Imagen: El País / Omar Banana // |
Una nueva generación de actores abiertamente gais se abren paso en la industria mientras las anteriores se debaten entre mostrarse con libertad y el riesgo de perder trabajos. Seis actores, una actriz y un representante nos ayudan a comprender esta situación que no solo habla del miedo al rechazo, sino de una idea de la masculinidad que aún no hemos superado.
Javier P. Martín | Icon, El País, 2021-07-02
https://elpais.com/icon/cultura/2021-07-02/de-un-pacto-de-silencio-al-no-pienso-esconderme-seis-testimonios-sobre-ser-actor-y-homosexual-en-espana.html
Joshua Bassett es un actor y cantante estadounidense de 20 años conocido por participar en la serie ‘High School Musical’ de Disney+. Hace poco le preguntaron su opinión por la estrella del pop Harry Styles en una entrevista casual. “Es un tío muy elegante. Lo hace todo bien. Además, está bueno, ¿no?”, respondió despreocupado. Y añadió: “Supongo que este es el vídeo en el que salgo del armario”. La respuesta fue una avalancha de aplausos en las redes sociales: un actor joven hablando de su orientación sexual con normalidad, comodidad y sin dramatismo demostraba que la generación Z vive su sexualidad de una forma honesta.
En España está ocurriendo lo mismo. Eduardo Casanova, Anna Castillo y Omar Ayuso se muestran con naturalidad en las redes sociales, y hablan sin tapujos de su orientación sexual en los medios. En las últimas semanas se han estrenado dos series en cuyos repartos hay actores abiertamente homosexuales interpretando personajes homosexuales: Carlos González (24 años) en ‘Maricón perdido’ de TNT y Omar Banana (26 años) en ‘La reina del pueblo’ de ATRESplayer PREMIUM. Todos estos ejemplos podrían generar la percepción de que ya no quedan armarios en la industria española. Al oír esto, la reacción de Brays Efe, después de lanzar una risotada, es simplemente lo siguiente: “Cariño...”.
Según el protagonista de ‘Paquita Salas’, ser gay y tener pluma determina mucho qué tipo de roles le llegan. “A mí normalmente me ofrecen papeles con la sexualidad conflictuada, a veces gente religiosa o que no tiene mucho sexo, ‘freaks’...”. El miedo a ser encasillados y marginados por su sexualidad pesa sobre muchos actores, lo que explica en parte que Eduardo Casanova o Javier Ambrossi y Javier Calvo, que empezaron en la interpretación, se hayan acabado convirtiendo a la dirección. Omar Ayuso acaba de estrenar su primer cortometraje detrás de las cámaras al acabar su recorrido en ‘Élite’. Pero no todos pueden o quieren tomar ese camino. “Yo soy actor, interpretar es lo que me hace seguir vivo”, defiende Carlos González, que ha encarnado la versión joven de Bob Pop en ‘Maricón perdido’. Tiene miedo a que solo le ofrezcan un tipo de papel y pide que le dejen demostrar que, más allá de Carlos, puede ser “Juan, Fernando, Lola, Paula o un perro o una perra. Yo me dedico a esto porque quiero vivir otras vidas”.
“Hay muchos actores gais o bisexuales que están trabajando muchísimo y nunca lo dirán. Hay una especie de pacto de silencio”, nos cuenta un actor que prefiere no desvelar su identidad, precisamente porque no está públicamente fuera del armario. “Nos piden que seamos visibles, pero a día de hoy sigue habiendo consecuencias. ¿Cuántos actores son abiertamente homosexuales y tienen carreras en España, especialmente con papeles protagonistas?”.
La industria del audiovisual en España tiene un gran porcentaje de personas del colectivo LGTBIQ+, tanto delante como detrás de las cámaras, pero eso no quiere decir que no haya homofobia en ella. “El discurso oficial va tres pasos por delante de lo que yo percibo en la industria”, continúa este actor anónimo, explicando que no se trata de una discriminación abierta sino muy sutil. “Nadie te va a decir que tiene un problema con que seas gay, pero sé que los productores preguntan a los directores: ‘Oye, ¿pero este chico es gay?”. A veces, de la respuesta depende si una persona obtiene el trabajo o no.
