Valeria Vegas (‘Libérate’): «Me gustaría que pasen diez años y que alguien pueda volver a acudir a este libro para darse cuenta de dónde venimos».
Sofía Haze | Los Lunes Seriéfilos, 2020-12-28
https://www.loslunesseriefilos.com/2020/12/entrevista-valeria-vegas-liberate-veneno.html
‘Libérate’, el libro de la autora y periodista Valeria Vegas, da visibilidad a «la cultura LGTBQ» que abrió camino en España. Una obra que abarca personajes, películas y música, a modo de una novedosa enciclopedia de la comunidad.
–Valeria, antes de hablar del proyecto en sí, me gustaría saber. ¿Cómo te has sentido al terminarlo y que sensaciones te ha dejado?
Pues, para como un tópico, ¿no? Pero muchas veces, sí que es verdad que es como un parto. Un parto no sé cómo es, pero hay un proceso que conlleva toda la ilusión que le pones. Este tipo de libros, además, conlleva mucha documentación... Entonces le pones mucho énfasis, y luego, una vez sale, da mucha alegría.
Me he quedado muy satisfecha, sobre todo porque no existía un libro así. Existen dos o tres libros sobre la historia LGTB, que son traducciones, pero creo que son internacionales. Libros que abarcan desde Rue-Paul a Andy Warhol, pero no tenemos nada que abarque personajes, canciones y películas made in Spain. En ese sentido me he quedado contenta de haber aportado ese granito de arena.
–Tú misma lo describías un poco como una reivindicación para dejar constancia de artistas y proyectos españoles que abrieron camino a la cultura LGTB. ¿Cómo surge la idea de este proyecto? ¿Cuánto tiene de ti como admiradora de estas personas?
Surge, en parte, precisamente de eso, de la no existencia. Muchas veces no me nace hacer algo que no existe, entonces, pienso «pues, si no hay nada que abarca a toda este gente, yo quiero hacer algo que consiga que al final se recuerde y se descubra», porque yo pienso que lo interesante del libro también es que se descubre a mucha gente que está olvidada o que no se conocía. No son mediáticas. Son gente que se quedó en el ámbito de las salas de fiesta, de los cabarets… muy de provincias también.
Entonces tiene para mi algo de reto. Es un poco reto personal, hacer una lista de todas estas entradas, porque no son sólo personas. También hay proyectos, películas y canciones. Surgió de la necesidad de que quedara algo así plasmado.
Además, yo me daba cuenta, y este año lo he reafirmado, que cuando fallecen algunas de estas personas, los obituarios suelen ser constantemente un copia y pega porque no hay información. No porque los compañeros no quieran hacerlo mejor, sino porque hay tan poca información... como cuando falleció Carmen de Mairena, Violeta la Burra... ahora cuando ha fallecido Juan Gallo, que era el imitador de Lola Flores... estas son personas que están en el libro y han fallecido en 2020. Y si tú lees esos obituarios se repiten constantemente y yo me daba cuenta de que faltaba a veces información. Parecía que se hubieran hecho, a veces, de pasada.
Y el libro tiene eso; la intención de que en adelante esos obituarios sean un poco más completos y pueda servir un poco de manual para recurrir. Es una labor de hemeroteca.
–Como tú dices es un proceso de documentación complejo. ¿Puedes hablarnos un poco de cuánto a durado y en qué ha consistido?
Ha durado, increíblemente, poco más de medio año. Medio año con mucho sueño y mucho insomnio. Quitándole tiempo a muchas cosas. Te diría que llevo seis meses sin ir al cine. Es verdad que tampoco ha sido un año como para ir al cine, pero te lo pongo como ejemplo de que no he tenido vida social prácticamente los últimos seis meses. No por los trabajos paralelos. Por eso he podido hacerlo en estos últimos meses. Y, sobre todo, ha sido un proceso de investigación, que eso se hace mucho recurriendo a la hemeroteca nacional, a revistas, a periódicos antiguos... porque en internet es que realmente hay muy poca información.
