Newtral / 'Todo lo otro', de Abril Zamora // |
Así ha cambiado la cultura a la hora de contar las vidas LGTBI: “Siempre hemos sido el alivio cómico o la historia trágica”.
De ‘Heartstopper’ al beso de ‘Lightyear’, pasando por ‘Pose’, ‘Maricón perdido’ o ‘Todo lo otro’. Analizamos con personas LGTBI del mundo de la cultura cómo la ficción ha narrado sus vidas.
Noemí López Trujillo | Newtral, 2022-07-02
https://www.newtral.es/cultura-lgtbi-cine-series/20220702/
En el cómic ‘Mi adolescencia trans’, de Yole Signorelli —editado en España por Continta Me Tienes—, la protagonista, P., ejerce su derecho al goce como una adolescente más. Con los complejos y las complejidades propias de la edad. Hay sexo, deseo y amor. Que P. sea trans es una circunstancia más. Presente, sí, pero no única. En el prólogo de este cómic, la escritora y dramaturga Alana Portero critica el relato monolítico de la cultura y lo LGTBI a la hora de explicar las experiencias del colectivo.
Portero apunta en el prólogo la universalidad desde la que se han narrado las vidas trans, con “tendencia a la hipérbole y al sensacionalismo”: “Aparecemos deformadas por el sufrimiento, la violencia, la burla y el abandono”. La escritora celebraba, precisamente, la ausencia en ‘Mi adolescencia trans’ de las “habituales narrativas de autodesprecio, cuerpos equivocados, miseria y glorificación mórbida del dolor”.
Y en otro artículo publicado en SModa en el que analizaba la serie ‘Euphoria’, Alana Portero ponía el acento en la extraña normalidad que supone que, en una producción cultural, ser LGTBI no sea la característica central de un personaje LGTBI. Lo decía en relación a Jules que, en una de las escenas de la primera temporada de la serie, se administra sus hormonas no como algo trascendental, sino simplemente cotidiano: “La narrativa del dolor viene desde fuera. Es lo que nos hacen, no lo que somos”, escribía la autora.
Con ella y con otras cuantas personas del ámbito de la cultura analizamos la cultura LGTBI y la representación de algunas de las siglas en la ficción.
T de Tranquilas y felices, no solo con finales trágicos en la cultura LGTBI
En conversación con Newtral.es, Alana Portero recuerda que el primer personaje en el que se reconoció fue el que daba vida la actriz Alessandra Di Sanzo en la película ‘Mery per sempre’: “Mery es una joven trans a la que no aceptan en casa, que recurre a la prostitución y termina en un reformatorio. Su historia es trágica, pero fue la primera vez que vi a una mujer trans interpretar a una mujer trans. Eso lo cambió todo porque sentí que, de alguna manera, estaba contando mi historia aunque fuese diferente”.
En contraposición, la escritora y dramaturga menciona la película ‘La chica danesa’ como “un auténtico despropósito”: “Es una caricatura. Reproduce la idea de mujer trans que se tiene cuando no has conocido a ninguna mujer trans”.
Por ello, Portero considera que, respecto a la cultura y lo LGTBI, la producción “se ha empeñado en tratar estas vidas como excepcionalidades que sirven como nota discordante, graciosa o dramática”: “Siempre hemos sido el alivio cómico o la historia trágica. Se abusa del pornodrama y de los finales dramáticos. A muchos creadores les es complicado abandonar esa clave. Les cuesta imaginarnos tranquilas, felices o con problemas más o menos como los de todo el mundo”.
Precisamente cambiar esa perspectiva fue lo que quiso hacer la actriz Abril Zamora con la serie que ha creado y protagonizado, ‘Todo lo otro’. “La ficción es una ventana a una realidad más compleja y diversa. Yo no tengo recuerdo más que de ver a personas trans que, en realidad, eran usadas para una secuencia cómica o como algo sórdido. También es muy aburrido cuando hay un personaje trans y todo gira en torno a eso. O cuando solo se cuenta nuestro sufrimiento. Con mi serie quise mostrar mi realidad trans, sí, pero muchísimas otras cosas: el amor, el desamor, la amistad… Temas universales con los que cualquier persona se puede identificar”, cuenta Zamora a Newtral.es.
