Imagen: Google Imágenes / Puerta del Sol, Madrid |
Francisco Centenera | Diagonal, 2007-01-04
https://www.diagonalperiodico.net/saberes/la-navidad-o-triunfo-del-sol.html
Entre los estudiosos hay cierto consenso sobre el nacimiento de Jesús de Galilea: éste tuvo lugar, aunque parezca una perogrullada, en torno al año 5 a.C. y, probablemente, durante los meses de marzo o abril. ¿Por qué entonces se celebra el 25 de diciembre? Parece que sobre el año 350 se decidió hacer coincidir esta fiesta con una de las celebraciones más importantes del mundo antiguo, el Sol Invictus, que durante varios días festejaba el solsticio de invierno.
En efecto, los solsticios corresponden al momento en el que la Tierra pasa por los extremos de su órbita que marcan las estaciones de verano e invierno: la diferencia de duración entre el día y la noche entonces es máxima. Así, a partir del solsticio de invierno los días dejan de menguar y empiezan otra vez a crecer. Hoy, cegados por la luz de los escaparates, esto no nos afecta demasiado. Pero en otras sociedades, o incluso en ambientes rurales, la falta de luz es una cuestión seria que modifica el quehacer diario y el estado anímico. Por eso, ya desde antes de los romanos, el ecuador del invierno (lo que hoy llamamos su comienzo) señalaba el triunfo del Sol sobre las sombras, por lo que se adornaban las casas con laurel o con acebo representando la victoria de la naturaleza sobre el frío. Más difícil parece resolver el misterio de la estrella de Belén, ya que puede tratarse de un adorno literario para resaltar la figura de Jesús: podría ser un hecho milagroso o bien algún fenómeno astronómico real. En este último caso, hay motivos históricos y científicos para descartar cometas, supernovas o lluvias de meteoros. Los estudiosos no han llegado a un consenso.
Parece que una nova observada por los chinos es el más serio candidato, aunque otros apuntan a una cadena de acontecimientos (una conjunción triple, un agrupamiento de planetas y una ocultación) que tuvieron lugar por esas fechas, y que culminaron con la nova. Los paleoastrónomos tampoco saben mucho de los Reyes Magos, ni siquiera su número. Algunas evidencias señalan que pudiera tratarse de embajadores o astrólogos persas. Pero en contra de la creencia popular que les atribuye el origen de la costumbre de hacer regalos, lo cierto es que para los celtas el solsticio era ya una fiesta de la abundancia, en la comida y los presentes.
En efecto, los solsticios corresponden al momento en el que la Tierra pasa por los extremos de su órbita que marcan las estaciones de verano e invierno: la diferencia de duración entre el día y la noche entonces es máxima. Así, a partir del solsticio de invierno los días dejan de menguar y empiezan otra vez a crecer. Hoy, cegados por la luz de los escaparates, esto no nos afecta demasiado. Pero en otras sociedades, o incluso en ambientes rurales, la falta de luz es una cuestión seria que modifica el quehacer diario y el estado anímico. Por eso, ya desde antes de los romanos, el ecuador del invierno (lo que hoy llamamos su comienzo) señalaba el triunfo del Sol sobre las sombras, por lo que se adornaban las casas con laurel o con acebo representando la victoria de la naturaleza sobre el frío. Más difícil parece resolver el misterio de la estrella de Belén, ya que puede tratarse de un adorno literario para resaltar la figura de Jesús: podría ser un hecho milagroso o bien algún fenómeno astronómico real. En este último caso, hay motivos históricos y científicos para descartar cometas, supernovas o lluvias de meteoros. Los estudiosos no han llegado a un consenso.
Parece que una nova observada por los chinos es el más serio candidato, aunque otros apuntan a una cadena de acontecimientos (una conjunción triple, un agrupamiento de planetas y una ocultación) que tuvieron lugar por esas fechas, y que culminaron con la nova. Los paleoastrónomos tampoco saben mucho de los Reyes Magos, ni siquiera su número. Algunas evidencias señalan que pudiera tratarse de embajadores o astrólogos persas. Pero en contra de la creencia popular que les atribuye el origen de la costumbre de hacer regalos, lo cierto es que para los celtas el solsticio era ya una fiesta de la abundancia, en la comida y los presentes.
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