–El libro abarca desde la década de los 60 hasta acercarse a la actualidad y está dividido en secciones por orden alfabético. ¿Por qué esta decisión de décadas y la elección del orden?
El hecho de que sea alfabético es porque la idea original es que fuera un ABC LGBT, y porque me parecía más fácil ordenarlo. Además, la mezcla le daba mucha vida. De repente en la A puede estar un cantante como Antonio Amaya, un personaje de ficción como La Agrado o un comic como ‘Anarcoma’ o una diva LGTB como Alaska, me parece que es una mezcla que dice muchísimo cuando lo ves en ese índice.
Me parece que englobarlos como de transformistas, las drags, las divas… me parece un poco como si fuera un safari. Y luego ya la cuestión cronológica fue una pauta mía, porque, obviamente, hay mucha gente actual o de los últimos quince años, que a mi me encanta, que me parecen maravillosas, pero son los últimos quince años. Es verdad, que los últimos quince años, son los años en los que ya existía la ley del matrimonio igualitario, la ley de identidad de género… vamos, no son años de ruptura o transgresión.
Es como un embudo que en los años setenta se encuentra más abierto y conforme van llegando los noventa se va estrechando, porque necesito que sean méritos transgresores.
–Como tú bien has dicho, algunos de los artistas que mencionas en el libro, han fallecido. Sin embargo, otros, están vivos y siguen en el panorama artístico. Incluso son amigos, como, por ejemplo, Alaska. ¿Sabían estas personas que ibas a hablar de ellos en el libro? ¿Te han dado algún ‘feedback’?
¡Nadie! ¿Te puedes creer que nadie? Me gusta un poco también el factor sorpresa, entonces, pues no le he comentado nada ni a Alaska, ni a Bibiana, ni a Dolly Van Doll, que es amiga mía.
Sí que se lo dije, por ejemplo, porque se dio la ocasión a Psicosis González. Que fue la primera Drag de España, en ese cambio del transformismo al concepto «Drag Queen». Ella fue la que irrumpió más fuerte. Como hay una amistad se lo conté y le alegró muchísimo. Pero a muchas no se lo he dicho.
Ayer me llegó un mensaje de Deborah Ombres, otra drag que irrumpió por ser quizás la primera presentadora de MTV en España. Creo que tiene un mérito suficiente. Y me mandó un mensaje y me dio las gracias por haberla incluido, porque no les digo nada, prefiero que haya ese factor sorpresa.
–Has mencionado muchas películas y muchos proyectos, más allá de los artistas. ¿Podrías elegir alguna película y personaje de los que has mencionado en el libro que te haya marcado?
Pues, de películas, me quedaría ahora mismo ‘Gay Club’, que es una película bastante rara. Porque habla un poco del caciquismo con humor. Ese tipo de humor, que quizás, según la visión del espectador puede ser rancio, pero que en los ochenta tenía un valor más del momento. Trata de un grupo de amigos que intentan montar un gay club en un pueblo y las autoridades se lo impiden. Entonces, el pueblo se divide a favor y en contra. Me parece un fiel reflejo de la sociedad, también.
Además de ‘Gay Club’, también me quedaría con ‘Calé’, que lo que me parece transgresor es que se hizo en el año 87 y, en el fondo, es un poco madre de la película de hace unos años que contaba la historia de amor entre dos gitanas, Carmen y Lola. Con peores medios, quizás, pero con un buen reparto, como son Mónica Randall y Rosario Flores. Al final trata de una paya y una gitana... y me parece que no está hecha desde el sensacionalismo.
