Imagen: El Diario / Paloma Lafuente |
Paloma Lafuente es, como ella misma asegura, “feminista sobre todas las cosas”. A menos de un mes para otro 8M, hace una radiografía del panorama actual. “Es un error estar constantemente confrontando las mentiras que la ultraderecha vierte sobre el feminismo”. “Se está educando sexualmente a las nuevas generaciones en que violar en grupo mola”. “Yo no contemplo un feminismo que no sea anticapitalista, porque ese es el origen del problema”.
Óscar F. Civieta | El Diario, 2019-02-15
https://www.eldiario.es/aragon/sociedad/Poder-Judicial-manos-patriarcado-sanguinario_0_867914140.html
Paloma Lafuente (Zaragoza, 1975) se define como “activista feminista de Zaragoza”, “¿hay algo más?”, asegura orgullosa antes de encender la grabadora. Durante la entrevista se preocupa por si las respuestas son demasiado largas. Está convencida de lo que dice tras muchos años en la calle. En la pelea. A menos de un mes del 8M, apunta que el de 2018 fue un desborde ciudadano porque se llevaba mucho “precalentamiento”.
P. El 8M de 2018 fue un éxito, ¿cómo prevé que será el de 2019?
R. Es importante aclarar que el año pasado hubo un gran desborde porque se llevaba ya un precalentamiento por parte del movimiento feminista, en años anteriores, con movilizaciones bastante abundantes. El 8 de marzo de 2018 fue una eclosión de toda esa acumulación de fuerzas. Aunque cierto es que no esperábamos tanto.
Este año espero que salga muchísima más gente de la que salió el año pasado. Espero que se haya reflexionado sobre la importancia de visibilizar ese descontento y, sobre todo, visibilizar esa unión de todas las mujeres. Porque eso también es un trabajo de muchos años, de incluir, de definir, incorporar, construir. Me da un poco de miedo porque hacer dos huelgas laborales seguidas es complicado. En la manifestación se movilizó a muchas personas, no solo a activistas del movimiento feminista, y volver a movilizar todo eso es complicado.
P. Llega en un momento muy convulso en diferentes aspectos, ¿eso puede ayudar a que la gente salga más a la calle o es perjudicial?
R. Debería de ser un aliciente para aquellas personas que a lo mejor no se sienten tan cómodas en la calle reivindicando, que vean que ahora, sí o sí, hay que hacerlo. Quien ha tenido una reacción al movimiento feminista es el espacio de la ultraderecha, no al revés. Es un error estar constantemente pendientes, desmintiendo o confrontando las tonterías y las mentiras que la ultraderecha vierte sobre las reivindicaciones del movimiento feminista.
Debe ser al revés, las mujeres hemos hecho pedagogía y hemos dicho “esto está pasando”, y ha salido un movimiento que reúne a lo más casposo de la sociedad española. Así que, que sean ellos los que nos desmientan. Otra cosa es que tomen espacios de poder, en los que puedan modificar los avances, y entonces tendremos que salir a plantar cara, y lo haremos como hemos hecho siempre. Tumbamos la posible reforma del aborto del señor Gallardón, la tumbamos nosotras, diga lo que digan los hombres en los espacios de poder.
P. Hablaba de antes de que en el 8M de 2018 hubo un largo precalentamiento, pero ¿qué fue lo que provocó que el desborde definitivo llegará en ese momento?
R. Hubo un caldo de cultivo fundamental que fue el paro internacional del 8 de marzo de 2017, que fue impulsado por las compañeras feministas de Argentina, y que pasó un poco desapercibido el año anterior. Nosotras, en la Coordinadora de Organizaciones Feministas, vimos que había pasado algo. Y a lo largo de ese año, todo el movimiento de #MeToo, toda la visibilización y el empoderamiento de las mujeres, el atreverse a hablar del acoso y la violencia sexual que sufrimos en casi todos los ámbitos en los que nos movemos en cualquier parte del mundo. Ese atreverse a decir “yo también” fue detonante. Hubo una acumulación de mensajes cortos y contundentes de múltiples ejemplos de cómo las mujeres sufrimos violencia sexual constantemente por parte de los hombres.
