Valeria Vegas: «Bibiana Fernández es el gran referente LGTB de este país».
La periodista publica 'Libérate', un manual que repasa la trayectoria de esos héroes olvidados que abrieron camino a la cultura LGTB en España.
Leticia García | S Moda, El País, 2020-12-17
https://smoda.elpais.com/placeres/valeria-vegas-liberate-lgtb/
José Pérez Ocaña, Pavlovsky, Manolita Chen, los cómics de Anacorma, ‘Adela‘, los cabarets del Paralelo... España está repleta de héroes no tan anónimos pero sí poco reconocidos; personas que se dejaron la piel durante el franquismo y la Transición por abrir camino al resto o por posicionarse en favor de los silenciados. La periodista y escritora Valeria Vegas ha querido rendirles en homenaje que se merecen en 'Libérate' (Ed. Dos bigotes), un compendio a modo de diccionario en que se repasa la trayectoria de todos esos pioneros que abrieron camino a la cultura LGTB en España y en el que, como dice la autora, «no están todos los que son pero sí son todos los que están». «Siempre hago libros por deseo, cosas que me gustaría leer. Estos dos últimos años me fijaba mucho en que los libros que son un referente para el colectivo LGTB eran todos americanos. Está muy bien hablar de RuPaul, Elton John y Marlene Dietrich y he aprendido mucho gracias a ellos, pero me asombraba que no hubiera nada similar en España. Además en un caso tan especial como el nuestro, que hemos pasado por una dictadura y una época de explosión de artistas y referentes durante la Transición», comenta.
¿Por qué crees que depreciamos nuestra historia en este aspecto? Aún hoy se sigue hablando de los 80, el aperturismo, la Movida, etc. pero muchas de estas figuras siguen silenciadas.
Creo que lo hemos visto como algo ‘cutre’, como manifestaciones artísticas de segunda. Los medios, sobre todo la televisión, siempre han silenciado el cabaret, el transformismo... Es una cuestión de complejos. Lo menospreciamos pensando: «Mira, un transformista que imita a Lola Flores o, mira, una ‘vedette’» pero luego ensalzamos a Dita von Teese o nos parece la bomba una ‘drag’ americana que imita a Madonna...
Si contextualizamos el momento, y partiendo de muchas de las películas que mencionas en el libro, parece que hace 40 y 50 años había una corriente más aperturista en la forma de mostrar al colectivo LGTB en el cine o la cultura.
Opino lo mismo. Hoy es todo muy políticamente correcto, y en aquel momento había cintas que tocaban temas gais o trans desde distintos puntos de vista. Entre los setenta y los ochenta todo implosionó, y supongo que los productores vieron estos temas con cierto oportunismo: muchas veces se trataban desde el morbo, sobre todo las películas con contenido lésbico tipo ‘Me siento extraña’ (1977) que estaban hechas desde el punto de vista masculino, como una especie de fantasía erótica. pero luego había otras como ‘Calé’ (1987), la película de Rosario Flores, que aborda el tema de una manera más justa; es una relación afectiva entre una mujer gitana y una paya. Ahora hemos visto ‘Carmen y Lola’, pero no era lo mismo verlo en 1987.
Tanto esas películas como toda la amplia cultura de los cabarets de la época se han perdido de alguna manera. Incluso cuando nos referimos a ellos siempre hay cierta confusión...
Cuando se ha abordado el tema no se ha hecho con la suficiente información, y esa confusión se ha ido transmitiendo en el tiempo. Muchos creen por ejemplo que la primera película que aborda la transexualidad es ‘Mi querida señorita’ (1972), cuando es una película que trata la intersexualidad, lo que antes llamábamos hermafroditismo. Incluso a día de hoy a la gente le cuesta distinguir entre travestismo y transexualidad, la falta de información lleva a la confusión terminológica.
En el libro recoges muchas crónicas de la época. Sorprende para bien el tratamiento, muchas veces respetuoso, que se daba a estas manifestaciones culturales y a estos personajes.
Sí, en algunas ocasiones me he llevado una grata sorpresa. De hecho, la idea de este libro es que sirva como hemeroteca. Por ejemplo, este año morían Carmen de Mairena, Violeta la Burra o Juan Gallo ‘la otra Lola’ y los obituarios, escuetos, se repetían de un medio a otro porque no hay información; aunque en realidad sí la hay, a mí me ha costado 15 minutos buscar el título de una obra o un espectáculo.
¿Crees que, de algún modo, no se les reconoce su labor real y los medios han tratado a estas personas como caricaturas?