Roberta Marrero, artista, escritora y autora del poemario ‘Todo era por ser fuego’ (Continta Me Tienes), coincide con Portero y con Zamora en que la narrativa habitual sobre las personas trans ha sido muy homogénea y opaca: “No solo con las trans, también con los maricas o las bolleras. Cada vez que una persona LGTBI aparecía en una película acababa de la peor manera”, apunta en conversación con Newtral.es.
Esta fórmula común se conoce como “bury your gays”, que, en realidad, se ampliaría a todo el colectivo LGTBI cuando son representados en la cultura. Este tropo presenta las vidas LGTBI como más susceptibles de sufrir, por lo que estos personajes tienen finales más trágicos que aquellos normativos. En palabras de Marrero: “Una especie de narrativa del castigo”.
Así lo señala el último informe del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA, 2021): “En el cine pudimos ver uno de estos dramáticos finales en ‘Ofrenda a la tormenta’ [la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Dolores Redondo]”, pero también en “’Vivir sin permiso’, que hizo desaparecer a Álex y a Carlos de su segunda temporada y que, además, acabó con la vida de Daniel después de que le confesara a su padre su homosexualidad”.
Marrero también señala que en sus obras no solo habla de lo trans, sino de “del deseo, de la identidad, del suicidio, del desamor... De un montón de cosas que van más allá de lo trans, ¡son universales!”.
Esta escritora y poeta cita dos series que considera que “cuentan bien la realidad trans”: ‘Transparent’ y ‘Pose’. “En Pose es verdad que son todas guapísimas, con mucho passing y con un final de fantasía absoluta. Pero también nos merecemos esa fantasía. ‘Transparent’ me pareció muy interesante porque cuenta una transición cuando ella ya es bastante mayor; además de que es lesbiana y judía. Es un personaje complejo”.
Marrero señala esto porque considera que la cultura, en cuanto a lo LGTBI, peca de sobreexigencia: “Parece que para que se nos acepte en la ficción tenemos que ser perfectas, algo que no pasa con personajes cishetero. Creo que la serie ‘Veneno’, sobre Cristina Ortiz, también es un buen ejemplo”.
También Abril Zamora comparte esta lectura: “El mensaje que se lanza es el de que nos toleran si eres una buena persona LGTBI, además de una víctima todo el rato. En ‘Todo lo otro’ defiendo la imperfección: mi personaje se acuesta con personas equivocadas, a veces es irritante o antipática, otras veces es maja, tiene ansiedad…”.
L de La amiga es mi novia, en realidad
Carla Berrocal, dibujante y autora de ‘Doña Concha. La rosa y la espina’ (Reservoir Books), también considera que en el imaginario colectivo de la cultura, lo LGTBI, y específicamente lo referente a la L, “ha estado vinculado al drama y la miseria”.
En conversación con Newtral.es, Berrocal señala que la escasa representación de mujeres lesbianas provocaba una ausencia de reconocimiento: “He tenido que comerme productos culturales protagonizados por personajes heteros y sublimar mis deseos en los personajes masculinos”. “Una de las primeras veces que más reconocida me sentí fue con Vásquez, en ‘Alien 2’, una militar muy ‘butch’ [mujer o persona no binaria que se apropia de la masculinidad y la performa]. Es verdad que dura dos telediarios, pero al menos tiene una épica muy grande”.
Sobre la masculinidad en mujeres, el escritor y artista Bob Pop recuerda, precisamente, a Gloria Fuertes como referente. La escritora y poeta, en realidad, era bisexual, pero a menudo era leída como lesbiana y penalizada porque su expresión de género no se ajustaba a la norma: “Recuerdo las parodias que había de ella, donde se la ridiculizaba o se la estereotipaba, poniendo el acento en su voz grave o en su forma de vestir. No era una simple imitación, sino que había algo cruel en esas caricaturas que hacían hincapié en la masculinidad en mujeres”, destaca Bob Pop en conversación con Newtral.es.
Por otro lado, la cómica Carolina Iglesias menciona el reciente ejemplo del beso lésbico en la película ‘Lightyear’: “Es algo muy pequeño pero que sigue generando mucha polémica. Ojalá haber tenido yo películas así. Aunque falta mucho, ese beso es un pasito más”, explica a Newtral.es.
El informe realizado por ODA apunta que todavía “es llamativa la escasa presencia de lesbianas en la ficción española, pues la representación en 2020 fue de tan solo 17 personajes, con una clara predominancia de las series frente al cine”: “14 de ellas aparecen en ficciones seriadas, mientras que tan solo encontramos 3 mujeres lesbianas en las películas”.