En películas me podría posicionar, pero en personas me resulta súper difícil. Por ejemplo, como diva LGTB, sí que me quedo, muy especialmente, con Alaska y con Esperanza Roy, porque son mucho más conscientes que las demás del movimiento LGTB. Lo viven con mayor uso de razón y eso se nota muchas veces. Y luego, de artistas, Paco España me parece que fue alguien tan importante en su momento... ocupó centenares de páginas en los años 70 y no somos hoy en día conscientes de una persona así. Fue el transformista más importante de la transición, si lo trasladamos a un extremo, podemos decir que fue nuestra Rue-Paul de los 70.
–Este año hemos podido saber de ti por varios proyectos. Además de la ‘Veneno’, por el documental ‘Ellas’ y ahora viene el libro. ¿Por qué has elegido este momento?
No ha sido sólo una cuestión de elección, realmente. Ha sido porque yo también por algo que yo me había impuesto. Desde el libro de la Veneno hasta ‘Vestida de azul’ pasan tres años, y yo sentí que para el siguiente libro no podía volver a dejar pasar tres años. Entonces yo misma me impuse que de un libro a otro no pasara más de año y medio.
Cuando me propuse esto, de hecho, no sabía que iba a haber una pandemia de por medio. E incluso, recibí una propuesta durante el confinamiento de la editorial más grande de España, la editorial Planeta. Porque querían reeditar el libro de Cristina y ocurría que parte de ese contrato era no poder sacar nada en X meses. Como yo ya tenía este libro en mente y estaba en proceso, me daba igual. Era como decir, «yo quiero parir un hijo nuevo, no el mismo hijo otra vez» .
Entonces, para mi este libro ha sido una cuestión de empeño.
–Mucha gente piensa que estamos en el auge de la representación, de la diversidad, pero realmente parece que se están empezando a hacer las cosas bien ahora. ¿Podrías hablarnos un poco sobre tu visión acerca de la necesidad de una representación responsable?
Estoy de acuerdo, creo que es desde hace dos o tres años que se ha empezado a hacer bien y con cierta ética por parte de los medios y el entretenimiento. Y a veces, ni siquiera, todavía sigue habiendo errores. Pero si lo comparamos a hace veinte años, estamos muy bien.
La visión responsable, y digamos, ejemplar, que eso ya depende de cada cuál, porque es muy subjetivo, es importante. Porque hay personas que están creciendo ahora y necesitan referentes. Necesitan información, pese a que tienen muchísima más información de la que podíamos tener años atrás, cuando no teníamos internet. Pero necesitan esa visibilidad. Y necesitan una visibilidad que no sea unilateral.
A mí no me sirve sólo que los referentes o la imagen que se de del colectivo LGTB sea la belleza. No me vale. Tiene que tener un ejemplo que sea una monologuista con un sentido del humor maravilloso como Elsa Ruiz o una chica muy vital y guapa como pueden ser ahora mismo Lola Rodríguez o Daniela Santiago.
Tiene que haber un abanico muy amplio. Yo de lo que tengo miedo es de que ese abanico se reduzca y volvamos otra vez al cliché.
–Somos una página especializada en series y cine, así que no quería terminar la entrevista sin preguntarte sobre ‘Veneno’. ¿Qué ha significado para ti acercarte de nuevo a esta historia después de tantos años? ¿Cómo vives todo lo que ha pasado con la serie ahora que han pasado unos meses desde su último capítulo?
Yo he tenido que ver la serie con mucha distancia. Mucha distancia en el sentido de que hay algo que me transmite pudor. Por ponerte un ejemplo, es como si te pones un vídeo casero que ha grabado tu madre en verano.
Y la he visto con distancia también por el tema emocional, al final, pesa a que hay una parte que es ficción, hay una gran mayor parte que es verdad. Esas pequeñas historias han ocurrido y entonces, muchas veces, a mi sí que me deja impactada. Pese a que hayan pasado años, para mi ha sido un viaje fuerte. Tan fuerte que el capítulo 8 no lo he querido ver todavía. Sé de qué va perfectamente, porque me enseñaron el guion y he visto cosas porque la gente cuelga partes y ves cosas.
