Imagen: El Salto / Carmen García de Merlo |
Carmen lee a Gloria Fuertes y a Kano le gusta el anime. A Carmen, reconocer su identidad sexual le ha supuesto romper con parte de sus seres queridos. A Kano, sus padres le arropan y defienden. En las cuatro décadas que separan el comienzo de sus historias, mucho ha cambiado en torno a la transexualidad. En 2019 se esperan algunos cambios más.
Patricia Reguero | El Salto, 2019-01-08
https://www.elsaltodiario.com/transexualidad/de-carmen-a-kano-cuatro-decadas-de-historia-trans-
¿Cómo le explicarías a un chico de 17 años lo que era la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social? “Pues cualquier persona que veían en la calle y les molestaba era detenida y llevada a comisaría”, resumen Carmen García de Merlo. Nació en 1962 en un municipio de Ciudad Real. Recuerda ser muy pequeña cuando, a escondidas, se ponía la ropa de sus hermanas. “No se trataba de disfrazarme, quería verme como yo me sentía”, dice.
“No sé lo que es”, dice Kano sobre esa ley, aprobada en 1970 y cuya derogación ha cumplido en diciembre 40 años. Él tiene 17. En su mesilla de noche hay libros de anime. Escucha rap y música koreana. En el parque frente al Museo de la Evolución Humana, lugar de encuentro de jóvenes LGTB de Burgos, cuenta cómo, en su segundo primero de la ESO (“repetí primero”, aclara), se cortó el pelo. Fue el gesto con el que pasó a presentarse oficialmente como chico, aunque desde los ocho años él ya se reconocía así fuera de casa.
“Algunos compañeros me decían que parecía una chica lesbiana y que nunca conseguiría ser un chico; creo que al principio solo me apoyó una persona”, recuerda. “A los profesores les costó tratarme en masculino y no conseguí que me llamaran por mi nombre hasta el año siguiente”, dice. En su casa, sus padres necesitaron algo de tiempo para entender lo que pasaba. “Al principio me decían que eso era imposible, que yo era una chica... pero lo fueron aceptando, investigaron... Y aquí estoy”, explica Kano, que forma parte de la Asamblea Diversa en Burgos.
Entre el año de nacimiento de Carmen (1962) y el de Kano (2001) hay cuatro décadas de historia. Muchos años en los que, “tras la muerte del otro”, como se refiere Carmen a la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, la realidad de la diversidad sexual ha ido saliendo de la zona de sombras gracias al trabajo de tantos y tantas que han decidido hacerse visibles para enseñar que hay mil maneras de ser personas trans.
Como Carmen y Kano. “Hay gente que cuando no ve algo que existe no sabe que eso puede pasar, la gente necesita saber que existimos”, dice Kano, cuya seguridad asombra a ratos: “He aprendido que hay un montón de formas de personas y que hay gente que no merece la pena tener en tu vida”, zanja. Hoy explica a quien lo necesite quién es: “A veces la gente asume que soy una chica, y yo les digo: ‘Oye, soy un chico’. Y no lo toman a mal, no me cuestionan mucho”.
Para Carmen, sin embargo, fue más complicado. “En los años 80 empiezan las revistas y entiendo que hay más gente como yo, recuerdo a Bibi Andersen o a Carla [Antonelli]”. Carmen, que ha vivido La Movida madrileña y lee mucha poesía (Gloria Fuertes, Pedro Salinas, Luis Cernuda), explica que las revistas iban a por el morbo, “a ver si se habían operado esto o lo otro”. “A finales de los 80 fui a Barcelona, estuve en contacto con lo que se llamaban entonces ‘travestis’... vi la vida que llevaban y me desanimé”, cuenta.
“En ese momento se hablaba de ‘travestis’ y ni se consideraba la identidad de género de estas personas, sino que eran considerados hombres homosexuales que se vestían de mujeres”, explica Mané Fernández, vicepresidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB). “Pese a no estar mencionados explícitamente en las leyes, las personas transexuales no escapaban a ellas y muchas fueron a la cárcel, sobre todo mujeres”, dice.
