sábado, 6 de junio de 2015

#hemeroteca #cine | A escondidas

Imagen: Google Imágenes
A escondidas
Eduardo Nabal | Zoozobra, 2015-06-06
http://zoozobra.com/a-escondidas/

“A escondidas” del joven cineasta vasco es una película más que interesante. Es una buena película, que sin grandes aspavientos logra un intenso retrato humano y social, amargo y conmovedor. Rueda no solo consigue hacer creíble la atracción de los dos protagonistas masculinos jóvenes, uno marroquí y el otro bilbaíno perdidos en una tierra escasa de oportunidades reales sino que consigue un retrato urbano y social bastante contundente, a ratos desesperanzado, que nos puede recordar vagamente el cine de Pasolini, Eloy de la Iglesia, Antonio Hens, etc. El problema es que “A escondidas” muestra cierta incapacidad, me da que no solo característica del cine vasco, para plasmar el homoerotismo en imágenes, para ir más allá de las medias tintas en los guiones, aunque el realizador sepa dotar de vida a sus imágenes y de humanidad a sus personajes y sus encuentros y desencuentros. Las trilladas declaraciones de los dos actores jóvenes sobre lo que mas les costó es la escena del beso en un filme donde hay amenazas, represión policial, racismo, marginalidad y homofobia decepciona al público, entre otras cosas porque no hay un solo beso en condiciones, o yo no lo he visto. ¿Dijo alguna vez Rock Hudson lo que le costó besar a Doris Day? Con todo, la apuesta no debe pasar desapercibida. Rueda, a pesar de este deje ya clásico en nuestro país, sabe filmar el deseo, las ofensas materiales y simbólicas y los mecanismos de exclusión clasista racista y sexista que se acentúan mucho más en las clases mas desfavorecidas o en las personas que vienen o van de otras culturas en busca de oportunidades que no siempre se materializan, igual que no se materializa “ese loco amor” que intenta filmar Rueda.

El filme desde el comienzo atrapa al espectador, y aunque finalmente cae en cierta retórica social característica del cine en el estado español, estamos ante una gran historia de amor intercultural en un entorno degradado y hostil. Sus imágenes tienen una gran capacidad de sugerencia, aunque algunos secundarios sean un poco unidimensionales. Una historia de amor sin sexo, lo cual es muy respetable sino resultara, como en esta ocasión, una clara concesión a no sé quién. Rueda sabe capturar las atmósferas donde se mueven sus protagonistas, sus ilusiones, la represión selectiva sobre los sin papeles, el machismo y la homofobia de las cuadrillas a esa edad, pero si la ausencia de sexo en “80 egunean” tenía un sentido en una obra delicada y poética sobre el amor en la vejez, en “A escondidas” parece que hay más miedo en mostrar el homoerotismo juvenil que en denunciar el racismo, la desestructuración de un sector de la población o las formas de racismo institucionalizadas.

Gracias a un elaborado guión y una cuidada puesta en escena, con imágenes nada desdeñables, “A escondidas” se convierte en un trabajo a tener en cuenta, pero como se dijo a propósito de la muy inferior “Ander” hay algo antiguo en ella, una resistencia ya casi tópica en “nuestro cine” a traspasar en sus fronteras una extraña pulcritud que la convierten en una muy apreciable rareza. Afortunadamente “A escondidas”, a pesar de sus imperfecciones, y al contrario que, por ejemplo, “15 años y un día” de Gracia Querejeta -y otros títulos pretendidamente progresista del cine patrio- se introduce en los sentimientos de sus personajes, hay elementos palpables, sin concesiones, aunque sin dejar de caer, eso sí, en cierto esquematismo. “La partida” de Antonio Hens, rodada en Cuba y llena de sexo, denuncia y sudor, no ha sido ni siquiera acogida por los festivales por nuestros lares. Ninguneada y condenada a circuitos reducidos de distribución. “A escondidas” ha tenido un poco de mejor suerte, pero al no entrar en terrenos de expresión emocional más que en un plano casto y temeroso deja no solo una sensación de tristeza sino también de frustración, a pesar de la valentía inicial de su propuesta y el esfuerzo con el que conduce a sus protagonistas por los escenarios de una huida sin fin. El llamado “tercer mundo” habita también en las calles de Europa, y la expresión de las sexualidades no normativas se sigue encontrando con actitudes arrogantes o violentas. La falta de contacto físico puede parecer una observación frívola o superflua pero al ver cómo plasma la alienación social y los mecanismos de seducción se echa de menos ese beso que tanto les costó darse a los dos actores protagonistas.

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