Imagen: La Vanguardia / Batalla de Naseby, crucial en la Guerra Civil inglesa |
Algunas habían decidido pelear por la causa, fuera la parlamentaria o la del rey Carlos I, pero otras simplemente querían seguir al lado de sus maridos.
David Ruiz Marull | La Vanguardia, 2018-04-17
http://www.lavanguardia.com/cultura/20180417/442645954954/mujeres-travistieron-hombres-soldados-guerra-civil-inglesa.html
Mujeres que vestían como hombres para luchar en la Guerra Civil inglesa (1642-1651). Y no una, ni dos. Muchas y repartidas en ambos bandos, entre las tropas del rey Carlos I y las del Parlamento. Algunas parecen estar motivadas por el deseo de luchar por la causa junto con al resto de soldados, mientras que otras no querían separarse de sus maridos y vestían ropa de hombre para viajar de incógnito.
Así lo revela un estudio del profesor del profesor de historia moderna Mark Stoyle, de la Universidad de Southampton, publicado en la revista The Journal of the Historical Association. “Los historiadores a menudo afirman que era común que las mujeres se travistieran durante la guerra, pero de hecho sabemos muy poco sobre este tema. Ahora he desenterrado algunas pruebas contundentes que nos permiten explorar la práctica y lo que la gente pensaba sobre ella en ese momento“, señala el investigador.
Durante su análisis, Stoyle analizó cientos de manuscritos originales y trabajos impresos pero solo pudo revelar un puñado de casos fascinantes. Las tropas masculinas de Carlos I, por ejemplo, estuvieron acompañadas por un grupo de seguidoras femeninas formadas por esposas, parejas no casadas (ásperamente llamadas “putas”) y prostitutas, algunas de las cuales se disfrazaron de hombres para ser atractivas sexualmente.
“El caso más antiguo se menciona en una carta anónima escrita en el campamento de Carlos I en julio de 1642. Más tarde fue publicada en un folleto de noticias de los realistas. El texto describe a una mujer llamada Nan Ball que fue ‘atrapada vistiendo ropa de hombre, mientras esperaba a su amado teniente’ mientras el ejército del rey estaba cerca de York. Se lanzó una investigación de alto nivel, el teniente fue apartado del mando y se sugirió que la mujer fuera ‘avergonzada’ a través de latigazos o la picota (columna donde se exponía a los presos)”, explica el estudio.
Finalmente, Nan Ball no fue castigada físicamente y simplemente fue expulsada del campamento después de que una carta del joven hijo del rey, el futuro Carlos II, suplicara su indulto. Mark Stoyle señala que, en ese momento, la conducta del ejército realista “se regía por ’ordenanzas de guerra’ formales que establecían que las ‘mujeres sospechosas y comunes’ debían ser rechazadas y cualquier oficial de su compañía debía ser relevado de su puesto”.
Un año después, en 1643, se redactó un borrador de proclamación que establecía las normas de comportamiento requeridas para el ejército de Carlos I. Incluía un memorándum escrito a mano por el propio rey en el margen que decía “no dejes que ninguna mujer pretenda falsificar su sexualidad vistiendo ropas de hombres bajo amenaza del más severo castigo”.
La investigación señala que este aviso “sugiere que el rey creía que el travestismo femenino estaba bastante extendido en su ejército y mostraba su voluntad de adoptar una postura mucho más firme, particularmente en relación con las prostitutas. Curiosamente, cuando la proclamación finalmente se publicó no contenía ninguna referencia al travestismo“.
Otro ejemplo presentado en el estudio revela un encuentro entre el líder parlamentario Oliver Cromwell y la amante del monárquico capturado Lord Henry Percy, quien vestía ropas de hombre para ocultar su identidad. Cromwell pareció divertirse con este hecho, haciendo que la mujer cantara para poner a prueba sus sospechas de que el aspirante a hombre era una ‘damisela’.
“A pesar de la actitud de Cromwell, muchos miembros del bando parlamentario probablemente habrían considerado el descubrimiento como una prueba de la conducta inmoral y no militar de los realistas”, explica el profesor de la Universidad de Southampton.
El relato más detallado de travestismo femenino durante la Guerra Civil se encontró, sin embargo, en un panfleto de 1645 que detalla el caso de un joven soldado de infantería que pasó un año en la guarnición parlamentaria de Gloucester. Finalmente se descubrió que era una mujer cuando visitó a un sastre y le pidió que le hiciera una enagua (prenda de ropa interior femenina) y un chaleco para una supuesta hermana.