Carla Berrocal considera que hay que “promover los ejemplos positivos”. “La serie ‘The L Word’ me marcó mucho porque me hizo ver que podía tener un grupo de amigas lesbianas. Pero también es cierto que es problemática en algunos aspectos y que son todas muy normativas, lo cual me hacía sentirme un poco alejada”.
Como referencias, Berrocal cita la película ‘Carol’ y, sobre todo, dos cómics. Por un lado, ‘Snapdragon’ (Astronave), donde se aborda la violencia de género, la identidad trans o el amor entre una lesbiana butch y una femme bisexual. Por otro, ‘Laura Dean me ha vuelto a dejar’ (La Cúpula), una historia de amor y desamor lésbico en la adolescencia, pero también un relato sobre la amistad o los derechos reproductivos.
B de Bollera no, soy bisexual
En la serie musical ‘Crazy Ex-Girlfriend’, uno de los personajes, Darryl, canta “I’m getting bi” tras darse cuenta de que no solo siente deseo por el género femenino. Darryl pasa de divorciarse de su mujer a estar en una relación con un hombre gay, Josh. En la última temporada, tras romper con Josh, se enamora de una mujer, pero la serie en todo momento mantiene su identidad bi. En esta misma serie hay otro personaje bisexual, Valencia. Si bien en su caso nunca se la nombra como bisexual, tampoco como lesbiana ni como hetero.
Otro de los más recientes ejemplos sobre bisexualidad es el de Nick en la serie ‘Heartstopper’, basada en los cómics homónimos. Este personaje comienza a sentir deseo por otro de los protagonistas, un adolescente gay, y finalmente considera que la etiqueta que mejor le define es la de bisexual.
Sin embargo, esto no siempre es habitual, como explica a Newtral.es Carolina Iglesias: “Pepa, que en ‘Los hombres de Paco’ siempre se la había planteado como lesbiana, se lía con Aitor, pero en ningún momento se habla de bisexualidad. En ‘Cuestión de sexo’ sí que está el personaje de Sofía, que era como superhetero pero luego se enamora de una chica, Alicia”. En esa misma serie, Charly propone a Sofía y Alicia hacer un trío. “Siempre me ha parecido que apenas había representación bi y cuando parecía que la había, al final la chica en cuestión pasaba a ser bollera”, añade la cómica. Algo que sucedía, por ejemplo con Willow en ‘Buffy Cazavampiros’ tras enamorarse de Tara, pero no con Adam en ‘Sex Education’ o con Piper en ‘Orange Is the New Black’.
Iglesias y su compañera, también cómica, Victoria Martín crearon la serie ‘Válidas’, donde la trama central no es ‘per se’ lo LGTBI, pero sí que se aborda esta cuestión: “Quisimos reflejar cómo se invisibiliza la bisexualidad o cómo se nos estereotipa a las personas bi con ciertos comentarios”, cuenta.
G de Ganas de mucho más que solo amor
Dice el escritor Bob Pop que “muchos maricas” de su generación buscaban “lo criptogay”: “Es decir, cultura LGTBI que no se nombraba como tal, donde el subtexto se podía interpretar como gay”, añade.
Ahora, sin embargo, el paradigma parece haber cambiado y aunque a veces no se nombre, sí se visibiliza, incluso en series catalogadas como juveniles. El escritor y periodista Rubén Serrano, autor del ensayo LGTBI ‘No estamos tan bien’ (Temas de Hoy), lo ejemplifica con la relación de Marceline y la Princesa Chicle en la serie animada ‘Hora de aventuras’: “Me parece una buena forma de mostrar relaciones no heteronormativas sin que sea algo central de los personajes y, además, en un mundo de fantasía, es decir, que no solo se cuenta como algo documental, realista, sino que lo LGTBI se extiende a otros géneros”.
En contraposición, Serrano, en conversación con Newtral.es, recuerda la vergüenza viendo la serie ‘Aída’: “Yo me identificaba mucho con Fidel porque teníamos como la misma edad, yo también tenía pluma… Era una seria que se comentaba en mi clase. Y Fidel, para el mundo, era ridiculizado. Era mi yo en pantalla pero lo rechazaba muchísimo. Tú no te quieres asimilar algo que para el mundo es un chiste”.
Sin embargo, sí se sintió representado con el personaje de Fer en ‘Física o Química’: “Me dio bastante paz ver que un adolescente gay en el instituto podía ser amado y tener pareja, aunque es verdad que al final también acaba asesinado”.
