Imagen: El Mundo / Enrique López |
Un militante de la formación 'naranja' relata a El Mundo cómo vivió los disturbios en la marcha del pasado sábado en el centro de Madrid.
Enrique López | El Mundo, 2019-07-10
https://www.elmundo.es/espana/2019/07/10/5d24e483fdddffb6698b45dc.html
Éste, que sigue a continuación, es el relato en primera persona de la agresión que un militante de Ciudadanos sufrió en la marcha del Orgullo Gay en Madrid el pasado sábado:
Me llamo Enrique López, tengo 24 años, soy militante de Ciudadanos y no entiendo que ni el Ministerio de Interior ni nadie diga que mentimos sobre lo que pasó en el Orgullo Gay del pasado sábado: yo vi peligrar mi integridad física, pasé verdadero miedo, sentí que me podía pasar algo y, sinceramente, me da una pena enorme que alguien intente apropiarse de un movimiento que tiene que ser, ante todo, inclusivo.
El sábado me insultaron, me amenazaron, me lanzaron objetos, me amedrentaron y me impidieron moverme. Un hombre me amenazó con quemarme con un cigarro, me golpearon con una botella, pasé verdadero miedo y tuvimos que salir corriendo de puro susto.
También hubo, y es importante decirlo, gente que nos aplaudió y nos alentó mientras estábamos ahí bloqueados, asediados por la gente. Recuerdo que uno salió de entre la gente, me dio un abrazo y me dijo: 'Yo voto a Podemos, pero es una vergüenza lo que os está haciendo esta gente'. Algunos nos daban la mano, o chocaban palmas con nosotros, y hay que agradecérselo de corazón.
Yo ya imaginaba que algo así podía ocurrir, porque fui el año pasado con la gente del partido, y ya nos insultaron mucho... Pero no imaginaba esto, que en pleno siglo XXI íbamos a vernos obligados a salir corriendo del Orgullo Gay, como si el Orgullo fuera sólo de la gente de izquierdas, como si los derechos LGTBI fueran propiedad de quienes piensan de determinada manera.
Nos habían dicho que el desfile iba a empezar a las 18.30 horas, pero no empezamos a movernos hasta las 20.15 horas. Yo estaba muy atrás, en la parte trasera de nuestro grupo, y mientras esperábamos para arrancar teníamos a los lados cuatro furgonetas de la Policía, dos y dos. 'Pues sí que está tensa la cosa', pensé. Sin embargo, cuando arrancamos las furgonetas se quedaron donde estaban.
Comenzamos a caminar y había mucha agresividad, insultos y demás... Y a cada paso que dábamos empeoraba. Luego empezaron a tirarnos agua, botellas, algunas con agua dentro... Nos increpaban, nos caía alguna lata vacía, pero que te puede hacer cierto daño. Hasta ese momento intentábamos hacer cánticos, defender que podíamos estar allí. En ese momento, ya nos empezamos a asustar un poco.
De pronto, me golpeó por detrás una botella de agua en el sombrero que llevaba. Me quedé en estado de shock. Empiezas a pensar: '¿Y si me pasa algo de verdad?'. Luego alguien me tiró hielo por la espalda, empezaron a llover los escupitajos.
Cuando nos dimos cuenta estábamos bloqueados frente al Museo de Prado. Ya no podíamos avanzar. No llegamos a la Plaza de Neptuno. La gente ya estaba muy enardecida y, en vez de amenazar, ya pude ver que alguien le soltaba la mano a algún compañero. Los gritos hacían que ya casi no nos oyéramos entre nosotros, la gente nos hacía todo tipo de gestos. A mí no me pasó, pero sé que a una compañera le lanzaron orines. Sinceramente, yo no he visto tanto odio en mi vida.
En ese momento nuestro grupo empezó a hacerse más pequeño. Eran las 21.15 horas y había gente de los nuestros que tenían que irse, tenían otras cosas que hacer. Se quitaban los distintivos de Ciudadanos y se escurrían entre la gente, con el resultado de que cada vez éramos menos y a nuestro alrededor cada vez había más gente insultándonos, llamándonos 'falangistas', 'hijos de puta', de todo. Se notaba además que el alcohol iba envalentonando a la gente, que cada vez se atrevía a más.
Un tipo se me puso detrás y me explotó el globo naranja que llevaba con su cigarrillo. Me di la vuelta, confieso que asustado, y me hizo el gesto de quemarme el brazo. Mientras, como estábamos haciendo un tapón al desfile, la masa abrió camino en un lateral para que los demás pudieran pasar y que nosotros nos quedáramos allí y no pudiéramos seguir.
La gente estaba cada vez más cerca y nos empezamos a dar cuenta de que no podíamos seguir así, por mucho que nos pareciera tan absolutamente injusto tener que irnos del Orgullo Gay, dejarles patrimonializar la reivindicación, apropiársela. Nos seguían gritando, cada vez más, 'fascistas', 'hijos de puta'. Nos cantaban 'Aquí están los amigos de Abascal', y algunos también 'Que vuelva Carmena'.
Ahí fue cuando la Policía le dijo a Inés Arrimadas y a quienes encabezaban nuestro grupo que no podían garantizar nuestra seguridad, que había que sacarnos de allí. Lógicamente intentamos seguir en la medida de lo posible, pero todo tiene un límite.
Hicieron el cordón policial y es de las peores experiencias de mi vida. La gente nos gritaba de todo, sentía que habían vencido porque nos íbamos, aplaudían. Pero lo que más me dolió, la verdad, fue lo que pasó después. Cuando al fin llegamos a la Carrera de San Jerónimo y al Congreso, y abrí el móvil y vi lo que se estaba diciendo de lo que pasó allí. Para mi sorpresa, gente del PSOE, de Más Madrid, periodistas, ciudadanos normales, estaban justificando que nos echaran del desfile, decían que nos lo teníamos merecido. O sea, estaban justificando que pudiera haber pasado una desgracia allí, que se pudiera haber desatado la violencia.
Me molesta profundamente que Interior o quien sea diga ahora que no hubo agresiones. Yo las viví, tuve miedo por mi integridad. En cuanto al Orgullo, siempre se ha insultado a la gente del PP, de Ciudadanos, pero esto es diferente: han creado un precedente muy complicado al echarnos. El discurso del odio al diferente ha calado. Precisamente lo que intenta combatir el Orgullo: proteger al diferente. Me reafirmo: el año que viene volveré. El Orgullo es de todos, por mucho que unos pocos quieran quedárselo.
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