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Alex Toledo | Newsweek México, 2019-08-04
https://newsweekespanol.com/2019/08/machismo-arcoiris-discriminacion-homosexualidad/
Muchos hombres gais sienten la necesidad de comportarse de la manera viril que exige la sociedad machista para no ser discriminados.
Todos hemos crecido inmersos en la cultura patriarcal de exagerada y exaltada masculinidad que, sin importar orientaciones sexuales, afecta a hombres y mujeres por igual. De tal manera que, como yo, muchos hombres fuimos educados y criados dentro de la ideología machista que prohíbe la vulnerabilidad y la sensibilidad. Así hemos vivido desde siempre y lo reproducimos, sin darnos cuenta, con las personas que nos rodean, al grado de normalizarlo tanto que pasa inadvertido.
El machismo es ese comportamiento psicocultural que pone lo masculino como superior a lo femenino, que fomenta un culto exacerbado a la virilidad y hombría —producto de una cultura falocéntrica— y, por lo mismo, le exige al hombre un cierto nivel de masculinidad (muchas veces tóxico), pues pone a la virilidad como la única forma de ser hombre y, por lo tanto, le da la creencia de que puede usar su poder para someter a todo lo que no entre en esa masculinidad.
En el caso de la homosexualidad también hay comportamientos que replican el machismo con base en la idea de la “masculinidad deseable” que hay que alcanzar para poder ser tomado en cuenta dentro de una comunidad donde, aparentemente, ser gay no es suficientemente bueno.
“Muchos homosexuales de manera inconsciente sienten que su homosexualidad los hace menos hombres, y en una cultura que alaba lo masculino y desprecia lo femenino, hacen esfuerzos enormes por pertenecer a ese mundo viril y heteronormado que es el mismo que los rechaza, para reafirmar que, a pesar de ser gais, siguen siendo muy hombres”.
Según Gabriel J. Martín, experto en atención psicológica a personas gais y autor de 'Quiérete mucho, maricón' y 'Cómo sobrevivir al ambiente', en las relaciones entre hombres homosexuales no nos damos cuenta de conductas evidentemente machistas como las que se dan en relaciones heterosexuales, pero sí que encontramos algo denominado “plumofobia”, que consiste justamente en despreciar comportamientos femeninos, como respuesta a esta necesidad que muchos homosexuales tienen de desprenderse de todo lo relacionado con ello y tratar de heteronormarse, o sea, pertenecer y encajar con las reglas heteropatriarcales para no ser discriminados.
Todos hemos crecido inmersos en la cultura patriarcal de exagerada y exaltada masculinidad que, sin importar orientaciones sexuales, afecta a hombres y mujeres por igual. De tal manera que, como yo, muchos hombres fuimos educados y criados dentro de la ideología machista que prohíbe la vulnerabilidad y la sensibilidad. Así hemos vivido desde siempre y lo reproducimos, sin darnos cuenta, con las personas que nos rodean, al grado de normalizarlo tanto que pasa inadvertido.
El machismo es ese comportamiento psicocultural que pone lo masculino como superior a lo femenino, que fomenta un culto exacerbado a la virilidad y hombría —producto de una cultura falocéntrica— y, por lo mismo, le exige al hombre un cierto nivel de masculinidad (muchas veces tóxico), pues pone a la virilidad como la única forma de ser hombre y, por lo tanto, le da la creencia de que puede usar su poder para someter a todo lo que no entre en esa masculinidad.
En el caso de la homosexualidad también hay comportamientos que replican el machismo con base en la idea de la “masculinidad deseable” que hay que alcanzar para poder ser tomado en cuenta dentro de una comunidad donde, aparentemente, ser gay no es suficientemente bueno.
“Muchos homosexuales de manera inconsciente sienten que su homosexualidad los hace menos hombres, y en una cultura que alaba lo masculino y desprecia lo femenino, hacen esfuerzos enormes por pertenecer a ese mundo viril y heteronormado que es el mismo que los rechaza, para reafirmar que, a pesar de ser gais, siguen siendo muy hombres”.
Según Gabriel J. Martín, experto en atención psicológica a personas gais y autor de 'Quiérete mucho, maricón' y 'Cómo sobrevivir al ambiente', en las relaciones entre hombres homosexuales no nos damos cuenta de conductas evidentemente machistas como las que se dan en relaciones heterosexuales, pero sí que encontramos algo denominado “plumofobia”, que consiste justamente en despreciar comportamientos femeninos, como respuesta a esta necesidad que muchos homosexuales tienen de desprenderse de todo lo relacionado con ello y tratar de heteronormarse, o sea, pertenecer y encajar con las reglas heteropatriarcales para no ser discriminados.
Una de las formas más comunes de machismo entre hombres homosexuales es esa en la que muchas veces, para referirse a la promiscuidad o libertinaje, se usan calificativos en femenino como “puta”, “zorra”, “pasiva”, “loca”, “puerca”, etcétera. Este tipo de actitudes transpola al ámbito gay la privación y contención que el patriarcado ha ejercido desde siempre sobre la sexualidad femenina, convirtiéndola en algo “malo”, “pecaminoso” e inclusive “sucio”.
Según datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), el machismo entre la comunidad gay es tan normalizado que, al hablar de diversidad sexual, los hombres homosexuales son los únicos representantes del colectivo LGBT+, pero se olvida muchas veces a las mujeres lesbianas y totalmente se invisibiliza a las mujeres trans.
Aquí la pregunta, como expone la antropóloga y feminista Marta Lamas, es: ¿qué significa ser masculino? ¿Para qué o para quién queremos ser masculinos? Tal vez ya va siendo hora de que comencemos a deconstruir esa masculinidad tóxica y empecemos a asumirla desde otra perspectiva, una más sana. Entendamos que para ser hombre hay muchas formas, matices y facetas, todas igual de válidas. Solo cuando logremos comprender lo anterior podremos comenzar a dejar de ser dañinos para nosotros mismos y para los demás.
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