La Lola, una peña ‘LGTBIjondo’.
Una peña flamenca de Jerez se convierte “en la primera de España” en representar al colectivo LGTBI en este arte.
De Jesús A. Cañas | El País, 2020-12-08
https://elpais.com/cultura/2020-12-08/la-lola-una-pena-lgtbijondo.html
No se sabe muy bien cómo y cuándo Lola Flores dijo aquello de “¿quién no se ha dado un ‘pipazo’ con una amiga?”. Que la cita parezca apócrifa no ha importado demasiado para que acabe estampada en camisetas o referida como uno de sus grandes momentos de desparpajo. Ni siquiera importa si realmente la pronunció porque resulta creíble para una artista que hizo gala toda su vida de apoyar sin fisuras al colectivo gay. Por eso, cuando en Jerez de la Frontera idearon crear la primera peña flamenca feminista LGTBI de España no podía llamarse de otra forma: La Lola.
“La Lola es un concepto femenino, transgresor y andaluz. Ella es un icono, pero hay más Lolas”, resume Susana Arnáiz del Bosque, vicepresidenta de una entidad que se presentó el pasado mes de septiembre con la venia de una pandemia que retrasó su puesta en marcha. La sede social de la entidad ya es, de por sí, toda una declaración de intenciones. En el escenario de La Guarida del Ángel, un café cantante con vocación flamenca y más de 20 años de trayectoria, convive una gran bola de discoteca, un sofá barroco tapizado de morado, un corpóreo de la Flores con zarzillos rojos y un patio cuajado de sillas de anea.
Con ese bagaje ecléctico, su dueño Mario González, hace tiempo que se había dado cuenta de que “había muchos flamencos que querían un espacio en el que dar visibilidad a este colectivo desde su arte”. Y llegó a esa conclusión tras llevar más de tres años organizando espectáculos drag y de transformismo, manifestaciones artísticas que hace años años encontraron a grandes folclóricas como Flores, Rocío Jurado o Juanita Reina como divas a las que imitar. “Entonces, eran personas travestidas que usaban eso como único medio que les permitía expresar su dualidad”, razona Arnáiz.
Pero que se diesen esas concesiones sobre los escenarios flamencos no significaba que se traspasase la línea de la visibilidad de la vida privada. “En el flamenco, quien era homosexual no lo podía decir. Y el que no lo podía tapar, como Miguel de Molina, se tuvo que ir”, reflexiona el cantaor Fernando Soto, en referencia al exilio que sufrió el artista malagueño desde 1942 por ser homosexual. Carmen Rodríguez, presidenta de La Lola pidió a Soto que ejerciese de padrino de la entidad y él no lo dudó. “Soy artista flamenco, homosexual y gitano. Si hay alguien que tuviese que estar en esa peña era yo. El flamenco no siempre ha tenido el sitio que debe tener y la homosexualidad, tampoco. Estamos haciendo un fuerte para los que vienen atrás”, explica el cantaor con orgullo.
“Jerez es una ciudad que mantiene sus tradiciones impecables, pero es capaz de crear una modernidad que la arropa. Fue la primera ciudad que colgó la bandera LGTBI en su Ayuntamiento y ahora es la primera que crea una peña así en España”, asegura la presidenta de una entidad registrada desde principios de año. Aunque ni eso ha librado a la entidad de críticas que cuestionan la necesidad de su creación o que le cuelgan el apelativo peyorativo de ‘femijondas’. “Me encanta. Es señal de que hacemos falta”, añade Rodríguez.
Diversos artistas e iniciativas culturales en Sevilla, Barcelona o Madrid han surgido en los últimos años con el mismo empeño de La Lola por derribar estereotipos interiorizados en el flamenco. Es el caso del bailarín y coreógrafo Manuel Liñán, premio nacional de Danza 2017 y maestro en el baile más vanguardista a golpe de bata de cola y mantón. O de las mujeres guitarristas, presentes en este arte desde hace años —ahí está el caso de Teresita España, inmortalizada al cante y al toque en cilindros de cera a principios del siglo XX — aunque silenciadas hasta hace poco. “Queremos valorar las aportaciones de las mujeres en el flamenco, centrales en el escenario, pero no en la conceptualización de este”, añade Arnáiz.
En La Lola sueñan con ir a más y ser capaces de celebrar eventos y encuentros de calado, como un festival, programado para octubre de 2021 y en la estela de Flamenco Diverso, un encuentro celebrado en Madrid durante el Orgullo Mundial de 2017. Mientras se organizan materializarlo y con permiso del coronavirus, ya celebran proyecciones de películas y coloquios o actuaciones de flamencos nóveles feministas y LGTBI. En la mente, le rondan más ideas, como una ruta cultural turística que ubique e interprete a las mujeres del flamenco en el callejero de Jerez, una visibilización aún pendiente en las interpretaciones de visitas a la ciudad.
