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Esther Miguel Trula | Magnet, 2019-07-10
https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/digo-tios-porque-tios-quienes-terf-que-estan-dividiendo-al-movimiento-feminista
"Su discurso es igual que el de Pilar Primo de Rivera", "me dices que es un meeting de Hazte Oír y me lo creo". El mundo del feminismo español lleva una semana convulsionado por lo sucedido por el ciclo "Política Feminista: Libertades e Identidades", en el marco de la nueva edición de la Escuela Feminista Rosario de Acuña en Gijón.
Se ha difundido un montaje de algunas de las conferencias. La tuitera Trifásica muestra intervenciones de Alicia Miyares (doctora en filosofía), Amelia Valcárcel (filósofa y ex consejera de Educación en Asturias) y Anna Prats (periodista). Algunos de los grandes momentos: "Digo tíos porque son tíos"; "hay muchos problemas con esto del género que se sustentan con conocimiento de la moda"; "que nos digan que, si somos lesbianas y no nos gustan los penes, somos tránsfobas, es cultura de la violación y del patriarcado".
De qué hablamos cuando hablamos de TERFs
Estos extractos son defensas de las TERFs, Feminismo Radical Trans Excluyente en el original en inglés; aunque también hay quien ahora lo llama Feminismo Crítico de Género, o RadFem, ya que TERF ha adquirido unos tintes negativos no presentes en sus siglas originalmente. Esta es una rama dentro de la ideología feminista nacida en los años 70 que ganó notoriedad con los primeros años de las redes sociales, aunque su número de adeptas dentro del movimiento es relativamente bajo y son consideradas "traidoras" por buena parte de activistas.
Su rasgo más esencial y común es rechazar a las personas transgénero y transexuales. Desde su óptica, sólo una mujer real (véase cis, que biológicamente haya nacido con genitales femeninos) puede haber sufrido la opresión del patriarcado; sólo ellas han vivido una infancia y adolescencia como mujer, y por eso las mujeres trans son opuestos políticos, por lo que no deberían entrar en su lucha. El mantra más repetido es el de que el sujeto político del feminismo debe ser la mujer.
Ahí estaba Barbijaputa diciendo que una mujer trans tiene los mismos privilegios de un hombre. Peor aún, con la incorporación de los trans a los espacios feministas, de mujeres, lo que se provocaría según esta teoría es desvirtuar la lucha, diluir la cohesión feminista y entorpecer las conquistas de las mujeres.
Las personas trans son el Caballo de Troya del patriarcado, como representaron Towanda Rebels al decir que las personas trans son "un capricho neoliberal", o la intelectual Lidia Falcón (vinculada a Público e Izquierda Unida) cuando dijo "vamos a perder los objetivos si les damos ámbito para su guerra de guerrillas a trans, proxenetas, puteros y compradores de niños".
Su doctrina bebe mucho de buena parte de la teoría feminista clásica más antigua, que defiende que lo primordial debe ser la mujer y su experiencia. Son herederas de la teoría "analítica" del género y están en contra de la categoría "identitaria". Que ser mujer u hombre es un constructo social y por tanto los géneros deberían ser abolidos, no fomentados.
Anti leyes LGTBI y a favor de la segregación: algunos éxitos TERF
Las TERFs ya han tenido modestas conquistas públicas, como por ejemplo en Reino Unido. Un grupo de feministas escocesas TERFs fueron oídas después de que un ministro plantease modificar la actual ley de género del país para que las personas trans no tuviesen que someterse a un tratamiento médico para que se les concediese el estatus de género solicitado (bastaría con la autoidentificación del sujeto y la aprobación de los psicólogos). Las feministas dijeron que esto erosionaría los derechos de las mujeres. Sus comentarios, así como el rechazo público de esta idea, paralizaron la reforma.
También en Estados Unidos se han aliado con grupos republicanos y han sido instrumentalizadas por lobbys cristianos.
En España Ángeles Álvarez, diputada y portavoz de Igualdad del PSOE en el Congreso (y también ponente de las charlas de la Escuela Rosario de Acuña), hizo que se bloquease la Ley de Igualdad LGTBI en la pasada legislatura (que sigue atascada). No estaba de acuerdo, como decía el texto, con que se borraran las categorías mujer, madre o padre del Registro Civil, cosa que perjudica a los padres trans. Tanto aquí como en otros países muchas TERFs están bastante vinculadas con el llamado "feminismo institucional".
