Imagen: La Verdad / Carlos Cuevas |
Carlos Cuevas: «El término bisexual está estigmatizado, pero vamos a un mundo sin etiquetas».
El actor catalán volverá a dar vida a Pol Rubio en la segunda temporada de 'Merlí: Sapere aude', que ha regresado a Movistar.
Iker Cortés | La Verdad, 2021-04-04
https://www.laverdad.es/culturas/tv/carlos-cuesta-actor-serie-movistar-vih-bisexual-20210403224320-ntrc.html
Carlos Cuevas (Moncada y Reixach, Barcelona, 1995) vuelve a ponerse en la piel de Pol Rubio en la serie 'Merlí: Sapere aude'. En esta segunda temporada, que acaba de regresar a Movistar+, su personaje entablará una relación especial con el encargado de restaurar el paraninfo de su facultad y tendrá que hacer frente a una noticia que hará que su mundo se tambalee.
–Son ya siete años dando vida a Pol. ¿Recuerda qué le atrapó del personaje?
–Consideré que estaba bien escrito y me creía lo que le pasaba. Además formaba parte de un entorno que me interesa, pues era un personaje que estaba condenado a fracasar en los estudios y que, gracias a la llegada de un profesor fantástico, da un giro a su vida. Eran muchos los componentes: su entorno familiar, su patrón emocional, los traumas con la realidad de su madre...
–¿Por qué la serie funciona tan bien entre el público joven?
–Porque ha bajado la filosofía a un terreno muy mundano y porque es capaz de hacer efecto espejo con una juventud que se siente identificada con la serie.
–¿Se parece en algo a Pol?
–Creo que no nos parecemos en nada. Yo soy bastante más reflexivo, más pausado, y Pol es más efervescente, tiene más carácter que yo y es algo más complicado, pero por eso me gusta interpretarlo, porque no se parece mucho a mí. Sí que se parece a gente que yo he conocido, que iba a la escuela o jugaba al fútbol conmigo, así que es un perfil de personaje que, en realidad, no me queda del todo lejos.
–Uno de los aspectos que más llamó la atención del personaje es el hecho de que es bisexual. Han pasado los años y esta orientación sexual sigue infrarrepresentada en la ficción.
–Creo que está un poco estigmatizado el término bisexual. A menudo se considera la bisexualidad como una etapa de transición hacia la homosexualidad completa y yo lo que creo es que vamos cada vez más a un mundo sin etiquetas. De todas maneras yo celebro estar interpretando un personaje que toca esta realidad porque existe.
–Esta temporada Pol se enfrenta al VIH. ¿Cuál fue su primera reacción cuando leyó el guion?
–Lo supe antes del guión y antes de rodar la primera temporada; por pesado, por casualidad y porque yo soy muy preguntón y conozco mucho la forma de escribir de Héctor Lozano, el guionista. Había una secuencia que fue eliminada donde yo percibí algo extraño y dije: «Aquí hay algo detrás». Pero Héctor no quería contarme. Tiré del hilo y me lo confesó y me sorprendió muchísimo. Me sorprendió también mi desinformación al respecto y mi propio estigma, que se ha ido deconstruyendo a base de conocimiento, de recopilar información e ir entendiendo cómo está hoy el VIH. Pero al principio me pegué un susto, me subieron calores a la cara y dije: «Guau».
–¿Cómo se preparó para esa nueva arista del personaje?
–Leyendo muchísimo y viendo mucha ficción que trataba el tema. Creo que no hay películas o series sobre el VIH que no haya visto. Luego estuve hablando con chicos VIH positivos, con asociaciones, con médicos... Y también con Héctor y pactando con el director [Menna Fité] cómo queríamos trabajar eso y qué es lo que queríamos enseñar del personaje.
–¿Nos hemos olvidado del virus?
–Sí, por supuesto. Yo considero que formo parte de una generación a la que no se la ha educado con miedo al VIH. Creo que en las generaciones anteriores se inculcaba miedo porque contagiarse suponía una condena instantánea, pero a nosotros no nos lo han contado mucho, la verdad, y hay muchísima desinformación. Es guay que se cuente desde hoy, porque es verdad que siempre que se habla de esto, se habla desde los 80 y los 90, con un presente apocalíptico y gente sufriendo muchísimo. Obviamente no es una buena noticia que te diagnostiquen el VIH, pero estamos en otro lugar, la medicina ha dado unos pasos brutales. Estamos en otro sitio y es chulo contarlo desde otra perspectiva histórica y también desde un tipo de perfil de personaje que no es el que históricamente siempre se nos ha contado que tiene esto: los estigmas del drogadicto y el homosexual... Aquí pones a un tipo que va a la universidad, que tiene una vida normal, que no hace nada ilegal y que se puede contagiar. Es una manera de normalizarlo.
–¿Cree que la serie puede ayudar a alguien que está pasando por una situación similar?
