Imagen: Pikara Magazine / Julieta Montaño |
Florencia Goldsman | Pikara Magazine, 2015-06-02
http://www.pikaramagazine.com/2015/06/julieta-montano-feminismo-bolivia/
Aprovechando su participación en el 2. Encuentro Latinoamericano de Mujeres ELLA, en Cochabamba, la abogada feminista boliviana Julieta Montaño nos aporta su análisis crítico sobre este tipo de eventos y sobre la situación política y de los movimientos sociales bajo el mandato de Evo Morales.
La abogada, feminista y activista a favor de los derechos humanos boliviana Julieta Montaño recibió el pasado mes de marzo en Washington el Premio Internacional Mujeres de Coraje. Con motivo del evento ELLA en Cochambamba (al que fue invitada también esta cronista), aceptó organizar una merienda-debate con Pikara Magazine. En compañía de su equipo de trabajo de la Oficina Jurídica de las Mujeres, abrió su oficina para compartir torta de manzana y té con una mirada crítica sobre los encuentros de mujeres. También aportó su análisis sobre un país en el cual, según últimos datos oficiales, nueve de cada 10 mujeres son víctimas de violencia. De esta entrevista colectiva participaron también la activista feminista y consultora en género boliviana Patricia Brañez y la activista mexicana del Rancho Digital Estrella Soria, entre otras.
“Estos encuentros nos suelen dejar con gusto a poco y como que cada una viene con su paquete. Más aun esa idea de que ‘lo mío es lo más importante’ se va profundizando cada vez más frente a un nosotras”, lamenta Montaño, quien echó en falta profundizar en tópicos estratégicos como el acceso a la Justicia. “No se pudo valorar por dónde va, qué ha logrado y qué está pendiente para el movimiento feminista latinoamericano. Y de esos logros cuáles son las fortalezas y las amenazas que hay”, señala. Más aún en una cita que muchas participantes defendieron que no se etiquetase como feminista.
¿Cómo sedimentan los debates cuando en los encuentros de mujeres aparece un prejuicio hacia el feminismo?
Julieta Montaño: A los encuentros de mujeres vienen obviamente mujeres que no son feministas y a los encuentros feministas se mete gente que no tiene esa apuesta y lo que hacen más bien es privilegiar otro tipo de reivindicaciones. Por ejemplo: el cuerpo que van tomando la presencia de los grupos transgénero, transexuales, travestis. A mí me parece que la sociedad tiene la obligación de respetar los derechos y la dignidad humana de estas personas, pero considerar que todas ellas son feministas me parece un error.
Faltó localizar el evento: exponer más las problemáticas de Bolivia, ¿no cree?
J.M: Sí. En relación a esta aspiración de hacer frente a la violencia, que la venimos denunciando desde hace décadas, hemos tenido varias respuestas. Ahora, con la reciente "Ley Nº 348 Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia", que a primera vista y para una persona que no está metida en el ámbito jurídico, da la impresión de ser correcta, pues incluye una amenaza de cárcel a los agresores. Ahora bien, hay que bajarla a la realidad y mirar las consecuencias de ese costado meramente punitivo. Además de la ley se necesita voluntad política, recursos, institucionalidad. Eso es lo que no hay. El cuco está ahí: “Cuidado, que te mando a la cárcel si me ofendes”. Pero como hay tantas carencias, el varón que se siente más empoderado se burla y dice: “¿Qué me vas a hacer?, si quieres denúnciame que no pasa nada”. No vemos que haya una voluntad política de Estado para enfrentar este problema que ya adquiere ribetes alarmantes.
¿Cómo se encuentran los movimientos sociales y feministas en Bolivia?
J.M: Lamentablemente estamos muy debilitadas, ha habido una cooptación muy grande de parte del Gobierno. Han cooptado a las organizaciones de la sociedad civil y, aparte de eso, las llamadas “feministas autónomas” critican a las ONG que somos referentes importantes para proponer líneas de acción para el Estado y para la sociedad civil. Pero eso se ha debilitado también por los recortes de presupuesto, no sólo por la crisis económica que afecta a Europa, sino también por una política gubernamental de direccionamiento de la cooperación internacional. Lamentablemente, la cooperación internacional se ha sometido. Muchos de ellos lo hacen con convicción porque creen en “el indio bueno” y también tienen su apuesta política. Saben que la corrupción está pudriendo a muchas organizaciones afines al Gobierno, pero siguen dándoles dinero.
Estrella Soria: ¿Qué vínculos con esa sociedad civil han funcionado para incidir políticamente?