Pero también son foco constante de tensiones en las organizaciones y actos feministas. Sin ir más lejos durante la gestación del anterior 8M las TERFs demandaron (provocando involuntariamente altercados) que las personas trans acudieran a la manifestación en un grupo aparte, y no incluidas como parte más del feminismo.
Según la teoría TERF, las mujeres migrantes, árabes o grandes empresarias (esto último dependiendo de a quién preguntes) sí pueden ser compañeras de lucha porque son mujeres lícitas, mientras que las trans no.
Mujeres somos todas
Como explicaba Laura Gaelx para Píkara, el feminismo ha ido ampliando a su sujeto de reivindicación a lo largo de la historia. Si primero se reivindicaron los derechos de las mujeres heterosexuales burguesas blancas, con los años se fueron adhiriendo las necesidades de las de otras razas, otros estratos sociales y ahora los de los sujetos con otras identidades sexuales o de género.
Todo ello forma parte de la teoría de la interseccionalidad, esto es, que hay muchas maneras distintas de ser oprimido y oprimida, que unos sufren más que otros, pero que hay que acabar con todas las injusticias. Es algo más flagrante en el caso de las personas trans. Pese a ideas como las que hemos descrito antes, como que las mujeres trans tienen privilegios de hombre, sufren una discriminación laboral mucho más alta que las mujeres cis y están sujetas a mayores índices de violencias física y sexual. La esperanza de una persona trans en España es poco más de 50 años.
Además, las posturas TERF buscan limitar la consecución de derechos de las personas trans (según sus preceptos para no menoscabar la categoría de género) por considerar que sus problemas son de identidad, de entender lo que les ocurre. Que ser transgénero es reversible, para que nos entendamos, y que por eso no debe facilitarse que se expresen como estas personas demandan.
Algunos estudios indican que lo transgénero podría tener bases biológicas, pero, al margen de pruebas de este tipo, un campo aún en pañales, los manuales psicológicos de la OMS ya reconocen que se trata de una manifestación atípica pero reconocible dentro de la diversidad humana. La práctica clínica indica que la condición transgénero se manifiesta de una forma contundente y a muy corta edad.
¿Qué quiere decir todo esto? Que reivindicar, como hacen las TERF, que los orígenes de su condición son distintos a los que estas personas creen que son no va a hacer que estas personas dejen de existir (ni dejen de tener fricciones por no estar aceptados en la sociedad), igual que la negación de la homosexualidad o los campos de conversión no han acabado con la misma a lo largo de la historia.
De la discrepancia a las guerras feministas
Como ocurre en cualquier movimiento ideológico vivo, con pequeñas tribus y bandos, este desacuerdo hacia dónde debe ir el feminismo está excitando encontronazos en redes sociales donde se cruzan ataques bastante intensos, más fuertes que los vistos, por ejemplo, con la prostitución, otro de los temas divisorios del feminismo más polarizadores de la historia.
La madre del movimiento TERF ya llamaba a las personas trans maricones con tetas. En la charla del principio escuchamos cómo suelen insistir en llamar a estas personas por su sexo de nacimiento (insistir en que eres tío, o tía), y de vez en cuando se leen a personas del movimiento ridiculizando el aspecto físico de las trans, incidiendo en que "no engañan a nadie". Denigraciones similares a las que provocaríamos, por ejemplo, haciendo caricaturas raciales cuando hablamos con alguien de otra raza.
Por su parte se ha visto a algunas transfeministas (sus contrarias) usar expresiones como "yo pego a TERFs" o espetarles "vigila tu cuello".
También hay gente bastante beligerante contra el uso del símbolo de la vagina (las manos juntas en forma de pica) en las manifestaciones feministas. Esa asociación género-genitalidad es también la misma discusión que se suscitó con Leticia Dolera cuando dijo en los Goya "os ha quedado un campo de nabos feminista precioso", en lugar de decir que aquello estaba lleno de tíos, y razón por la que las transfeministas acusaron a la actriz de invisibilizar a las mujeres con pene.
Pese a las broncas, el uso de la vagina como símbolo feminista también tiene defensores entre las personas trans, y algunos no tienen claro que las invisibilice.
Otro punto de conflicto habitual es la aceptación sexual de las personas trans. Por ejemplo, según algunas transfeministas, las mujeres lesbianas (y los hombres heterosexuales) no deberían tener problemas para liarse con una mujer con pene, y de tenerlo es un caso de transfobia que se debería tratar psicológicamente. De esa idea, a su vez, otras TERFs dan el salto y consideran que esa aceptación de los penes sería una "terapia de conversión sexual" contra las lesbianas impuesta por el patriarcado.
