Imagen: Nortes / Nuria Rodríguez |
“El objetivo de la Ley Trans es la consecución de los derechos humanos”.
Nuria Rodríguez, diputada de Podemos en la Junta General, defiende la Ley Trans para construir 'un feminismo que suma'.
Elena Plaza | Nortes, Público, 2021-03-07
https://www.nortes.me/2021/03/07/el-objetivo-de-la-ley-trans-es-la-consecucion-de-los-derechos-humanos/
La redacción de la conocida como Ley Trans (Ley de Autodeterminación de Género) por parte del Ministerio de Igualdad que lidera Irene Montero (Podemos) está levantando ampollas entre un sector del PSOE, su socio en el Gobierno, y del feminismo. Nuria Rodríguez, diputada de Podemos en la Junta General del Principado, responde a las preguntas de Nortes sobre esta cuestión.
¿Qué plantea la Ley de Autodeterminación de Género?
Lo que plantea la Ley es un reconocimiento de derechos humanos heredado de muchas décadas de pelea desde diferentes sectores del ámbito feminista y obviamente lo que se tiene que hacer desde el Ministerio de Igualdad es dar voz a todas las personas porque en eso consiste, a nuestro juicio, la igualdad. Y fundamentalmente con aquellos sectores que han padecido o están padeciendo graves discriminaciones sociales.
Una ley que, en su concepto, ha supuesto un enfrentamiento con el socio de Gobierno, una parte del PSOE y del feminismo.
Yo nunca hablaría de enfrentamiento porque el feminismo es un movimiento político, social y filosófico de cientos de años donde siempre ha habido discrepancias. Y la discrepancia en el feminismo siempre la solucionamos sobre todo negociando o debatiendo sobre diferentes conceptos. Yo creo que hay una obligación y tengo clarísimo que desde el Ministerio de Igualdad ni la ministra ni ninguna compañera que esté trabajando allí se enfrenta a ninguna otra feminista. Sencillamente se mantiene un concepto distinto y en este escenario las diferentes opciones deberían mantener la cautela porque el análisis filosófico es muy variopinto, las ideas de partida son muy distintas y yo creo que aquí el objetivo es la consecución de los derechos humanos de personas que tienen la necesidad de vivir en una sociedad que les respete, que les reconozca y que sea capaz de vertebrar y articular todos los instrumentos necesarios para que las personas tengan los derechos que les corresponden.
Unos derechos humanos que pasan, después de la despatologización de la transexualidad, por el reconocimiento legal en documentos oficiales, entre otros aspectos.
El movimiento feminista ha luchado de una manera muy ardiente y continuada a lo largo de su historia por los derechos de las personas LGTB. Se consiguió que la Organización Mundial de la Salud (OMS) entendiera que esto no es una enfermedad, teniendo en cuenta que mientras la homosexualidad estuvo patologizada, se hicieron absolutas aberraciones desde el punto de vista médico, ético, social y laboral a personas que tenían una tendencia distinta a la heterosexual. Es decir, todas aquellas personas que se salían del marco de la heterosexualidad eran consideradas enfermas y conllevaba un tratamiento brutal no sólo en el ámbito médico, sino también social y laboral totalmente intolerable. El movimiento feminista lo tenía claro: se peleó para que desde la OMS se eliminara esta consideración como patologizante y a partir de ahí se empiezan a dar una serie de pasos consustanciales a la idea general de permitir que la sexualidad de las personas sea libre. Evidentemente de aquellos pasos que se dieron llegamos a día de hoy al Ministerio de Igualdad, donde una parte muy importante del feminismo está solicitando que se reconozcan esos derechos en el papel. ¿Por qué es importante que se reconozca esos derechos de manera oficial? Necesitamos leyes que no permitan que se sigan vulnerando derechos fundamentales; necesitamos leyes que condenen actuaciones y agresiones que está viviendo el colectivo LGTBI. Lo vemos todos los días y de hecho es mucho más frecuente de lo que quisiéramos porque lo que quisiéramos es que no hubiese una noticia al respecto. Tenemos conocimiento de un porcentaje muy pequeño de lo que está pasando. Todas conocemos discriminaciones que se dan en el ámbito escolar o laboral, agresiones en plena calle a personas que no están dentro del arco heterosexual. Necesitamos leyes que puedan condenar todo eso y que sean punitivas, igual que las mujeres solicitamos leyes que sean punitivas ante el maltrato. Estamos hablando de maltrato porque hay personas que por el hecho de tener una sexualidad determinada o tomar una opción determinada también están sufriendo agresiones. Por tanto la legislación en este momento es necesaria. El ideal que persigue el movimiento feminista y todas las personas que tengan un mínimo de raciocinio es que no existiesen esas leyes porque la sociedad tuviese en cuenta la libertad de las personas y el respeto a las diferentes identidades y opciones. Sin embargo, hasta que lleguemos a ese camino, necesitamos legislaciones específicas y un trabajo importante en el ámbito educativo, y no me refiero exclusivamente al ámbito educativo ‘per sé’, sino ‘socialmente’ educativo para que seamos capaces de avanzar en valores como el respeto hacia los demás y la vida ajena, igual que deseamos que respeten la propia.