Hay casos positivos como el de Raúl Tejón: a sus 46 años, lleva tiempo fuera del armario y muestra su homosexualidad con total franqueza en las redes. “Ser quien soy, con todo lo que conlleva, me está trayendo cosas muy bonitas a mi vida. Y evidentemente también en lo laboral”, explica. De hecho, la mayoría de los papeles que ha interpretado últimamente en ‘Vis a vis’, ‘El Continental’ y la serie de Netflix aún por estrenar ‘Alma’, son hombres heterosexuales. Pero la realidad es que a menudo los actores visiblemente gais se topan con muros de desconfianza y prejuicios por parte de los que toman las decisiones: los productores y directores de ‘casting’.
A Brays Efe le pasó hace poco en un proyecto: un director le ofreció un papel, él accedió, firmó una carta de compromiso y pasaron a tener conversaciones sobre el personaje. Cuando se acercaba el momento de empezar a rodar, recibió una llamada: el equipo de producción quería hacerle una prueba para comprobar que podía interpretarlo con la suficiente masculinidad. “Al principio no quise hacerla porque me resultaba una cosa un poco violenta, pero hablé con el director y me sentí acompañado por él”, explica. Finalmente pasó la prueba: solo tuvo que demostrar que, a ojos de los productores, era lo suficientemente ‘hombre’.
Según el actor anónimo, estos casos demuestran que es cuestión de machismo: “Ser gay se ha considerado como ser poco hombre, una especie de segunda masculinidad. Es la misma razón por la que está bien visto que las mujeres sean bisexuales y parece que no hay hombres bisexuales”. Él vivió un caso parecido al de Brays Efe, pero por parte del director de la película: cuando se dio cuenta de que era gay ya bien entrados en la producción, le transmitió tal inseguridad que le hizo sentir que era inadecuado para el papel.
“Hay ‘microhomofobias’ continuas. No son necesariamente insultos o comentarios despectivos”, corrobora un representante que también pide mantener su identidad en el anonimato. Él conoce muchos casos en los que, en pleno ‘casting’, se les ha pedido a actores que se comporten de forma menos afeminada: la escena cómica de ‘Paquita Salas’ sobre un actor al que le piden que “baje la pluma” está de hecho basada en vivencias reales de los Javis. “Y eso cuando les llaman, porque puede ocurrir que directamente no consideren a ese actor o a esa actriz porque piensan que no van a estar capacitados para desarrollar ese papel. Para hacer de psicópata, de enfermera o de lo que sea hay que convertirse en otra persona, pero la orientación sexual sigue siendo una losa”.
El camino contrario, sin embargo, sí está más transitado: actores heterosexuales interpretan a menudo personajes homosexuales o bisexuales sin problemas. Algunos de los que más trabajan en este país lo han hecho, como Álex Monner, Ricardo Gómez o Carlos Cuevas, quien solo en los últimos seis años se ha especializado en este tipo de roles con ‘Merlí’, ‘Gente que viene y bah’ y ‘Alguien tiene que morir’. “Y es genial, yo no reclamo estos papeles para actores gais”, aclara el actor anónimo, “pero también sería justo que pasara lo contrario”. Bruno Sevilla, intérprete de ‘Las distancias’ y ‘Ana Tramel’. El juego, coincide: “Si hay un actor gay perfectamente capacitado para hacer un trabajo y se le está negando la oportunidad de interpretar a un personaje gay para favorecer a alguien [heterosexual] con más nombre, siempre voy a estar en contra de eso. Aunque entiendo que el que pone el dinero para hacer una película es el que tiene la última palabra”.
Muchos actores visiblemente gais ven sus carreras atrapadas en un círculo vicioso: tienen menos oportunidades, con lo cual obtienen menos notoriedad y por ello acaban optando a menos papeles de envergadura. A menudo son relegados a personajes secundarios o a trabajar en los márgenes, donde sí encuentran papeles más diversos o les dan oportunidades para demostrar que pueden interpretar roles más tradicionalmente masculinos. “Sí he hecho de algún heterosexual normativo, pero en algún corto”, asegura Brays Efe. “En los ambientes en los que más dinero se mueve hay menos oportunidades para nosotros”, dice Omar Banana. “Pero yo sé que no voy a hacer un Mario Casas, así que no me quita el sueño”. Es el mismo caso de Sevilla: es consciente de que su físico no es el de un galán, por lo que no tiene miedo a perder ese tipo de papeles por su sexualidad.