Precisamente sobre el amor, este escritor y periodista especializado en cultura LGTBI critica que “sea la narrativa hegemónica para contar las experiencia de los gais”. “Parece que ya no somos los personajes a los que todo le va mal siempre, pero ahora nos representan solo a través del amor romántico. Esa mirada en la ficción es la que nos valida, es como decir: puede amar y le pueden amar. Por eso lo ha petado ‘Heartstopper’. Necesitamos esa fantasía, pero es verdad que a la vez hay una asimilación de la heteronorma, es decir, que eres aceptado en tanto que te adaptas lo máximo posible a lo normativo. Es un relato cómodo y conservador si no se diversifican las representaciones”.
Con la serie ‘Maricón perdido’, Bob Pop dice que tenía claro “que no quería un final trágico”: “Lo que quería era exponer que los espacios de violencia existen y van a seguir existiendo, pero hay refugios y momentos felices, y eso lo cambia todo”, añade.
Por otro lado, Bob Pop está de acuerdo con Rubén Serrano en que se abusa de la narrativa del amor “porque es la que da legitimidad”: “Como siempre se ha retratado nuestra sexualidad de forma sórdida y bizarra, todo eso se neutraliza con el amor, que nos salva y nos normaliza”.
Óscar Romero, uno de los socios de la librería feminista y LGTBI Mary Read, en Madrid, explica a Newtral.es que “a la ficción todavía le cuesta desprenderse de los clichés”: “En la serie ‘I may destroy you’, se relatan dos violaciones: a una mujer hetero y a un hombre gay. Mientras que el relato de ella está muy bien resuelto, con el personaje masculino se desliza la idea de que se lo va buscando porque va de grinderazo en grinderazo [en referencia a la app Grindr y al slut shaming]. Al final, el trauma de la violación se le pasa cuando se enamora de un hombre que le lleva de museos, que es como decir que ya no corre riesgo de sufrir una violación porque está en una relación normativa con una persona respetable”.
Por ello, este librero y prescriptor de cultura LGTBI considera que espacios como Mary Read “son necesarios mientras la ficción te haga sentir que no encajas”. “El intercambio cultural es muy importante en espacios seguros donde sentirte arropada y representada. También para ampliar la narrativa porque falta mucho en lo mainstream”, añade Romero.
Q de Qué falta por contar en la cultura sobre lo LGTBI
La I y la A (personas intersex y personas asexuales) están invisibilizadas en la cultura LGTBI hasta el punto de que no aparecen en ninguna ficción española del año pasado, tal y como expone el informe de ODA. Sucede lo mismo con las personas no binarias. En el cómic ‘Diana & Charlie’ (Astiberri, 2022), uno de los personajes principales, Charlie, es no binario, y en la serie ‘Bojack Horseman’, uno de los coprotagonistas, Todd, es asexual.
Lucía Vázquez, investigadora sobre género, cultura y estética en la Universidad Complutense de Madrid, explica a Newtral.es que “todavía hay grupos, como las personas intersex, que ni siquiera tienen representación”: “Hace unos años, la agenda LGTBI demandaba visibilidad en la cultura, en lo audiovisual. Ahora se quiere ampliar esa visibilidad y, además, pluralizar la representación que ya existe”, añade.
Desde su punto de vista, la ficción es también una vía para el aprendizaje. Como ejemplo, Vázquez menciona ‘Sex Education’: “Hay una escena de la serie donde un personaje se realiza una lavativa anal. Que un producto audiovisual mainstream haga eso, me parece muy importante porque es una pedagogía muy poco común”.
Gracias a la ficción, por ejemplo, Bob Pop pudo aprender algo más sobre su sexualidad: “Con la película ‘La ley del deseo’ aprendí cómo follaban dos tíos. Vengo de una generación donde el porno gay no era accesible y la representación que había era la imagen ridícula de solo hacer el perrito, como algo humillante. Con Almodóvar descubrí que el sexo podía ser algo gozoso y confortable”.
La escritora y dramaturga Alana Portero recuerda, precisamente, que la ausencia de voces LGTBI en la cultura provoca que “los aprendizajes se den en condiciones de clandestinidad”: “Si no tienes una cultura que te respalde, que te cuente las cosas malas pero también que la belleza también forma parte de nuestras vidas, la proyección que vamos a hacer de nuestras propias vidas siempre va a ser oscura, una profecía autocumplida”, concluye.