En esta ley se sustituye el concepto de sexo (biologicista) por el de género (un constructo cultural), lo que la postura contraria afirma que da lugar a una inseguridad jurídica.
Yo ahí discrepo bastante. Creo que el concepto sexo-género tiene una historia, como todos los conceptos en el movimiento y en el pensamiento filosófico feminista. Había unas conceptualizaciones muy cerradas de lo que era ser hombre y ser mujer y el pensamiento feminista fue abriendo esta cuestión. Esa evolución de los conceptos ha llevado a que diferentes corrientes feministas los hayan valorado y traducido a su pensamiento de manera distinta. Por tanto en el día de hoy intentar establecer un concepto concreto de lo que es el sexo o el género es un error y nos impide avanzar en el objetivo final que tiene el movimiento feminista, que no es otro que lograr que el patriarcado desaparezca, que las personas tengan sus derechos y que podamos vivir en espacios y ambientes seguros para todo el mundo donde la igualdad plena se pueda llevar a cabo. Por tanto yo creo que cerrarse en una conceptualidad sobre sexo y género es absolutamente legítimo, pero en este caso no comparto esta visión y la responsabilidad del Ministerio de Igualdad es precisamente abrirse a todas las opciones porque en el movimiento y la teoría feminista todas y todos y todas las opciones tienen cabida. Y la obligatoriedad del Ministerio efectivamente es escuchar a todos los sectores.
¿Esta ley cómo puede dar lugar al borrado de las mujeres que alega el sector detractor?
Yo no creo que la ley de identidad sexual borre, sino que suma: suma a la lucha feminista a muchísimas personas que toman decisiones para regular su vida, sustentadas (por eso está despatologizado) en un proceso absolutamente garantista en el Estado español. Por tanto no cabe lugar decir que las decisiones son arbitrarias o personales, sino que hay un procedimiento que está establecido como tal, y creo que en ese procedimiento garantista las personas que toman decisiones con respecto a su género, a su sexo y a su cuerpo y vida futura deben ser respetadas porque el reconocimiento del derecho de las demás no impide, ni muchísimo menos ni obstaculiza ni oculta, el derecho que ya tenemos las mujeres ni los muchos logros que hemos conseguido en todos estos años de lucha. No creo que sea una ley que borre, sino que es una ley que suma, y estamos hablando de un feminismo que suma.
Otro tema que supone controversia: ¿desaparece el término mujer frente al término hombre?
Yo creo que de lo que se habla es de la convivencia. Hay diversificación con respecto a las cuestiones. Lo que vamos a tener es mujeres o no mujeres biológicamente establecidas, pero ahí sí que hay una posibilidad de gestación con respecto a esta cuestión desde el punto de vista biológico. ¿Es el indicador biológico el que tiene que determinar el establecimiento de leyes o el que tiene que determinar las líneas del pensamiento feminista? Bueno, eso es lo que está en discusión, y en esa discusión lo que debe prevalecer es la búsqueda de herramientas que garanticen los derechos, y en este caso los derechos de las mujeres no se ven de ninguna manera vulnerados. No creo que se pueda hablar de inseguridad jurídica porque en los ordenamientos jurídicos está muy bien delimitada la función de cada cual, y si pudiera dar a lugar no habría ningún problema en reabrir no un debate, sino en mejorar y en matizar aquellas cuestiones donde pudiera darse esa situación. Creo que de lo que se habla y los argumentos o ejemplos que se dan no están muy ligados a la realidad social y que se están utilizando en aras de otras discusiones y otros debates que ahora mismo no tienen cabida.
