viernes, 10 de abril de 2020

#hemeroteca #memoria #homosexualidad | ¿Por qué se suicidó Waldo de los Ríos?

Imagen: La Vanguardia / Waldo de los Ríos
¿Por qué se suicidó Waldo de los Ríos?
Una biografía recupera al gran compositor de los años 60 y 70, que lanzó a Raphael, Karina o Mari Trini.
Xavi Ayén | La Vanguardia, 2020-04-10
https://www.lavanguardia.com/libros/20200410/48398557379/waldo-de-los-rios-biografia-musica-raphael-jeanette.html

Atención, pregunta: ¿qué tienen en común ‘Por qué te vas’ de Jeanette, el ‘Himno a la alegría’ que cantaba Miguel Ríos, ‘El tamborilero’ de Raphael, ‘La vida sigue igual’ de Julio Iglesias, ‘El baúl de los recuerdos’ de Karina, la melodía del concurso televisivo ‘Un, dos tres’...? Todas ellas son obra del compositor argentino Waldo de los Ríos (1934-1977), que se suicidó de dos tiros de escopeta en su casa de Madrid y que es responsable, aunque no lo sepamos, de varias de las canciones que más se han tarareado durante los años sesenta y setenta.

Multimillonario hecho a sí mismo que se paseaba por la calle en Lamborghini, esposo de la actriz Isabel Pisano, homosexual reprimido, amigo de Fellini, rival musical de Ástor Piazzolla, actuó ante la reina de Inglaterra, Frank Sinatra o Eva Perón y le dijo que no a Stanley Kubrick cuando éste le suplicó en vano que hiciera la banda sonora de ‘La naranja mecánica’. Es obvio que semejante personaje necesitaba una biografía. Y ya la tiene: ‘Desafiando al olvido’ (Roca Editorial) del periodista Miguel Fernández (Granada, 1962), que se ha puesto a la venta en formato electrónico y espera a la primera semana de junio para su aparición en papel en librerías.

Leyendo el libro, uno casi se pregunta más bien: ¿qué es lo que no hizo Waldo de los Ríos? ¿en qué canción conocida no intervino? “Tenía un ego tan fuerte –admite Fernández, en conversación telefónica– que quería estar en todos lados, sufriendo por todo, hiperactivo y obsesivo”.

¿Por qué se suicidó Waldo? “Esa pregunta se la hace todo el mundo. Estaba en plenitud de facultades, era rico y famoso, lo tenía todo... Entre los próximos late un sentimiento de culpa: ¿nadie se dio cuenta del drama? Había perdido cuarenta quilos, dejó de dormir, compraba medicamentos a gogó...”. En su día, se especuló con el asesinato. El autor, que ha leído el sumario judicial, afirma que “la policía franquista cumplió con su tarea: investigó, encontró, hizo hablar a los testigos con todos los métodos y dureza a su alcance y en un plazo rápido llegó a conclusiones y dejó la historia cerrada, aparentemente. Frente a eso, las dudas por la vida noctámbula y las malas compañías”.

¿Cómo distinguir si una canción lleva los arreglos de Waldo o no? Fernández se ríe: “Pues igual que se distingue un coche de lujo de un 600. Waldo trabajaba con orquesta, grabó el ‘Himno a la alegría’ en estudio con más de 120 músicos, actuó ante la reina de Inglaterra con 96 intérpretes más coro. La riqueza musical es enorme. Las canciones de Karina pueden parecer unas letras insustanciales, adolescentes, pero tienen un soporte de violines, cuerdas y metales maravillosos. Karina y Mari Trini grabaron en los 80 y 90 sus viejos temas y ya fue solo con una escasa decena de músicos, un resultado que es una sombra del que habían obtenido con Waldo, quien, además de esa ampulosidad, tenía la idea de la orquesta como algo sublime, él se sentía la reencarnación de Beethoven, y a su idea se consagró la avanzada técnica de Hispavox, que usaba el muro de sonido que hacía servir Phil Spector en EE.UU.”.