J.M: Creo que siempre que actúa la sociedad organizada hay un resultado, cuando la sociedad está desorganizada no es sostenible ninguna reivindicación. Cuando hay un caso emblemático se logra movilizar a la sociedad y al Estado, pero luego se baja nuevamente. Es una sociedad que es capaz de salir a indignarse por una violación, por un asesinato o porque han matado a un perro, pero esa misma gente en el momento que tú dices “ayúdennos dando información sobre el paradero de fulano que es el autor de esto”, ahí nadie quiere hablar o comprometerse, hay una especie de comodidad: “yo no me meto en esos problemas”.
Patricia Brañez: La gente teme enfrentarse al poder político. Desde fuera se percibe un proceso de cambio, un Gobierno muy abierto, incluyente; pero este Gobierno al mismo tiempo es muy discriminador, violento, resentido y creo que de a poco va a comenzar a reprimir mucho. Entonces la gente no quiere reaccionar y eso complica también las demandas de las mujeres. Ahora no sólo necesitamos que se cumplan las leyes relacionadas con violencia si no también todo lo que tiene que ver con derechos sexuales y reproductivos. La ley de despenalización del aborto está aquí, vamos a tener que empezar a discutir y hay muy pocas personas que se enfrenten al debate. El vicepresidente ha dicho: “Yo no estoy de acuerdo, no quiero que las chicas aborten como deporte nacional”. Estas declaraciones hay que enmarcarlas en la próxima llegada del Papa Francisco a Bolivia en el mes de julio, pero también nos hacen recular.
Medios, movimientos, manipulación made in Bolivia
¿Cómo ven la articulación con los colectivos sociales, culturales y la prensa alternativa para plantear la agenda de la violencia de género?
P.B: En el caso del aborto, los medios alternativos no dan mucha visibilidad, pero posiblemente nosotras desde el feminismo no nos hayamos aventurado para que haya una respuesta. La campaña del 28 de septiembre está preparando una trabajo de ciberactivismo y ahí la consigna es la despenalización total. Sabemos que no lo vamos a conseguir porque este Gobierno es superfundamentalista, integrado por evangélicos y católicos que están viendo cómo van a conversar con el Papa.
J.M: Creo que las iglesias que presionan son mayoritariamente otras mucho más retrógradas que la católica. La nueva asamblea legislativa ha conformado una bancada interreligiosa y eso es terrible para todos estos temas. Ya no hay mandato debatido sino que se hace lo que el pastor diga. En la legislatura que ha terminado, casi el 40% de asambleístas eran de iglesias evangélicas, esa presencia significativa va marcando prioridades. Si bien no les ha quedado otra opción que aprobar la Ley 348, luego no implementan los presupuestos o se demoran.
En Bolivia existe una Dirección de Despatriarcalización, dentro de la de Descolonización. ¿Qué papel cumple?
J.M: Esa Dirección, al igual que muchas políticas de este Gobierno, afirma que, hasta que llegaron los españoles, vivíamos en el paraíso. El Tribunal Constitucional ha declarado que antes de la colonización no existía el aborto. Es de maravilla, porque según ésta no se puede matar a ningún ser viviente, ni siquiera a las plantas. Al mismo tiempo, la sentencia constitucional 206 de 2014 declara constitucional la norma que permite el aborto legal en casos de violación, incesto y peligro para la vida de la madre, con el añadido de que no se requiere la autorización judicial. Se dio el año pasado y el dictado de la sentencia estuvo precedido de un fuerte debate sobre la necesidad de despenalizar el aborto.
P.B: Lo que proponen está relacionado con la Dirección de Descolonización y se relaciona con volver a los ancestros, a la armonía entre el hombre y la mujer, volver a una sociedad ideal, cuando convivíamos en un paraíso terrenal hasta que vinieron estos “malditos españoles”. (Risas)
¿Qué rol desempeñan en este debate las mujeres del feminismo comunitario?
J.M: Ellas constituyen la línea feminista del Gobierno. Julieta Paredes responde al Gobierno y es la que ha diseñado el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades. Forma parte de la vieja política monopolista aquello de “dime qué quieres oír y yo te construyo el discurso que tus oídos están dispuestos a escuchar”. Una vez le pregunté amablemente a Julieta: “¿Puedes explicarme qué es eso del feminismo comunitario?” Y ella me respondió: “Mira hermana, un día de estos vengo y te explico”, y sigo sentada esperando. En el encuentro ELLA tampoco podría faltar el sello de Evo Morales, y estaba su hija. También había una diputada de Santa Cruz que estaba reivindicando la lucha armada1 con un discurso de los años 60.