P. ¿Es bueno que mujeres con muchos seguidores –actrices, cantantes– se involucren? ¿Es una ayuda para el movimiento feminista?
R. Pienso mucho en eso y no tengo una conclusión del todo definida. Creo que sí ayuda porque todo lo que sea visibilizar, en la era de la saturación de la información, es bueno. Lo que digan actrices o cantantes va a llegar más que lo que diga yo, eso está claro. Además, no incluirlas sería también un error. Pero corremos el riesgo de no tener consensuado un mensaje feminista, anticapitalista, antirracista, etcétera, que llegue nítido y claro a toda la población. Me preocupa que el mensaje se diluya, que se quede solo en porque eres mujer te puede pasar todo esto. Y no, hay condicionantes que aumentan las posibilidades de que te pase, como la clase social o la raza o si tienes una discapacidad…
Hay que tener un mensaje claro que se enfrente al neoliberalismo y al capitalismo, que es la herramienta en la que se basa el patriarcado para hacernos daño y para que la mitad de la población siga sometiendo a la otra mitad. Yo no contemplo un feminismo que no sea anticapitalista, porque ese es el origen del problema. Y si no tenemos claro eso nos costará mucho avanzar; pero esto requiere tiempo y discusión. Hay un debate abierto dentro del movimiento feminista, como ha habido siempre, pero que también genera bajas. Eso sí, no me voy a dedicar a excluir a mujeres que todavía no lo tengan claro, no nos podemos permitir perder efectivos.
P. La violencia machista, las manadas, las sentencias, aparte de cabrear, ¿también quitan fuerzas para seguir?
R. En mi caso ha habido momentos de decir “ya no puedo más”, pero por dolor. Las feministas no nos podemos permitir parar ni flojear ni dejar de luchar. Este no es un movimiento lineal, podemos volver atrás, podemos perder derechos, la historia lo demuestra. Estás constantemente defendiéndote y queriendo avanzar a la vez.
En este país hay un problema gravísimo y es que uno de los poderes que rigen el estado democrático, que es el Judicial, está corrompido por el patriarcado. En manos del patriarcado más atroz y sanguinario de este país.
Estamos en la cuarta ola del feminismo, y creo que si tuviera que dar un motivo para que esta ola exista sería el de luchar contra la violencia sexual que sufrimos las mujeres. Y tenemos un Poder Judicial violento que refuerza esa violencia sexual. De hecho, algunas sentencias han conseguido que cada vez leamos más casos de violaciones en grupo. Esto, la pornografía, la prostitución, todo está relacionado con el ámbito judicial. Y eso es peligrosísimo. Se está educando sexualmente a las nuevas generaciones en que violar en grupo mola.
P. La respuesta típica cuándo se pregunta cómo se acaba con la violencia machista es ‘con educación’. Parece obvio que es necesaria, pero habrá algo más, ¿no?
R. A largo plazo es la educación, evidentemente. Pero no podemos ser ilusas, habrá que tomar medidas a corto plazo para que no nos maten. Ningún derecho de las mujeres se ha conseguido sin lucha. En el día a día, todas nosotras tenemos que frenar cada uno de los amagos, de los comentarios, de los micromachismos. Pero sin dar ese miedo de “si esto no se soluciona pronto, nosotras lo vamos a hacer”, vamos mal. Si no conseguimos imponer que esa educación de la que tanto se habla sea real desde ya, estaremos siempre igual. Esto se consigue obligando a la institución a que legisle y amenazando con esa masa social que está en la calle. O lo haces o todas estas te vamos a parar el país. Si nuestra prioridad es la educación, vamos a ver cómo exigimos que empiece ya. Si los partidos de ultraderecha se piensan que van a conseguir derogar la ley del aborto o que van a acometer un retroceso en los derechos conseguidos lo tienen claro. Expertas en luchar y defendernos somos. Y mucho. La pena es que eso te hace parar avances, porque te dedicas solo a sujetar.