En el caso por ejemplo de Carmen de Mairena, ella eligió prestarse a dar esa imagen en televisión, pero no es alguien que haya comido del aire en los 70 o los 80. Ha hecho muchas cosas que no se han reconocido lo suficiente. Muchas de estas personas vivieron en el momento que les tocó vivir, un momento muy duro, y no se escondieron ni derivaron su talento hacia otro lado; explotaban la diferencia. Al menos, los hombres. Los casos femeninos se han silenciado más.
De hecho, la cultura del transformismo, por ejemplo, no era una cultura ‘underground’. Todo el mundo la conocía. Y los referentes que utilizaban los artistas eran masivos.
Por supuesto que no. España estaba llena de salas, y la mayoría de los artistas hacían dos funciones a la semana. Tiene que pasar por ahí mucha gente para que eso ocurra.
¿Por qué crees que todo este movimiento acabó muriendo?
Más que se fue transformando; en los 90 ya se pasa del transformismo a las ‘drag queen’ como La Prohibida o Psicosis González, que son grandes admiradoras del transformismo de los 70, por otro lado. En el cine también ocurre lo mismo, porque esos productores que lo hacían por oportunismo vieron que el tema dejaba de ser morboso y comercial. Igual que las salas de fiesta, los empresarios dejan de explotar el tema y pasaron a otra cosa.
En el libro mencionas a Carmen Xtravaganza, la gran diva del ‘voguing’ neoyorquino (y de Cádiz), que regresa a España en los 90. Al final el ‘voguing’ tiene mucho que ver con la cultura del cabaret español.
Totalmente, en ambos casos se trata de imitar o fijarse en referentes culturales muy masivos. Es llevar la cultura popular al ‘ghetto’ y transformarla. Carmen llega a España hace 30 años con sus espectáculos, llega 30 años antes que ‘Pose’...
En nuestro caso el gran referente eran las folclóricas. De hecho, dedicas entradas en tu libro a Sara Montiel, Lola Flores o Rocío Jurado.
Tenía esa duda al principio, no sabía si introducir a las grandes divas LGTB, pero al final pensé que era importante porque ellas siempre se han posicionado, y en una época en la que el país no tenía ni idea de estos temas y seguían siendo pacato. Que Lola, Sara, Rocío o Esperanza Roy se posicionaran así, ante los cientos de fans hetero que iban a verlas a los teatros, hizo muchísimo por la cultura LGTB. Quería, además, transcribir textos de prensa que se iban a perder, no solo fijarme en las declaraciones televisivas (como el «yo soy progay» de Rocío Jurado, etc.). Creo que fueron fundamentales para la normalización de estos temas.
¿Cuál es tu gran referente LGTB en España?
Tengo varios, pero destacaría a Bibiana Fernández. Creo que es el gran referente… Tú no te levantas por la mañana queriendo serlo, pero en su caso creo que el tiempo ha demostrado lo generosa que ha sido. Ha hablado abiertamente cuando tenía que hablar, y después dejó de hacerlo, porque a veces cuando las cosas dejan de repetirse es cuando realmente se normalizan. El otro gran referente, por supuesto, es Alaska; su entorno siempre ha sido LGTB y ha logrado naturalizarlo para el gran público.
¿Por qué crees que depreciamos nuestra historia en este aspecto? Aún hoy se sigue hablando de los 80, el aperturismo, la Movida, etc. pero muchas de estas figuras siguen silenciadas.
Creo que lo hemos visto como algo ‘cutre’, como manifestaciones artísticas de segunda. Los medios, sobre todo la televisión, siempre han silenciado el cabaret, el transformismo... Es una cuestión de complejos. Lo menospreciamos pensando: «Mira, un transformista que imita a Lola Flores o, mira, una ‘vedette’» pero luego ensalzamos a Dita von Teese o nos parece la bomba una ‘drag’ americana que imita a Madonna...
Si contextualizamos el momento, y partiendo de muchas de las películas que mencionas en el libro, parece que hace 40 y 50 años había una corriente más aperturista en la forma de mostrar al colectivo LGTB en el cine o la cultura.
Opino lo mismo. Hoy es todo muy políticamente correcto, y en aquel momento había cintas que tocaban temas gais o trans desde distintos puntos de vista. Entre los setenta y los ochenta todo implosionó, y supongo que los productores vieron estos temas con cierto oportunismo: muchas veces se trataban desde el morbo, sobre todo las películas con contenido lésbico tipo ‘Me siento extraña’ (1977) que estaban hechas desde el punto de vista masculino, como una especie de fantasía erótica. pero luego había otras como ‘Calé’ (1987), la película de Rosario Flores, que aborda el tema de una manera más justa; es una relación afectiva entre una mujer gitana y una paya. Ahora hemos visto ‘Carmen y Lola’, pero no era lo mismo verlo en 1987.