Se muestra como problema a las mujeres trans, pero no se habla de los hombres trans.
Es una de las grandes contradicciones a mi juicio, y hablo desde el punto de vista filosófico, sin muchísimo menos demonizar a las compañeras que opinan lo contrario a mí. Yo siempre parto de la base, y trato de mantener a gala, que las compañeras feministas siempre son compañeras, sin ningún lugar a dudas. Y creo que los matices y diferencias se han de debatir desde un marco de respeto y entendiendo que estamos todas en el mismo barco. Yo en este caso pienso que se produce una grave contradicción en esta cuestión precisamente, y yo, que tengo buenas amigas mujeres trans, por poner una etiqueta para entendernos, no noto absolutamente ninguna diferencia ni en el trato ni el pensamiento que yo pueda tener o que tengan ellas. Estas mujeres que a mí me rodean son mujeres muy combativas, muy luchadoras, tienen muy claro que colocándose en esa posición están en una situación de inferioridad, que se ven sometidas a muchos micromachismos que se dan todos los días, sumado más problemas a la hora de encontrar empleo... Creo que todas estas mujeres lo que hacen es venir a sumar, y ahí está la contradicción que no sé de qué manera, quienes entienden que ahí hay un establecimiento determinante entre lo que es sexo y lo que es género, van a resolver. Para mí no hay esa contradicción y no hay ese problema.
Una de las modificaciones que introduce la ley es que gana peso el testimonio de la persona en sí. Pensar que alguien, para aprovecharse de la legislación a la hora de cometer delitos o agresiones sexuales, puede decidir que hoy es hombre o mujer de una manera tan aleatoria es un tanto frívolo.
Insisto, creo que eso es banalizar bastante un procedimiento por el que transitan muchas personas cuando toman esa decisión. Tal y como dije antes creo que hay un procedimiento totalmente garantista en el Estado español. Esto no creo que pueda darse lugar y creo que es una reducción al absurdo de lo que puede llegar a pasar. Y esto nos impide crecer como sociedad, nos impide crecer dentro del movimiento feminista y nos impide sumar.
¿Las nuevas generaciones se preocuparán menos por este tipo de etiquetas?
Yo te voy a hablar de una percepción que es absolutamente personal porque tengo adolescentes en mi casa. Yo veo a mi hija crecer. Y cuando crecen en el respeto a los demás, que dentro de una pandilla hablan y no hay un tabú como había anteriormente, yo creo que en eso se ha ganado. Y cuanto más veo respetar a mi hija las opciones de los compañeros y compañeras que tiene alrededor respecto a sus identidades y deseos sexuales, más la veo crecer a ella como mujer, más reivindicativa la veo, más capacitada para entender que el respeto que les da a los demás es el respeto que exige para ella misma. Sólo veo un proceso de crecimiento en todo ese proceso cognitivo y emocional que se da. Por tanto yo visualizo en este caso de una manera muy subjetiva, no sé si hay estudios al respecto. Veo las publicaciones en las diferentes redes sociales por parte de iconos importantes para la juventud hoy en día encaminadas a esa postura de respeto pero que necesita de una cobertura y una seguridad jurídica para que sea real y podamos avanzar. Creo que es un procedimiento muy similar al que hemos seguido las mujeres en el reconocimiento de nuestros derechos sociales, culturales y laborales.
¿Está la sociedad actual preparada para este tipo de debates?
La sociedad va siempre muy por delante de las regulaciones legislativas, y esto es un procedimiento que tenemos aquí establecido: hasta que no se tiene esa seguridad de que socialmente está bastante aceptado un cambio, no se pasa a legislar. Ahora pasa exactamente lo mismo, aunque entiendo que en este caso el Ministerio está defendiendo y peleando algo que a lo mejor otros sectores políticos o del movimiento feminista considerarían que es demasiado pronto para hacer y sin embargo yo alabo. Sí veo una gran diferencia generacional entre la gran mayoría de mujeres jóvenes que se incorporan al movimiento feminista, también observo hombres que se incorporan con un discurso y una actitud absolutamente feminista, con respecto a otras personas que llevamos más años en el movimiento feminista y a lo mejor tenemos estructuras más difíciles de cambiar: con los años ya se sabe que nos volvemos un poco más conservadoras en los conceptos que tenemos asumidos desde la juventud, y creo que eso es absolutamente inherente al devenir social, por lo tanto no considero que sea un problema grave ni mucho menos.