P. ¿Qué ha cambiado, para bien o para mal, desde el pasado 8M?
R. Ha habido cambios, sobre todo, para bien. Ha cambiado que somos un movimiento interclasista en el que participan, o pueden participar, todas las mujeres. Hemos aprendido que es importante una red de mujeres que seamos quienes nos defendamos y construyamos juntas. Todavía estamos un poco inmaduras en asumir que un movimiento feminista constantemente en la calle, sin una agenda política que traslade a las instituciones las exigencias, solo será una demostración de poder en la calle. Para que las cosas cambien, necesitamos que se cambien en las instituciones.
P. Los partidos que, en teoría, deben blandir esa bandera del feminismo ¿lo está haciendo bien?
R. No. Creo que muchas veces no se hace con maldad, se hace por desconocimiento, por el afán de colaborar, pero los hombres tienen tan interiorizado ese rol de privilegio respecto de las mujeres que son incapaces de soltar ese privilegio, muchas veces porque no saben cómo y muchas veces porque no quieren. Me tendrán enfrente, nuestros compañeros de organizaciones políticas de izquierdas, diciéndoles que al movimiento feminista nos perjudica que hagan eslóganes y campañas de marketing con el feminismo y que luego eso no se lleve a la práctica. Echemos un vistazo a quién dirige las organizaciones políticas y sindicales de izquierdas. Que una organización política se defina como feminista no me dice nada si no se traduce en actos. No concibo que una organización de izquierdas no sea feminista de verdad.
P. En las manifestaciones se ve a muchas mujeres jóvenes, ¿cómo es la convivencia entre las feministas más jóvenes y las que ya lleváis muchos años?
R. Es una relación en la que estamos conociéndonos, aceptándonos y convenciéndonos. Hay diferencias porque hemos vivido etapas diferentes de lucha feminista y eso influye en los objetivos y en los métodos. Es fundamental que se incorporen jóvenes, porque son el futuro, pero tienen que incluir todos esos perfiles de mujeres que no somos tan jóvenes y que venimos con una mochila que no nos la podemos quitar.
P. Participa en la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza, ¿puede adelantar algo de lo que están preparando para el 8M?
R. Llevo nueve años en la Coordinadora y para mí es una suerte. El Movimiento 8M es el que está pilotando la jornada, pero queremos coordinarnos con ellas para ver en qué momento del día puede encajar mejor una de las acciones que estamos pensando que es reivindicar con una performance muy llamativa todas las desigualdades y falta de libertad que tenemos las mujeres en cualquier sociedad.
P. El 8M de 2018 fue un éxito, ¿cómo prevé que será el de 2019?
R. Es importante aclarar que el año pasado hubo un gran desborde porque se llevaba ya un precalentamiento por parte del movimiento feminista, en años anteriores, con movilizaciones bastante abundantes. El 8 de marzo de 2018 fue una eclosión de toda esa acumulación de fuerzas. Aunque cierto es que no esperábamos tanto.
Este año espero que salga muchísima más gente de la que salió el año pasado. Espero que se haya reflexionado sobre la importancia de visibilizar ese descontento y, sobre todo, visibilizar esa unión de todas las mujeres. Porque eso también es un trabajo de muchos años, de incluir, de definir, incorporar, construir. Me da un poco de miedo porque hacer dos huelgas laborales seguidas es complicado. En la manifestación se movilizó a muchas personas, no solo a activistas del movimiento feminista, y volver a movilizar todo eso es complicado.
P. Llega en un momento muy convulso en diferentes aspectos, ¿eso puede ayudar a que la gente salga más a la calle o es perjudicial?
R. Debería de ser un aliciente para aquellas personas que a lo mejor no se sienten tan cómodas en la calle reivindicando, que vean que ahora, sí o sí, hay que hacerlo. Quien ha tenido una reacción al movimiento feminista es el espacio de la ultraderecha, no al revés. Es un error estar constantemente pendientes, desmintiendo o confrontando las tonterías y las mentiras que la ultraderecha vierte sobre las reivindicaciones del movimiento feminista.