Creo que ahora ya estaría preparada, pero cuando se estrenó el último capítulo, yo pensaba «es que no quiero rememorar la muerte, la tengo presente igualmente, pero no quiero ver ese momento«. Pero también, a la vez, he sentido mucha felicidad, porque siento que se ha dado un paso muy grande en cuanto a la visibilidad y que el espectador sienta empatía.
–Ahora la serie se va a emitir en Estados Unidos. ¿Cómo vives el impacto que está teniendo en periodistas y medios estadounidenses? Porque la gente se está volviendo loca.
¡Sí! He visto algo del ‘Times’... y la verdad es que me llega un poco de rebote. Me voy enterando, a lo mejor porque me avisa alguien, es decir, no estoy buscando información. Intento tener los pies en la tierra, pero me alegra muchísimo, porque no olvidemos que, además, la sociedad americana suele ser bastante puritana. Es decir, suele ser muy receptiva de los productos pop. Se empapan de productos pop como nadie, pero si encima captan el mensaje, me parece que es algo maravilloso.
–Para cerrar me gustaría volver a tu libro. ¿Qué impacto o qué acogida te gustaría lograr para este proyecto?
Me gustaría que fuera un libro de consulta, que es lo que es al final, y que pasen diez años y que alguien pueda volver a acudir a este libro para darse cuenta de dónde venimos. Es decir, que si España tiene algo de colorido y tiene algo de libre o de original... y tiene algo de mariconeo, en le sentido más bonito de la palabra, es quizás, por todas estas personas y películas que están ahí.
Quiero que sea un manual de consulta imperecedero.
–¿Nos recomendarías una serie y un libro?
De libros estoy leyendo «Reina del grito» de Desirée De Fez. Un ensayo sobre la mujer y el terror. Me está gustando muchísimo. Y, luego, de series, la última que he visto ha sido ‘Ratched‘, que me gustó muchísimo. Cada capítulo que pasaba me gustaba más y me parecía que tenía reminiscencias de ‘Twin Peaks’ en cuanto a exteriores. Me gustaba viniendo de Ryan Murphy el puntito a lo ‘American Horror Story’.
Enganchada, en cuanto a las series de mi vida, te diría que son ‘Expediente X’ y de comedia ‘Las Chicas de Oro’.
–Valeria, antes de hablar del proyecto en sí, me gustaría saber. ¿Cómo te has sentido al terminarlo y que sensaciones te ha dejado?
Pues, para como un tópico, ¿no? Pero muchas veces, sí que es verdad que es como un parto. Un parto no sé cómo es, pero hay un proceso que conlleva toda la ilusión que le pones. Este tipo de libros, además, conlleva mucha documentación... Entonces le pones mucho énfasis, y luego, una vez sale, da mucha alegría.
Me he quedado muy satisfecha, sobre todo porque no existía un libro así. Existen dos o tres libros sobre la historia LGTB, que son traducciones, pero creo que son internacionales. Libros que abarcan desde Rue-Paul a Andy Warhol, pero no tenemos nada que abarque personajes, canciones y películas made in Spain. En ese sentido me he quedado contenta de haber aportado ese granito de arena.
–Tú misma lo describías un poco como una reivindicación para dejar constancia de artistas y proyectos españoles que abrieron camino a la cultura LGTB. ¿Cómo surge la idea de este proyecto? ¿Cuánto tiene de ti como admiradora de estas personas?
Surge, en parte, precisamente de eso, de la no existencia. Muchas veces no me nace hacer algo que no existe, entonces, pienso «pues, si no hay nada que abarca a toda este gente, yo quiero hacer algo que consiga que al final se recuerde y se descubra», porque yo pienso que lo interesante del libro también es que se descubre a mucha gente que está olvidada o que no se conocía. No son mediáticas. Son gente que se quedó en el ámbito de las salas de fiesta, de los cabarets… muy de provincias también.
