Fotograma de '¡Dolores guapa!' // |
‘¡Dolores guapa!’, una reivindicación del “mariquita capillita” en la Semana Santa sevillana
Hablamos con Jesús Pascual, director del largometraje galardonado con el premio a Mejor Película de la Sección Panorama Andaluz en el Festival de Sevilla, sobre el papel del colectivo LGTBIQ+ en esta fiesta tradicional.
Laura Cuesta | Público, 2024-03-25
https://www.publico.es/uwu/cultura/dolores-guapa-una-reivindicacion-del-mariquita-capillita-en-la-semana-santa-sevillana/
Ser sevillano va de la mano con la tradición católica de la ciudad, también para el colectivo LGBTIQ+. Uno de los momentos que mejor refleja esta conexión entre estos dos mundos aparentemente opuestos tuvo lugar en 2019, cuando se viralizó un vídeo en el que unos jóvenes vitoreaban a la Virgen de los Dolores durante una procesión de la Semana Santa de Sevilla. “¡Dolores, guapa! ¡Qué bonita eres! ¡Eres la reina del Martes Santo! ¡Eres preciosa! ¡El barrio entero pa’ ti!”, gritaba uno de ellos. El vídeo también le llegó a Jesús Pascual, director nacido en Alcalá de Guadaíra que en aquel momento estaba terminando la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla.
Aquellas imágenes recorrieron los móviles de miles de personas dentro y fuera de Andalucía, y Pascual se percató entonces de la cantidad de comentarios despectivos que los jóvenes estaban recibiendo. En aquel momento, se planteó estudiar cómo las imágenes y tradiciones de base religiosa atraviesan las vidas de las personas que habitan Sevilla y cómo, entre todas ellas, la figura del ‘mariquita capillita’ era imprescindible para comprender el funcionamiento de una fiesta como la Semana Santa.
Sus investigaciones resultaron en ‘¡Dolores guapa!’, documental en el que el director andaluz mira a esta tradición religiosa desde una perspectiva siempre relegada a los márgenes. Más que una carta de amor a la Semana Santa sevillana, la película es una oda a la ciudad de Sevilla y parte de su identidad. El largometraje fue galardonado con el premio a Mejor Película de la Sección Panorama Andaluz en el Festival de Sevilla. En esta entrevista, hablamos con el director.
P. ¡Dolores guapa! tiene su origen en 2019, cuando se viralizó el vídeo de unos jóvenes lanzando piropos a la Virgen de los Dolores ¿Cómo te llegó y qué se te pasó por la cabeza entonces?
El vídeo me llegó como a todo el mundo. Se hizo viral en redes sociales, hasta se hicieron stickers de Whatsapp. Había muchos comentarios que criticaban la Semana Santa y cómo la gente del colectivo participa en esta fiesta, haciendo referencia a las contradicciones que esto supone. A mí lo que me llamó la atención fue, precisamente, que llamara tanto la atención lo que se muestra. Las reacciones que se ven en el vídeo son bastante habituales en la Semana Santa de Sevilla y la Semana Santa de Andalucía. No son una cosa nueva, sino que es algo que lleva años ocurriendo.
P. El documental reivindica la figura del “mariquita capillita”. ¿Cómo te acercaste a la cultura LGBTIQ+ dentro de la Semana Santa a la hora de hacer la película?
Preguntando mucho. Hicimos un llamamiento en redes sociales para buscar perfiles. Pero también hay varios nombres que se conocen en Sevilla, que son personas que tienen cierta influencia en el mundo cofrade y que viven su sexualidad de manera abierta. Nos acercamos a ellos, les planteamos el proyecto y tuvimos la suerte de que confiaron en nosotros y nos fueron redirigiendo a otras personas que también podía ser interesante que conociéramos. Fue un trabajo de hablar mucho y ordenar los testimonios. También de leer mucha documentación, como teorizaciones sobre la Semana Santa de Sevilla que se habían hecho a lo largo de la historia desde un punto de vista no ortodoxo. Es decir, textos que no tuvieran tanto que ver con la doctrina católica, sino con la fiesta y la parte cultural de la fiesta.