Debe ser al revés, las mujeres hemos hecho pedagogía y hemos dicho “esto está pasando”, y ha salido un movimiento que reúne a lo más casposo de la sociedad española. Así que, que sean ellos los que nos desmientan. Otra cosa es que tomen espacios de poder, en los que puedan modificar los avances, y entonces tendremos que salir a plantar cara, y lo haremos como hemos hecho siempre. Tumbamos la posible reforma del aborto del señor Gallardón, la tumbamos nosotras, diga lo que digan los hombres en los espacios de poder.
P. Hablaba de antes de que en el 8M de 2018 hubo un largo precalentamiento, pero ¿qué fue lo que provocó que el desborde definitivo llegará en ese momento?
R. Hubo un caldo de cultivo fundamental que fue el paro internacional del 8 de marzo de 2017, que fue impulsado por las compañeras feministas de Argentina, y que pasó un poco desapercibido el año anterior. Nosotras, en la Coordinadora de Organizaciones Feministas, vimos que había pasado algo. Y a lo largo de ese año, todo el movimiento de #MeToo, toda la visibilización y el empoderamiento de las mujeres, el atreverse a hablar del acoso y la violencia sexual que sufrimos en casi todos los ámbitos en los que nos movemos en cualquier parte del mundo. Ese atreverse a decir “yo también” fue detonante. Hubo una acumulación de mensajes cortos y contundentes de múltiples ejemplos de cómo las mujeres sufrimos violencia sexual constantemente por parte de los hombres.
P. ¿Es bueno que mujeres con muchos seguidores –actrices, cantantes– se involucren? ¿Es una ayuda para el movimiento feminista?
R. Pienso mucho en eso y no tengo una conclusión del todo definida. Creo que sí ayuda porque todo lo que sea visibilizar, en la era de la saturación de la información, es bueno. Lo que digan actrices o cantantes va a llegar más que lo que diga yo, eso está claro. Además, no incluirlas sería también un error. Pero corremos el riesgo de no tener consensuado un mensaje feminista, anticapitalista, antirracista, etcétera, que llegue nítido y claro a toda la población. Me preocupa que el mensaje se diluya, que se quede solo en porque eres mujer te puede pasar todo esto. Y no, hay condicionantes que aumentan las posibilidades de que te pase, como la clase social o la raza o si tienes una discapacidad…
Hay que tener un mensaje claro que se enfrente al neoliberalismo y al capitalismo, que es la herramienta en la que se basa el patriarcado para hacernos daño y para que la mitad de la población siga sometiendo a la otra mitad. Yo no contemplo un feminismo que no sea anticapitalista, porque ese es el origen del problema. Y si no tenemos claro eso nos costará mucho avanzar; pero esto requiere tiempo y discusión. Hay un debate abierto dentro del movimiento feminista, como ha habido siempre, pero que también genera bajas. Eso sí, no me voy a dedicar a excluir a mujeres que todavía no lo tengan claro, no nos podemos permitir perder efectivos.
P. La violencia machista, las manadas, las sentencias, aparte de cabrear, ¿también quitan fuerzas para seguir?
R. En mi caso ha habido momentos de decir “ya no puedo más”, pero por dolor. Las feministas no nos podemos permitir parar ni flojear ni dejar de luchar. Este no es un movimiento lineal, podemos volver atrás, podemos perder derechos, la historia lo demuestra. Estás constantemente defendiéndote y queriendo avanzar a la vez.
En este país hay un problema gravísimo y es que uno de los poderes que rigen el estado democrático, que es el Judicial, está corrompido por el patriarcado. En manos del patriarcado más atroz y sanguinario de este país.
Estamos en la cuarta ola del feminismo, y creo que si tuviera que dar un motivo para que esta ola exista sería el de luchar contra la violencia sexual que sufrimos las mujeres. Y tenemos un Poder Judicial violento que refuerza esa violencia sexual. De hecho, algunas sentencias han conseguido que cada vez leamos más casos de violaciones en grupo. Esto, la pornografía, la prostitución, todo está relacionado con el ámbito judicial. Y eso es peligrosísimo. Se está educando sexualmente a las nuevas generaciones en que violar en grupo mola.