Entonces tiene para mi algo de reto. Es un poco reto personal, hacer una lista de todas estas entradas, porque no son sólo personas. También hay proyectos, películas y canciones. Surgió de la necesidad de que quedara algo así plasmado.
Además, yo me daba cuenta, y este año lo he reafirmado, que cuando fallecen algunas de estas personas, los obituarios suelen ser constantemente un copia y pega porque no hay información. No porque los compañeros no quieran hacerlo mejor, sino porque hay tan poca información... como cuando falleció Carmen de Mairena, Violeta la Burra... ahora cuando ha fallecido Juan Gallo, que era el imitador de Lola Flores... estas son personas que están en el libro y han fallecido en 2020. Y si tú lees esos obituarios se repiten constantemente y yo me daba cuenta de que faltaba a veces información. Parecía que se hubieran hecho, a veces, de pasada.
Y el libro tiene eso; la intención de que en adelante esos obituarios sean un poco más completos y pueda servir un poco de manual para recurrir. Es una labor de hemeroteca.
–Como tú dices es un proceso de documentación complejo. ¿Puedes hablarnos un poco de cuánto a durado y en qué ha consistido?
Ha durado, increíblemente, poco más de medio año. Medio año con mucho sueño y mucho insomnio. Quitándole tiempo a muchas cosas. Te diría que llevo seis meses sin ir al cine. Es verdad que tampoco ha sido un año como para ir al cine, pero te lo pongo como ejemplo de que no he tenido vida social prácticamente los últimos seis meses. No por los trabajos paralelos. Por eso he podido hacerlo en estos últimos meses. Y, sobre todo, ha sido un proceso de investigación, que eso se hace mucho recurriendo a la hemeroteca nacional, a revistas, a periódicos antiguos... porque en internet es que realmente hay muy poca información.
–El libro abarca desde la década de los 60 hasta acercarse a la actualidad y está dividido en secciones por orden alfabético. ¿Por qué esta decisión de décadas y la elección del orden?
El hecho de que sea alfabético es porque la idea original es que fuera un ABC LGBT, y porque me parecía más fácil ordenarlo. Además, la mezcla le daba mucha vida. De repente en la A puede estar un cantante como Antonio Amaya, un personaje de ficción como La Agrado o un comic como ‘Anarcoma’ o una diva LGTB como Alaska, me parece que es una mezcla que dice muchísimo cuando lo ves en ese índice.
Me parece que englobarlos como de transformistas, las drags, las divas… me parece un poco como si fuera un safari. Y luego ya la cuestión cronológica fue una pauta mía, porque, obviamente, hay mucha gente actual o de los últimos quince años, que a mi me encanta, que me parecen maravillosas, pero son los últimos quince años. Es verdad, que los últimos quince años, son los años en los que ya existía la ley del matrimonio igualitario, la ley de identidad de género… vamos, no son años de ruptura o transgresión.
Es como un embudo que en los años setenta se encuentra más abierto y conforme van llegando los noventa se va estrechando, porque necesito que sean méritos transgresores.
–Como tú bien has dicho, algunos de los artistas que mencionas en el libro, han fallecido. Sin embargo, otros, están vivos y siguen en el panorama artístico. Incluso son amigos, como, por ejemplo, Alaska. ¿Sabían estas personas que ibas a hablar de ellos en el libro? ¿Te han dado algún ‘feedback’?
¡Nadie! ¿Te puedes creer que nadie? Me gusta un poco también el factor sorpresa, entonces, pues no le he comentado nada ni a Alaska, ni a Bibiana, ni a Dolly Van Doll, que es amiga mía.
Sí que se lo dije, por ejemplo, porque se dio la ocasión a Psicosis González. Que fue la primera Drag de España, en ese cambio del transformismo al concepto «Drag Queen». Ella fue la que irrumpió más fuerte. Como hay una amistad se lo conté y le alegró muchísimo. Pero a muchas no se lo he dicho.