¿Cuál es la situación en Asturias, ya que hay diferentes legislaciones según las comunidades autónomas?
Desde Podemos Asturies, organización política a la que yo pertenezco y como representante en el grupo parlamentario, ya hemos intentado llevar a debate una ley trans que consideramos que es más que imprescindible. Vemos muchas situaciones vitales cotidianas de aquellas personas que no han nacido con los órganos biológicos con los que se sienten identificados o identificadas. No tiene ningún sentido mantener esa necedad con respecto a la decisión individual ni tampoco una argumentación baladí como se da en muchas ocasiones. Aquí en Asturies vamos a seguir peleando para que la ley trans sea una realidad y porque consideramos más que imprescindible establecer marcos de convivencia, de respuesta y de seguridad para todos los asturianos y asturianas.
El feminismo, y puede que también sea lo que ocurre en cierta manera con esta ley trans, deconstruye continuamente, lo que choca con esta costumbre de poner etiquetas a todo.
El no poner etiqueta también es llegar a una conclusión. El feminismo tiene que seguir cambiando sí, siempre. Es una corriente filosófica que está en permanente construcción, en permanente revisión y en permanente mejora. Yo creo que nunca hemos ido para atrás, siempre hemos ido para adelante en nuestros planteamientos y por lo tanto, es inherente al feminismo, al pensamiento y al movimiento feminista, caminar hacia delante. Y en los últimos años lo hemos visto de una manera explosionada: no podemos tener certezas, podemos tener posiciones en un momento determinado, pero está bien mantenernos en esas posiciones e incluso en otras ocasiones puedes decidir que nos estamos revisando a nosotras mismas y modificarlas. Yo creo que ahí no hay ningún inconveniente respecto al tema. Y debemos hacer esa deconstrucción continua para poder mejorar nuestras posiciones porque el movimiento feminista cuestiona todas las modificaciones que se van realizando socialmente. Socialmente vamos avanzando, vamos modificándonos, y si el feminismo no se modificara como otras teorías políticas que no se modifican en absoluto, quedaríamos totalmente obsoletas. Y desde luego las mujeres como parte de la sociedad, vengamos de donde vengamos, hagamos lo que hagamos y hayamos nacido donde hayamos nacido como hayamos nacido, somos todas mujeres. Nosotras como seres sociales tenemos que ir cuestionándonos, no adaptándonos, aquellas decisiones que se toman que puedan suponer una involución en nuestros derechos, pero sobre todo que no caminen hacia una liberación absoluta y un respeto absoluto de toda la humanidad, que creo que es el fin último que persigue el feminismo como ideología política ‘per se’.
¿Qué plantea la Ley de Autodeterminación de Género?
Lo que plantea la Ley es un reconocimiento de derechos humanos heredado de muchas décadas de pelea desde diferentes sectores del ámbito feminista y obviamente lo que se tiene que hacer desde el Ministerio de Igualdad es dar voz a todas las personas porque en eso consiste, a nuestro juicio, la igualdad. Y fundamentalmente con aquellos sectores que han padecido o están padeciendo graves discriminaciones sociales.
Una ley que, en su concepto, ha supuesto un enfrentamiento con el socio de Gobierno, una parte del PSOE y del feminismo.
Yo nunca hablaría de enfrentamiento porque el feminismo es un movimiento político, social y filosófico de cientos de años donde siempre ha habido discrepancias. Y la discrepancia en el feminismo siempre la solucionamos sobre todo negociando o debatiendo sobre diferentes conceptos. Yo creo que hay una obligación y tengo clarísimo que desde el Ministerio de Igualdad ni la ministra ni ninguna compañera que esté trabajando allí se enfrenta a ninguna otra feminista. Sencillamente se mantiene un concepto distinto y en este escenario las diferentes opciones deberían mantener la cautela porque el análisis filosófico es muy variopinto, las ideas de partida son muy distintas y yo creo que aquí el objetivo es la consecución de los derechos humanos de personas que tienen la necesidad de vivir en una sociedad que les respete, que les reconozca y que sea capaz de vertebrar y articular todos los instrumentos necesarios para que las personas tengan los derechos que les corresponden.
Unos derechos humanos que pasan, después de la despatologización de la transexualidad, por el reconocimiento legal en documentos oficiales, entre otros aspectos.
