miércoles, 21 de mayo de 2014

#hemeroteca #sociologia | Por qué no deberías meterte con los 'canis'

Imagen: GQ / The Valleys
Por qué no deberías meterte con los 'canis'.
Owen Jones, autor de 'Chavs: la demonización de la clase obrera', nos explica por qué te han hecho creer que eres mejor que ellos.
Iago Dávila | GQ, 2014-05-21
http://www.revistagq.com/actualidad/cultura/articulos/por-que-no-deberias-meterte-con-los-canis/19991

Owen Jones (Sheffield, 1984) ha estado estos días en el CCCB, el Círculo de Bellas Artes de Madrid y la Universidad Complutense hablando de cómo nos hemos habituado a la desigualdad y cómo los más desfavorecidos están pagando por ello. Con sólo 29 años, este periodista y comentarista británico, que colabora de forma regular con 'The Independent' y 'The Guardian', puede presumir de ostentar el galardón de Mejor Escritor Joven de Reino Unido y de haber colado su primer libro, 'Chavs: la demonización de la clase obrera' (Capitán Swing) entre los mejores de 2011 según el 'New York Times'.

Para los que no lo sepáis, los 'chavs' son una especie de versión británica de los 'canis' españoles: jóvenes de barrios deprimidos, que ni estudian ni trabajan, dependientes de las ayudas sociales, racistas, maleducados, alcohólicos y que lucen un look hortera y prendas falsas de primeras marcas (especialmente Burberry).

La proliferación de 'chavs' en Reino Unido en los últimos años ha sido tal, que en los principales medios del país se dedican extensos reportajes sobre su estilo de vida y, tanto las élites como la clase media, los considera basura blanca y se burlan de ellos en foros de internet y programas de televisión.

En el prólogo de 'Chavs: la demonización de la clase obrera', Jones cuenta cómo durante una cena en su casa uno de los invitados dijo: "Cierran Woolworth's (un centro comercial inglés de precios bajos). ¿Dónde comprarán ahora los 'chavs' sus regalos de Navidad?". Entre los asistentes había gente con formación universitaria, de ideas de izquierdas, gays y negros. Y todos rieron a carcajadas.

Desde la perspectiva de Jones, el rechazo a los 'chavs' es el resultado de una estrategia del neoliberalismo (que luego han abrazado los socialistas) para responsabilizar a las clases trabajadoras de sus desgracias, justificando así la existencia de élites que acumulan la mayor parte de la riqueza.

Su libro no sólo ha vendido millones de copias en todo el mundo, también ha devuelto a la arena política el debate sobre la conciencia de clase. Este concepto, que puede sonar caduco en el siglo XXI, vuelve a estar de absoluta vigencia en la situación que atravesamos, y la lectura del ensayo de Jones (que, por otro lado, es ameno y cargado de ejemplos que te dejarán con los ojos abiertos) te hará reflexionar sobre tu papel en este proceso de demonización.

Ayer tuvimos la suerte de compartir unos minutos con este niño prodigio del periodismo británico, durante los que hablamos de por qué no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, del machismo de Cañete y de las amenazas en Twitter. Bueno, y de 'chavs', Wayne Rooney y programas como 'Geordie Shore' y 'The Valleys'.

GQ: Tu primer libro trataba sobre los 'chavs' en Inglaterra. ¿Se puede trasladar este fenómeno a otros países?
Owen Jones: Sí, claro. En los países ricos te encuentras a un grupo de gente que acumula el poder y los recursos y otro que lucha para salir adelante y cuidar de sus hijos. Y eso tiene que justificarse de alguna manera, que es a través la demonización de los débiles. Porque el discurso de las élites es que los ricos se lo han ganado porque trabajan duro, son más inteligentes y son mejores personas. Y los que están abajo se merecen esa posición porque son estúpidos, son vagos y están estancados. Esto ocurre porque antes los problemas sociales, como el desempleo o la pobreza, se veían como un mal funcionamiento de la Administración, un error del sistema. Pero con la llegada del neoliberalismo, todos estos asuntos empiezan a considerarse fallos personales: si eres pobre, es porque no te esfuerzas; si no tienes trabajo, es porque no lo buscas con suficiente ahínco. Así que, efectivamente, los 'chavs' son un fenómeno británico, pero –con sus particularidades– se puede trasladar a cualquier país que esté en las mismas condiciones.