Sin embargo, otros actores no heterosexuales que sí podrían optar a esos roles protagonistas en producciones comerciales se arriesgan a ser descartados si salen del armario. “Piensa en los actores protagonistas en España en los últimos años: Maxi Iglesias, Álex González, Yon González, Martiño Rivas, Mario Casas... No hay ninguno que sea abiertamente gay”, repasa el actor anónimo. “Hay un actor en la misma generación al que sacaron del armario, que lleva trabajando muchos años, es igual de guapo, igual de bueno o más que muchos de ellos... y su carrera no es la misma”. Lo mismo ocurre con las actrices. Itziar Castro cree que no ha perdido papeles por ser visiblemente lesbiana, ya que su físico determina mucho cuáles le llegan: “Tengo la suerte de ser una actriz de peso y de carácter. A otras sí les exigen que se muestren menos, porque cuanto menos digas públicamente más deseable eres tanto para hombres como para mujeres”.
En Hollywood no están mejor: los trabajos de Jim Parsons, Neil Patrick Harris, Matt Bomer o Wentworth Miller se han visto reducidos desde que se declararon parte del colectivo. Por eso algunos actores prefieren esperar a hablar abiertamente de su sexualidad cuando ya tienen una carrera establecida. Pablo Rivero lo hizo hace poco por primera vez, después de trabajar 20 años en ‘Cuéntame cómo pasó’. Javier Cámara ha celebrado el día del Orgullo este año con la foto de la bandera del arcoíris en Instagram. “Por quien soy. Por la alegría y el miedo contenidos tanto tiempo”, escribía bajo la imagen.
Y las mujeres no heterosexuales tampoco lo tienen mucho más fácil, especialmente si no encajan en el canon tradicionalmente femenino. El representante cita el ejemplo de una conocida actriz de 45 años que desde 2011 es abiertamente lesbiana: “¿No has visto un gran cambio en su carrera desde que la sacaron del armario? ¿No tenía entonces opción a muchísimos más papeles y mucha más presencia en nuestra cinematografía que ahora?”. Inma Cuesta habló de su pareja por primera vez en una publicación en Instagram a finales de mayo. “A mi amor por ser la mejor compañera de aventuras y mis ganas de más”, escribió. “En la industria ya se sabía, pero ella jamás hacía alusión en público porque sabía que le podía quitar trabajo”, asegura el representante.
Itziar Castro no pinta una imagen tan catastrofista. La actriz aboga por la visibilidad y asegura que “cuando una hace lo que siente, al final siempre acaba beneficiándole”. En España, según ella, las actrices visiblemente lesbianas o bisexuales no tienen muchos problemas a la hora de encontrar papeles. “El caso de algunos compañeros hombres es más complicado por la pluma”, asegura. Pero ella también insiste en la capacidad de transformación de actores y actrices: “Igual que somos capaces de cambiar de acento para un papel, podemos cambiar las actitudes físicas”.
La situación se complica a la hora de abordar su imagen pública: los actores quieren su derecho a la privacidad, pero también la libertad para expresarse, y la mayoría sienten una responsabilidad de visibilizar al colectivo. “¿Qué es salir del armario? Porque yo salí del armario con 14 años, en mi colegio todo el mundo lo sabía...”, asegura el actor anónimo. “Nunca me he ocultado ni he hecho cosas raras como posar en ‘photocalls’ con tías; todos los que me conocen lo saben, vivo mi sexualidad de una manera abierta. Pero se me pide que vuelva a salir del armario de una forma masiva y pública”.