El movimiento feminista ha luchado de una manera muy ardiente y continuada a lo largo de su historia por los derechos de las personas LGTB. Se consiguió que la Organización Mundial de la Salud (OMS) entendiera que esto no es una enfermedad, teniendo en cuenta que mientras la homosexualidad estuvo patologizada, se hicieron absolutas aberraciones desde el punto de vista médico, ético, social y laboral a personas que tenían una tendencia distinta a la heterosexual. Es decir, todas aquellas personas que se salían del marco de la heterosexualidad eran consideradas enfermas y conllevaba un tratamiento brutal no sólo en el ámbito médico, sino también social y laboral totalmente intolerable. El movimiento feminista lo tenía claro: se peleó para que desde la OMS se eliminara esta consideración como patologizante y a partir de ahí se empiezan a dar una serie de pasos consustanciales a la idea general de permitir que la sexualidad de las personas sea libre. Evidentemente de aquellos pasos que se dieron llegamos a día de hoy al Ministerio de Igualdad, donde una parte muy importante del feminismo está solicitando que se reconozcan esos derechos en el papel. ¿Por qué es importante que se reconozca esos derechos de manera oficial? Necesitamos leyes que no permitan que se sigan vulnerando derechos fundamentales; necesitamos leyes que condenen actuaciones y agresiones que está viviendo el colectivo LGTBI. Lo vemos todos los días y de hecho es mucho más frecuente de lo que quisiéramos porque lo que quisiéramos es que no hubiese una noticia al respecto. Tenemos conocimiento de un porcentaje muy pequeño de lo que está pasando. Todas conocemos discriminaciones que se dan en el ámbito escolar o laboral, agresiones en plena calle a personas que no están dentro del arco heterosexual. Necesitamos leyes que puedan condenar todo eso y que sean punitivas, igual que las mujeres solicitamos leyes que sean punitivas ante el maltrato. Estamos hablando de maltrato porque hay personas que por el hecho de tener una sexualidad determinada o tomar una opción determinada también están sufriendo agresiones. Por tanto la legislación en este momento es necesaria. El ideal que persigue el movimiento feminista y todas las personas que tengan un mínimo de raciocinio es que no existiesen esas leyes porque la sociedad tuviese en cuenta la libertad de las personas y el respeto a las diferentes identidades y opciones. Sin embargo, hasta que lleguemos a ese camino, necesitamos legislaciones específicas y un trabajo importante en el ámbito educativo, y no me refiero exclusivamente al ámbito educativo ‘per sé’, sino ‘socialmente’ educativo para que seamos capaces de avanzar en valores como el respeto hacia los demás y la vida ajena, igual que deseamos que respeten la propia.
En esta ley se sustituye el concepto de sexo (biologicista) por el de género (un constructo cultural), lo que la postura contraria afirma que da lugar a una inseguridad jurídica.
Yo ahí discrepo bastante. Creo que el concepto sexo-género tiene una historia, como todos los conceptos en el movimiento y en el pensamiento filosófico feminista. Había unas conceptualizaciones muy cerradas de lo que era ser hombre y ser mujer y el pensamiento feminista fue abriendo esta cuestión. Esa evolución de los conceptos ha llevado a que diferentes corrientes feministas los hayan valorado y traducido a su pensamiento de manera distinta. Por tanto en el día de hoy intentar establecer un concepto concreto de lo que es el sexo o el género es un error y nos impide avanzar en el objetivo final que tiene el movimiento feminista, que no es otro que lograr que el patriarcado desaparezca, que las personas tengan sus derechos y que podamos vivir en espacios y ambientes seguros para todo el mundo donde la igualdad plena se pueda llevar a cabo. Por tanto yo creo que cerrarse en una conceptualidad sobre sexo y género es absolutamente legítimo, pero en este caso no comparto esta visión y la responsabilidad del Ministerio de Igualdad es precisamente abrirse a todas las opciones porque en el movimiento y la teoría feminista todas y todos y todas las opciones tienen cabida. Y la obligatoriedad del Ministerio efectivamente es escuchar a todos los sectores.
¿Esta ley cómo puede dar lugar al borrado de las mujeres que alega el sector detractor?
