D.P.: Recuerdo una frase de un libro autobiográfico de Carla Corso “Retrato de intensos colores”: “Lo único que diferencia a la prostitución de cualquier otro trabajo es el estigma”. ¿Es eso lo único que lo diferencia?
M.S.: Así es. Es la gran diferencia ha sido y sigue siendo “el estigma”. Porque todos los trabajos tienen su lado de explotación y las visiones paternalistas no contribuyen a mejorar esto. Hay que diferenciar, claro está, la trata de mujeres de la prostitución voluntaria. Pero formas de esclavitud existen en todos los empleos, como el trabajo doméstico o, por ejemplo, o las mujeres gallegas que trabajan un montón de horas diarias en las fábricas textiles para la firma de Adolfo Domínguez a cambio de 500 euros al mes. Eso es verdadera explotación. Hay que luchar contra la prostitución infantil pero también contra la esclavitud infantil bajo otras muchas formas.
D.P.: Me da que por muchas veces que pongamos o gritemos “Las putas insistimos, políticos y banqueros no son nuestros hijos” parece que en las manifestaciones salen ese tipo de expresiones que aunque parece que se han vaciado del sentido original no dejan de ser el reflejo de una sociedad patriarcal
M.N.: Efectivamente cuando se quiere insultar a alguien se le llama puta si es mujer o “hijo de puta” si es hombre. Son los insultos por excelencia. Esto debería ir cambiando, porque refleja un modo totalmente ofensivo en la percepción de la prostitución, además de una mentalidad patriarcal. Claro está un insulto no tiene porque serlo según el ambiente o la situación en que te encuentres (¡puede ser hasta un halago¡) pero normalmente el ánimo es casi siempre hiriente.
D.P: Durante mucho o no tanto tiempo la transexualidad iba acompañada del oficio de la prostitución debido a la falta de regularización de ambas cosas. ¿Cómo has visto esta evolución desde un punto de vista sociopolítico?
M.N.: Las transexuales, aún hoy, siguen siendo las que más trabajo tienen, que no quiere decir que sean las que cobren más. Me refiero a las transexuales sin operar. Pero sobre ellas cae el doble estigma, además de trans, prostituta. No estamos tan lejos en muchas de sus reivindicaciones. También ocurre la falta de información que puede llevar a mujeres transexuales a situaciones de peligro o hay mujeres inmigrantes que desconocen que tienen el pleno derecho a denunciar sin miedo las agresiones o abusos, pero carecen de esa información básica. La prostitución masculina se percibe de otra manera cuando es para mujeres. Cuando es para hombres no se cuantifica, al contrario que la femenina, pero no creo que sea mucho menor. Muchos hombres buscan sexo con hombres fuera del matrimonio.
D.P.: Las ficciones sobre la prostitución hasta hace poco han sido o como estereotipos o como problema social o personajes víctima de las circunstancias ¿Se van diversificando los libros, las películas las series?
M.N.: En el cine clásico éramos la vampiresa, la “ligera de cascos” o la “mala mujer”. Las prostitutas acaban casi siempre muertas o redimidas a través de la institución del matrimonio. La única película que recuerdo donde la prostituta no solo no abandona su oficio sino además manda al cuerno a su pareja masculina es “El lado oscuro del corazón” de Eliseo Subiela.
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