P. A priori uno podría pensar que los protagonistas no iban a ser muy activistas y, sin embargo, la mayoría de personas que aparecen tienen un gran compromiso con las reivindicaciones del colectivo. ¿Os sorprendió?
Muchísimo. En el documental aparecen personas ateas que están lejos de la Iglesia y del mundo de las hermandades, pero que tienen una afinidad con la fiesta por el componente cultural. Sabíamos que ellas podían tener un discurso crítico. Lo que nos sorprendió fue que la gente que sí era religiosa y estaba dentro de las hermandades era la que tenía el discurso más elaborado. Tenemos que pensar que para ellos la Semana Santa es su vida y se han enfrentado muchas veces a detractores que han cuestionado su participación en esta fiesta siendo del colectivo LGTBIQ+. Cuando quedamos con ellas superaron con creces nuestras expectativas. No solo tenían un discurso muy elaborado, sino también la legitimidad de ser críticos. La cofradía es su cultura y su vida, por eso saben criticar con fundamento.
P. Fuera de Andalucía, incluso dentro de la propia Comunidad Autónoma, está extendida la idea de que la Semana Santa es una fiesta que defiende valores tradicionales y que está muy relacionada con los valores de la Iglesia. Luego en el documental hay personas que se atreven con toda naturalidad a hablar de las vírgenes en Sevilla como divas gays. ¿Dónde queda la religión en todo esto?
Cuando hablamos de religión, hay que hacer una diferenciación. Por un lado, nos referimos a la doctrina católica y a cómo la Iglesia está involucrada en la cultura cofrade. Pero, para mí, la religión también tiene otro significado. Después de hacer el documental he llegado a la conclusión de que incluso la gente que no es creyente y que no está dentro de la Iglesia, puede disfrutar de la Semana Santa. Ahí hay un componente religioso, entendiendo la religión como una cosa mucho más amplia, que te conecta con lo trascendente. ¿Cuánta gente que es atea se emociona viendo pasar a la Virgen de Macarena? Yo el primero. Hay algo ahí que también conecta con tu pasado, tu infancia, tu familia, tu barrio y tu ciudad. La Semana Santa de Sevilla tiene un gran potencial en el sentido de pertenencia a la ciudad. Para mí, eso es una forma de religión que no tiene nada que ver con creer en un Dios, en una doctrina, ni en una Iglesia.
Eso no quita que sea una fiesta que reivindica los valores tradicionales, pero es también una fiesta popular. Por eso en ella hay mucho espacio para la resistencia. A principios del siglo XX, Chaves Nogales decía que la Semana Santa siempre se ha construido a espaldas de las autoridades eclesiásticas y que el cofrade era como un ente que conspira contra la autoridad. Me parece algo para reivindicar.
P. Pareciera que el colectivo ha hecho su propia evolución dentro de la Semana Santa y esta tradición. “Yo a mi virgen le pedía no ser gay y ahora le pido que me vaya bien con mi novio”, comenta uno de los protagonistas de la película.
Aunque las personas queer han tenido una participación muy fuerte dentro de la Semana Santa sevillana y andaluza, no son ajenas al contexto mundial. Ha habido grandes avances en cuestiones de igualdad de género y sexualidad y las personas del colectivo que están dentro de las hermandades también lo han vivido. Las grandes diferencias que hay con respecto a hace un siglo es que todos estos temas se pueden hablar y reivindicar. Hay una conciencia política y un mayor acceso a la información, lo que las ha llevado a tomar consciencia de su posición en las hermandades. Ya no piden por favor, sino que exigen una legitimidad sobre su espacio en estas tradiciones.
P. El documental también aborda cómo históricamente el “mariquita capillita” ha tenido reservados ciertos espacios dentro de las hermandades, como los vestidores donde visten a las vírgenes. ¿Por qué ocurre esto?