Yo no creo que la ley de identidad sexual borre, sino que suma: suma a la lucha feminista a muchísimas personas que toman decisiones para regular su vida, sustentadas (por eso está despatologizado) en un proceso absolutamente garantista en el Estado español. Por tanto no cabe lugar decir que las decisiones son arbitrarias o personales, sino que hay un procedimiento que está establecido como tal, y creo que en ese procedimiento garantista las personas que toman decisiones con respecto a su género, a su sexo y a su cuerpo y vida futura deben ser respetadas porque el reconocimiento del derecho de las demás no impide, ni muchísimo menos ni obstaculiza ni oculta, el derecho que ya tenemos las mujeres ni los muchos logros que hemos conseguido en todos estos años de lucha. No creo que sea una ley que borre, sino que es una ley que suma, y estamos hablando de un feminismo que suma.
Otro tema que supone controversia: ¿desaparece el término mujer frente al término hombre?
Yo creo que de lo que se habla es de la convivencia. Hay diversificación con respecto a las cuestiones. Lo que vamos a tener es mujeres o no mujeres biológicamente establecidas, pero ahí sí que hay una posibilidad de gestación con respecto a esta cuestión desde el punto de vista biológico. ¿Es el indicador biológico el que tiene que determinar el establecimiento de leyes o el que tiene que determinar las líneas del pensamiento feminista? Bueno, eso es lo que está en discusión, y en esa discusión lo que debe prevalecer es la búsqueda de herramientas que garanticen los derechos, y en este caso los derechos de las mujeres no se ven de ninguna manera vulnerados. No creo que se pueda hablar de inseguridad jurídica porque en los ordenamientos jurídicos está muy bien delimitada la función de cada cual, y si pudiera dar a lugar no habría ningún problema en reabrir no un debate, sino en mejorar y en matizar aquellas cuestiones donde pudiera darse esa situación. Creo que de lo que se habla y los argumentos o ejemplos que se dan no están muy ligados a la realidad social y que se están utilizando en aras de otras discusiones y otros debates que ahora mismo no tienen cabida.
Se muestra como problema a las mujeres trans, pero no se habla de los hombres trans.
Es una de las grandes contradicciones a mi juicio, y hablo desde el punto de vista filosófico, sin muchísimo menos demonizar a las compañeras que opinan lo contrario a mí. Yo siempre parto de la base, y trato de mantener a gala, que las compañeras feministas siempre son compañeras, sin ningún lugar a dudas. Y creo que los matices y diferencias se han de debatir desde un marco de respeto y entendiendo que estamos todas en el mismo barco. Yo en este caso pienso que se produce una grave contradicción en esta cuestión precisamente, y yo, que tengo buenas amigas mujeres trans, por poner una etiqueta para entendernos, no noto absolutamente ninguna diferencia ni en el trato ni el pensamiento que yo pueda tener o que tengan ellas. Estas mujeres que a mí me rodean son mujeres muy combativas, muy luchadoras, tienen muy claro que colocándose en esa posición están en una situación de inferioridad, que se ven sometidas a muchos micromachismos que se dan todos los días, sumado más problemas a la hora de encontrar empleo... Creo que todas estas mujeres lo que hacen es venir a sumar, y ahí está la contradicción que no sé de qué manera, quienes entienden que ahí hay un establecimiento determinante entre lo que es sexo y lo que es género, van a resolver. Para mí no hay esa contradicción y no hay ese problema.
Una de las modificaciones que introduce la ley es que gana peso el testimonio de la persona en sí. Pensar que alguien, para aprovecharse de la legislación a la hora de cometer delitos o agresiones sexuales, puede decidir que hoy es hombre o mujer de una manera tan aleatoria es un tanto frívolo.
Insisto, creo que eso es banalizar bastante un procedimiento por el que transitan muchas personas cuando toman esa decisión. Tal y como dije antes creo que hay un procedimiento totalmente garantista en el Estado español. Esto no creo que pueda darse lugar y creo que es una reducción al absurdo de lo que puede llegar a pasar. Y esto nos impide crecer como sociedad, nos impide crecer dentro del movimiento feminista y nos impide sumar.
¿Las nuevas generaciones se preocuparán menos por este tipo de etiquetas?