Fuentes: Análisis sobre la representación de la diversidad en la ficción española del 2020 en cine y televisión (ODA, 2021) / Alana Portero, escritora y dramaturga / Abril Zamora, actriz y directora / Roberta Marrero, artista, escritora y poeta / Carla Berrocal, dibujante e historietista / Bob Pop, escritor y artista / Carolina Iglesias, cómica / Rubén Serrano, periodista y escritor / Óscar Romero, librero y socio de la librería Mary Read / Lucía Vázquez, investigadora sobre género, cultura y estética en la Universidad Complutense de Madrid
Portero apunta en el prólogo la universalidad desde la que se han narrado las vidas trans, con “tendencia a la hipérbole y al sensacionalismo”: “Aparecemos deformadas por el sufrimiento, la violencia, la burla y el abandono”. La escritora celebraba, precisamente, la ausencia en ‘Mi adolescencia trans’ de las “habituales narrativas de autodesprecio, cuerpos equivocados, miseria y glorificación mórbida del dolor”.
Y en otro artículo publicado en SModa en el que analizaba la serie ‘Euphoria’, Alana Portero ponía el acento en la extraña normalidad que supone que, en una producción cultural, ser LGTBI no sea la característica central de un personaje LGTBI. Lo decía en relación a Jules que, en una de las escenas de la primera temporada de la serie, se administra sus hormonas no como algo trascendental, sino simplemente cotidiano: “La narrativa del dolor viene desde fuera. Es lo que nos hacen, no lo que somos”, escribía la autora.
Con ella y con otras cuantas personas del ámbito de la cultura analizamos la cultura LGTBI y la representación de algunas de las siglas en la ficción.
T de Tranquilas y felices, no solo con finales trágicos en la cultura LGTBI
En conversación con Newtral.es, Alana Portero recuerda que el primer personaje en el que se reconoció fue el que daba vida la actriz Alessandra Di Sanzo en la película ‘Mery per sempre’: “Mery es una joven trans a la que no aceptan en casa, que recurre a la prostitución y termina en un reformatorio. Su historia es trágica, pero fue la primera vez que vi a una mujer trans interpretar a una mujer trans. Eso lo cambió todo porque sentí que, de alguna manera, estaba contando mi historia aunque fuese diferente”.
En contraposición, la escritora y dramaturga menciona la película ‘La chica danesa’ como “un auténtico despropósito”: “Es una caricatura. Reproduce la idea de mujer trans que se tiene cuando no has conocido a ninguna mujer trans”.
Por ello, Portero considera que, respecto a la cultura y lo LGTBI, la producción “se ha empeñado en tratar estas vidas como excepcionalidades que sirven como nota discordante, graciosa o dramática”: “Siempre hemos sido el alivio cómico o la historia trágica. Se abusa del pornodrama y de los finales dramáticos. A muchos creadores les es complicado abandonar esa clave. Les cuesta imaginarnos tranquilas, felices o con problemas más o menos como los de todo el mundo”.
Precisamente cambiar esa perspectiva fue lo que quiso hacer la actriz Abril Zamora con la serie que ha creado y protagonizado, ‘Todo lo otro’. “La ficción es una ventana a una realidad más compleja y diversa. Yo no tengo recuerdo más que de ver a personas trans que, en realidad, eran usadas para una secuencia cómica o como algo sórdido. También es muy aburrido cuando hay un personaje trans y todo gira en torno a eso. O cuando solo se cuenta nuestro sufrimiento. Con mi serie quise mostrar mi realidad trans, sí, pero muchísimas otras cosas: el amor, el desamor, la amistad… Temas universales con los que cualquier persona se puede identificar”, cuenta Zamora a Newtral.es.
Roberta Marrero, artista, escritora y autora del poemario ‘Todo era por ser fuego’ (Continta Me Tienes), coincide con Portero y con Zamora en que la narrativa habitual sobre las personas trans ha sido muy homogénea y opaca: “No solo con las trans, también con los maricas o las bolleras. Cada vez que una persona LGTBI aparecía en una película acababa de la peor manera”, apunta en conversación con Newtral.es.
Esta fórmula común se conoce como “bury your gays”, que, en realidad, se ampliaría a todo el colectivo LGTBI cuando son representados en la cultura. Este tropo presenta las vidas LGTBI como más susceptibles de sufrir, por lo que estos personajes tienen finales más trágicos que aquellos normativos. En palabras de Marrero: “Una especie de narrativa del castigo”.