Sólo algunos de los ejemplos de discusiones que ocurren en uno de los movimientos políticos más activos de nuestro país.
Se ha difundido un montaje de algunas de las conferencias. La tuitera Trifásica muestra intervenciones de Alicia Miyares (doctora en filosofía), Amelia Valcárcel (filósofa y ex consejera de Educación en Asturias) y Anna Prats (periodista). Algunos de los grandes momentos: "Digo tíos porque son tíos"; "hay muchos problemas con esto del género que se sustentan con conocimiento de la moda"; "que nos digan que, si somos lesbianas y no nos gustan los penes, somos tránsfobas, es cultura de la violación y del patriarcado".
De qué hablamos cuando hablamos de TERFs
Estos extractos son defensas de las TERFs, Feminismo Radical Trans Excluyente en el original en inglés; aunque también hay quien ahora lo llama Feminismo Crítico de Género, o RadFem, ya que TERF ha adquirido unos tintes negativos no presentes en sus siglas originalmente. Esta es una rama dentro de la ideología feminista nacida en los años 70 que ganó notoriedad con los primeros años de las redes sociales, aunque su número de adeptas dentro del movimiento es relativamente bajo y son consideradas "traidoras" por buena parte de activistas.
Su rasgo más esencial y común es rechazar a las personas transgénero y transexuales. Desde su óptica, sólo una mujer real (véase cis, que biológicamente haya nacido con genitales femeninos) puede haber sufrido la opresión del patriarcado; sólo ellas han vivido una infancia y adolescencia como mujer, y por eso las mujeres trans son opuestos políticos, por lo que no deberían entrar en su lucha. El mantra más repetido es el de que el sujeto político del feminismo debe ser la mujer.
Ahí estaba Barbijaputa diciendo que una mujer trans tiene los mismos privilegios de un hombre. Peor aún, con la incorporación de los trans a los espacios feministas, de mujeres, lo que se provocaría según esta teoría es desvirtuar la lucha, diluir la cohesión feminista y entorpecer las conquistas de las mujeres.
Las personas trans son el Caballo de Troya del patriarcado, como representaron Towanda Rebels al decir que las personas trans son "un capricho neoliberal", o la intelectual Lidia Falcón (vinculada a Público e Izquierda Unida) cuando dijo "vamos a perder los objetivos si les damos ámbito para su guerra de guerrillas a trans, proxenetas, puteros y compradores de niños".
Su doctrina bebe mucho de buena parte de la teoría feminista clásica más antigua, que defiende que lo primordial debe ser la mujer y su experiencia. Son herederas de la teoría "analítica" del género y están en contra de la categoría "identitaria". Que ser mujer u hombre es un constructo social y por tanto los géneros deberían ser abolidos, no fomentados.
Anti leyes LGTBI y a favor de la segregación: algunos éxitos TERF
Las TERFs ya han tenido modestas conquistas públicas, como por ejemplo en Reino Unido. Un grupo de feministas escocesas TERFs fueron oídas después de que un ministro plantease modificar la actual ley de género del país para que las personas trans no tuviesen que someterse a un tratamiento médico para que se les concediese el estatus de género solicitado (bastaría con la autoidentificación del sujeto y la aprobación de los psicólogos). Las feministas dijeron que esto erosionaría los derechos de las mujeres. Sus comentarios, así como el rechazo público de esta idea, paralizaron la reforma.
También en Estados Unidos se han aliado con grupos republicanos y han sido instrumentalizadas por lobbys cristianos.
En España Ángeles Álvarez, diputada y portavoz de Igualdad del PSOE en el Congreso (y también ponente de las charlas de la Escuela Rosario de Acuña), hizo que se bloquease la Ley de Igualdad LGTBI en la pasada legislatura (que sigue atascada). No estaba de acuerdo, como decía el texto, con que se borraran las categorías mujer, madre o padre del Registro Civil, cosa que perjudica a los padres trans. Tanto aquí como en otros países muchas TERFs están bastante vinculadas con el llamado "feminismo institucional".
Pero también son foco constante de tensiones en las organizaciones y actos feministas. Sin ir más lejos durante la gestación del anterior 8M las TERFs demandaron (provocando involuntariamente altercados) que las personas trans acudieran a la manifestación en un grupo aparte, y no incluidas como parte más del feminismo.