El sastre sospechó de que el joven soldado no era un hombre e informó a las autoridades militares, que descubrieron que esta “mujer-soldado” se había disfrazado originalmente para escapar de los realistas y que acabó sumándose a la lucha del bando parlamentario.
Así lo revela un estudio del profesor del profesor de historia moderna Mark Stoyle, de la Universidad de Southampton, publicado en la revista The Journal of the Historical Association. “Los historiadores a menudo afirman que era común que las mujeres se travistieran durante la guerra, pero de hecho sabemos muy poco sobre este tema. Ahora he desenterrado algunas pruebas contundentes que nos permiten explorar la práctica y lo que la gente pensaba sobre ella en ese momento“, señala el investigador.
Durante su análisis, Stoyle analizó cientos de manuscritos originales y trabajos impresos pero solo pudo revelar un puñado de casos fascinantes. Las tropas masculinas de Carlos I, por ejemplo, estuvieron acompañadas por un grupo de seguidoras femeninas formadas por esposas, parejas no casadas (ásperamente llamadas “putas”) y prostitutas, algunas de las cuales se disfrazaron de hombres para ser atractivas sexualmente.
“El caso más antiguo se menciona en una carta anónima escrita en el campamento de Carlos I en julio de 1642. Más tarde fue publicada en un folleto de noticias de los realistas. El texto describe a una mujer llamada Nan Ball que fue ‘atrapada vistiendo ropa de hombre, mientras esperaba a su amado teniente’ mientras el ejército del rey estaba cerca de York. Se lanzó una investigación de alto nivel, el teniente fue apartado del mando y se sugirió que la mujer fuera ‘avergonzada’ a través de latigazos o la picota (columna donde se exponía a los presos)”, explica el estudio.
Finalmente, Nan Ball no fue castigada físicamente y simplemente fue expulsada del campamento después de que una carta del joven hijo del rey, el futuro Carlos II, suplicara su indulto. Mark Stoyle señala que, en ese momento, la conducta del ejército realista “se regía por ’ordenanzas de guerra’ formales que establecían que las ‘mujeres sospechosas y comunes’ debían ser rechazadas y cualquier oficial de su compañía debía ser relevado de su puesto”.
Un año después, en 1643, se redactó un borrador de proclamación que establecía las normas de comportamiento requeridas para el ejército de Carlos I. Incluía un memorándum escrito a mano por el propio rey en el margen que decía “no dejes que ninguna mujer pretenda falsificar su sexualidad vistiendo ropas de hombres bajo amenaza del más severo castigo”.
La investigación señala que este aviso “sugiere que el rey creía que el travestismo femenino estaba bastante extendido en su ejército y mostraba su voluntad de adoptar una postura mucho más firme, particularmente en relación con las prostitutas. Curiosamente, cuando la proclamación finalmente se publicó no contenía ninguna referencia al travestismo“.
Otro ejemplo presentado en el estudio revela un encuentro entre el líder parlamentario Oliver Cromwell y la amante del monárquico capturado Lord Henry Percy, quien vestía ropas de hombre para ocultar su identidad. Cromwell pareció divertirse con este hecho, haciendo que la mujer cantara para poner a prueba sus sospechas de que el aspirante a hombre era una ‘damisela’.
“A pesar de la actitud de Cromwell, muchos miembros del bando parlamentario probablemente habrían considerado el descubrimiento como una prueba de la conducta inmoral y no militar de los realistas”, explica el profesor de la Universidad de Southampton.
El relato más detallado de travestismo femenino durante la Guerra Civil se encontró, sin embargo, en un panfleto de 1645 que detalla el caso de un joven soldado de infantería que pasó un año en la guarnición parlamentaria de Gloucester. Finalmente se descubrió que era una mujer cuando visitó a un sastre y le pidió que le hiciera una enagua (prenda de ropa interior femenina) y un chaleco para una supuesta hermana.
El sastre sospechó de que el joven soldado no era un hombre e informó a las autoridades militares, que descubrieron que esta “mujer-soldado” se había disfrazado originalmente para escapar de los realistas y que acabó sumándose a la lucha del bando parlamentario.
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