Omar Banana prefiere no juzgar este tipo de casos: “Tachar a la víctima, a la persona que está buscando trabajo, es injusto. Nadie tiene por qué salir forzosamente del armario. El problema es que la sociedad te está haciendo creer que no debes hacerte ver como tú eres”. Raúl Tejón está de acuerdo, y asegura que el objetivo es que cada uno se muestre como quiera, cuando quiera. “El reto está en construir una sociedad en la que todos podamos presentarnos frente al mundo como queramos que nos vean. Y en esa sociedad también caben las personas que quieren vivir en Narnia”, bromea.
Precisamente por eso, el actor anónimo es consciente de que la representación y la visibilidad importan. “Un niño gay de 10 años que vea a Omar Ayuso en ‘Élite’ pensará que puede ser actor, y eso se extiende a otros terrenos como el fútbol, la música…”, arguye, y deja un ejemplo irrefutable. “España tiene muchísimos directores gais en primera línea de la industria, y eso es porque Almodóvar abrió las puertas a las generaciones que vinieron. Gracias a él, hoy en día nadie piensa que un director gay tenga alguna dificultad más en el camino”.
El progreso, aunque lento, es inevitable e imparable. Este actor está seguro de que todo cambiará cuando las decisiones recaigan en las nuevas generaciones: “Cuando nosotros seamos los directores, los productores, los directores de ‘casting’... Es cuestión de tiempo”. Eso mismo cree el representante, que tiene todas las esperanzas puestas en los jóvenes. “No tienen ningún tipo de conflicto, son abiertamente lo que son sin disfraces”.
Omar Banana y Carlos González, actores de la generación posterior a nuestra fuente anónima, sirven como ejemplo del cambio. Ambos aseguran que nunca llegaron a plantearse quedarse dentro del armario. “Yo no puedo esconder mi forma de ser, iría en contra de mis valores”, sentencia González. Banana no es ciego al riesgo de ser encasillado por su pluma, pero mira al futuro con ilusión. “Series como ‘Veneno’ y ‘Maricón perdido’ no habrían sido lo mismo hace unos años. Ahora se va a aprobar la Ley Trans en el Congreso. Socialmente no estamos igual y eso se ve reflejado en todo. Pasito a pasito vamos abriéndonos todos un poco más de mente”.
Igual que Joshua Bassett piropeó a Harry Styles con naturalidad y sin miedo en una entrevista, Omar Banana suele subir a Instagram fotos de actores que le resultan atractivos. Y a él, nos dice, sí le están llegando roles heterosexuales. Pronto estrenará una serie en la que su personaje mantiene una relación romántica con una mujer, un papel que le ofrecieron sin tener que hacer ninguna prueba. “Ahí hay un voto de confianza que tuvo un director de ‘casting’, que supo que puedo ser muchas más cosas que lo que yo soy. Al final, actuar es eso”.
En España está ocurriendo lo mismo. Eduardo Casanova, Anna Castillo y Omar Ayuso se muestran con naturalidad en las redes sociales, y hablan sin tapujos de su orientación sexual en los medios. En las últimas semanas se han estrenado dos series en cuyos repartos hay actores abiertamente homosexuales interpretando personajes homosexuales: Carlos González (24 años) en ‘Maricón perdido’ de TNT y Omar Banana (26 años) en ‘La reina del pueblo’ de ATRESplayer PREMIUM. Todos estos ejemplos podrían generar la percepción de que ya no quedan armarios en la industria española. Al oír esto, la reacción de Brays Efe, después de lanzar una risotada, es simplemente lo siguiente: “Cariño...”.
Según el protagonista de ‘Paquita Salas’, ser gay y tener pluma determina mucho qué tipo de roles le llegan. “A mí normalmente me ofrecen papeles con la sexualidad conflictuada, a veces gente religiosa o que no tiene mucho sexo, ‘freaks’...”. El miedo a ser encasillados y marginados por su sexualidad pesa sobre muchos actores, lo que explica en parte que Eduardo Casanova o Javier Ambrossi y Javier Calvo, que empezaron en la interpretación, se hayan acabado convirtiendo a la dirección. Omar Ayuso acaba de estrenar su primer cortometraje detrás de las cámaras al acabar su recorrido en ‘Élite’. Pero no todos pueden o quieren tomar ese camino. “Yo soy actor, interpretar es lo que me hace seguir vivo”, defiende Carlos González, que ha encarnado la versión joven de Bob Pop en ‘Maricón perdido’. Tiene miedo a que solo le ofrezcan un tipo de papel y pide que le dejen demostrar que, más allá de Carlos, puede ser “Juan, Fernando, Lola, Paula o un perro o una perra. Yo me dedico a esto porque quiero vivir otras vidas”.