Por el momento, más de 40 socios ya se han hecho de la peña, “la mayoría son heterosexuales”, apunta González ente risas. Pero en La Lola esperan ser muchos más e incluso servir de referente para iniciativas similares que puedan surgir en otras ciudades. Mientras, desde la ciudad donde nació Flores hace casi un siglo, su peña homónima, feminista y LGTBI ya está lista para dar guerra. “Para algo Jerez es el único pueblo en el que ser flamenco es un plus. Es una ciudad en la que los payos quieren ser gitanos”, zanja Mario González.
“La Lola es un concepto femenino, transgresor y andaluz. Ella es un icono, pero hay más Lolas”, resume Susana Arnáiz del Bosque, vicepresidenta de una entidad que se presentó el pasado mes de septiembre con la venia de una pandemia que retrasó su puesta en marcha. La sede social de la entidad ya es, de por sí, toda una declaración de intenciones. En el escenario de La Guarida del Ángel, un café cantante con vocación flamenca y más de 20 años de trayectoria, convive una gran bola de discoteca, un sofá barroco tapizado de morado, un corpóreo de la Flores con zarzillos rojos y un patio cuajado de sillas de anea.
Con ese bagaje ecléctico, su dueño Mario González, hace tiempo que se había dado cuenta de que “había muchos flamencos que querían un espacio en el que dar visibilidad a este colectivo desde su arte”. Y llegó a esa conclusión tras llevar más de tres años organizando espectáculos drag y de transformismo, manifestaciones artísticas que hace años años encontraron a grandes folclóricas como Flores, Rocío Jurado o Juanita Reina como divas a las que imitar. “Entonces, eran personas travestidas que usaban eso como único medio que les permitía expresar su dualidad”, razona Arnáiz.
Pero que se diesen esas concesiones sobre los escenarios flamencos no significaba que se traspasase la línea de la visibilidad de la vida privada. “En el flamenco, quien era homosexual no lo podía decir. Y el que no lo podía tapar, como Miguel de Molina, se tuvo que ir”, reflexiona el cantaor Fernando Soto, en referencia al exilio que sufrió el artista malagueño desde 1942 por ser homosexual. Carmen Rodríguez, presidenta de La Lola pidió a Soto que ejerciese de padrino de la entidad y él no lo dudó. “Soy artista flamenco, homosexual y gitano. Si hay alguien que tuviese que estar en esa peña era yo. El flamenco no siempre ha tenido el sitio que debe tener y la homosexualidad, tampoco. Estamos haciendo un fuerte para los que vienen atrás”, explica el cantaor con orgullo.
“Jerez es una ciudad que mantiene sus tradiciones impecables, pero es capaz de crear una modernidad que la arropa. Fue la primera ciudad que colgó la bandera LGTBI en su Ayuntamiento y ahora es la primera que crea una peña así en España”, asegura la presidenta de una entidad registrada desde principios de año. Aunque ni eso ha librado a la entidad de críticas que cuestionan la necesidad de su creación o que le cuelgan el apelativo peyorativo de ‘femijondas’. “Me encanta. Es señal de que hacemos falta”, añade Rodríguez.
Diversos artistas e iniciativas culturales en Sevilla, Barcelona o Madrid han surgido en los últimos años con el mismo empeño de La Lola por derribar estereotipos interiorizados en el flamenco. Es el caso del bailarín y coreógrafo Manuel Liñán, premio nacional de Danza 2017 y maestro en el baile más vanguardista a golpe de bata de cola y mantón. O de las mujeres guitarristas, presentes en este arte desde hace años —ahí está el caso de Teresita España, inmortalizada al cante y al toque en cilindros de cera a principios del siglo XX — aunque silenciadas hasta hace poco. “Queremos valorar las aportaciones de las mujeres en el flamenco, centrales en el escenario, pero no en la conceptualización de este”, añade Arnáiz.
En La Lola sueñan con ir a más y ser capaces de celebrar eventos y encuentros de calado, como un festival, programado para octubre de 2021 y en la estela de Flamenco Diverso, un encuentro celebrado en Madrid durante el Orgullo Mundial de 2017. Mientras se organizan materializarlo y con permiso del coronavirus, ya celebran proyecciones de películas y coloquios o actuaciones de flamencos nóveles feministas y LGTBI. En la mente, le rondan más ideas, como una ruta cultural turística que ubique e interprete a las mujeres del flamenco en el callejero de Jerez, una visibilización aún pendiente en las interpretaciones de visitas a la ciudad.
Por el momento, más de 40 socios ya se han hecho de la peña, “la mayoría son heterosexuales”, apunta González ente risas. Pero en La Lola esperan ser muchos más e incluso servir de referente para iniciativas similares que puedan surgir en otras ciudades. Mientras, desde la ciudad donde nació Flores hace casi un siglo, su peña homónima, feminista y LGTBI ya está lista para dar guerra. “Para algo Jerez es el único pueblo en el que ser flamenco es un plus. Es una ciudad en la que los payos quieren ser gitanos”, zanja Mario González.
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