La palabra “transexual” llega a la sociedad española de la mano de Interviú. “Aunque en Europa ya se conocía antes el término por los tratamientos de la Harry Benjamin en Holanda, en España se empieza a oir a finales de los años 70, y en un principio siempre en relación con las mujeres transexuales y con el espectáculo”, dice Mané Fernández, que señala dos hitos que marcaron la visibilización de realidades trans en la sociedad española: Bibi Andersen y la película 'Cambio de sexo' que protagoniza Victoria Abril.
Fue ese contexto el que propició que Carmen decidiera seguir en el armario. Fue a Inglaterra, se enamoró, se casó, tuvo dos hijos, pensó “puedo superarlo”. Pero hace diez años, su relación se deteriora. “Me acojoné, afortunadamente, y un día de los muchos que me pasaba llorando llamé a COGAM: estuve con un psicólogo siete meses”. Decidió dar el paso, contárselo a su familia y empezar a vivir de otra manera hace dos años.
De la rehabilitación a la despatologización
En esos 54 años, ha pasado mucho. “La derogación de la ley de Peligrosidad en 1978 fue un avance, pero el mayor avance a nivel social fue el dejar de ser invisibles”, dice Mané Fernández, que recuerda que tanto en la manifestación por los derechos del colectivo LGTB de Stonewall en 1969 como en la que se produjo en 1977 en Barcelona, las personas que encabezaron las marchas fueron mujeres trans. “Pese a ello, cuando hablamos de memoria histórica hay que decir que la T somos los más olvidados y los que menos derechos hemos conseguido”, dice.
Entre los hitos de las últimas décadas Mané cita la apertura a mediados de los 90 la apertura de la primera Unidad de Tratamiento de Identidad de Género, en el Hospital Carlos Haya de Málaga. Sin embargo, lo que marcó el camino en el plano estatal hacia el reconocimiento de las realidades trans fue la aprobación de la Ley 3/2007 reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo, una ley que está a la espera de que se aprueba una modificación en 2019. “Esa reforma creo que puede hacerse realidad en 2019, porque la propuesta de modificación está ya en trámite parlamentario”.
Entre los asuntos que se podrían resolver este 2019 está también la aprobación de la Ley de Igualdad LGTB, un texto impulsado por la FELGTB y que, según Mané, está poniendo en evidencia también las reticencias que aun existen sobre la realidad trans. “Los artículos referidos a las personas trans son los que se están encontrando con más oposición, y esto tiene que ver con el discurso social que estamos viendo”, explica. “Demandamos cosas como la paternidad de los hombres transexuales o la autodeterminación de género y eso cuesta entenderlo”, explica, aunque confía en que esta ley salga adelante a lo largo de 2019. Menos posibilidades tiene de salir adelante la Ley Integral Trans que fue registrada en febrero de 2018.
Entre los últimos hitos hacia el reconocimiento de los derechos de las personas trans está la salida de la transexualidad del apartado de enfermedades mentales en la nueva clasificación de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un cambio anunciado en 2018 que se llevará a debate en asamblea a lo largo de este año. De este modo, la “incongruencia de género” saldría del apartado de “enfermedades mentales” para pasar al de “disfunciones sexuales”, y dejará de ser considerado un trastorno psicológico para quedarse en una referencia a la situación física.
“Realmente te hacen sentir enfermo desde el momento en el que te dicen que tienes que ir al psicólogo para que te reconozcan la disforia de género y poder ser como quieras ser”, explica Kano, que ha participado en talleres y charlas sobre transexualidad para dar a conocer la realidad de los menores trans, aunque espera que en el futuro un “chico trans” sea solo “un chico”. De esa necesidad de ser visible habla también Carmen, que el día que contó lo que le pasaba “fue como soltar una mochila de cincuenta kilos”. “He estado 54 años de mi vida luchando contra mí”, dice para resumir lo que supone las múltiples capas de invisibilidad y prejuicios a los que se han enfrentado.