P.B: También han formado parte del armado del “programa de despatriarcalización”. Ahí tienes la demostración de que todo lo que se arma está lleno de superficialidad y que además está penetrado por las redes del Movimiento al Socialismo [MAS, partido oficial]. Por eso creo que la sociedad civil ha perdido fuerza y tiene que volver a articularse en muchas cosas, no sólo las feministas, si no todo el movimiento social.
La oposición sin cabeza
La abogada, feminista y activista a favor de los derechos humanos boliviana Julieta Montaño recibió el pasado mes de marzo en Washington el Premio Internacional Mujeres de Coraje. Con motivo del evento ELLA en Cochambamba (al que fue invitada también esta cronista), aceptó organizar una merienda-debate con Pikara Magazine. En compañía de su equipo de trabajo de la Oficina Jurídica de las Mujeres, abrió su oficina para compartir torta de manzana y té con una mirada crítica sobre los encuentros de mujeres. También aportó su análisis sobre un país en el cual, según últimos datos oficiales, nueve de cada 10 mujeres son víctimas de violencia. De esta entrevista colectiva participaron también la activista feminista y consultora en género boliviana Patricia Brañez y la activista mexicana del Rancho Digital Estrella Soria, entre otras.
“Estos encuentros nos suelen dejar con gusto a poco y como que cada una viene con su paquete. Más aun esa idea de que ‘lo mío es lo más importante’ se va profundizando cada vez más frente a un nosotras”, lamenta Montaño, quien echó en falta profundizar en tópicos estratégicos como el acceso a la Justicia. “No se pudo valorar por dónde va, qué ha logrado y qué está pendiente para el movimiento feminista latinoamericano. Y de esos logros cuáles son las fortalezas y las amenazas que hay”, señala. Más aún en una cita que muchas participantes defendieron que no se etiquetase como feminista.
¿Cómo sedimentan los debates cuando en los encuentros de mujeres aparece un prejuicio hacia el feminismo?
Julieta Montaño: A los encuentros de mujeres vienen obviamente mujeres que no son feministas y a los encuentros feministas se mete gente que no tiene esa apuesta y lo que hacen más bien es privilegiar otro tipo de reivindicaciones. Por ejemplo: el cuerpo que van tomando la presencia de los grupos transgénero, transexuales, travestis. A mí me parece que la sociedad tiene la obligación de respetar los derechos y la dignidad humana de estas personas, pero considerar que todas ellas son feministas me parece un error.
Faltó localizar el evento: exponer más las problemáticas de Bolivia, ¿no cree?
J.M: Sí. En relación a esta aspiración de hacer frente a la violencia, que la venimos denunciando desde hace décadas, hemos tenido varias respuestas. Ahora, con la reciente "Ley Nº 348 Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia", que a primera vista y para una persona que no está metida en el ámbito jurídico, da la impresión de ser correcta, pues incluye una amenaza de cárcel a los agresores. Ahora bien, hay que bajarla a la realidad y mirar las consecuencias de ese costado meramente punitivo. Además de la ley se necesita voluntad política, recursos, institucionalidad. Eso es lo que no hay. El cuco está ahí: “Cuidado, que te mando a la cárcel si me ofendes”. Pero como hay tantas carencias, el varón que se siente más empoderado se burla y dice: “¿Qué me vas a hacer?, si quieres denúnciame que no pasa nada”. No vemos que haya una voluntad política de Estado para enfrentar este problema que ya adquiere ribetes alarmantes.
¿Cómo se encuentran los movimientos sociales y feministas en Bolivia?
J.M: Lamentablemente estamos muy debilitadas, ha habido una cooptación muy grande de parte del Gobierno. Han cooptado a las organizaciones de la sociedad civil y, aparte de eso, las llamadas “feministas autónomas” critican a las ONG que somos referentes importantes para proponer líneas de acción para el Estado y para la sociedad civil. Pero eso se ha debilitado también por los recortes de presupuesto, no sólo por la crisis económica que afecta a Europa, sino también por una política gubernamental de direccionamiento de la cooperación internacional. Lamentablemente, la cooperación internacional se ha sometido. Muchos de ellos lo hacen con convicción porque creen en “el indio bueno” y también tienen su apuesta política. Saben que la corrupción está pudriendo a muchas organizaciones afines al Gobierno, pero siguen dándoles dinero.
Estrella Soria: ¿Qué vínculos con esa sociedad civil han funcionado para incidir políticamente?