Nosotros investigamos mucho la figura del ‘mariquita andaluz’, que es algo que se está estudiando desde la antropología desde hace poco. Durante el siglo XX, esta figura funcionaba como una especie de tercer género, aunque no me guste mucho esta expresión. En las comunidades andaluzas, teníamos hombres, mujeres y mariquitas. Estos tenían funciones reservadas para ellos, no solo dentro de la Semana Santa, sino en la vida social. A ellos se les presuponía la destreza física que se les atribuye a los hombres, pero al mismo tiempo, también un gusto por el detalle, el mimo y el refinamiento. Esta lectura hizo que tuvieran oficios reservados. En el caso de la Semana Santa, uno de esos ejemplos son los vestidores de imágenes.
P. ¿Por qué la Semana Santa? ¿Qué crees que ha impulsado tradicionalmente a los gays sevillanos a integrarse en las cofradías?
Es una pregunta que nos hacemos todo el rato. ¿Qué hay ahí? ¿Qué es lo que brilla para que las comunidades disidentes se hayan acercado a lo largo de los siglos a esta fiesta? Es muy complejo de explicar porque no hay un único motivo. La primera media hora del documental intenta explicar cómo la Semana Santa se integra en la vida de las personas de la ciudad. De todas, no solo de las del colectivo LGTBIQ+, y lo hace de una manera sutil. Esto está ahí desde edades muy tempranas. Siempre me sorprende cómo hay muchísimos niños que saben moverse por el centro de Sevilla, el nombre de sus calles, incluso datos culturales sobre el patrimonio y autores del barroco. ¿En qué ciudad del mundo hay niños que estén tan conectados con el patrimonio cultural, aunque este sea limitado y concreto?
La cultura cofrade te atraviesa y está a veces mucho antes de que tomes consciencia de tu expresión de género y tu orientación sexual. Cuando cumples cierta edad y llegas a ciertas conclusiones sobre tu identidad, la Semana Santa ya estaba ahí. Más allá del colectivo, a mí me interesa qué hay en esta fiesta para que tantísima gente se acerque a ella y se establezca ese sentimiento de pertenencia.
Aquellas imágenes recorrieron los móviles de miles de personas dentro y fuera de Andalucía, y Pascual se percató entonces de la cantidad de comentarios despectivos que los jóvenes estaban recibiendo. En aquel momento, se planteó estudiar cómo las imágenes y tradiciones de base religiosa atraviesan las vidas de las personas que habitan Sevilla y cómo, entre todas ellas, la figura del ‘mariquita capillita’ era imprescindible para comprender el funcionamiento de una fiesta como la Semana Santa.
Sus investigaciones resultaron en ‘¡Dolores guapa!’, documental en el que el director andaluz mira a esta tradición religiosa desde una perspectiva siempre relegada a los márgenes. Más que una carta de amor a la Semana Santa sevillana, la película es una oda a la ciudad de Sevilla y parte de su identidad. El largometraje fue galardonado con el premio a Mejor Película de la Sección Panorama Andaluz en el Festival de Sevilla. En esta entrevista, hablamos con el director.
P. ¡Dolores guapa! tiene su origen en 2019, cuando se viralizó el vídeo de unos jóvenes lanzando piropos a la Virgen de los Dolores ¿Cómo te llegó y qué se te pasó por la cabeza entonces?
El vídeo me llegó como a todo el mundo. Se hizo viral en redes sociales, hasta se hicieron stickers de Whatsapp. Había muchos comentarios que criticaban la Semana Santa y cómo la gente del colectivo participa en esta fiesta, haciendo referencia a las contradicciones que esto supone. A mí lo que me llamó la atención fue, precisamente, que llamara tanto la atención lo que se muestra. Las reacciones que se ven en el vídeo son bastante habituales en la Semana Santa de Sevilla y la Semana Santa de Andalucía. No son una cosa nueva, sino que es algo que lleva años ocurriendo.
P. El documental reivindica la figura del “mariquita capillita”. ¿Cómo te acercaste a la cultura LGBTIQ+ dentro de la Semana Santa a la hora de hacer la película?
