Imagen: El Periódico / Ian Bermúdez |
Escritor transexual. Firma un cómic autobiográfico que rompe el rígido patrón hombre-mujer.
Gemma Tramullas | El Periódico, 2015-12-02
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/ian-bermudez-todo-mundo-vive-ser-trans-misma-manera-4718568
No hace falta ser una persona trans para escuchar a Ian y sentirse liberado, como si sus palabras aflojaran el corsé social que nos oprime. Licenciado en filología inglesa y máster en traducción, este profesor y activista cultural de 36 años narra la experiencia de su transición de mujer a hombre en el cómic 'Transito', editado por Pol·len Edicions y Edicions Bellaterra y financiado a través de micromecenazgo. Dibujado por David Cantero, el libro revela el potencial del ser humano más allá del rígido binomio biológico hombre-mujer. La presentación será en Barcelona el próximo día 19, en el Espai Contrabandos (12.00 horas) y en Antinous (19.00).
-¿Somos tan abiertos como pregonamos?
-Salvo excepciones, mis experiencias han sido positivas, tanto en el ámbito familiar como de amigos. Colectivos como el Casal Lambda, Trans-Intersex y Genera! hacen una tarea crucial e impulsan leyes avanzadas. Hace 30 años sería impensable que una persona trans trabajara en una escuela pública.
-Pero aún tienen dificultades.
-Todo el mundo tiene dificultades. En el cómic hay una crítica fuerte al Hospital Clínic [sede de la Unitat de Trastorns d'Identitat de Gènere] porque he visto mucho sufrimiento y yo mismo he tenido malas experiencias.
-¿Por qué?
-Estaba en una situación vulnerable y allí daban por supuestas muchas cosas, como que quería dejar de tener la regla. ¡Yo ni me lo había planteado! No todo el mundo vive el hecho de ser trans de la misma manera, no todas las personas trans vamos a buscar el cuerpo físico de hombre biológico o mujer biológica. Yo me muevo en un entremedio.
-En el libro ese entremedio se concreta en el uso de la terminación -i como alternativa a la -a del femenino y la -o del masculino.
-El lenguaje es poder. Aún no hemos nacido y ya nos imponen lo que tenemos que ser a partir de los genitales. Pasar de que te digan «guapa» a «guapo» es una decisión difícil, como cuando te quitas el pecho. Yo necesitaba un espacio para hacer esa transición y entonces alguien empezó a decirme «hola, guapi» y fue como un... [suspiro de alivio].
-Pero en el mundo dominan la a y la o, la visión dual hombre-mujer.
-Es importante romper con esta visión dual que se manifiesta no solo en los cuerpos sino en todos los ámbitos. No todo está establecido, podemos generar nuevas realidades. Y no lo digo yo, lo dicen el feminismo y filósofos como Derrida, Foucault... Estas lecturas me prepararon mentalmente.
-¿Cómo estaba antes del cambio?
-Sentía una tristeza, un vacío... no estaba bien en ningún lugar. Era una persona muy intelectual, vivía a través de la lectura y el estudio y estaba desligado de mis emociones y de mi cuerpo. Era un espectador de la vida y la biblioteca era mi segunda casa, pero allí no había referentes sobre identidad de género. Jamás pensé que mi felicidad pasara por el hecho de ser trans.
-¿Cuándo empezó a escuchar su cuerpo?
-Hace unos ochos años una persona que estaba viviendo el mismo proceso se preocupó por mí y muy cuidadosamente me dijo: «Creo que tienes disforia de género».
-¿Qué es?
-Yo entonces tampoco lo sabía. Me explicó que era lo que le pasaba a ella, que nació con cuerpo de chico pero iba hacia chica. En aquel momento la mandé al cuerno, pero gracias a esa persona empecé a preguntarme qué relación tenía yo con mi cuerpo y busqué espacios donde valorarme y relacionarme con gente desde el cariño. Ya no necesitaba encerrarme en la biblioteca.
-Había encontrado su propia voz.
-Dar el paso de ser espectador de la vida a subir al escenario es un proceso y da mucho miedo. Aún me emociono cuando hablo de ello, pero aquí estoy yo, tengo una voz y mi voz es válida.
-¿Somos tan abiertos como pregonamos?
-Salvo excepciones, mis experiencias han sido positivas, tanto en el ámbito familiar como de amigos. Colectivos como el Casal Lambda, Trans-Intersex y Genera! hacen una tarea crucial e impulsan leyes avanzadas. Hace 30 años sería impensable que una persona trans trabajara en una escuela pública.
-Pero aún tienen dificultades.
-Todo el mundo tiene dificultades. En el cómic hay una crítica fuerte al Hospital Clínic [sede de la Unitat de Trastorns d'Identitat de Gènere] porque he visto mucho sufrimiento y yo mismo he tenido malas experiencias.
-¿Por qué?
-Estaba en una situación vulnerable y allí daban por supuestas muchas cosas, como que quería dejar de tener la regla. ¡Yo ni me lo había planteado! No todo el mundo vive el hecho de ser trans de la misma manera, no todas las personas trans vamos a buscar el cuerpo físico de hombre biológico o mujer biológica. Yo me muevo en un entremedio.
-En el libro ese entremedio se concreta en el uso de la terminación -i como alternativa a la -a del femenino y la -o del masculino.
-El lenguaje es poder. Aún no hemos nacido y ya nos imponen lo que tenemos que ser a partir de los genitales. Pasar de que te digan «guapa» a «guapo» es una decisión difícil, como cuando te quitas el pecho. Yo necesitaba un espacio para hacer esa transición y entonces alguien empezó a decirme «hola, guapi» y fue como un... [suspiro de alivio].
-Pero en el mundo dominan la a y la o, la visión dual hombre-mujer.
-Es importante romper con esta visión dual que se manifiesta no solo en los cuerpos sino en todos los ámbitos. No todo está establecido, podemos generar nuevas realidades. Y no lo digo yo, lo dicen el feminismo y filósofos como Derrida, Foucault... Estas lecturas me prepararon mentalmente.
-¿Cómo estaba antes del cambio?
-Sentía una tristeza, un vacío... no estaba bien en ningún lugar. Era una persona muy intelectual, vivía a través de la lectura y el estudio y estaba desligado de mis emociones y de mi cuerpo. Era un espectador de la vida y la biblioteca era mi segunda casa, pero allí no había referentes sobre identidad de género. Jamás pensé que mi felicidad pasara por el hecho de ser trans.
-¿Cuándo empezó a escuchar su cuerpo?
-Hace unos ochos años una persona que estaba viviendo el mismo proceso se preocupó por mí y muy cuidadosamente me dijo: «Creo que tienes disforia de género».
-¿Qué es?
-Yo entonces tampoco lo sabía. Me explicó que era lo que le pasaba a ella, que nació con cuerpo de chico pero iba hacia chica. En aquel momento la mandé al cuerno, pero gracias a esa persona empecé a preguntarme qué relación tenía yo con mi cuerpo y busqué espacios donde valorarme y relacionarme con gente desde el cariño. Ya no necesitaba encerrarme en la biblioteca.
-Había encontrado su propia voz.
-Dar el paso de ser espectador de la vida a subir al escenario es un proceso y da mucho miedo. Aún me emociono cuando hablo de ello, pero aquí estoy yo, tengo una voz y mi voz es válida.
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