Imagen: PCTE / Irene Montero, ministra de Igualdad // |
Contra el retroceso en derechos que supone la Ley Trans.
Buró Político del PCTE | Partido Comunista de los Trabajadores de España, 2021-06-29
https://www.pcte.es/comunicados-centrales/contra-el-retroceso-en-derechos-que-supone-la-ley-trans/
El Consejo de Ministros ha aprobado el último “anteproyecto de Ley para la igualdad efectiva de las personas trans y la igualdad LGTBI”, más conocido como “Ley Trans”. Lo hace coincidiendo con la semana del Orgullo LGTB, en el enésimo ejemplo de propaganda y oportunismo político del gobierno de coalición PSOE-UP.
La “Ley Trans” ha concitado un debate creciente, alentado por los grandes medios de comunicación, que se ha visto enormemente tergiversado. La ley capitaneada por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero se ha visto beneficiada de esta confusión, que ha tendido a presentarla como un avance en derechos sociales en pos de una supuesta diversidad. Nada más lejos de la realidad. La “Ley Trans” significa un serio riesgo para la lucha de la mujer, y también de las personas homosexuales.
La clave de la ley es la denominada “autodeterminación de género”. El borrador de Ley recoge lo siguiente: “el ejercicio del derecho a la rectificación registral de la mención relativa al sexo en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico relativo a la disconformidad con el sexo mencionado en la inscripción de nacimiento, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole”. Es decir, se aprueba la posibilidad de la autoasignación del sexo de cada cual a efectos legales.
La realidad objetiva no se debe confundir con la autopercepción subjetiva. El sexo biológico es un hecho objetivo. Y con la sustitución del «sexo» por el «género» se perpetúan los roles de género. Las sociedades presentes y pasadas han ido asentando, de forma milenaria, toda una serie de consideraciones, comportamientos, roles y divisiones del trabajo que supuestamente estarían vinculadas con el sexo para definir lo que sería una “buena mujer” y un “buen hombre”. Esta construcción social ha tenido, y sigue teniendo, un carácter opresivo, sobre todo para la mujer y por encima de todo para la mujer obrera. También han sufrido penurias y discriminaciones a lo largo de la historia todos aquellos hombres y mujeres que no se han adaptado a los roles que socialmente se les había asignado, y por encima de todos ellos los homosexuales.
Confundir el sexo con el género, para acabar dictaminando la autodeterminación del sexo, viene a negar la base material de la opresión que sufren las mujeres trabajadoras. Si esta opresión ya no es debida a las consecuencias destructivas del sistema, sino que es simplemente una elección individual, el capitalismo queda exonerado de cualquier responsabilidad.
El individualismo avanza a pasos agigantados. Se busca la negación de los conceptos de hombre y mujer y la consecuencia puede ser arrasar con todas las políticas de protección a las mujeres y dificultar aún más las luchas de la mujer trabajadora.
De manera especialmente grave, se promueve de facto una negación de la violencia y la discriminación estructural que sufren las mujeres dentro del sistema capitalista. De la misma manera, la “Ley Trans” supone en la práctica una negación de las diferentes orientaciones sexuales, que deriva en que la homosexualidad, al estar todo determinado por el género, deje en cierta forma de tenerse en consideración o incluso de existir.
Otro aspecto de especial y sensible importancia es el que tiene que ver con los riesgos que supone para los menores en su desarrollo psicoafectivo, ya que a partir de los 14 años podrán “libremente” cambiar legalmente de sexo sin ningún informe clínico, por lo tanto sin asesoramiento profesional para un proceso que puede derivar en un cambio físico irreversible.
La “Ley Trans” no tiene en consideración la realidad material de las denominadas «personas trans”, sin hacer ni una sola mención ni recoger avance alguno en cuanto a las específicas dificultades que tienen lugar entre estas personas por pertenencia a una clase social u otra.
La “Ley Trans” que el gobierno de coalición PSOE-UP tiene previsto tramitar abre también el campo al desarrollo y afianzamiento de nuevos marcos de sumisión y nichos de mercado, mediante la mercantilización de la explotación sexual y reproductiva. Por ello la burguesía y sus gobiernos necesitan cambiar las consideraciones jurídicas de conceptos como el de “mujer” y el de “madre”. Se abre así una ofensiva a nivel internacional contra las mujeres trabajadoras, que serán quienes tengan que vender su cuerpo en los nuevos mercados de la explotación sexual y reproductiva.
El rechazo al anteproyecto de Ley de ninguna manera está reñido con la lucha contra cualquier discriminación que sufra la clase obrera por cuestión de sexo u orientación sexual. Más al contrario, es la “Ley Trans” la que viene a borrar las luchas de las mujeres y de las personas homosexuales a lo largo del último siglo.
