Imagen: El Mundo / Federico pone la mano sobre la frente de Rafael Rodríguez Rapún. Verbena de San Pedro y San Pablo, Madrid, 1936-06-28 |
Lorca no tuvo problemas con su propia homosexualidad, muy vivida, sino con el amor único, el verdadero amor, que se resistía entre cordiales amigos bisexuales.
Luis Antonio de Villena | El Mundo, 2014-05-28
http://www.elmundo.es/cultura/2014/08/25/53fa12b9ca4741d76c8b4573.html
Tuve la suerte de tener mucha y buena amistad con dos personas que fueron amigos íntimos de García Lorca: Vicente Aleixandre y Rafael Martínez Nadal. Puedo decir que tanto yo como otros muy contados amigos, sabemos hasta intimidades de la sexualidad lorquiana, de la sexualidad gay de Federico, porque ellos nunca le llamaron de otro modo.
Ambos (que no se llevaban bien entre sí) coincidían en esto: el gran amor imposible de Federico fue Emilio Aladrén. Un chico guapo, de vagos rasgos orientales, que fue escultor de alguna notoriedad antes de morir en los años 40.
Aladrén era bisexual y tuvo relaciones físicas con Federico, pero el "amor" (ese amor que a Lorca se le resistió tanto) no llegó o no llegaba. Para huir de ese duro desamor, Lorca se fue a Nueva York -lo de aprender inglés era secundario- y allí tuvo muchos amoríos, con negros entre otros. Aleixandre desaprobaba amistosamente esa veta de Federico, pero la hubo: los amores venales, no escasos. El "amor de los marineros" en La Habana o en Buenos Aires (una vez lo acompañó al puerto Manuel Mujica Láinez) o con maletillas y similares en España. Federico fue más bien promiscuo en esa venalidad, pero él -siempre con temor a la familia- buscaba otra cosa...
El gran escritor gallego Eduardo Blanco-Amor me contó que hubo un muchacho gallego en La Barraca, para el que Federico (ayudado por Blanco-Amor) escribió los curiosos 'Seis poemas galegos'.
Parece que también hubo allí mucha pasión y una idea de futuro que se truncó. Según Martínez Nadal, el drama básico de Federico en lo amoroso, es que le gustaban chicos bisexuales, que accedían a la cama (ocasionalmente, a veces) pero no iban más lejos.
De ahí el drama erótico que se percibe en tantas obras de Lorca, empezando por la 'Oda a Walt Whitman' que se publicó en una 'plaquette' en 1935, antes que el libro al que pertenecía. Rafael Rodríguez Rapún ("las tres Erres") fue, según todos, el último amor de Federico y para quien empezó a escribir -según Aleixandre era una obra sin terminar- los 'Sonetos del amor oscuro'.
Oscuro no por homosexual, sino por doliente, por difícil. A él le leyó esos sonetos y Vicente no echó de menos ninguno, cuando al fin salieron. Pero es que tampoco en esta relación (que rompió la guerra) dejó de haber problemas.
'La piedra oscura' -aparte de la obra de Conejero- es un drama que Federico pensó escribir para su amigo. Según Aleixandre de nuevo, era costumbre de Federico hablar como de conclusos de libros que estaba apenas iniciando. Rasgo de optimismo. Puede haberse perdido o pudo -más fácil- no haber llegado a existir nunca.
Hubo mucho silencio sobre la privacidad de Lorca. Lo fomentaron sus hermanos primero y luego esos amigos íntimos que hablaron en intimidad, pero jamás en público.
Yo he tenido en la mano una carta de Federico a Martínez Nadal, desde Nueva York, donde hablaba de una orgía con negros, la noche antes. Al final decía: "Cuando la leas, rómpela". Pero -en 1981- Rafael no la había roto.
¿Y ahora, ya muerto él? Su mujer Jacinta Castillejos y sus hijos, ¿qué habrán hecho? Lo ignoro.