Tanto esas películas como toda la amplia cultura de los cabarets de la época se han perdido de alguna manera. Incluso cuando nos referimos a ellos siempre hay cierta confusión...
Cuando se ha abordado el tema no se ha hecho con la suficiente información, y esa confusión se ha ido transmitiendo en el tiempo. Muchos creen por ejemplo que la primera película que aborda la transexualidad es ‘Mi querida señorita’ (1972), cuando es una película que trata la intersexualidad, lo que antes llamábamos hermafroditismo. Incluso a día de hoy a la gente le cuesta distinguir entre travestismo y transexualidad, la falta de información lleva a la confusión terminológica.
En el libro recoges muchas crónicas de la época. Sorprende para bien el tratamiento, muchas veces respetuoso, que se daba a estas manifestaciones culturales y a estos personajes.
Sí, en algunas ocasiones me he llevado una grata sorpresa. De hecho, la idea de este libro es que sirva como hemeroteca. Por ejemplo, este año morían Carmen de Mairena, Violeta la Burra o Juan Gallo ‘la otra Lola’ y los obituarios, escuetos, se repetían de un medio a otro porque no hay información; aunque en realidad sí la hay, a mí me ha costado 15 minutos buscar el título de una obra o un espectáculo.
¿Crees que, de algún modo, no se les reconoce su labor real y los medios han tratado a estas personas como caricaturas?
En el caso por ejemplo de Carmen de Mairena, ella eligió prestarse a dar esa imagen en televisión, pero no es alguien que haya comido del aire en los 70 o los 80. Ha hecho muchas cosas que no se han reconocido lo suficiente. Muchas de estas personas vivieron en el momento que les tocó vivir, un momento muy duro, y no se escondieron ni derivaron su talento hacia otro lado; explotaban la diferencia. Al menos, los hombres. Los casos femeninos se han silenciado más.
De hecho, la cultura del transformismo, por ejemplo, no era una cultura ‘underground’. Todo el mundo la conocía. Y los referentes que utilizaban los artistas eran masivos.
Por supuesto que no. España estaba llena de salas, y la mayoría de los artistas hacían dos funciones a la semana. Tiene que pasar por ahí mucha gente para que eso ocurra.
¿Por qué crees que todo este movimiento acabó muriendo?
Más que se fue transformando; en los 90 ya se pasa del transformismo a las ‘drag queen’ como La Prohibida o Psicosis González, que son grandes admiradoras del transformismo de los 70, por otro lado. En el cine también ocurre lo mismo, porque esos productores que lo hacían por oportunismo vieron que el tema dejaba de ser morboso y comercial. Igual que las salas de fiesta, los empresarios dejan de explotar el tema y pasaron a otra cosa.
En el libro mencionas a Carmen Xtravaganza, la gran diva del ‘voguing’ neoyorquino (y de Cádiz), que regresa a España en los 90. Al final el ‘voguing’ tiene mucho que ver con la cultura del cabaret español.
Totalmente, en ambos casos se trata de imitar o fijarse en referentes culturales muy masivos. Es llevar la cultura popular al ‘ghetto’ y transformarla. Carmen llega a España hace 30 años con sus espectáculos, llega 30 años antes que ‘Pose’...
En nuestro caso el gran referente eran las folclóricas. De hecho, dedicas entradas en tu libro a Sara Montiel, Lola Flores o Rocío Jurado.
Tenía esa duda al principio, no sabía si introducir a las grandes divas LGTB, pero al final pensé que era importante porque ellas siempre se han posicionado, y en una época en la que el país no tenía ni idea de estos temas y seguían siendo pacato. Que Lola, Sara, Rocío o Esperanza Roy se posicionaran así, ante los cientos de fans hetero que iban a verlas a los teatros, hizo muchísimo por la cultura LGTB. Quería, además, transcribir textos de prensa que se iban a perder, no solo fijarme en las declaraciones televisivas (como el «yo soy progay» de Rocío Jurado, etc.). Creo que fueron fundamentales para la normalización de estos temas.
¿Cuál es tu gran referente LGTB en España?
Tengo varios, pero destacaría a Bibiana Fernández. Creo que es el gran referente… Tú no te levantas por la mañana queriendo serlo, pero en su caso creo que el tiempo ha demostrado lo generosa que ha sido. Ha hablado abiertamente cuando tenía que hablar, y después dejó de hacerlo, porque a veces cuando las cosas dejan de repetirse es cuando realmente se normalizan. El otro gran referente, por supuesto, es Alaska; su entorno siempre ha sido LGTB y ha logrado naturalizarlo para el gran público.
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