El Salto / Protesta en la Puerta del Sol por el asesinato de Samuel // |
Más de 30 activistas LGTBI reclaman una respuesta no punitiva a las agresiones LGTBIfóbicas.
Activistas, artistas, escritoras y académicas de distintos lugares del Estado español como Marc Giró, Samantha Hudson, Roy Galán o Elizabeth Duval, han suscrito el manifiesto “Contra la LGTBIfobia, cambiarlo todo para ser más libres”.
Francis Reina Corbacho | El Salto, 2021-07-10
https://www.elsaltodiario.com/lgtbiq/mas-de-30-activistas-lgtbi-reclaman-una-respuesta-no-punitiva-a-las-agresiones-lgtbifobicas
“No queremos vivir con miedo. No permitiremos que la tristeza nos tumbe. Ante la LGTBIfobia, más visibilidad, más libertad, más comunidad. Ni venganza ni castigo: transformarlo todo”. De este modo se resume la respuesta de numerosas activistas LGTBI a las agresiones LGTBIfóbicas de los últimos días.
El rechazo de las soluciones punitivas y la demanda de políticas ambiciosas de sensibilización para prevenir la LGTBIfobia son los principales objetivos del manifiesto “Contra la LGTBIfobia: cambiarlo todo para ser más libres”, impulsado por un grupo de activistas LGTBI de Barcelona y que puede consultarse en https://contralalgbtifobia.org/. El texto, surgido como respuesta a la alarma social provocada por las agresiones LGTBIfóbicas de los últimos meses, ya ha sido suscrito por más de 30 activistas y personalidades LGTBI de todo el Estado, y está abierto a adhesiones de cualquier persona.
“La preocupación, el miedo y la rabia son emociones comprensibles y legítimas ante esta violencia, explicada de manera alarmista por los medios de comunicación. Sin embargo, esta es la forma en que la LGBTIfobia nos vence”, afirma el texto, que anima a las personas LGTBI a “seguir mostrando nuestra pluma y nuestros cuerpos e identidades disidentes de forma desacomplejada”.
El manifiesto rechaza explícitamente las políticas de “venganza y prisión para los agresores”, recordando que “históricamente el colectivo LGBTI ha sido especialmente reprimido y atacado por los poderes castigadores del Estado (pensemos en Stonewall o en la Ley de Vagos y Maleantes)” y denunciando “un sistema penal que persigue sistemáticamente y de forma desigual a personas precarias, racializadas”.
Conocedoras de las tácticas utilizadas por la ultraderecha en relación a la violencia machista, en el escrito también se advierte de la instrumentalización de la visibilidad mediática y política que estos grupos pueden hacer de las agresiones LGTBIfóbicas. “Quien más habla de castigo y de miedo es la extrema derecha, que utiliza estos sentimientos para vehicular su discurso de odio y extender el racismo en la sociedad mientras defiende los intereses de los poderosos”.
“Reforzar la atención a víctimas de LGBTIfobia”, apostar por “la sensibilización en diversidad sexual y de género en todos los ámbitos e instituciones de la sociedad” y “destruir los imaginarios heteropatriarcales” es, según los y las firmantes del colectivo LGTBI, “el único camino para acabar con la LGBTIfobia”. Samantha Hudson, David Jiménez, Elizabeth Duval, Miquel Missé, Rubén Serrano o Gabriela Wienner son algunas de las personas que ya han firmado y suscrito un manifiesto que pretende extender sus adhesiones en los próximos días.
El rechazo de las soluciones punitivas y la demanda de políticas ambiciosas de sensibilización para prevenir la LGTBIfobia son los principales objetivos del manifiesto “Contra la LGTBIfobia: cambiarlo todo para ser más libres”, impulsado por un grupo de activistas LGTBI de Barcelona y que puede consultarse en https://contralalgbtifobia.org/. El texto, surgido como respuesta a la alarma social provocada por las agresiones LGTBIfóbicas de los últimos meses, ya ha sido suscrito por más de 30 activistas y personalidades LGTBI de todo el Estado, y está abierto a adhesiones de cualquier persona.
“La preocupación, el miedo y la rabia son emociones comprensibles y legítimas ante esta violencia, explicada de manera alarmista por los medios de comunicación. Sin embargo, esta es la forma en que la LGBTIfobia nos vence”, afirma el texto, que anima a las personas LGTBI a “seguir mostrando nuestra pluma y nuestros cuerpos e identidades disidentes de forma desacomplejada”.