GQ: Al comienzo de esta crisis, el presidente del Gobierno de España dijo que habíamos estado viviendo "por encima de nuestras posibilidades". ¿Es ésta una manifestación de era estrategia del poder para criminalizar al ciudadano?
OJ: Efectivamente, y es una estrategia muy inteligente, culpar a los ciudadanos de los crímenes de las clases poderosas. Esta crisis que estamos viviendo fue causada por el sector financiero, que estaba fuera de control, impulsado por la codicia y promovido por gobiernos que desregularizaron el mercado. Esto ha llevado a la quiebra, con distintas intensidades, de todas las economías de Europa Occidental, y con comentarios como ése se utiliza a los ciudadanos, que nada han tenido que ver con el origen de la crisis, como cabezas de turco. Para que lo entiendas, es como si los tipos que están en el poder celebran una fiesta, destrozan el local y luego hacen que pagues tú la factura. Y encima te dicen que es tu culpa, porque dejaste que ocurriese. La realidad es que el nivel de vida estaba bajando y la gente tuvo que recurrir a créditos baratos, cuando lo lógico era que subiesen los salarios y no tener que endeudarse. Lo que hay que hacer ahora es impedir que los causantes de esta situación se vayan de rositas y asuman las consecuencias de lo que han hecho.

GQ: Algunos críticos te acusan de idealizar a la clase trabajadora. ¿Hay algo de cierto en el cliché del 'chav'?
OJ: Por supuesto que hay gente disfuncional. En el primer capítulo de 'Chavs' cuento el caso de una mujer que secuestró a su hija para conseguir dinero. No se puede ser más disfuncional que eso. Mi postura es que esa gente no representa a nadie más que a ellos mismos, y lo que no pueden hacer los medios de comunicación es convertirlos en la punta del iceberg de todo un colectivo de gente trabajadora. El año pasado, por ejemplo, vivimos en Inglaterra el caso de un asesino, que quemó su casa y mató a sus siete hijos. Un acto despreciable, y obviamente fue juzgado y condenado a prisión. Pues bien, la portada del segundo diario más leído del país, el 'Daily Mail', rezaba "El resultado violento del estado de bienestar en Reino Unido". Es decir, utilizan a individuos para representar a todo un grupo social. La mayoría de las personas que están en ese estrato lucha a diario para sacar adelante a sus familias. Es lo mismo que se dice con el alcohol: los pobres son los que tienen problemas con la bebida. Si ves las estadísticas, los ricos beben más que los pobres. Es lógico, porque necesitas dinero para comprarlo. Si, por ejemplo, tomásemos el caso también inglés de un médico que asesinó a 200 de sus pacientes, a nadie se le ocurriría decir que todos los médicos son unos asesinos, o que sus orígenes tienen algo que ver con sus actos.

GQ: ¿Cuál es la diferencia entre el fenómeno 'chav' y otras comunidades obreras que también han sido demonizadas, como los mods o los punks?

OJ: Esas son subculturas con las que sus integrantes se identifican y se definen por su ropa y por la música que escuchan. "Chav" es un insulto, nadie se llama a sí mismo "chav". No hay ningún tipo de cultura asociada a este grupo social.

GQ: ¿Y no podríamos decir que programas como 'Geordie Shore' o 'The Valleys' son la manifestación cultural de los "chavs"?
OJ: No, ya que ningún espectador se ve representado por los personajes que aparecen en ellos. Estos programas son sensacionalistas y en sus casting buscan a individuos peculiares y, desde luego, ellos no se consideran "chavs". Catalogar a alguien de "chav" es insultante, porque es un calificativo que se atribuye a alguien, no por el que alguien se defina a sí mismo. Así, hay gente que inventa acrónimos como Council House And Violent o Council House And Vulgar. O sea, que se asocia directamente a los orígenes de esta gente.

GQ: Insistes mucho en la importancia del lenguaje con el que nos referimos a los colectivos desfavorecidos. El otro día, por ejemplo, el candidato del Partido Popular en las Elecciones Europeas, Miguel Arias Cañete, dijo que "es muy difícil demostrar superioridad intelectual cuando debates con una mujer porque corres el riesgo de que te tachen de machista". ¿Qué opinas?
OJ: Decir eso es todavía más machista, obviamente. El sexismo y la misoginia son grandes problemas en toda Europa. Por ejemplo, en el Parlamento británico sólo el 20% de las representantes son mujeres. Y a diario ves cómo se trata con condescendencia a mujeres que están en cargos públicos. Éste no es un problema exclusivo de la derecha, también lo es de la izquierda. En general, a cualquier mujer que sea una figura pública y tenga opiniones sólidas acerca de cualquier tema se le ataca y se le trata con paternalismo. ¡En cuántas ocasiones hemos presenciado que se criminalizaba a víctimas de violaciones por la ropa que llevan! Es inaceptable, y creo que debería ser un eje central del debate público en estos momentos. Al año, en Gran Bretaña, 1,2 millones de mujeres sufren violencia doméstica, 400.000 padecen acoso sexual y 80.000 son violadas. Y va más allá de eso: el problema es la forma en que las mujeres son tratadas y convertidas en objetos sexuales inferiores al hombre. Hay que terminar con todo eso.