Yo te voy a hablar de una percepción que es absolutamente personal porque tengo adolescentes en mi casa. Yo veo a mi hija crecer. Y cuando crecen en el respeto a los demás, que dentro de una pandilla hablan y no hay un tabú como había anteriormente, yo creo que en eso se ha ganado. Y cuanto más veo respetar a mi hija las opciones de los compañeros y compañeras que tiene alrededor respecto a sus identidades y deseos sexuales, más la veo crecer a ella como mujer, más reivindicativa la veo, más capacitada para entender que el respeto que les da a los demás es el respeto que exige para ella misma. Sólo veo un proceso de crecimiento en todo ese proceso cognitivo y emocional que se da. Por tanto yo visualizo en este caso de una manera muy subjetiva, no sé si hay estudios al respecto. Veo las publicaciones en las diferentes redes sociales por parte de iconos importantes para la juventud hoy en día encaminadas a esa postura de respeto pero que necesita de una cobertura y una seguridad jurídica para que sea real y podamos avanzar. Creo que es un procedimiento muy similar al que hemos seguido las mujeres en el reconocimiento de nuestros derechos sociales, culturales y laborales.
¿Está la sociedad actual preparada para este tipo de debates?
La sociedad va siempre muy por delante de las regulaciones legislativas, y esto es un procedimiento que tenemos aquí establecido: hasta que no se tiene esa seguridad de que socialmente está bastante aceptado un cambio, no se pasa a legislar. Ahora pasa exactamente lo mismo, aunque entiendo que en este caso el Ministerio está defendiendo y peleando algo que a lo mejor otros sectores políticos o del movimiento feminista considerarían que es demasiado pronto para hacer y sin embargo yo alabo. Sí veo una gran diferencia generacional entre la gran mayoría de mujeres jóvenes que se incorporan al movimiento feminista, también observo hombres que se incorporan con un discurso y una actitud absolutamente feminista, con respecto a otras personas que llevamos más años en el movimiento feminista y a lo mejor tenemos estructuras más difíciles de cambiar: con los años ya se sabe que nos volvemos un poco más conservadoras en los conceptos que tenemos asumidos desde la juventud, y creo que eso es absolutamente inherente al devenir social, por lo tanto no considero que sea un problema grave ni mucho menos.
¿Cuál es la situación en Asturias, ya que hay diferentes legislaciones según las comunidades autónomas?
Desde Podemos Asturies, organización política a la que yo pertenezco y como representante en el grupo parlamentario, ya hemos intentado llevar a debate una ley trans que consideramos que es más que imprescindible. Vemos muchas situaciones vitales cotidianas de aquellas personas que no han nacido con los órganos biológicos con los que se sienten identificados o identificadas. No tiene ningún sentido mantener esa necedad con respecto a la decisión individual ni tampoco una argumentación baladí como se da en muchas ocasiones. Aquí en Asturies vamos a seguir peleando para que la ley trans sea una realidad y porque consideramos más que imprescindible establecer marcos de convivencia, de respuesta y de seguridad para todos los asturianos y asturianas.
El feminismo, y puede que también sea lo que ocurre en cierta manera con esta ley trans, deconstruye continuamente, lo que choca con esta costumbre de poner etiquetas a todo.
El no poner etiqueta también es llegar a una conclusión. El feminismo tiene que seguir cambiando sí, siempre. Es una corriente filosófica que está en permanente construcción, en permanente revisión y en permanente mejora. Yo creo que nunca hemos ido para atrás, siempre hemos ido para adelante en nuestros planteamientos y por lo tanto, es inherente al feminismo, al pensamiento y al movimiento feminista, caminar hacia delante. Y en los últimos años lo hemos visto de una manera explosionada: no podemos tener certezas, podemos tener posiciones en un momento determinado, pero está bien mantenernos en esas posiciones e incluso en otras ocasiones puedes decidir que nos estamos revisando a nosotras mismas y modificarlas. Yo creo que ahí no hay ningún inconveniente respecto al tema. Y debemos hacer esa deconstrucción continua para poder mejorar nuestras posiciones porque el movimiento feminista cuestiona todas las modificaciones que se van realizando socialmente. Socialmente vamos avanzando, vamos modificándonos, y si el feminismo no se modificara como otras teorías políticas que no se modifican en absoluto, quedaríamos totalmente obsoletas. Y desde luego las mujeres como parte de la sociedad, vengamos de donde vengamos, hagamos lo que hagamos y hayamos nacido donde hayamos nacido como hayamos nacido, somos todas mujeres. Nosotras como seres sociales tenemos que ir cuestionándonos, no adaptándonos, aquellas decisiones que se toman que puedan suponer una involución en nuestros derechos, pero sobre todo que no caminen hacia una liberación absoluta y un respeto absoluto de toda la humanidad, que creo que es el fin último que persigue el feminismo como ideología política ‘per se’.
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