El manifiesto rechaza explícitamente las políticas de “venganza y prisión para los agresores”, recordando que “históricamente el colectivo LGBTI ha sido especialmente reprimido y atacado por los poderes castigadores del Estado (pensemos en Stonewall o en la Ley de Vagos y Maleantes)” y denunciando “un sistema penal que persigue sistemáticamente y de forma desigual a personas precarias, racializadas”.
Conocedoras de las tácticas utilizadas por la ultraderecha en relación a la violencia machista, en el escrito también se advierte de la instrumentalización de la visibilidad mediática y política que estos grupos pueden hacer de las agresiones LGTBIfóbicas. “Quien más habla de castigo y de miedo es la extrema derecha, que utiliza estos sentimientos para vehicular su discurso de odio y extender el racismo en la sociedad mientras defiende los intereses de los poderosos”.
“Reforzar la atención a víctimas de LGBTIfobia”, apostar por “la sensibilización en diversidad sexual y de género en todos los ámbitos e instituciones de la sociedad” y “destruir los imaginarios heteropatriarcales” es, según los y las firmantes del colectivo LGTBI, “el único camino para acabar con la LGBTIfobia”. Samantha Hudson, David Jiménez, Elizabeth Duval, Miquel Missé, Rubén Serrano o Gabriela Wienner son algunas de las personas que ya han firmado y suscrito un manifiesto que pretende extender sus adhesiones en los próximos días.
En los últimos meses se han publicado numerosas noticias de agresiones LGBTIfóbicas. La sucesión de ataques, algunos muy violentos, e incluso un asesinato con motivación homófoba, está logrando extender el miedo entre las personas LGTBI y está recibiendo una gran atención mediática y política. La preocupación, el miedo y la rabia son emociones comprensibles y legítimas ante esta violencia, explicada de manera alarmista por los medios de comunicación. Sin embargo, esta es la forma en que la LGBTIfobia nos vence.
Contra el pánico y la venganza. No podemos dejar que nos dominen el miedo ni la rabia. No podemos permitir que se extienda un pánico social que coarte nuestra libertad y nos devuelva a los armarios. No daremos a los agresores el placer de escondernos, pues esa sería precisamente la gran victoria de la LGBTIfobia; seguiremos mostrando nuestra pluma y nuestros cuerpos e identidades disidentes de forma desacomplejada, en el espacio público y en todas partes. Tan libremente como siempre.
Tampoco ganamos nada con una comunidad LGBTI que exige venganza y prisión para los agresores. Compartimos la rabia, la tristeza y la sensación de impotencia y pensamos que es importante poder chillar con todas nuestras fuerzas #JustíciaParaSamuel, llorar colectivamente su pérdida y hablar con nuestros seres queridos y nuestras compañeras del miedo que sentimos.
Sin embargo, es importante recordar que históricamente el colectivo LGBTI ha sido especialmente reprimido y atacado por los poderes castigadores del Estado (pensemos en Stonewall o en la Ley de Vagos y Maleantes). Conocemos bien lo que han significado la policía, el sistema penal y la prisión para nuestra comunidad. Por ello, no podemos permitir que la LGBTIfobia sea la excusa para darle más poder a un sistema penal que persigue sistemáticamente y de forma desigual a personas precarias, racializadas y todo tipo de disidencias. Además, la cárcel no elimina la homofobia, sino que la agrava. La justicia tiene que ser otra cosa.
También advertimos que la instrumentalización de la rabia y el miedo hacen crecer el monstruo del fascismo. Quien más habla de castigo y de miedo es la extrema derecha, que utiliza estos sentimientos para vehicular su discurso de odio y extender el racismo en la sociedad mientras defiende los intereses de los poderosos. Nos negamos a alimentar la guerra del último contra el penúltimo.
La respuesta debe ser otra. Ante las agresiones, no podemos dejarnos llevar por el cortoplacismo y las respuestas fáciles, no podemos dejarnos convencer por quien quiere más vigilancia, más policía y más cárcel o por quien aprovecha para señalar a otros grupos oprimidos. El único camino para acabar con la LGBTIfobia es destruir los imaginarios heteropatriarcales que la justifican y sostienen. Para eso, es imprescindible reforzar la sensibilización en diversidad sexual y de género en todos los ámbitos e instituciones de la sociedad: para todo el mundo, poniendo todos los recursos.