“Hay muchos actores gais o bisexuales que están trabajando muchísimo y nunca lo dirán. Hay una especie de pacto de silencio”, nos cuenta un actor que prefiere no desvelar su identidad, precisamente porque no está públicamente fuera del armario. “Nos piden que seamos visibles, pero a día de hoy sigue habiendo consecuencias. ¿Cuántos actores son abiertamente homosexuales y tienen carreras en España, especialmente con papeles protagonistas?”.
La industria del audiovisual en España tiene un gran porcentaje de personas del colectivo LGTBIQ+, tanto delante como detrás de las cámaras, pero eso no quiere decir que no haya homofobia en ella. “El discurso oficial va tres pasos por delante de lo que yo percibo en la industria”, continúa este actor anónimo, explicando que no se trata de una discriminación abierta sino muy sutil. “Nadie te va a decir que tiene un problema con que seas gay, pero sé que los productores preguntan a los directores: ‘Oye, ¿pero este chico es gay?”. A veces, de la respuesta depende si una persona obtiene el trabajo o no.
Hay casos positivos como el de Raúl Tejón: a sus 46 años, lleva tiempo fuera del armario y muestra su homosexualidad con total franqueza en las redes. “Ser quien soy, con todo lo que conlleva, me está trayendo cosas muy bonitas a mi vida. Y evidentemente también en lo laboral”, explica. De hecho, la mayoría de los papeles que ha interpretado últimamente en ‘Vis a vis’, ‘El Continental’ y la serie de Netflix aún por estrenar ‘Alma’, son hombres heterosexuales. Pero la realidad es que a menudo los actores visiblemente gais se topan con muros de desconfianza y prejuicios por parte de los que toman las decisiones: los productores y directores de ‘casting’.
A Brays Efe le pasó hace poco en un proyecto: un director le ofreció un papel, él accedió, firmó una carta de compromiso y pasaron a tener conversaciones sobre el personaje. Cuando se acercaba el momento de empezar a rodar, recibió una llamada: el equipo de producción quería hacerle una prueba para comprobar que podía interpretarlo con la suficiente masculinidad. “Al principio no quise hacerla porque me resultaba una cosa un poco violenta, pero hablé con el director y me sentí acompañado por él”, explica. Finalmente pasó la prueba: solo tuvo que demostrar que, a ojos de los productores, era lo suficientemente ‘hombre’.
Según el actor anónimo, estos casos demuestran que es cuestión de machismo: “Ser gay se ha considerado como ser poco hombre, una especie de segunda masculinidad. Es la misma razón por la que está bien visto que las mujeres sean bisexuales y parece que no hay hombres bisexuales”. Él vivió un caso parecido al de Brays Efe, pero por parte del director de la película: cuando se dio cuenta de que era gay ya bien entrados en la producción, le transmitió tal inseguridad que le hizo sentir que era inadecuado para el papel.
“Hay ‘microhomofobias’ continuas. No son necesariamente insultos o comentarios despectivos”, corrobora un representante que también pide mantener su identidad en el anonimato. Él conoce muchos casos en los que, en pleno ‘casting’, se les ha pedido a actores que se comporten de forma menos afeminada: la escena cómica de ‘Paquita Salas’ sobre un actor al que le piden que “baje la pluma” está de hecho basada en vivencias reales de los Javis. “Y eso cuando les llaman, porque puede ocurrir que directamente no consideren a ese actor o a esa actriz porque piensan que no van a estar capacitados para desarrollar ese papel. Para hacer de psicópata, de enfermera o de lo que sea hay que convertirse en otra persona, pero la orientación sexual sigue siendo una losa”.