Cuarenta años de la derogación de la Ley de Peligrosidad
La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) celebró el 26 de diciembre el 40 aniversario de la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, y presentó el arranque oficial del año temático ‘Mayores Sin Armarios: ¡Historia, Lucha y Memoria!’. Esta ley, que consideraba a los miembros del colectivo LGTBI “enfermos” y “delincuentes”, fue aprobada en 1970 por el régimen franquista para sustituir a la antigua Ley de Vagos y Maleantes de 1933. En la enumeración de personas “peligrosas” de esta ley están los vagos, rufianes, proxenetas, los que comercien con material pornográfico, mendigos, ebrios y toxicómanos, además de “los que realicen actos de homosexualidad”. Aunque la ley no menciona específicamente la transexualidad, que en los años 70 ni se nombraba. Entonces, se hablaba de personas “travestis” y las personas trans eran condenadas como homosexuales que se vestían de mujeres.
“No sé lo que es”, dice Kano sobre esa ley, aprobada en 1970 y cuya derogación ha cumplido en diciembre 40 años. Él tiene 17. En su mesilla de noche hay libros de anime. Escucha rap y música koreana. En el parque frente al Museo de la Evolución Humana, lugar de encuentro de jóvenes LGTB de Burgos, cuenta cómo, en su segundo primero de la ESO (“repetí primero”, aclara), se cortó el pelo. Fue el gesto con el que pasó a presentarse oficialmente como chico, aunque desde los ocho años él ya se reconocía así fuera de casa.
“Algunos compañeros me decían que parecía una chica lesbiana y que nunca conseguiría ser un chico; creo que al principio solo me apoyó una persona”, recuerda. “A los profesores les costó tratarme en masculino y no conseguí que me llamaran por mi nombre hasta el año siguiente”, dice. En su casa, sus padres necesitaron algo de tiempo para entender lo que pasaba. “Al principio me decían que eso era imposible, que yo era una chica... pero lo fueron aceptando, investigaron... Y aquí estoy”, explica Kano, que forma parte de la Asamblea Diversa en Burgos.
Entre el año de nacimiento de Carmen (1962) y el de Kano (2001) hay cuatro décadas de historia. Muchos años en los que, “tras la muerte del otro”, como se refiere Carmen a la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, la realidad de la diversidad sexual ha ido saliendo de la zona de sombras gracias al trabajo de tantos y tantas que han decidido hacerse visibles para enseñar que hay mil maneras de ser personas trans.
Como Carmen y Kano. “Hay gente que cuando no ve algo que existe no sabe que eso puede pasar, la gente necesita saber que existimos”, dice Kano, cuya seguridad asombra a ratos: “He aprendido que hay un montón de formas de personas y que hay gente que no merece la pena tener en tu vida”, zanja. Hoy explica a quien lo necesite quién es: “A veces la gente asume que soy una chica, y yo les digo: ‘Oye, soy un chico’. Y no lo toman a mal, no me cuestionan mucho”.
Para Carmen, sin embargo, fue más complicado. “En los años 80 empiezan las revistas y entiendo que hay más gente como yo, recuerdo a Bibi Andersen o a Carla [Antonelli]”. Carmen, que ha vivido La Movida madrileña y lee mucha poesía (Gloria Fuertes, Pedro Salinas, Luis Cernuda), explica que las revistas iban a por el morbo, “a ver si se habían operado esto o lo otro”. “A finales de los 80 fui a Barcelona, estuve en contacto con lo que se llamaban entonces ‘travestis’... vi la vida que llevaban y me desanimé”, cuenta.
“En ese momento se hablaba de ‘travestis’ y ni se consideraba la identidad de género de estas personas, sino que eran considerados hombres homosexuales que se vestían de mujeres”, explica Mané Fernández, vicepresidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB). “Pese a no estar mencionados explícitamente en las leyes, las personas transexuales no escapaban a ellas y muchas fueron a la cárcel, sobre todo mujeres”, dice.
La palabra “transexual” llega a la sociedad española de la mano de Interviú. “Aunque en Europa ya se conocía antes el término por los tratamientos de la Harry Benjamin en Holanda, en España se empieza a oir a finales de los años 70, y en un principio siempre en relación con las mujeres transexuales y con el espectáculo”, dice Mané Fernández, que señala dos hitos que marcaron la visibilización de realidades trans en la sociedad española: Bibi Andersen y la película 'Cambio de sexo' que protagoniza Victoria Abril.