Preguntando mucho. Hicimos un llamamiento en redes sociales para buscar perfiles. Pero también hay varios nombres que se conocen en Sevilla, que son personas que tienen cierta influencia en el mundo cofrade y que viven su sexualidad de manera abierta. Nos acercamos a ellos, les planteamos el proyecto y tuvimos la suerte de que confiaron en nosotros y nos fueron redirigiendo a otras personas que también podía ser interesante que conociéramos. Fue un trabajo de hablar mucho y ordenar los testimonios. También de leer mucha documentación, como teorizaciones sobre la Semana Santa de Sevilla que se habían hecho a lo largo de la historia desde un punto de vista no ortodoxo. Es decir, textos que no tuvieran tanto que ver con la doctrina católica, sino con la fiesta y la parte cultural de la fiesta.
P. A priori uno podría pensar que los protagonistas no iban a ser muy activistas y, sin embargo, la mayoría de personas que aparecen tienen un gran compromiso con las reivindicaciones del colectivo. ¿Os sorprendió?
Muchísimo. En el documental aparecen personas ateas que están lejos de la Iglesia y del mundo de las hermandades, pero que tienen una afinidad con la fiesta por el componente cultural. Sabíamos que ellas podían tener un discurso crítico. Lo que nos sorprendió fue que la gente que sí era religiosa y estaba dentro de las hermandades era la que tenía el discurso más elaborado. Tenemos que pensar que para ellos la Semana Santa es su vida y se han enfrentado muchas veces a detractores que han cuestionado su participación en esta fiesta siendo del colectivo LGTBIQ+. Cuando quedamos con ellas superaron con creces nuestras expectativas. No solo tenían un discurso muy elaborado, sino también la legitimidad de ser críticos. La cofradía es su cultura y su vida, por eso saben criticar con fundamento.
P. Fuera de Andalucía, incluso dentro de la propia Comunidad Autónoma, está extendida la idea de que la Semana Santa es una fiesta que defiende valores tradicionales y que está muy relacionada con los valores de la Iglesia. Luego en el documental hay personas que se atreven con toda naturalidad a hablar de las vírgenes en Sevilla como divas gays. ¿Dónde queda la religión en todo esto?
Cuando hablamos de religión, hay que hacer una diferenciación. Por un lado, nos referimos a la doctrina católica y a cómo la Iglesia está involucrada en la cultura cofrade. Pero, para mí, la religión también tiene otro significado. Después de hacer el documental he llegado a la conclusión de que incluso la gente que no es creyente y que no está dentro de la Iglesia, puede disfrutar de la Semana Santa. Ahí hay un componente religioso, entendiendo la religión como una cosa mucho más amplia, que te conecta con lo trascendente. ¿Cuánta gente que es atea se emociona viendo pasar a la Virgen de Macarena? Yo el primero. Hay algo ahí que también conecta con tu pasado, tu infancia, tu familia, tu barrio y tu ciudad. La Semana Santa de Sevilla tiene un gran potencial en el sentido de pertenencia a la ciudad. Para mí, eso es una forma de religión que no tiene nada que ver con creer en un Dios, en una doctrina, ni en una Iglesia.
Eso no quita que sea una fiesta que reivindica los valores tradicionales, pero es también una fiesta popular. Por eso en ella hay mucho espacio para la resistencia. A principios del siglo XX, Chaves Nogales decía que la Semana Santa siempre se ha construido a espaldas de las autoridades eclesiásticas y que el cofrade era como un ente que conspira contra la autoridad. Me parece algo para reivindicar.
P. Pareciera que el colectivo ha hecho su propia evolución dentro de la Semana Santa y esta tradición. “Yo a mi virgen le pedía no ser gay y ahora le pido que me vaya bien con mi novio”, comenta uno de los protagonistas de la película.