El camino contrario, sin embargo, sí está más transitado: actores heterosexuales interpretan a menudo personajes homosexuales o bisexuales sin problemas. Algunos de los que más trabajan en este país lo han hecho, como Álex Monner, Ricardo Gómez o Carlos Cuevas, quien solo en los últimos seis años se ha especializado en este tipo de roles con ‘Merlí’, ‘Gente que viene y bah’ y ‘Alguien tiene que morir’. “Y es genial, yo no reclamo estos papeles para actores gais”, aclara el actor anónimo, “pero también sería justo que pasara lo contrario”. Bruno Sevilla, intérprete de ‘Las distancias’ y ‘Ana Tramel’. El juego, coincide: “Si hay un actor gay perfectamente capacitado para hacer un trabajo y se le está negando la oportunidad de interpretar a un personaje gay para favorecer a alguien [heterosexual] con más nombre, siempre voy a estar en contra de eso. Aunque entiendo que el que pone el dinero para hacer una película es el que tiene la última palabra”.
Muchos actores visiblemente gais ven sus carreras atrapadas en un círculo vicioso: tienen menos oportunidades, con lo cual obtienen menos notoriedad y por ello acaban optando a menos papeles de envergadura. A menudo son relegados a personajes secundarios o a trabajar en los márgenes, donde sí encuentran papeles más diversos o les dan oportunidades para demostrar que pueden interpretar roles más tradicionalmente masculinos. “Sí he hecho de algún heterosexual normativo, pero en algún corto”, asegura Brays Efe. “En los ambientes en los que más dinero se mueve hay menos oportunidades para nosotros”, dice Omar Banana. “Pero yo sé que no voy a hacer un Mario Casas, así que no me quita el sueño”. Es el mismo caso de Sevilla: es consciente de que su físico no es el de un galán, por lo que no tiene miedo a perder ese tipo de papeles por su sexualidad.
Sin embargo, otros actores no heterosexuales que sí podrían optar a esos roles protagonistas en producciones comerciales se arriesgan a ser descartados si salen del armario. “Piensa en los actores protagonistas en España en los últimos años: Maxi Iglesias, Álex González, Yon González, Martiño Rivas, Mario Casas... No hay ninguno que sea abiertamente gay”, repasa el actor anónimo. “Hay un actor en la misma generación al que sacaron del armario, que lleva trabajando muchos años, es igual de guapo, igual de bueno o más que muchos de ellos... y su carrera no es la misma”. Lo mismo ocurre con las actrices. Itziar Castro cree que no ha perdido papeles por ser visiblemente lesbiana, ya que su físico determina mucho cuáles le llegan: “Tengo la suerte de ser una actriz de peso y de carácter. A otras sí les exigen que se muestren menos, porque cuanto menos digas públicamente más deseable eres tanto para hombres como para mujeres”.
En Hollywood no están mejor: los trabajos de Jim Parsons, Neil Patrick Harris, Matt Bomer o Wentworth Miller se han visto reducidos desde que se declararon parte del colectivo. Por eso algunos actores prefieren esperar a hablar abiertamente de su sexualidad cuando ya tienen una carrera establecida. Pablo Rivero lo hizo hace poco por primera vez, después de trabajar 20 años en ‘Cuéntame cómo pasó’. Javier Cámara ha celebrado el día del Orgullo este año con la foto de la bandera del arcoíris en Instagram. “Por quien soy. Por la alegría y el miedo contenidos tanto tiempo”, escribía bajo la imagen.
Y las mujeres no heterosexuales tampoco lo tienen mucho más fácil, especialmente si no encajan en el canon tradicionalmente femenino. El representante cita el ejemplo de una conocida actriz de 45 años que desde 2011 es abiertamente lesbiana: “¿No has visto un gran cambio en su carrera desde que la sacaron del armario? ¿No tenía entonces opción a muchísimos más papeles y mucha más presencia en nuestra cinematografía que ahora?”. Inma Cuesta habló de su pareja por primera vez en una publicación en Instagram a finales de mayo. “A mi amor por ser la mejor compañera de aventuras y mis ganas de más”, escribió. “En la industria ya se sabía, pero ella jamás hacía alusión en público porque sabía que le podía quitar trabajo”, asegura el representante.