–Sí y también se puede hacer efecto espejo con cualquier otro problema personal. Hay mil movidas con las que el espectador se puede sentir identificado y que pueden ayudar a saber qué hacer cuando te pasa algo así, cuando los cimientos se derrumban y cuando hay un cambio de paradigma tan gordo.
–Un gran soporte para Pol es Dino, que está interpretado por Eusebio Poncela. ¿Cómo ha sido trabajar con él?
–Muy interesante y estimulante. Me interesa porque es un 'outsider'. Eusebio es un señor que representa la antiindustria y me gusta pensar que todavía quedan actores así.
–Son ya siete años dando vida a Pol. ¿Recuerda qué le atrapó del personaje?
–Consideré que estaba bien escrito y me creía lo que le pasaba. Además formaba parte de un entorno que me interesa, pues era un personaje que estaba condenado a fracasar en los estudios y que, gracias a la llegada de un profesor fantástico, da un giro a su vida. Eran muchos los componentes: su entorno familiar, su patrón emocional, los traumas con la realidad de su madre...
–¿Por qué la serie funciona tan bien entre el público joven?
–Porque ha bajado la filosofía a un terreno muy mundano y porque es capaz de hacer efecto espejo con una juventud que se siente identificada con la serie.
–¿Se parece en algo a Pol?
–Creo que no nos parecemos en nada. Yo soy bastante más reflexivo, más pausado, y Pol es más efervescente, tiene más carácter que yo y es algo más complicado, pero por eso me gusta interpretarlo, porque no se parece mucho a mí. Sí que se parece a gente que yo he conocido, que iba a la escuela o jugaba al fútbol conmigo, así que es un perfil de personaje que, en realidad, no me queda del todo lejos.
–Uno de los aspectos que más llamó la atención del personaje es el hecho de que es bisexual. Han pasado los años y esta orientación sexual sigue infrarrepresentada en la ficción.
–Creo que está un poco estigmatizado el término bisexual. A menudo se considera la bisexualidad como una etapa de transición hacia la homosexualidad completa y yo lo que creo es que vamos cada vez más a un mundo sin etiquetas. De todas maneras yo celebro estar interpretando un personaje que toca esta realidad porque existe.
–Esta temporada Pol se enfrenta al VIH. ¿Cuál fue su primera reacción cuando leyó el guion?
–Lo supe antes del guión y antes de rodar la primera temporada; por pesado, por casualidad y porque yo soy muy preguntón y conozco mucho la forma de escribir de Héctor Lozano, el guionista. Había una secuencia que fue eliminada donde yo percibí algo extraño y dije: «Aquí hay algo detrás». Pero Héctor no quería contarme. Tiré del hilo y me lo confesó y me sorprendió muchísimo. Me sorprendió también mi desinformación al respecto y mi propio estigma, que se ha ido deconstruyendo a base de conocimiento, de recopilar información e ir entendiendo cómo está hoy el VIH. Pero al principio me pegué un susto, me subieron calores a la cara y dije: «Guau».
–¿Cómo se preparó para esa nueva arista del personaje?
–Leyendo muchísimo y viendo mucha ficción que trataba el tema. Creo que no hay películas o series sobre el VIH que no haya visto. Luego estuve hablando con chicos VIH positivos, con asociaciones, con médicos... Y también con Héctor y pactando con el director [Menna Fité] cómo queríamos trabajar eso y qué es lo que queríamos enseñar del personaje.
–¿Nos hemos olvidado del virus?
–Sí, por supuesto. Yo considero que formo parte de una generación a la que no se la ha educado con miedo al VIH. Creo que en las generaciones anteriores se inculcaba miedo porque contagiarse suponía una condena instantánea, pero a nosotros no nos lo han contado mucho, la verdad, y hay muchísima desinformación. Es guay que se cuente desde hoy, porque es verdad que siempre que se habla de esto, se habla desde los 80 y los 90, con un presente apocalíptico y gente sufriendo muchísimo. Obviamente no es una buena noticia que te diagnostiquen el VIH, pero estamos en otro lugar, la medicina ha dado unos pasos brutales. Estamos en otro sitio y es chulo contarlo desde otra perspectiva histórica y también desde un tipo de perfil de personaje que no es el que históricamente siempre se nos ha contado que tiene esto: los estigmas del drogadicto y el homosexual... Aquí pones a un tipo que va a la universidad, que tiene una vida normal, que no hace nada ilegal y que se puede contagiar. Es una manera de normalizarlo.
–¿Cree que la serie puede ayudar a alguien que está pasando por una situación similar?
–Sí y también se puede hacer efecto espejo con cualquier otro problema personal. Hay mil movidas con las que el espectador se puede sentir identificado y que pueden ayudar a saber qué hacer cuando te pasa algo así, cuando los cimientos se derrumban y cuando hay un cambio de paradigma tan gordo.
–Un gran soporte para Pol es Dino, que está interpretado por Eusebio Poncela. ¿Cómo ha sido trabajar con él?
–Muy interesante y estimulante. Me interesa porque es un 'outsider'. Eusebio es un señor que representa la antiindustria y me gusta pensar que todavía quedan actores así.
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