Ayer me llegó un mensaje de Deborah Ombres, otra drag que irrumpió por ser quizás la primera presentadora de MTV en España. Creo que tiene un mérito suficiente. Y me mandó un mensaje y me dio las gracias por haberla incluido, porque no les digo nada, prefiero que haya ese factor sorpresa.
–Has mencionado muchas películas y muchos proyectos, más allá de los artistas. ¿Podrías elegir alguna película y personaje de los que has mencionado en el libro que te haya marcado?
Pues, de películas, me quedaría ahora mismo ‘Gay Club’, que es una película bastante rara. Porque habla un poco del caciquismo con humor. Ese tipo de humor, que quizás, según la visión del espectador puede ser rancio, pero que en los ochenta tenía un valor más del momento. Trata de un grupo de amigos que intentan montar un gay club en un pueblo y las autoridades se lo impiden. Entonces, el pueblo se divide a favor y en contra. Me parece un fiel reflejo de la sociedad, también.
Además de ‘Gay Club’, también me quedaría con ‘Calé’, que lo que me parece transgresor es que se hizo en el año 87 y, en el fondo, es un poco madre de la película de hace unos años que contaba la historia de amor entre dos gitanas, Carmen y Lola. Con peores medios, quizás, pero con un buen reparto, como son Mónica Randall y Rosario Flores. Al final trata de una paya y una gitana... y me parece que no está hecha desde el sensacionalismo.
En películas me podría posicionar, pero en personas me resulta súper difícil. Por ejemplo, como diva LGTB, sí que me quedo, muy especialmente, con Alaska y con Esperanza Roy, porque son mucho más conscientes que las demás del movimiento LGTB. Lo viven con mayor uso de razón y eso se nota muchas veces. Y luego, de artistas, Paco España me parece que fue alguien tan importante en su momento... ocupó centenares de páginas en los años 70 y no somos hoy en día conscientes de una persona así. Fue el transformista más importante de la transición, si lo trasladamos a un extremo, podemos decir que fue nuestra Rue-Paul de los 70.
–Este año hemos podido saber de ti por varios proyectos. Además de la ‘Veneno’, por el documental ‘Ellas’ y ahora viene el libro. ¿Por qué has elegido este momento?
No ha sido sólo una cuestión de elección, realmente. Ha sido porque yo también por algo que yo me había impuesto. Desde el libro de la Veneno hasta ‘Vestida de azul’ pasan tres años, y yo sentí que para el siguiente libro no podía volver a dejar pasar tres años. Entonces yo misma me impuse que de un libro a otro no pasara más de año y medio.
Cuando me propuse esto, de hecho, no sabía que iba a haber una pandemia de por medio. E incluso, recibí una propuesta durante el confinamiento de la editorial más grande de España, la editorial Planeta. Porque querían reeditar el libro de Cristina y ocurría que parte de ese contrato era no poder sacar nada en X meses. Como yo ya tenía este libro en mente y estaba en proceso, me daba igual. Era como decir, «yo quiero parir un hijo nuevo, no el mismo hijo otra vez» .
Entonces, para mi este libro ha sido una cuestión de empeño.
–Mucha gente piensa que estamos en el auge de la representación, de la diversidad, pero realmente parece que se están empezando a hacer las cosas bien ahora. ¿Podrías hablarnos un poco sobre tu visión acerca de la necesidad de una representación responsable?
Estoy de acuerdo, creo que es desde hace dos o tres años que se ha empezado a hacer bien y con cierta ética por parte de los medios y el entretenimiento. Y a veces, ni siquiera, todavía sigue habiendo errores. Pero si lo comparamos a hace veinte años, estamos muy bien.
La visión responsable, y digamos, ejemplar, que eso ya depende de cada cuál, porque es muy subjetivo, es importante. Porque hay personas que están creciendo ahora y necesitan referentes. Necesitan información, pese a que tienen muchísima más información de la que podíamos tener años atrás, cuando no teníamos internet. Pero necesitan esa visibilidad. Y necesitan una visibilidad que no sea unilateral.