P. La respuesta típica cuándo se pregunta cómo se acaba con la violencia machista es ‘con educación’. Parece obvio que es necesaria, pero habrá algo más, ¿no?
R. A largo plazo es la educación, evidentemente. Pero no podemos ser ilusas, habrá que tomar medidas a corto plazo para que no nos maten. Ningún derecho de las mujeres se ha conseguido sin lucha. En el día a día, todas nosotras tenemos que frenar cada uno de los amagos, de los comentarios, de los micromachismos. Pero sin dar ese miedo de “si esto no se soluciona pronto, nosotras lo vamos a hacer”, vamos mal. Si no conseguimos imponer que esa educación de la que tanto se habla sea real desde ya, estaremos siempre igual. Esto se consigue obligando a la institución a que legisle y amenazando con esa masa social que está en la calle. O lo haces o todas estas te vamos a parar el país. Si nuestra prioridad es la educación, vamos a ver cómo exigimos que empiece ya. Si los partidos de ultraderecha se piensan que van a conseguir derogar la ley del aborto o que van a acometer un retroceso en los derechos conseguidos lo tienen claro. Expertas en luchar y defendernos somos. Y mucho. La pena es que eso te hace parar avances, porque te dedicas solo a sujetar.
P. ¿Qué ha cambiado, para bien o para mal, desde el pasado 8M?
R. Ha habido cambios, sobre todo, para bien. Ha cambiado que somos un movimiento interclasista en el que participan, o pueden participar, todas las mujeres. Hemos aprendido que es importante una red de mujeres que seamos quienes nos defendamos y construyamos juntas. Todavía estamos un poco inmaduras en asumir que un movimiento feminista constantemente en la calle, sin una agenda política que traslade a las instituciones las exigencias, solo será una demostración de poder en la calle. Para que las cosas cambien, necesitamos que se cambien en las instituciones.
P. Los partidos que, en teoría, deben blandir esa bandera del feminismo ¿lo está haciendo bien?
R. No. Creo que muchas veces no se hace con maldad, se hace por desconocimiento, por el afán de colaborar, pero los hombres tienen tan interiorizado ese rol de privilegio respecto de las mujeres que son incapaces de soltar ese privilegio, muchas veces porque no saben cómo y muchas veces porque no quieren. Me tendrán enfrente, nuestros compañeros de organizaciones políticas de izquierdas, diciéndoles que al movimiento feminista nos perjudica que hagan eslóganes y campañas de marketing con el feminismo y que luego eso no se lleve a la práctica. Echemos un vistazo a quién dirige las organizaciones políticas y sindicales de izquierdas. Que una organización política se defina como feminista no me dice nada si no se traduce en actos. No concibo que una organización de izquierdas no sea feminista de verdad.
P. En las manifestaciones se ve a muchas mujeres jóvenes, ¿cómo es la convivencia entre las feministas más jóvenes y las que ya lleváis muchos años?
R. Es una relación en la que estamos conociéndonos, aceptándonos y convenciéndonos. Hay diferencias porque hemos vivido etapas diferentes de lucha feminista y eso influye en los objetivos y en los métodos. Es fundamental que se incorporen jóvenes, porque son el futuro, pero tienen que incluir todos esos perfiles de mujeres que no somos tan jóvenes y que venimos con una mochila que no nos la podemos quitar.
P. Participa en la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza, ¿puede adelantar algo de lo que están preparando para el 8M?
R. Llevo nueve años en la Coordinadora y para mí es una suerte. El Movimiento 8M es el que está pilotando la jornada, pero queremos coordinarnos con ellas para ver en qué momento del día puede encajar mejor una de las acciones que estamos pensando que es reivindicar con una performance muy llamativa todas las desigualdades y falta de libertad que tenemos las mujeres en cualquier sociedad.
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