GQ: Siguiendo con la actualidad española, recientemente ha sido asesinada la presidenta de la Junta de León, que pertenece al partido que ostenta en el poder. Algunas personas que han celebrado este asesinato en las redes sociales están siendo ahora juzgadas y encarceladas, lo que ha provocado que otros colectivos reclamen las mismas medidas contra quien promueva la violencia contra judíos, inmigrantes o comunistas. ¿Es necesario crear una legislación a este respecto o internet se regula solo?
OJ: Gente desagradable y horrible hay en todas partes. Yo mismo recibo amenazas continuamente. Pero no creo que haya que meter en la cárcel a toda la gente que es ofensiva. Cuando se trata de amenazas de muerte dirigidas a minorías deberían ser perseguidas. Si alguien pinta en el muro de tu casa "Matemos a los judíos", es un delito. Y me da igual que sea en el muro de tu casa o en las redes sociales, es intolerable. En Reino Unido hay una clara diferencia entre amenazar de muerte y ser ofensivo. No creo que los segundos debieran ser arrestados, pero si incitas a la violencia, entonces la legislación debe intervenir.

GQ: Algunos jugadores de fútbol, como Wayne Rooney, están considerados 'chavs' por un amplio espectro de la sociedad inglesa. ¿Crees que ídolos de estos colectivos como él deberían realizar algún tipo de acción para favorecer a las comunidades de donde provienen y defender sus derechos?
OJ: La razón de que a personajes como Rooney se les siga tachando de 'chavs' es por sus orígenes: da igual cuanto dinero tengas, naciste entre la basura y siempre serás basura. En todo caso, no creo que el cambio de este tipo de actitudes dependa de actuaciones individuales de personajes famosos. El cambio se produce por la acción colectiva, aunque obviamente ayuda que ellos se comprometan. Cheryl Cole, por ejemplo, sí que ha defendido sus orígenes. Pero no tenemos que reclamar responsabilidades a los que han salido de esa situación, sino a quienes la han provocado.

GQ: ¿Crees que tu libro ha devuelto el debate sobre clases a la palestra política?
OJ: Bueno, los libros son sólo libros, y la verdad es que éste funcionó mucho mejor de lo que esperaba. Creo que gran parte de su éxito se debió a que salió en el momento oportuno, ya que la conciencia de clase era algo que había sido enterrado en el debate político. La salida del libro coincidió con la llegada de un partido conservador en el gobierno, que aprobaba medidas para beneficiar a las élites mientras la gente perdía sus empleos e incrementaba el número de dependientes de las ayudas sociales… Así que los problemas de clase han vuelto por sí mismos.

GQ: A la vista de los discursos de algunos políticos durante esta campaña electoral, ¿podríamos decir que España es la 'chav' de Europa?
OJ: Supongo que dices esto por la postura de algunos políticos alemanes. Es el típico prejuicio de los mediterráneos vagos que se gastan las ayudas sociales frente a la productividad germánica. Es ridículo. España era una economía floreciente antes de la crisis, no había déficit, y la razón de que se arruinase no tiene nada que ver con sus ciudadanos, sino con las acciones de las élites en este país, en Reino Unido y en tantos otros lugares. Yo creo que si tú le prestas dinero a gente que no lo puede devolver, eres tanto o más responsable que ellos de su situación. Mi intención es acabar con las barreras nacionales y que los ciudadanos se den cuenta de que estamos todos en la misma situación. Si eres cajero de supermercado, o estás desempleado, o eres enfermera, da igual que estés en Madrid, en París o en Manchester, afrontas los mismos problemas que el resto: ingresos bajos, inseguridad laboral, recortes en las ayudas sociales y élites que viven muy bien. Así que estamos todos en el mismo barco, y la única manera de revertir esta situación es unirnos.

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