Itziar Castro no pinta una imagen tan catastrofista. La actriz aboga por la visibilidad y asegura que “cuando una hace lo que siente, al final siempre acaba beneficiándole”. En España, según ella, las actrices visiblemente lesbianas o bisexuales no tienen muchos problemas a la hora de encontrar papeles. “El caso de algunos compañeros hombres es más complicado por la pluma”, asegura. Pero ella también insiste en la capacidad de transformación de actores y actrices: “Igual que somos capaces de cambiar de acento para un papel, podemos cambiar las actitudes físicas”.
La situación se complica a la hora de abordar su imagen pública: los actores quieren su derecho a la privacidad, pero también la libertad para expresarse, y la mayoría sienten una responsabilidad de visibilizar al colectivo. “¿Qué es salir del armario? Porque yo salí del armario con 14 años, en mi colegio todo el mundo lo sabía...”, asegura el actor anónimo. “Nunca me he ocultado ni he hecho cosas raras como posar en ‘photocalls’ con tías; todos los que me conocen lo saben, vivo mi sexualidad de una manera abierta. Pero se me pide que vuelva a salir del armario de una forma masiva y pública”.
Omar Banana prefiere no juzgar este tipo de casos: “Tachar a la víctima, a la persona que está buscando trabajo, es injusto. Nadie tiene por qué salir forzosamente del armario. El problema es que la sociedad te está haciendo creer que no debes hacerte ver como tú eres”. Raúl Tejón está de acuerdo, y asegura que el objetivo es que cada uno se muestre como quiera, cuando quiera. “El reto está en construir una sociedad en la que todos podamos presentarnos frente al mundo como queramos que nos vean. Y en esa sociedad también caben las personas que quieren vivir en Narnia”, bromea.
Precisamente por eso, el actor anónimo es consciente de que la representación y la visibilidad importan. “Un niño gay de 10 años que vea a Omar Ayuso en ‘Élite’ pensará que puede ser actor, y eso se extiende a otros terrenos como el fútbol, la música…”, arguye, y deja un ejemplo irrefutable. “España tiene muchísimos directores gais en primera línea de la industria, y eso es porque Almodóvar abrió las puertas a las generaciones que vinieron. Gracias a él, hoy en día nadie piensa que un director gay tenga alguna dificultad más en el camino”.
El progreso, aunque lento, es inevitable e imparable. Este actor está seguro de que todo cambiará cuando las decisiones recaigan en las nuevas generaciones: “Cuando nosotros seamos los directores, los productores, los directores de ‘casting’... Es cuestión de tiempo”. Eso mismo cree el representante, que tiene todas las esperanzas puestas en los jóvenes. “No tienen ningún tipo de conflicto, son abiertamente lo que son sin disfraces”.
Omar Banana y Carlos González, actores de la generación posterior a nuestra fuente anónima, sirven como ejemplo del cambio. Ambos aseguran que nunca llegaron a plantearse quedarse dentro del armario. “Yo no puedo esconder mi forma de ser, iría en contra de mis valores”, sentencia González. Banana no es ciego al riesgo de ser encasillado por su pluma, pero mira al futuro con ilusión. “Series como ‘Veneno’ y ‘Maricón perdido’ no habrían sido lo mismo hace unos años. Ahora se va a aprobar la Ley Trans en el Congreso. Socialmente no estamos igual y eso se ve reflejado en todo. Pasito a pasito vamos abriéndonos todos un poco más de mente”.
Igual que Joshua Bassett piropeó a Harry Styles con naturalidad y sin miedo en una entrevista, Omar Banana suele subir a Instagram fotos de actores que le resultan atractivos. Y a él, nos dice, sí le están llegando roles heterosexuales. Pronto estrenará una serie en la que su personaje mantiene una relación romántica con una mujer, un papel que le ofrecieron sin tener que hacer ninguna prueba. “Ahí hay un voto de confianza que tuvo un director de ‘casting’, que supo que puedo ser muchas más cosas que lo que yo soy. Al final, actuar es eso”.
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