J.M: Creo que siempre que actúa la sociedad organizada hay un resultado, cuando la sociedad está desorganizada no es sostenible ninguna reivindicación. Cuando hay un caso emblemático se logra movilizar a la sociedad y al Estado, pero luego se baja nuevamente. Es una sociedad que es capaz de salir a indignarse por una violación, por un asesinato o porque han matado a un perro, pero esa misma gente en el momento que tú dices “ayúdennos dando información sobre el paradero de fulano que es el autor de esto”, ahí nadie quiere hablar o comprometerse, hay una especie de comodidad: “yo no me meto en esos problemas”.
Patricia Brañez: La gente teme enfrentarse al poder político. Desde fuera se percibe un proceso de cambio, un Gobierno muy abierto, incluyente; pero este Gobierno al mismo tiempo es muy discriminador, violento, resentido y creo que de a poco va a comenzar a reprimir mucho. Entonces la gente no quiere reaccionar y eso complica también las demandas de las mujeres. Ahora no sólo necesitamos que se cumplan las leyes relacionadas con violencia si no también todo lo que tiene que ver con derechos sexuales y reproductivos. La ley de despenalización del aborto está aquí, vamos a tener que empezar a discutir y hay muy pocas personas que se enfrenten al debate. El vicepresidente ha dicho: “Yo no estoy de acuerdo, no quiero que las chicas aborten como deporte nacional”. Estas declaraciones hay que enmarcarlas en la próxima llegada del Papa Francisco a Bolivia en el mes de julio, pero también nos hacen recular.
Medios, movimientos, manipulación made in Bolivia
¿Cómo ven la articulación con los colectivos sociales, culturales y la prensa alternativa para plantear la agenda de la violencia de género?
P.B: En el caso del aborto, los medios alternativos no dan mucha visibilidad, pero posiblemente nosotras desde el feminismo no nos hayamos aventurado para que haya una respuesta. La campaña del 28 de septiembre está preparando una trabajo de ciberactivismo y ahí la consigna es la despenalización total. Sabemos que no lo vamos a conseguir porque este Gobierno es superfundamentalista, integrado por evangélicos y católicos que están viendo cómo van a conversar con el Papa.
J.M: Creo que las iglesias que presionan son mayoritariamente otras mucho más retrógradas que la católica. La nueva asamblea legislativa ha conformado una bancada interreligiosa y eso es terrible para todos estos temas. Ya no hay mandato debatido sino que se hace lo que el pastor diga. En la legislatura que ha terminado, casi el 40% de asambleístas eran de iglesias evangélicas, esa presencia significativa va marcando prioridades. Si bien no les ha quedado otra opción que aprobar la Ley 348, luego no implementan los presupuestos o se demoran.
En Bolivia existe una Dirección de Despatriarcalización, dentro de la de Descolonización. ¿Qué papel cumple?
J.M: Esa Dirección, al igual que muchas políticas de este Gobierno, afirma que, hasta que llegaron los españoles, vivíamos en el paraíso. El Tribunal Constitucional ha declarado que antes de la colonización no existía el aborto. Es de maravilla, porque según ésta no se puede matar a ningún ser viviente, ni siquiera a las plantas. Al mismo tiempo, la sentencia constitucional 206 de 2014 declara constitucional la norma que permite el aborto legal en casos de violación, incesto y peligro para la vida de la madre, con el añadido de que no se requiere la autorización judicial. Se dio el año pasado y el dictado de la sentencia estuvo precedido de un fuerte debate sobre la necesidad de despenalizar el aborto.
P.B: Lo que proponen está relacionado con la Dirección de Descolonización y se relaciona con volver a los ancestros, a la armonía entre el hombre y la mujer, volver a una sociedad ideal, cuando convivíamos en un paraíso terrenal hasta que vinieron estos “malditos españoles”. (Risas)
¿Qué rol desempeñan en este debate las mujeres del feminismo comunitario?
J.M: Ellas constituyen la línea feminista del Gobierno. Julieta Paredes responde al Gobierno y es la que ha diseñado el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades. Forma parte de la vieja política monopolista aquello de “dime qué quieres oír y yo te construyo el discurso que tus oídos están dispuestos a escuchar”. Una vez le pregunté amablemente a Julieta: “¿Puedes explicarme qué es eso del feminismo comunitario?” Y ella me respondió: “Mira hermana, un día de estos vengo y te explico”, y sigo sentada esperando. En el encuentro ELLA tampoco podría faltar el sello de Evo Morales, y estaba su hija. También había una diputada de Santa Cruz que estaba reivindicando la lucha armada1 con un discurso de los años 60.