Así lo señala el último informe del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA, 2021): “En el cine pudimos ver uno de estos dramáticos finales en ‘Ofrenda a la tormenta’ [la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Dolores Redondo]”, pero también en “’Vivir sin permiso’, que hizo desaparecer a Álex y a Carlos de su segunda temporada y que, además, acabó con la vida de Daniel después de que le confesara a su padre su homosexualidad”.
Marrero también señala que en sus obras no solo habla de lo trans, sino de “del deseo, de la identidad, del suicidio, del desamor... De un montón de cosas que van más allá de lo trans, ¡son universales!”.
Esta escritora y poeta cita dos series que considera que “cuentan bien la realidad trans”: ‘Transparent’ y ‘Pose’. “En Pose es verdad que son todas guapísimas, con mucho passing y con un final de fantasía absoluta. Pero también nos merecemos esa fantasía. ‘Transparent’ me pareció muy interesante porque cuenta una transición cuando ella ya es bastante mayor; además de que es lesbiana y judía. Es un personaje complejo”.
Marrero señala esto porque considera que la cultura, en cuanto a lo LGTBI, peca de sobreexigencia: “Parece que para que se nos acepte en la ficción tenemos que ser perfectas, algo que no pasa con personajes cishetero. Creo que la serie ‘Veneno’, sobre Cristina Ortiz, también es un buen ejemplo”.
También Abril Zamora comparte esta lectura: “El mensaje que se lanza es el de que nos toleran si eres una buena persona LGTBI, además de una víctima todo el rato. En ‘Todo lo otro’ defiendo la imperfección: mi personaje se acuesta con personas equivocadas, a veces es irritante o antipática, otras veces es maja, tiene ansiedad…”.
L de La amiga es mi novia, en realidad
Carla Berrocal, dibujante y autora de ‘Doña Concha. La rosa y la espina’ (Reservoir Books), también considera que en el imaginario colectivo de la cultura, lo LGTBI, y específicamente lo referente a la L, “ha estado vinculado al drama y la miseria”.
En conversación con Newtral.es, Berrocal señala que la escasa representación de mujeres lesbianas provocaba una ausencia de reconocimiento: “He tenido que comerme productos culturales protagonizados por personajes heteros y sublimar mis deseos en los personajes masculinos”. “Una de las primeras veces que más reconocida me sentí fue con Vásquez, en ‘Alien 2’, una militar muy ‘butch’ [mujer o persona no binaria que se apropia de la masculinidad y la performa]. Es verdad que dura dos telediarios, pero al menos tiene una épica muy grande”.
Sobre la masculinidad en mujeres, el escritor y artista Bob Pop recuerda, precisamente, a Gloria Fuertes como referente. La escritora y poeta, en realidad, era bisexual, pero a menudo era leída como lesbiana y penalizada porque su expresión de género no se ajustaba a la norma: “Recuerdo las parodias que había de ella, donde se la ridiculizaba o se la estereotipaba, poniendo el acento en su voz grave o en su forma de vestir. No era una simple imitación, sino que había algo cruel en esas caricaturas que hacían hincapié en la masculinidad en mujeres”, destaca Bob Pop en conversación con Newtral.es.
Por otro lado, la cómica Carolina Iglesias menciona el reciente ejemplo del beso lésbico en la película ‘Lightyear’: “Es algo muy pequeño pero que sigue generando mucha polémica. Ojalá haber tenido yo películas así. Aunque falta mucho, ese beso es un pasito más”, explica a Newtral.es.
El informe realizado por ODA apunta que todavía “es llamativa la escasa presencia de lesbianas en la ficción española, pues la representación en 2020 fue de tan solo 17 personajes, con una clara predominancia de las series frente al cine”: “14 de ellas aparecen en ficciones seriadas, mientras que tan solo encontramos 3 mujeres lesbianas en las películas”.
Carla Berrocal considera que hay que “promover los ejemplos positivos”. “La serie ‘The L Word’ me marcó mucho porque me hizo ver que podía tener un grupo de amigas lesbianas. Pero también es cierto que es problemática en algunos aspectos y que son todas muy normativas, lo cual me hacía sentirme un poco alejada”.
Como referencias, Berrocal cita la película ‘Carol’ y, sobre todo, dos cómics. Por un lado, ‘Snapdragon’ (Astronave), donde se aborda la violencia de género, la identidad trans o el amor entre una lesbiana butch y una femme bisexual. Por otro, ‘Laura Dean me ha vuelto a dejar’ (La Cúpula), una historia de amor y desamor lésbico en la adolescencia, pero también un relato sobre la amistad o los derechos reproductivos.
