El País / Imagen de archivo de la Universidad Autónoma de Barcelona // |
‘Violencia obrera’... contra la transfobia
Nuestros responsables universitarios miran a otro lado para evitar enfrentamientos con alumnos y prefieren asumir que no se pueda impartir clase antes que contrariar a una docena de niñatos
Carmen Domingo | El País, 2024-03-11
https://elpais.com/espana/catalunya/2024-03-11/violencia-obrera-contra-la-transfobia.html
Hace dos años escribí 'Ni vencerán ni convencerán', defendiendo la libertad de cátedra. Lo hacía a propósito de Juana Gallego, una profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, que supo que sus alumnas no asistirían a su Máster de Género por su posicionamiento político -sí, su posición política, sí, alumnas universitarias que no toleran discrepancia ideológica-.
Hoy, a vueltas con la Autónoma, me encuentro con otro caso no menos sorprendente. Hace unos días, un colectivo denominado Organización Juvenil Socialista (OJS) colgó un vídeo en el que una joven, rodeada de una docena de encapuchados, se dirigía a la universidad exigiendo: “Que se garanticen los derechos políticos de los estudiantes; la expulsión inmediata de la profesora de antropología de la educación y sus compañeras de departamento abiertamente tránsfobas y el control socialista sobre el contenido que se imparten”.
No voy a entrar, en el analfabetismo político, ni en la desfachatez de exigir que despidan a una profesora, ni en la libertad de cátedra, ni en la verdad científica, ni en la falta de memoria histórica, ni siquiera en la cobardía de taparse cara, insinuando que temían represalias.
Os pongo en antecedentes. Este grupúsculo de veinteañeros descontentos con la profesora, al comienzo del segundo trimestre, publica un mensaje en las redes sociales “contra los discursos abiertamente tránsfobos del profesorado del grado de antropología”. Ese mismo día aparecen pintadas contra ella en varios lugares de la facultad y en el pasillo del Departamento de Antropología. Al día siguiente, en clase, fotocopias con tuits suyos señalándola y amenazas: “Os estamos vigilando”.
Lo dicho, veinte años, cosas de críos, falta de lecturas, dejarse llevar por las modas... porque, la profesora señalada -Silvia Carrasco, profesora desde hace 30 años- impartía en su clase Antropología de la educación... ¿No os suena familiar? ¿No hay un leve tufillo nacionalsocialista? ¿franquista? No lo invento, he visto fotos.
Como es lógico, el departamento de Antropología envía un comunicado a alumnos y profesorado señalando que no son tolerables estas actitudes en un marco universitario. ¿Qué locura, no? Pedir en el siglo XXI que se respete la libertad de cátedra y la opinión personal del profesorado. Días después publican en redes el vídeo del que he hablado al inicio. La profesora, siguiendo los consejos de nuestra Ministra de igualdad que anima a las mujeres a denunciar, pone una denuncia en los Mossos.
Al final, este 5 de marzo, Silvia Carrasco no ha podido dar clase. Un grupo de gente estaba en el aula con pancartas, gritando consignas que muestran su talla intelectual: ‘violencia obrera’ contra la transfobia. No sé qué opinarán los obreros que estuviesen en la facultad arreglando un grifo o una gotera de ser los sujetos protagonistas del eslogan... La decana llama a la profesora y le informa que anula la clase.
Yo sé lo que opina Silvia Carrasco, lo sé porque la leo y la sigo, pero no es relevante, lo que no sé, y es verdaderamente relevante, es cómo hemos llegado a esto en nuestras universidades. Cómo nuestros responsables universitarios han mirado a otro lado durante años para evitar enfrentamientos con alumnos y han preferido asumir que no se pueda impartir clase antes que contrariar a una docena de niñatos. Y así, autorizando por omisión o por temor a la censura 'woke', suceden estas cosas en nuestras aulas. Consecuencia: la OJS se cree con poder para exigir despidos.
Quién nos iba a decir que la lucha obrera consistía en bloquear la entrada a las profesoras a las aulas.
Hoy, a vueltas con la Autónoma, me encuentro con otro caso no menos sorprendente. Hace unos días, un colectivo denominado Organización Juvenil Socialista (OJS) colgó un vídeo en el que una joven, rodeada de una docena de encapuchados, se dirigía a la universidad exigiendo: “Que se garanticen los derechos políticos de los estudiantes; la expulsión inmediata de la profesora de antropología de la educación y sus compañeras de departamento abiertamente tránsfobas y el control socialista sobre el contenido que se imparten”.
No voy a entrar, en el analfabetismo político, ni en la desfachatez de exigir que despidan a una profesora, ni en la libertad de cátedra, ni en la verdad científica, ni en la falta de memoria histórica, ni siquiera en la cobardía de taparse cara, insinuando que temían represalias.
Os pongo en antecedentes. Este grupúsculo de veinteañeros descontentos con la profesora, al comienzo del segundo trimestre, publica un mensaje en las redes sociales “contra los discursos abiertamente tránsfobos del profesorado del grado de antropología”. Ese mismo día aparecen pintadas contra ella en varios lugares de la facultad y en el pasillo del Departamento de Antropología. Al día siguiente, en clase, fotocopias con tuits suyos señalándola y amenazas: “Os estamos vigilando”.
Lo dicho, veinte años, cosas de críos, falta de lecturas, dejarse llevar por las modas... porque, la profesora señalada -Silvia Carrasco, profesora desde hace 30 años- impartía en su clase Antropología de la educación... ¿No os suena familiar? ¿No hay un leve tufillo nacionalsocialista? ¿franquista? No lo invento, he visto fotos.
Como es lógico, el departamento de Antropología envía un comunicado a alumnos y profesorado señalando que no son tolerables estas actitudes en un marco universitario. ¿Qué locura, no? Pedir en el siglo XXI que se respete la libertad de cátedra y la opinión personal del profesorado. Días después publican en redes el vídeo del que he hablado al inicio. La profesora, siguiendo los consejos de nuestra Ministra de igualdad que anima a las mujeres a denunciar, pone una denuncia en los Mossos.
Al final, este 5 de marzo, Silvia Carrasco no ha podido dar clase. Un grupo de gente estaba en el aula con pancartas, gritando consignas que muestran su talla intelectual: ‘violencia obrera’ contra la transfobia. No sé qué opinarán los obreros que estuviesen en la facultad arreglando un grifo o una gotera de ser los sujetos protagonistas del eslogan... La decana llama a la profesora y le informa que anula la clase.
Yo sé lo que opina Silvia Carrasco, lo sé porque la leo y la sigo, pero no es relevante, lo que no sé, y es verdaderamente relevante, es cómo hemos llegado a esto en nuestras universidades. Cómo nuestros responsables universitarios han mirado a otro lado durante años para evitar enfrentamientos con alumnos y han preferido asumir que no se pueda impartir clase antes que contrariar a una docena de niñatos. Y así, autorizando por omisión o por temor a la censura 'woke', suceden estas cosas en nuestras aulas. Consecuencia: la OJS se cree con poder para exigir despidos.
Quién nos iba a decir que la lucha obrera consistía en bloquear la entrada a las profesoras a las aulas.
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