Según la teoría TERF, las mujeres migrantes, árabes o grandes empresarias (esto último dependiendo de a quién preguntes) sí pueden ser compañeras de lucha porque son mujeres lícitas, mientras que las trans no.
Mujeres somos todas
Como explicaba Laura Gaelx para Píkara, el feminismo ha ido ampliando a su sujeto de reivindicación a lo largo de la historia. Si primero se reivindicaron los derechos de las mujeres heterosexuales burguesas blancas, con los años se fueron adhiriendo las necesidades de las de otras razas, otros estratos sociales y ahora los de los sujetos con otras identidades sexuales o de género.
Todo ello forma parte de la teoría de la interseccionalidad, esto es, que hay muchas maneras distintas de ser oprimido y oprimida, que unos sufren más que otros, pero que hay que acabar con todas las injusticias. Es algo más flagrante en el caso de las personas trans. Pese a ideas como las que hemos descrito antes, como que las mujeres trans tienen privilegios de hombre, sufren una discriminación laboral mucho más alta que las mujeres cis y están sujetas a mayores índices de violencias física y sexual. La esperanza de una persona trans en España es poco más de 50 años.
Además, las posturas TERF buscan limitar la consecución de derechos de las personas trans (según sus preceptos para no menoscabar la categoría de género) por considerar que sus problemas son de identidad, de entender lo que les ocurre. Que ser transgénero es reversible, para que nos entendamos, y que por eso no debe facilitarse que se expresen como estas personas demandan.
Algunos estudios indican que lo transgénero podría tener bases biológicas, pero, al margen de pruebas de este tipo, un campo aún en pañales, los manuales psicológicos de la OMS ya reconocen que se trata de una manifestación atípica pero reconocible dentro de la diversidad humana. La práctica clínica indica que la condición transgénero se manifiesta de una forma contundente y a muy corta edad.
¿Qué quiere decir todo esto? Que reivindicar, como hacen las TERF, que los orígenes de su condición son distintos a los que estas personas creen que son no va a hacer que estas personas dejen de existir (ni dejen de tener fricciones por no estar aceptados en la sociedad), igual que la negación de la homosexualidad o los campos de conversión no han acabado con la misma a lo largo de la historia.
De la discrepancia a las guerras feministas
Como ocurre en cualquier movimiento ideológico vivo, con pequeñas tribus y bandos, este desacuerdo hacia dónde debe ir el feminismo está excitando encontronazos en redes sociales donde se cruzan ataques bastante intensos, más fuertes que los vistos, por ejemplo, con la prostitución, otro de los temas divisorios del feminismo más polarizadores de la historia.
La madre del movimiento TERF ya llamaba a las personas trans maricones con tetas. En la charla del principio escuchamos cómo suelen insistir en llamar a estas personas por su sexo de nacimiento (insistir en que eres tío, o tía), y de vez en cuando se leen a personas del movimiento ridiculizando el aspecto físico de las trans, incidiendo en que "no engañan a nadie". Denigraciones similares a las que provocaríamos, por ejemplo, haciendo caricaturas raciales cuando hablamos con alguien de otra raza.
Por su parte se ha visto a algunas transfeministas (sus contrarias) usar expresiones como "yo pego a TERFs" o espetarles "vigila tu cuello".
También hay gente bastante beligerante contra el uso del símbolo de la vagina (las manos juntas en forma de pica) en las manifestaciones feministas. Esa asociación género-genitalidad es también la misma discusión que se suscitó con Leticia Dolera cuando dijo en los Goya "os ha quedado un campo de nabos feminista precioso", en lugar de decir que aquello estaba lleno de tíos, y razón por la que las transfeministas acusaron a la actriz de invisibilizar a las mujeres con pene.
Pese a las broncas, el uso de la vagina como símbolo feminista también tiene defensores entre las personas trans, y algunos no tienen claro que las invisibilice.
Otro punto de conflicto habitual es la aceptación sexual de las personas trans. Por ejemplo, según algunas transfeministas, las mujeres lesbianas (y los hombres heterosexuales) no deberían tener problemas para liarse con una mujer con pene, y de tenerlo es un caso de transfobia que se debería tratar psicológicamente. De esa idea, a su vez, otras TERFs dan el salto y consideran que esa aceptación de los penes sería una "terapia de conversión sexual" contra las lesbianas impuesta por el patriarcado.
Sólo algunos de los ejemplos de discusiones que ocurren en uno de los movimientos políticos más activos de nuestro país.
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