B de Bollera no, soy bisexual
En la serie musical ‘Crazy Ex-Girlfriend’, uno de los personajes, Darryl, canta “I’m getting bi” tras darse cuenta de que no solo siente deseo por el género femenino. Darryl pasa de divorciarse de su mujer a estar en una relación con un hombre gay, Josh. En la última temporada, tras romper con Josh, se enamora de una mujer, pero la serie en todo momento mantiene su identidad bi. En esta misma serie hay otro personaje bisexual, Valencia. Si bien en su caso nunca se la nombra como bisexual, tampoco como lesbiana ni como hetero.
Otro de los más recientes ejemplos sobre bisexualidad es el de Nick en la serie ‘Heartstopper’, basada en los cómics homónimos. Este personaje comienza a sentir deseo por otro de los protagonistas, un adolescente gay, y finalmente considera que la etiqueta que mejor le define es la de bisexual.
Sin embargo, esto no siempre es habitual, como explica a Newtral.es Carolina Iglesias: “Pepa, que en ‘Los hombres de Paco’ siempre se la había planteado como lesbiana, se lía con Aitor, pero en ningún momento se habla de bisexualidad. En ‘Cuestión de sexo’ sí que está el personaje de Sofía, que era como superhetero pero luego se enamora de una chica, Alicia”. En esa misma serie, Charly propone a Sofía y Alicia hacer un trío. “Siempre me ha parecido que apenas había representación bi y cuando parecía que la había, al final la chica en cuestión pasaba a ser bollera”, añade la cómica. Algo que sucedía, por ejemplo con Willow en ‘Buffy Cazavampiros’ tras enamorarse de Tara, pero no con Adam en ‘Sex Education’ o con Piper en ‘Orange Is the New Black’.
Iglesias y su compañera, también cómica, Victoria Martín crearon la serie ‘Válidas’, donde la trama central no es ‘per se’ lo LGTBI, pero sí que se aborda esta cuestión: “Quisimos reflejar cómo se invisibiliza la bisexualidad o cómo se nos estereotipa a las personas bi con ciertos comentarios”, cuenta.
G de Ganas de mucho más que solo amor
Dice el escritor Bob Pop que “muchos maricas” de su generación buscaban “lo criptogay”: “Es decir, cultura LGTBI que no se nombraba como tal, donde el subtexto se podía interpretar como gay”, añade.
Ahora, sin embargo, el paradigma parece haber cambiado y aunque a veces no se nombre, sí se visibiliza, incluso en series catalogadas como juveniles. El escritor y periodista Rubén Serrano, autor del ensayo LGTBI ‘No estamos tan bien’ (Temas de Hoy), lo ejemplifica con la relación de Marceline y la Princesa Chicle en la serie animada ‘Hora de aventuras’: “Me parece una buena forma de mostrar relaciones no heteronormativas sin que sea algo central de los personajes y, además, en un mundo de fantasía, es decir, que no solo se cuenta como algo documental, realista, sino que lo LGTBI se extiende a otros géneros”.
En contraposición, Serrano, en conversación con Newtral.es, recuerda la vergüenza viendo la serie ‘Aída’: “Yo me identificaba mucho con Fidel porque teníamos como la misma edad, yo también tenía pluma… Era una seria que se comentaba en mi clase. Y Fidel, para el mundo, era ridiculizado. Era mi yo en pantalla pero lo rechazaba muchísimo. Tú no te quieres asimilar algo que para el mundo es un chiste”.
Sin embargo, sí se sintió representado con el personaje de Fer en ‘Física o Química’: “Me dio bastante paz ver que un adolescente gay en el instituto podía ser amado y tener pareja, aunque es verdad que al final también acaba asesinado”.
Precisamente sobre el amor, este escritor y periodista especializado en cultura LGTBI critica que “sea la narrativa hegemónica para contar las experiencia de los gais”. “Parece que ya no somos los personajes a los que todo le va mal siempre, pero ahora nos representan solo a través del amor romántico. Esa mirada en la ficción es la que nos valida, es como decir: puede amar y le pueden amar. Por eso lo ha petado ‘Heartstopper’. Necesitamos esa fantasía, pero es verdad que a la vez hay una asimilación de la heteronorma, es decir, que eres aceptado en tanto que te adaptas lo máximo posible a lo normativo. Es un relato cómodo y conservador si no se diversifican las representaciones”.