Es preciso organizar un movimiento de mujeres que se sitúe en primera línea de la lucha de clases, defendiendo sus conquistas contra cualquier retroceso, tanto político como ideológico, en la lucha por su emancipación.
¡Que ninguna discriminación divida a nuestra clase!
La “Ley Trans” ha concitado un debate creciente, alentado por los grandes medios de comunicación, que se ha visto enormemente tergiversado. La ley capitaneada por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero se ha visto beneficiada de esta confusión, que ha tendido a presentarla como un avance en derechos sociales en pos de una supuesta diversidad. Nada más lejos de la realidad. La “Ley Trans” significa un serio riesgo para la lucha de la mujer, y también de las personas homosexuales.
La clave de la ley es la denominada “autodeterminación de género”. El borrador de Ley recoge lo siguiente: “el ejercicio del derecho a la rectificación registral de la mención relativa al sexo en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico relativo a la disconformidad con el sexo mencionado en la inscripción de nacimiento, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole”. Es decir, se aprueba la posibilidad de la autoasignación del sexo de cada cual a efectos legales.
La realidad objetiva no se debe confundir con la autopercepción subjetiva. El sexo biológico es un hecho objetivo. Y con la sustitución del «sexo» por el «género» se perpetúan los roles de género. Las sociedades presentes y pasadas han ido asentando, de forma milenaria, toda una serie de consideraciones, comportamientos, roles y divisiones del trabajo que supuestamente estarían vinculadas con el sexo para definir lo que sería una “buena mujer” y un “buen hombre”. Esta construcción social ha tenido, y sigue teniendo, un carácter opresivo, sobre todo para la mujer y por encima de todo para la mujer obrera. También han sufrido penurias y discriminaciones a lo largo de la historia todos aquellos hombres y mujeres que no se han adaptado a los roles que socialmente se les había asignado, y por encima de todos ellos los homosexuales.
Confundir el sexo con el género, para acabar dictaminando la autodeterminación del sexo, viene a negar la base material de la opresión que sufren las mujeres trabajadoras. Si esta opresión ya no es debida a las consecuencias destructivas del sistema, sino que es simplemente una elección individual, el capitalismo queda exonerado de cualquier responsabilidad.
El individualismo avanza a pasos agigantados. Se busca la negación de los conceptos de hombre y mujer y la consecuencia puede ser arrasar con todas las políticas de protección a las mujeres y dificultar aún más las luchas de la mujer trabajadora.
De manera especialmente grave, se promueve de facto una negación de la violencia y la discriminación estructural que sufren las mujeres dentro del sistema capitalista. De la misma manera, la “Ley Trans” supone en la práctica una negación de las diferentes orientaciones sexuales, que deriva en que la homosexualidad, al estar todo determinado por el género, deje en cierta forma de tenerse en consideración o incluso de existir.
Otro aspecto de especial y sensible importancia es el que tiene que ver con los riesgos que supone para los menores en su desarrollo psicoafectivo, ya que a partir de los 14 años podrán “libremente” cambiar legalmente de sexo sin ningún informe clínico, por lo tanto sin asesoramiento profesional para un proceso que puede derivar en un cambio físico irreversible.
La “Ley Trans” no tiene en consideración la realidad material de las denominadas «personas trans”, sin hacer ni una sola mención ni recoger avance alguno en cuanto a las específicas dificultades que tienen lugar entre estas personas por pertenencia a una clase social u otra.
La “Ley Trans” que el gobierno de coalición PSOE-UP tiene previsto tramitar abre también el campo al desarrollo y afianzamiento de nuevos marcos de sumisión y nichos de mercado, mediante la mercantilización de la explotación sexual y reproductiva. Por ello la burguesía y sus gobiernos necesitan cambiar las consideraciones jurídicas de conceptos como el de “mujer” y el de “madre”. Se abre así una ofensiva a nivel internacional contra las mujeres trabajadoras, que serán quienes tengan que vender su cuerpo en los nuevos mercados de la explotación sexual y reproductiva.
El rechazo al anteproyecto de Ley de ninguna manera está reñido con la lucha contra cualquier discriminación que sufra la clase obrera por cuestión de sexo u orientación sexual. Más al contrario, es la “Ley Trans” la que viene a borrar las luchas de las mujeres y de las personas homosexuales a lo largo del último siglo.
Es preciso organizar un movimiento de mujeres que se sitúe en primera línea de la lucha de clases, defendiendo sus conquistas contra cualquier retroceso, tanto político como ideológico, en la lucha por su emancipación.
¡Que ninguna discriminación divida a nuestra clase!
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