Queda mucho por hacer fuera de la ficción, bienvenida cuando no falsea lo esencial. Federico (coincidían sus amigos) no tuvo problemas con su propia homosexualidad, muy vivida, sino con el amor único, el verdadero amor, diríamos, que se resistía entre cordiales amigos bisexuales.
Eso es lo que me contaron (con muchos detalles) y yo lo repito. Porque no hay de qué ocultarse. ¿Es tarde ya? Se habrá perdido mucho, pero conviene comentarlo.
Ambos (que no se llevaban bien entre sí) coincidían en esto: el gran amor imposible de Federico fue Emilio Aladrén. Un chico guapo, de vagos rasgos orientales, que fue escultor de alguna notoriedad antes de morir en los años 40.
Aladrén era bisexual y tuvo relaciones físicas con Federico, pero el "amor" (ese amor que a Lorca se le resistió tanto) no llegó o no llegaba. Para huir de ese duro desamor, Lorca se fue a Nueva York -lo de aprender inglés era secundario- y allí tuvo muchos amoríos, con negros entre otros. Aleixandre desaprobaba amistosamente esa veta de Federico, pero la hubo: los amores venales, no escasos. El "amor de los marineros" en La Habana o en Buenos Aires (una vez lo acompañó al puerto Manuel Mujica Láinez) o con maletillas y similares en España. Federico fue más bien promiscuo en esa venalidad, pero él -siempre con temor a la familia- buscaba otra cosa...
El gran escritor gallego Eduardo Blanco-Amor me contó que hubo un muchacho gallego en La Barraca, para el que Federico (ayudado por Blanco-Amor) escribió los curiosos 'Seis poemas galegos'.
Parece que también hubo allí mucha pasión y una idea de futuro que se truncó. Según Martínez Nadal, el drama básico de Federico en lo amoroso, es que le gustaban chicos bisexuales, que accedían a la cama (ocasionalmente, a veces) pero no iban más lejos.
De ahí el drama erótico que se percibe en tantas obras de Lorca, empezando por la 'Oda a Walt Whitman' que se publicó en una 'plaquette' en 1935, antes que el libro al que pertenecía. Rafael Rodríguez Rapún ("las tres Erres") fue, según todos, el último amor de Federico y para quien empezó a escribir -según Aleixandre era una obra sin terminar- los 'Sonetos del amor oscuro'.
Oscuro no por homosexual, sino por doliente, por difícil. A él le leyó esos sonetos y Vicente no echó de menos ninguno, cuando al fin salieron. Pero es que tampoco en esta relación (que rompió la guerra) dejó de haber problemas.
'La piedra oscura' -aparte de la obra de Conejero- es un drama que Federico pensó escribir para su amigo. Según Aleixandre de nuevo, era costumbre de Federico hablar como de conclusos de libros que estaba apenas iniciando. Rasgo de optimismo. Puede haberse perdido o pudo -más fácil- no haber llegado a existir nunca.
Hubo mucho silencio sobre la privacidad de Lorca. Lo fomentaron sus hermanos primero y luego esos amigos íntimos que hablaron en intimidad, pero jamás en público.
Yo he tenido en la mano una carta de Federico a Martínez Nadal, desde Nueva York, donde hablaba de una orgía con negros, la noche antes. Al final decía: "Cuando la leas, rómpela". Pero -en 1981- Rafael no la había roto.
¿Y ahora, ya muerto él? Su mujer Jacinta Castillejos y sus hijos, ¿qué habrán hecho? Lo ignoro.
Queda mucho por hacer fuera de la ficción, bienvenida cuando no falsea lo esencial. Federico (coincidían sus amigos) no tuvo problemas con su propia homosexualidad, muy vivida, sino con el amor único, el verdadero amor, diríamos, que se resistía entre cordiales amigos bisexuales.
Eso es lo que me contaron (con muchos detalles) y yo lo repito. Porque no hay de qué ocultarse. ¿Es tarde ya? Se habrá perdido mucho, pero conviene comentarlo.
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