Por desgracia, mientras libremos esa batalla, seguiremos recibiendo noticias de agresiones. Ante ello, es necesario reforzar la atención a víctimas de LGBTIfobia, proporcionándoles todo el apoyo necesario y mejorando la atención social y psicológica. También será necesario desarrollar estrategias de autodefensa LGBTI y necesitaremos comunidades fuertes que prevengan, acompañen y cobijen a quienes sufran agresiones. Y tendremos que trabajar con quienes cometen estas agresiones, con procesos de reparación y garantías de no repetición, huyendo de la lógica del castigo que nunca ha resuelto ningún problema social.
No queremos vivir con miedo. No permitiremos que la tristeza nos tumbe. Ante la LGBTIfobia, más visibilidad, más libertad, más comunidad.
Ni venganza ni castigo: transformarlo todo.
Contra el pánico y la venganza. No podemos dejar que nos dominen el miedo ni la rabia. No podemos permitir que se extienda un pánico social que coarte nuestra libertad y nos devuelva a los armarios. No daremos a los agresores el placer de escondernos, pues esa sería precisamente la gran victoria de la LGBTIfobia; seguiremos mostrando nuestra pluma y nuestros cuerpos e identidades disidentes de forma desacomplejada, en el espacio público y en todas partes. Tan libremente como siempre.
Tampoco ganamos nada con una comunidad LGBTI que exige venganza y prisión para los agresores. Compartimos la rabia, la tristeza y la sensación de impotencia y pensamos que es importante poder chillar con todas nuestras fuerzas #JustíciaParaSamuel, llorar colectivamente su pérdida y hablar con nuestros seres queridos y nuestras compañeras del miedo que sentimos.
Sin embargo, es importante recordar que históricamente el colectivo LGBTI ha sido especialmente reprimido y atacado por los poderes castigadores del Estado (pensemos en Stonewall o en la Ley de Vagos y Maleantes). Conocemos bien lo que han significado la policía, el sistema penal y la prisión para nuestra comunidad. Por ello, no podemos permitir que la LGBTIfobia sea la excusa para darle más poder a un sistema penal que persigue sistemáticamente y de forma desigual a personas precarias, racializadas y todo tipo de disidencias. Además, la cárcel no elimina la homofobia, sino que la agrava. La justicia tiene que ser otra cosa.
También advertimos que la instrumentalización de la rabia y el miedo hacen crecer el monstruo del fascismo. Quien más habla de castigo y de miedo es la extrema derecha, que utiliza estos sentimientos para vehicular su discurso de odio y extender el racismo en la sociedad mientras defiende los intereses de los poderosos. Nos negamos a alimentar la guerra del último contra el penúltimo.
La respuesta debe ser otra. Ante las agresiones, no podemos dejarnos llevar por el cortoplacismo y las respuestas fáciles, no podemos dejarnos convencer por quien quiere más vigilancia, más policía y más cárcel o por quien aprovecha para señalar a otros grupos oprimidos. El único camino para acabar con la LGBTIfobia es destruir los imaginarios heteropatriarcales que la justifican y sostienen. Para eso, es imprescindible reforzar la sensibilización en diversidad sexual y de género en todos los ámbitos e instituciones de la sociedad: para todo el mundo, poniendo todos los recursos.
Por desgracia, mientras libremos esa batalla, seguiremos recibiendo noticias de agresiones. Ante ello, es necesario reforzar la atención a víctimas de LGBTIfobia, proporcionándoles todo el apoyo necesario y mejorando la atención social y psicológica. También será necesario desarrollar estrategias de autodefensa LGBTI y necesitaremos comunidades fuertes que prevengan, acompañen y cobijen a quienes sufran agresiones. Y tendremos que trabajar con quienes cometen estas agresiones, con procesos de reparación y garantías de no repetición, huyendo de la lógica del castigo que nunca ha resuelto ningún problema social.
No queremos vivir con miedo. No permitiremos que la tristeza nos tumbe. Ante la LGBTIfobia, más visibilidad, más libertad, más comunidad.
Ni venganza ni castigo: transformarlo todo.
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