P.B: También han formado parte del armado del “programa de despatriarcalización”. Ahí tienes la demostración de que todo lo que se arma está lleno de superficialidad y que además está penetrado por las redes del Movimiento al Socialismo [MAS, partido oficial]. Por eso creo que la sociedad civil ha perdido fuerza y tiene que volver a articularse en muchas cosas, no sólo las feministas, si no todo el movimiento social.
La oposición sin cabeza
Montaño considera que en Bolivia prevalece una gran indiferencia respecto de las violaciones de derechos humanos: “Con un discurso maniqueo, el Gobierno señala quién es de izquierda y quién de derecha, que los buenos son los de izquierda y los malos son los de derecha. Entonces a los malos hay que matarlos, perseguirlos, encarcelarlos indefinidamente y no hay sociedad civil que reaccione frente a eso. En muchas oportunidades hemos tenido que comprobar con mucho dolor que gente que era muy sensible al tema de los derechos humanos justifica con esa lógica del amigo – enemigo las prácticas violatorias del Gobierno”.
¿Cómo hacemos para cambiar esta polaridad?
J.M: Creo que las sociedades, al mismo tiempo, también van creando sus antídotos, porque ese discurso de segregación, de odio, por lo menos ahora ha bajado un poco. Hasta no hace mucho, desde que se instaló en el Gobierno el señor Evo Morales, si no te autoidentificabas como indígena, eras un paria en este país. Un país en el que creo que por lo menos el 90% somos mestizos con raíces indígenas. Ese es nuestro origen pero ya tenemos otra identidad. No podemos decir “soy indígena” porque ¡no es verdad! Somos mestizos culturales y mestizos desde el punto de vista biológico como es la humanidad entera. En el censo, antes de este Gobierno, con la influencia de los operadores que ahora hacen parte del actual Gobierno, impusieron de manera general que no se colocara la categoría de mestizo en las encuestas. Entonces o te definías como blanco y si no quechua, aymará o guaraní, entre otros.
Se vuelve peligroso ese ideal de purificación desde donde sea que venga esa posición.
J.M: ¡Pues claro! ¿Vamos a seguir llorando la colonia si todos los países y pueblos del mundo a lo largo de su existencia han sido colonizadores y colonizados? Aquí los quechuas han venido y han hecho tábula rasa con los aymarás. Los aymarás seguramente lo hicieron con otros que les precedieron como los tihahuanacotas u otros. Entonces fue una superposición permanente de pueblos y culturas hasta que llegaron los españoles. Los españoles también estaban saliendo de una ocupación de siglos de los moros, entonces ¿a qué le vamos a llorar? Los primeros años de Evo Morales teníamos que llorar porque nos había colonizado la Corona española; porque no nos devolvían los 500 años que nos deben. Y así hemos dejado pasar la época de oro que hemos tenido. El tiempo ha transcurrido entre lamentos y discursos demagógicos; se nos ha ido como agua entre los dedos el dinero producto del buen precio de nuestros recursos naturales (el gas, los minerales y otros). Nunca en la historia de este país ha habido la cantidad de dinero que ingresó los dos primeros mandatos de Evo, y todo se distribuyó mal.
A contramarcha de la imagen que aparece en los medios relacionada con independencia y soberanía…
P.B: ¡Nosotras hemos llorado el satélite (2) porque sabía que nunca lo volveríamos a ver! (risas)
J.M: Lo que no tiene este país y es por eso que la democracia es muy deficitaria, es una oposición estructurada y seria. El Gobierno se ha encargado de descabezar lo poco que había. Nos preguntamos: ¿por qué no explota la gente? Porque estamos absolutamente contaminados por el narcotráfico, directa o indirectamente. En los puestitos que ves por la calles, por el mercado o por La Cancha, quieras o no está circulando el dinero del narcotráfico, del contrabando y otras actividades ilegales. La trata y la explotación de la prostitución se relacionan con aquellas actividades y conforman una mega-empresa. Mientras ese dinero circule libremente, es posible que la crisis no se deje sentir en el país. Eso lo sabe la gente.
(1) Se refiere a Adriana Salvatierra del Movimiento al Socialismo (MAS, partido oficial) que en una de las plenarias del encuentro llamó a ser “nuevas guerrilleras” a las participantes.
(2) Se refiere al satélite Túpac Katari lanzado al espacio por el presidente Evo Morales en diciembre de 2013.
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