Hijo de padre guitarrista y madre cantante (Martha de los Ríos), se casó con la actriz y escritora uruguaya Isabel Pisano, autora de libros como ‘Yo, puta’ o ‘El papiro de Sept’, e intérprete en programas como ‘Los chiripitifláuticos’ o en películas como ‘Casanova’ de Fellini o ‘Bilbao’ de Bigas Luna. Fernández ha hablado largamente con ella y la hizo enfadar al sacarle el tema de la homosexualidad de su marido, “que yo creo que era un rasgo importante de su personalidad”.

Una de sus angustias era arruinarse. “Se mató en marzo –responde Fernández– y tres meses después la serie ‘Curro Jiménez’ se convertía en fenómeno sociológico, con la cabecera musical de Waldo, esa fanfarria con que sale el bandolero por la serranía de Ronda a caballo. Se hubiera vuelto a forrar. Pero sus miedos eran injustificados, nunca tuvo problemas económicos. Ganó muchos millones. Se habla mucho de ‘Macarena’ de Los del Río, pero, en 1970, desde unos estudios musicales en España, se fabrica un disco que fue número 1 en medio mundo, su versión del ‘Himno a la alegría’. Se grabó en español y en inglés, y estuvo en las listas de más vendidos en 65 países, le felicitaron hasta los Beatles. Se vendieron 7 millones de discos, sin mercadotecnia, a pelo, en un plazo récord”. De los Ríos “temía que, con su ritmo de gastos, podía llegar un momento en que quebrara, le entró la angustia de vivir, un miedo a ser feliz, que se le somatizó en esa paranoia a quedarse sin dinero”.

Su fama le acercó al poder. Una vez, lo llamaron al Palacio del Pardo, y Carmen Polo, la esposa del dictador, le reveló: “A Paco le gusta mucho Karina”. El socialista Felipe González, impresionado con la nueva vida que le dio a la Novena de Beethoven, le encargó que renovara también el himno marxista ‘La internacional’; “creo que ya tienen pereza de cantarla tal cual”, opinó el compositor, que se tomó la tarea en serio “dándole vueltas a un disco del grupo Bandiera Rossa que se trajo de Italia” pero no llegó a consumarla. José María Ruiz-Mateos, en su etapa de plenitud empresarial, le encargó un himno para Rumasa, este sí finalizado. Colaboró en varios proyectos –películas, series y programas– de Chicho Ibáñez Serrador.

Se peleó con Joan Manuel Serrat porque “la discográfica Zafiro le impuso a Waldo, aunque con seudónimo porque éste tenía contrato con Hispavox, pero se lo disputaban. Igual que dinamizó a Marisol, esperaron que con Serrat también funcionaría, y grabaron juntos canciones como ‘Tu nombre me sabe a yerba’ o ‘Poco antes de que den las diez’... y, bueno, están muy bien pero Serrat suena como Alberto Cortez, no se sentía cómodo, aunque se quedó con efectos de Waldo como el sonido de las moscas, que parece que revolotean”.

El sueño de De los Ríos era “haber sido director de música clásica, quería ser Manuel de Falla, a quien llegó a conocer, se sentó en su rodilla de niño, pero para vivir tuvo que recurrir a la industria y hacer arreglos pop, eso le cerró la puerta a la clásica. Él se quejaba de que los compositores ‘serios’ ni siquiera le hablaban, o le ninguneaban. Eso, unido a su debilidad espiritual, le llevó a la depresión. Y la intelectualidad lo machacó por lo de versionar –ellos decían ‘destrozar’– a Beethoven, hay un artículo demoledor de Terenci Moix en ‘Destino’ que lo pone a caer de un burro. El único que lo trató bien fue Manuel Vázquez Montalbán, quien reconoce su labor en ‘Crónica sentimental de España’. La ‘movida’ lo consideró antiguo y cutre, la prueba está en la gran cantidad de material que ha quedado inédito”.

Junto a eso, la parte más sórdida, con los vídeos domésticos en que grabó alguna orgía con hombres; o las dos cintas de casete que se puso el día de su muerte, una con la voz de su madre y otra con la de su amante, al que grababa en sus conversaciones telefónicas.

El libro se ocupa de su labor lanzando a nuevos talentos. “Karina tenía una pequeña carrera y se la llevó a Eurovisión y quedaron segundos, Mari Trini había grabado un disco, Raphael venía de Francia (fue una cesión a Hispavox) pero él los catapultaba a la fama, no hay más que escuchar cómo sonaban antes y después de pasar por sus manos”..

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