A mí no me sirve sólo que los referentes o la imagen que se de del colectivo LGTB sea la belleza. No me vale. Tiene que tener un ejemplo que sea una monologuista con un sentido del humor maravilloso como Elsa Ruiz o una chica muy vital y guapa como pueden ser ahora mismo Lola Rodríguez o Daniela Santiago.
Tiene que haber un abanico muy amplio. Yo de lo que tengo miedo es de que ese abanico se reduzca y volvamos otra vez al cliché.
–Somos una página especializada en series y cine, así que no quería terminar la entrevista sin preguntarte sobre ‘Veneno’. ¿Qué ha significado para ti acercarte de nuevo a esta historia después de tantos años? ¿Cómo vives todo lo que ha pasado con la serie ahora que han pasado unos meses desde su último capítulo?
Yo he tenido que ver la serie con mucha distancia. Mucha distancia en el sentido de que hay algo que me transmite pudor. Por ponerte un ejemplo, es como si te pones un vídeo casero que ha grabado tu madre en verano.
Y la he visto con distancia también por el tema emocional, al final, pesa a que hay una parte que es ficción, hay una gran mayor parte que es verdad. Esas pequeñas historias han ocurrido y entonces, muchas veces, a mi sí que me deja impactada. Pese a que hayan pasado años, para mi ha sido un viaje fuerte. Tan fuerte que el capítulo 8 no lo he querido ver todavía. Sé de qué va perfectamente, porque me enseñaron el guion y he visto cosas porque la gente cuelga partes y ves cosas.
Creo que ahora ya estaría preparada, pero cuando se estrenó el último capítulo, yo pensaba «es que no quiero rememorar la muerte, la tengo presente igualmente, pero no quiero ver ese momento«. Pero también, a la vez, he sentido mucha felicidad, porque siento que se ha dado un paso muy grande en cuanto a la visibilidad y que el espectador sienta empatía.
–Ahora la serie se va a emitir en Estados Unidos. ¿Cómo vives el impacto que está teniendo en periodistas y medios estadounidenses? Porque la gente se está volviendo loca.
¡Sí! He visto algo del ‘Times’... y la verdad es que me llega un poco de rebote. Me voy enterando, a lo mejor porque me avisa alguien, es decir, no estoy buscando información. Intento tener los pies en la tierra, pero me alegra muchísimo, porque no olvidemos que, además, la sociedad americana suele ser bastante puritana. Es decir, suele ser muy receptiva de los productos pop. Se empapan de productos pop como nadie, pero si encima captan el mensaje, me parece que es algo maravilloso.
–Para cerrar me gustaría volver a tu libro. ¿Qué impacto o qué acogida te gustaría lograr para este proyecto?
Me gustaría que fuera un libro de consulta, que es lo que es al final, y que pasen diez años y que alguien pueda volver a acudir a este libro para darse cuenta de dónde venimos. Es decir, que si España tiene algo de colorido y tiene algo de libre o de original... y tiene algo de mariconeo, en le sentido más bonito de la palabra, es quizás, por todas estas personas y películas que están ahí.
Quiero que sea un manual de consulta imperecedero.
–¿Nos recomendarías una serie y un libro?
De libros estoy leyendo «Reina del grito» de Desirée De Fez. Un ensayo sobre la mujer y el terror. Me está gustando muchísimo. Y, luego, de series, la última que he visto ha sido ‘Ratched‘, que me gustó muchísimo. Cada capítulo que pasaba me gustaba más y me parecía que tenía reminiscencias de ‘Twin Peaks’ en cuanto a exteriores. Me gustaba viniendo de Ryan Murphy el puntito a lo ‘American Horror Story’.
Enganchada, en cuanto a las series de mi vida, te diría que son ‘Expediente X’ y de comedia ‘Las Chicas de Oro’.
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