Fue ese contexto el que propició que Carmen decidiera seguir en el armario. Fue a Inglaterra, se enamoró, se casó, tuvo dos hijos, pensó “puedo superarlo”. Pero hace diez años, su relación se deteriora. “Me acojoné, afortunadamente, y un día de los muchos que me pasaba llorando llamé a COGAM: estuve con un psicólogo siete meses”. Decidió dar el paso, contárselo a su familia y empezar a vivir de otra manera hace dos años.
Imagen: El Salto / Kano |
En esos 54 años, ha pasado mucho. “La derogación de la ley de Peligrosidad en 1978 fue un avance, pero el mayor avance a nivel social fue el dejar de ser invisibles”, dice Mané Fernández, que recuerda que tanto en la manifestación por los derechos del colectivo LGTB de Stonewall en 1969 como en la que se produjo en 1977 en Barcelona, las personas que encabezaron las marchas fueron mujeres trans. “Pese a ello, cuando hablamos de memoria histórica hay que decir que la T somos los más olvidados y los que menos derechos hemos conseguido”, dice.
Entre los hitos de las últimas décadas Mané cita la apertura a mediados de los 90 la apertura de la primera Unidad de Tratamiento de Identidad de Género, en el Hospital Carlos Haya de Málaga. Sin embargo, lo que marcó el camino en el plano estatal hacia el reconocimiento de las realidades trans fue la aprobación de la Ley 3/2007 reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo, una ley que está a la espera de que se aprueba una modificación en 2019. “Esa reforma creo que puede hacerse realidad en 2019, porque la propuesta de modificación está ya en trámite parlamentario”.
Entre los asuntos que se podrían resolver este 2019 está también la aprobación de la Ley de Igualdad LGTB, un texto impulsado por la FELGTB y que, según Mané, está poniendo en evidencia también las reticencias que aun existen sobre la realidad trans. “Los artículos referidos a las personas trans son los que se están encontrando con más oposición, y esto tiene que ver con el discurso social que estamos viendo”, explica. “Demandamos cosas como la paternidad de los hombres transexuales o la autodeterminación de género y eso cuesta entenderlo”, explica, aunque confía en que esta ley salga adelante a lo largo de 2019. Menos posibilidades tiene de salir adelante la Ley Integral Trans que fue registrada en febrero de 2018.
Entre los últimos hitos hacia el reconocimiento de los derechos de las personas trans está la salida de la transexualidad del apartado de enfermedades mentales en la nueva clasificación de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un cambio anunciado en 2018 que se llevará a debate en asamblea a lo largo de este año. De este modo, la “incongruencia de género” saldría del apartado de “enfermedades mentales” para pasar al de “disfunciones sexuales”, y dejará de ser considerado un trastorno psicológico para quedarse en una referencia a la situación física.
“Realmente te hacen sentir enfermo desde el momento en el que te dicen que tienes que ir al psicólogo para que te reconozcan la disforia de género y poder ser como quieras ser”, explica Kano, que ha participado en talleres y charlas sobre transexualidad para dar a conocer la realidad de los menores trans, aunque espera que en el futuro un “chico trans” sea solo “un chico”. De esa necesidad de ser visible habla también Carmen, que el día que contó lo que le pasaba “fue como soltar una mochila de cincuenta kilos”. “He estado 54 años de mi vida luchando contra mí”, dice para resumir lo que supone las múltiples capas de invisibilidad y prejuicios a los que se han enfrentado.
Cuarenta años de la derogación de la Ley de Peligrosidad
La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) celebró el 26 de diciembre el 40 aniversario de la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, y presentó el arranque oficial del año temático ‘Mayores Sin Armarios: ¡Historia, Lucha y Memoria!’. Esta ley, que consideraba a los miembros del colectivo LGTBI “enfermos” y “delincuentes”, fue aprobada en 1970 por el régimen franquista para sustituir a la antigua Ley de Vagos y Maleantes de 1933. En la enumeración de personas “peligrosas” de esta ley están los vagos, rufianes, proxenetas, los que comercien con material pornográfico, mendigos, ebrios y toxicómanos, además de “los que realicen actos de homosexualidad”. Aunque la ley no menciona específicamente la transexualidad, que en los años 70 ni se nombraba. Entonces, se hablaba de personas “travestis” y las personas trans eran condenadas como homosexuales que se vestían de mujeres.
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