Aunque las personas queer han tenido una participación muy fuerte dentro de la Semana Santa sevillana y andaluza, no son ajenas al contexto mundial. Ha habido grandes avances en cuestiones de igualdad de género y sexualidad y las personas del colectivo que están dentro de las hermandades también lo han vivido. Las grandes diferencias que hay con respecto a hace un siglo es que todos estos temas se pueden hablar y reivindicar. Hay una conciencia política y un mayor acceso a la información, lo que las ha llevado a tomar consciencia de su posición en las hermandades. Ya no piden por favor, sino que exigen una legitimidad sobre su espacio en estas tradiciones.
P. El documental también aborda cómo históricamente el “mariquita capillita” ha tenido reservados ciertos espacios dentro de las hermandades, como los vestidores donde visten a las vírgenes. ¿Por qué ocurre esto?
Nosotros investigamos mucho la figura del ‘mariquita andaluz’, que es algo que se está estudiando desde la antropología desde hace poco. Durante el siglo XX, esta figura funcionaba como una especie de tercer género, aunque no me guste mucho esta expresión. En las comunidades andaluzas, teníamos hombres, mujeres y mariquitas. Estos tenían funciones reservadas para ellos, no solo dentro de la Semana Santa, sino en la vida social. A ellos se les presuponía la destreza física que se les atribuye a los hombres, pero al mismo tiempo, también un gusto por el detalle, el mimo y el refinamiento. Esta lectura hizo que tuvieran oficios reservados. En el caso de la Semana Santa, uno de esos ejemplos son los vestidores de imágenes.
P. ¿Por qué la Semana Santa? ¿Qué crees que ha impulsado tradicionalmente a los gays sevillanos a integrarse en las cofradías?
Es una pregunta que nos hacemos todo el rato. ¿Qué hay ahí? ¿Qué es lo que brilla para que las comunidades disidentes se hayan acercado a lo largo de los siglos a esta fiesta? Es muy complejo de explicar porque no hay un único motivo. La primera media hora del documental intenta explicar cómo la Semana Santa se integra en la vida de las personas de la ciudad. De todas, no solo de las del colectivo LGTBIQ+, y lo hace de una manera sutil. Esto está ahí desde edades muy tempranas. Siempre me sorprende cómo hay muchísimos niños que saben moverse por el centro de Sevilla, el nombre de sus calles, incluso datos culturales sobre el patrimonio y autores del barroco. ¿En qué ciudad del mundo hay niños que estén tan conectados con el patrimonio cultural, aunque este sea limitado y concreto?
La cultura cofrade te atraviesa y está a veces mucho antes de que tomes consciencia de tu expresión de género y tu orientación sexual. Cuando cumples cierta edad y llegas a ciertas conclusiones sobre tu identidad, la Semana Santa ya estaba ahí. Más allá del colectivo, a mí me interesa qué hay en esta fiesta para que tantísima gente se acerque a ella y se establezca ese sentimiento de pertenencia.
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Comentario de Raúl Solís / Facebook, 2024-03-25
Comentario de Raúl Solís / Facebook, 2024-03-25
A mí no es que me guste la Semana Santa, es que me encanta. Pero, aunque no me gustara, nunca me alegría de la tristeza del pueblo. Hay una psicopatía muy común de entender que el laicismo es oponerse a la Semana Santa. El laicismo es oponerse a que la Iglesia tenga poder civil, pero la Semana Santa en Andalucía es justamente el poder del pueblo apropiándose de una manifestación que fue pensada en el siglo XVI por la Iglesia de Roma para teatralizar los dogmas y adoctrinar a un pueblo que era analfabeto y aprendía viendo imágenes. Lejos de hacerse dogmática, el pueblo andaluz le robó la Semana Santa a la Iglesia y la convirtió en una fiesta de la heterodoxia, en una celebración de la vida en medio de la muerte y las ciudades se llenaron de cofradías gremiales de grupos oprimidos como los gitanos, los negros y artesanos. Digo esto porque he puesto una foto de un Cristo con paraguas y hay quienes entienden que me alegro de la lluvia o quienes creen todo lo contrario. Besos, abrazos, aplausos y viva la inteligencia colectiva del pueblo andaluz.
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