Con la serie ‘Maricón perdido’, Bob Pop dice que tenía claro “que no quería un final trágico”: “Lo que quería era exponer que los espacios de violencia existen y van a seguir existiendo, pero hay refugios y momentos felices, y eso lo cambia todo”, añade.
Por otro lado, Bob Pop está de acuerdo con Rubén Serrano en que se abusa de la narrativa del amor “porque es la que da legitimidad”: “Como siempre se ha retratado nuestra sexualidad de forma sórdida y bizarra, todo eso se neutraliza con el amor, que nos salva y nos normaliza”.
Óscar Romero, uno de los socios de la librería feminista y LGTBI Mary Read, en Madrid, explica a Newtral.es que “a la ficción todavía le cuesta desprenderse de los clichés”: “En la serie ‘I may destroy you’, se relatan dos violaciones: a una mujer hetero y a un hombre gay. Mientras que el relato de ella está muy bien resuelto, con el personaje masculino se desliza la idea de que se lo va buscando porque va de grinderazo en grinderazo [en referencia a la app Grindr y al slut shaming]. Al final, el trauma de la violación se le pasa cuando se enamora de un hombre que le lleva de museos, que es como decir que ya no corre riesgo de sufrir una violación porque está en una relación normativa con una persona respetable”.
Por ello, este librero y prescriptor de cultura LGTBI considera que espacios como Mary Read “son necesarios mientras la ficción te haga sentir que no encajas”. “El intercambio cultural es muy importante en espacios seguros donde sentirte arropada y representada. También para ampliar la narrativa porque falta mucho en lo mainstream”, añade Romero.
Q de Qué falta por contar en la cultura sobre lo LGTBI
La I y la A (personas intersex y personas asexuales) están invisibilizadas en la cultura LGTBI hasta el punto de que no aparecen en ninguna ficción española del año pasado, tal y como expone el informe de ODA. Sucede lo mismo con las personas no binarias. En el cómic ‘Diana & Charlie’ (Astiberri, 2022), uno de los personajes principales, Charlie, es no binario, y en la serie ‘Bojack Horseman’, uno de los coprotagonistas, Todd, es asexual.
Lucía Vázquez, investigadora sobre género, cultura y estética en la Universidad Complutense de Madrid, explica a Newtral.es que “todavía hay grupos, como las personas intersex, que ni siquiera tienen representación”: “Hace unos años, la agenda LGTBI demandaba visibilidad en la cultura, en lo audiovisual. Ahora se quiere ampliar esa visibilidad y, además, pluralizar la representación que ya existe”, añade.
Desde su punto de vista, la ficción es también una vía para el aprendizaje. Como ejemplo, Vázquez menciona ‘Sex Education’: “Hay una escena de la serie donde un personaje se realiza una lavativa anal. Que un producto audiovisual mainstream haga eso, me parece muy importante porque es una pedagogía muy poco común”.
Gracias a la ficción, por ejemplo, Bob Pop pudo aprender algo más sobre su sexualidad: “Con la película ‘La ley del deseo’ aprendí cómo follaban dos tíos. Vengo de una generación donde el porno gay no era accesible y la representación que había era la imagen ridícula de solo hacer el perrito, como algo humillante. Con Almodóvar descubrí que el sexo podía ser algo gozoso y confortable”.
La escritora y dramaturga Alana Portero recuerda, precisamente, que la ausencia de voces LGTBI en la cultura provoca que “los aprendizajes se den en condiciones de clandestinidad”: “Si no tienes una cultura que te respalde, que te cuente las cosas malas pero también que la belleza también forma parte de nuestras vidas, la proyección que vamos a hacer de nuestras propias vidas siempre va a ser oscura, una profecía autocumplida”, concluye.
Fuentes: Análisis sobre la representación de la diversidad en la ficción española del 2020 en cine y televisión (ODA, 2021) / Alana Portero, escritora y dramaturga / Abril Zamora, actriz y directora / Roberta Marrero, artista, escritora y poeta / Carla Berrocal, dibujante e historietista / Bob Pop, escritor y artista / Carolina Iglesias, cómica / Rubén Serrano, periodista y escritor / Óscar Romero, librero y socio de la librería Mary Read / Lucía Vázquez, investigadora sobre género, cultura y estética en la Universidad Complutense de Madrid
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