Madrid : Dos Bigotes, 2024 [04-15].
352 p.
/ ES / Libros / Biografías / Cultura pop / Espectáculos / Iconos / LGTBI / Música / Raffaella Carrà / Televisión
📘 Ed. Impresa: ISBN 9788412765755 / 21.95 €
📝 Cita APA-7: Sánchez, Pedro Ángel (2024). Nada es eterno salvo la Carrà.
La primera biografía escrita en España sobre Raffaella Carrà, una de las artistas internacionales más queridas. ¿Cómo era Raffaella Carrà cuando se apagaban los focos? ¿Qué la llevó a ser la presentadora mejor pagada de Europa? ¿Por qué la censuró el Vaticano? ¿Qué le supuso España a nivel personal y profesional? A estas y a otras muchas preguntas responde Pedro Ángel Sánchez en ‘Nada es eterno salvo la Carrà’, una biografía que nos desvela la cara más íntima de la artista italiana.
Con más de 60 millones de discos vendidos y audiencias televisivas millonarias, la figura de la Carrà siempre estará ligada a una parte de nuestras vidas y de nuestra memoria sentimental; a esas canciones que derrochaban alegría y a esos programas de televisión que, entre risas, bailes, entrevistas y llamadas telefónicas, nos permitían soñar con un mundo sin preocupaciones. Pero Raffaella era mucho más que esa estrella de melena rubia que contagiaba entusiasmo y una vitalidad desbordante: era una trabajadora infatigable que siempre demostró su amor por las cosas bien hechas.
Pedro Ángel Sánchez, periodista al que Raffaella Carrà concedió su última entrevista en España en diciembre de 2020, nos guía por la trayectoria vital y profesional de la cantante de ‘Fiesta’ o ‘Hay que venir al sur’ a través de sus propias palabras y de testimonios exclusivos de decenas de personas que vieron en ella un referente o que formaron parte de su círculo más próximo; entre ellas: Danilo Vaona, Ramón García, Loles León, Miriam Díaz-Aroca, José Luis Gil, Isabel Gemio, Enrique del Pozo, Juan Luis Iborra, Mónica Naranjo, Supremme de Luxe, Paco Clavel o Jorge Javier Vázquez, autor del prólogo.
Este libro, que presta especial atención a la relación de la italiana con España, cuya sociedad evolucionó al ritmo de sus canciones, sirve de homenaje a una leyenda del espectáculo que en vida parecía inmortal y que, tras su marcha, ha demostrado que nada es eterno… ¡salvo la Carrà!
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